Otros momentos.
Por: Lindo usagi.
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Escondidos y atrapados.
Parecía una carrera en el amanecer africano, un juego de escondidos y atrapados en esa estepa desolada, pero ella ya se había detenido, ya no corría más. Podía percibir su inconfundible olor mezclado con el agua dulce del río, el aroma de su cabello húmedo y su piel morena al descubierto.
Logan trazó una amplia sonrisa en el rostro. Sería divertido encontrarla echándose un chapuzón. ¿Ella quería que él la encontrara bañándose? ¿Acaso eso quería la jinete, la diosa de cabellos claros? Sí, verla desnuda sería divertido.
—Allá voy, 'Ro.
Comenzó a correr sin vacilar para alcanzar ese lugar.
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En la mente.
Hace algunos años compartió su mente con él y tiempo después habían tenido una especie de atracción mutua debido a eso, pero nunca llegó a ser nada concreto, sólo miradillas traviesas y sonrisas coquetas.
Esta vez se encontraba nuevamente dentro de él. Este chico... Robert Drake era una criatura singular, todos esos pensamientos alocados, todas esas emociones sin reprimir, jamás dejándose llevar por el estrés, siempre tan liberal y extrovertido que le resultaba chistoso, le fascinaba, aunque no quisiera admitirlo.
¡Ahora! Tenía que apresurarse o el chico sería asesinado por la Liga sapiens. Tenía que reactivar sus poderes, había encontrado la circunvolución exacta en los hemisferios cerebrales.
Emma Frost sonrió satisfecha al realizar con éxito su trabajo. Drake podía usar su forma helada de nuevo. Volvió a sonreír, era un chico extraño ese Bobby, pero divertido. Casi, casi le gustaba.
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Más fuerte.
Hisako Ichiki estaba harta de que la consideraran una chiquilla. Estaba fastidiada de escuchar las palabras despectivas de Wolverine y de oír a Cyclops tratando de protegerla. Podía ser una X-man igual que ellos. Bueno..., oficialmente ya era una X-man obligada por las circunstancias. Podía ser como Kitty cuando tenía trece años o como Jubilee.
Sólo tenía que ser más fuerte, echarle más ganas, sus ancestros la apoyaban desde lo alto.
—¡Hisako! —le gritaron los demás.
Los guerreros del Breakworld no la pasarían, defendería a los X-men a como diera lugar. De pronto una luz emanó de su cuerpo y parecía que su armadura psiónica había adquirido una nueva capa, una impenetrable. Ahora era más fuerte. Tenía que defender a los X-men pues ya no era una chiquilla.
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Sacrificándose.
—¡Jamie! Dile a los X-men que los amo...
El mundo estaba a punto de destrozarse sobre ella. Una realidad alterna creada por El Primer Caído. ¿Cuántas veces un X-man ha tenido que sacrificar su vida para salvar un futuro, un destino? Entonces era su turno, salvaría a Sam, a Rachel, a Kurt, a Bishop y a su querido hermano. Era su turno de sacrificarse, moriría por ellos.
—Entonces ve y díselo tú misma, Betsy...
Con tan sólo atar unos cuantos cabos sueltos, su hermano los teletransportó fuera de ese mundo. Él no dejaría que su pequeña hermanita muriera. Betsy no podía hacer nada para contrarrestar el poder de su hermano, no era su turno de sacrificarse.
—¡Jamie!
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Muerte.
Muerte. Esa oscuridad hipotéticamente eterna, la cesación total de las funciones corporales vitales, un castigo de fuego o un desmesurado dolor en vida.
Remy estuvo a punto de matarla como jinete de Apocalypse, realmente iba con esa intención. Su Remy, su amor. La persona con quien pensó pasaría el resto de su vida. Un pensamiento estúpido, pero realmente lo creía así.
La persona que ella conocía como Remy ya no existía más, ahora era Death, y ella se encargaría de matarlo. Una lágrima recorrió un camino por su mejilla. Dio un puñetazo al suelo, haciéndolo añicos. Ya no había más un mundo de posibilidades, lo único que veía era una nube gris alrededor suyo.
