Había una vez una belleza joven, así tal o incluso más hermosa que las estrellas que observaba desde el balcón de su casa. Sin embargo, lejos estaba su concentración en los puntos brillantes del firmamento, debido a que su corazón se encontraba en un predicamento.
Suspirando levantó su mano para tocar sus labios, reconociendo la sensación dejó de hacerlo pues no era tan delicada y el tacto era áspero, no como el recuerdo que en su alma revoloteaba. Más que sensaciones el brillo en la profundidad de su mirada la hacía estremecer, y al mismo tiempo el fuego ajeno le transmitió su calidez.
— ¿estará bien? — Se preguntó y apoyo su peso sobre el barandal — solo por esta vez dejar de soñar
Había un recuerdo de una cálida tarde de verano, energética ella sin importarle tomaba sus manos. No entendía así lo decía que era esa sensación que por días sentía, pidió un poco de ayuda y al hacerlo dejó que ella fuera su guía. Sus mejillas ardieron con el solo recuerdo de ese momento, en el que su corazón se aceleró y una nueva forma de amor descubrió.
— estará bien, sé que lo esta
Fue torpe en ese instante pues jamás había hecho algo similar, pero a ella no le importó declarando su inexperiencia le dio fuerza para continuar. Fue imposible alejarse en ese instante, algo muy fuerte tomaba el control volviendo el momento por un segundo más eterno.
— pusiste mi mundo de cabeza
Fueron días los que contaba hasta el instante en el que su corazón le reclamara, caprichoso él le hacía berrinches pidiendo atención inmediata. Ella sabe que no es malo dejarlo llorar, pero de vez en cuando estará bien dejarlo jugar. Él la controla, todo por ver esa mirada encantadora. Umaru no lo soporta y también tiene culpa, de que en los últimos días, terminara enamorándose de su amiga
— no debí dejar que me besaras aquel día, no debí besarte al siguiente día, no debimos besarnos a escondidas. Pero lo hicimos y ahora ya no podemos detenernos, lo necesitamos, lo queremos, nos amamos. Sylphyn
