Hoy debería haber sido el mejor día de mi vida. Hoy era el día de mi boda. O eso decidimos tiempo atrás, cuando no había guerra ni nada de por medio. Antes de que llegara esa estúpida partida de cartas que nos arrebato a nuestros hombres.

En Forks, el pueblo donde nací y me he criado, existía una tradición que venia del pasado. Los jóvenes, al igual que aquellos que existieron en la antigüedad, contraían matrimonio nada mas salir de la escuela. En un principio, hace aproximadamente un siglo, estos matrimonios no eran mas que entre jóvenes del pueblo, pero al modernizarse, las parejas pasaron a estar formadas en su mayoría por un joven del pueblo y el otro no.

Eso es lo que me había llevado a llevar este anillo en mi dedo. Edward y yo nos conocíamos desde niños. Nuestros padres también se conocieron de niños, por ello éramos tan cercanos. Comenzamos a salir muy jóvenes, con tan solo 16 años y nunca nos habíamos separado. Hasta hace un año.

Todo este tiempo sin el ha sido un calvario y mas sabiendo donde se encontraba. A veces, me permitía recordar aquellos momentos felices que pasamos juntos. Como aquella cena, que nunca olvidare.

--Flashback—

Esta noche Edward me llevaba a cenar. No me dijo donde iríamos, simplemente que seria una sorpresa, y el sabe lo poco que me gustan. Por supuesto, Alice estaba enterada, porque se había presentado dos horas antes para jugar a su juego favorito: vestir a Bella. Y, al fin, después de dos horas y poco más de tortura, Alice me llevo a la puerta, la abrió y me dejo allí plantada sin ninguna explicación. Por suerte, Edward ya me esperaba con la puerta de su preciado volvo abierta, permitiéndome el acceso mientras me dedicaba uno de sus muchos halagos.

Cenamos en nuestro restaurante favorito, La Bella Italia, donde fue nuestra primera cita. Fue una cena tranquila, hablamos de cosas sin importancia y disfrutamos de la compañía del otro. Cuando hubimos – mas bien el hubo – pagado, nos dirigimos hacia el coche. Cuando nos hubimos puesto en marcha, pensé que iríamos a su casa, o quizás a la mía. Pero me equivocaba.

Nuestro prado tenia un toque mágico aquella suave noche de Junio – agradecía haberme llevado una chaqueta – y mas iluminado por la luz de la luna. Aunque no podía compararse con la imagen de Edward iluminado por ella. Pero al girarme, no fue solo a Edward a quien me encontré, sino también un hermoso anillo en una cajita de terciopelo azul que sostenía este en su mano. Se me acelero el corazón y los ojos comenzaron a llenarse de agua.

- Bella, te amo. Te he amado toda mi vida. No hay palabras para describir cuanto abarca mi amor por ti. Haría cualquier cosa por hacerte feliz y nunca me perdonaría dañarte de ningún modo. Y no hay nada mas que desee que pasar el resto de mi vida a tu lado, como tu marido, tu amante, tu amigo, tu compañero. ¿Me harías el honor de convertirte en mi esposa?-

-- Fin Flashback--

Y, por supuesto, acepte. Por que lo amaba, porque lo amo. Esa noche fue perfecta, no podía haber imaginado nada mejor. Aquella noche, nos amamos como nunca lo habíamos hecho y, mientras dormíamos abrazados, nuestros sueños se llenaban den promesas del futuro. Sin embargo, al llegar la mañana, todos esos planes quedaron olvidados.

--Flashback--

Charlábamos animadamente mientras terminábamos el plato de tortitas. Nos habíamos levantado de tan buen humor que habíamos querido prepararnos un buen desayuno. Una vez hubimos terminado. Me dispuse a recoger todo mientras Edward iba a por el correo.

Nuestros padres habían decidido obsequiarnos con una casa, si una casa, con sus dos pisos y su jardín. Perfecta para nosotros y, en un futuro, nuestros hijos.

Edward volvió con el correo en las manos. Observaba una carta fijamente, su rostro sombrío.

- Edward, ¿qué ocurre? – Me acerqué a él preocupada.

- Es una carta del ejército – informó. Lo mire fijamente – Me llaman a la ayuda del país en la guerra de Europa.

- No, de eso nada – Dije alterada. Leí la carta. No, algo tenía que estar mal. Edward no era soldado, no podía ir a la guerra.

- Es lo que dice ahí – Respondió dirigiéndose a la sala.

- No, de eso nada, tu no eres soldado no tienes porque marcharte a luchar a ningún sitio – Le espete. Esta furiosa, ¿Por qué justo ahora? ¿Por qué él?

- ¡No es cuestión de serlo o no! Es lo que dicen y lo que hay que hacer, Bella – Me espetó. Se notaba que estaba molesto.

- Tú no puedes ir. No vayas – Susurre con voz entrecortada. Estaba segura que las lágrimas no tardarían en salir, si no lo hacían ya. Sentí unos fuertes brazos sostenerme.

- Lo siento, Bella. Pero no puedo hacer nada. Tengo que ir, no queda otra y lo sabes – Contestó acariciándome la espalda mientras yo me desahogaba.

- P-pero no-o es j-usto. Tu y y-yo nos vamos a c-casar. No p-puedes irt-te –

- Lo se, y te prometo que en cuanto vuelva, no tardare en hacerte mi esposa. Te prometo que volveré, por ti. Te amo, Bella –

--Fin Flashback--

Mentiroso. Me hizo una promesa que no ha sabido cumplir.

Pasaron dos meses hasta que partió en aquel avión junto con Emmett, Jasper y otros chicos del pueblo, todos ellos llamados a servir a su patria. Decidimos la fecha de la boda, con él prometiéndome que estaría en la iglesia.

En cierto modo no mentía.

Así, aquí estábamos, en la misma iglesia en la que debíamos casarnos, unir nuestras vidas eternamente, y en su lugar, despedíamos al hombre que he amado durante toda mi vida y al que siempre querré.

Hacia dos semanas que llego la carta, de mano de un militar, acompañada con la bandera reglamentaria. Se me vino el mundo encima. Edward había muerto.

No quise saber como fue ni donde, lo único que importaba era que él ya no iba a volver, que no había cumplido su promesa. La ira se instalo en mí desde ese momento, pero con el paso de los días, la ira dio paso al dolor. Un dolo insoportable que nadie merece.

Todo por culpa de la guerra, de una estúpida guerra con la que no teníamos nada que ver y con la que nuestro pequeño pueblo se había cebado, porque no solo Edward había muerto, sino mas jóvenes que le acompañaban aquel día en ese avión. La única diferencia, que nosotros no tendríamos cuerpo que enterrar.

Así fue como el día de mi boda se convirtió en el funeral de mi prometido. Porque lo que la naturaleza no quita, la guerra se lo lleva.


Bueno, esta es mi nueva locura. Hace unos dias soñe con la historia y decidí escribirla. Este es un capitulo o fragmento perteneciente a esta pero de momento no la desarrollaré mas. Quiza cuando tenga mas tiempo y poder seguir escribiendo las demas. Espero que os guste y por favor, una review con un simple ''me ha gustado'' me valdria para seguir con esto. Gracias.

PD: Tengo un blog con unas amigas, es lasescaleras . wordpress . com (sin espacios) Hablamos de todo un poco incluyendo el universo Crepusculo.

Gracias, Bella Ann.