Bueno, mi segundo fic de la serie , pero a diferencia del primero este sera de varios capitulos, ademas de que no sera tan lindo como el otro sino mas bien dramatico, pero de todas formas espero leer sus reviews y poder asi saber que la historia va por buen camino. Leanla y no olviden dejar sus comentarios ;)

DISCLAIMER: Junjou todavia no me pertenece... pero quizas algun dia -pone cara de esperanza-


Estaba atardeciendo. Misaki se encontraba caminando a casa con la bolsa de las compras para la cena luego de haber terminado sus clases del día en la Universidad. Había sido un semestre agotador y ya tenía sus merecidas vacaciones de dos semanas, así que ya podría descansar un poco luego de los exámenes que había tenido esa semana.

Había escuchado en las noticias que se había desatado en el país una guerra civil, en donde las ciudades del norte se enfrentarían con las del sur por desacuerdos políticos entre ambas partes. Misaki no estaba muy informado con respecto al tema, pero mientras pensaba en ello camino cerca del mostrador de una tienda donde estaba pegado un cartel que hablaba sobre ello. Se detuvo a mirarlo para saber exactamente quienes debían ir. Temía mucho que a el o a Akihiko los fueran a llamar, también temía por su hermano, sobre todo porque tenia un hijo pequeño del cual era responsable, y no quería verlo crecer sin su padre, como a el le paso de niño.

Lo leyó detenidamente, y decía:

Desde los días 3 al 30 de este mes se estarán realizando los reclutamientos para la guerra que se esta llevando a cabo actualmente en Japón. Los llamados serán hechos por medio de cartas firmadas por Su Majestad Imperial a los hombres que cumplan los siguientes requisitos para poder entrar:

Ser mayores de 20 años

No estar estudiando actualmente, pero presentando diploma de secundaria

No tener hijos menores de 12 años

Tener un historial medico que no muestre ni enfermedades ni lesiones graves ocurridas previamente

Misaki leyó cada uno de los requisitos, y si bien cumplía con los dos últimos, todavía faltaban varios meses para su cumpleaños numero veinte, además de que estaba cursando el segundo año de Universidad, y eso le impedía ser llamado. Su hermano tenia a su hijo Mahiro, que todavía era un bebé, así que ya con eso el chico se sentía aliviado, Takahiro no seria llamado, así que no debería ir a ningún lado, lo cual lo hizo sonreír de alivio.

Pero esa sonrisa se fue cuando pensó en Akihiko, el autor cumplía con todos los requisitos necesarios, así que seguramente su carta de reclutamiento llegaría en cosa de días, o quizás ya lo había hecho. Misaki se preocupaba de que Usagi-san tuviera que irse a la guerra, porque los que se iban podrían no volver, y si lo hacían, podrían volver inválidos o incluso con algún tipo de trauma mental severo. El ya había tenido que irse lejos por varios días antes, pero nunca antes a algo como eso, y la sola idea de que Akihiko saliera gravemente herido hacia a Misaki temblar, porque aunque no lo admitiera en voz alta, lo amaba mucho, y no lo quería verlo así, sencillamente no podría soportarlo.

Misaki: -mueve la cabeza para despejarse- ¿Pero que tonterías estoy pensando? ¿Usagi-san como soldado en una guerra? Debo estar loco para creer que lo soportarían, si no estoy cerca para ayudarlo el pobre apenas puede mantenerse con vida por su cuenta. Es decir, ya me lo imagino…

Un sargento de cara no muy amigable que lucia molesto había ido a despertar a su tropa esa mañana, y la razón de su enojo era que todos los soldados estaban levantados, formados y habían hecho prolijamente sus camas… todos menos uno, y hasta podía verlo roncar sonoramente acostado a sus anchas en su cama. Todos los soldados tenían ordenes de estar levantados a las 6 AM para que el sargento los inspeccionara, pero a Usami Akihiko no podría importarle menos, y aunque fueran cerca de las 8 AM seguía dormido.

Sargento (furioso): -se le acerca- ¡Soldado Usami! ¡Despierte, es hora de los ejercicios de la mañana!

Akihiko (aun dormido): -se da vuelta y sigue roncando-

Los demás soldados no sabían si tener lastima del sargento por no ser escuchado o del pobre de Usami-san por el castigo que recibiría luego. Seguramente estaría confinado a la cocina pelando patatas durante una semana por semejante atrevimiento.

Sargento (rojo de furia): -le saca las cobijas y lo zarandea- ¡Usami, más le vale despertarse o yo mismo me asegurare de enviarlo a la celda de castigo hasta que acabe la guerra!

Pero no había caso, Akihiko seguía durmiendo, y sus compañeros hacían lo mejor por no reírse ante la situación. El sargento noto eso y los miro muy enojado.

Sargento: ¿¡De que se ríen!? ¡Veinte vueltas al patio ahora mismo!

Todos: ¡Si señor! –salen corriendo-

Misaki: Usagi-san podría volver loco a cualquiera, aunque además me imagino que podría pasar algo como…

El mismo sargento, ya habiéndose calmado luego del incidente de la mañana, se dirigía a la bodega donde guardaba las armas para que las tropas practicaran como atacar a los enemigos una vez que estuvieran en el campo de batalla. Era lo que mas le gustaba que sus soldados hicieran, ya que les enseñaría muy buenas tácticas de defensa una vez llegado el momento.

Puso la llave en el candado de la puerta, pero apenas la abrió se encontró no con armas, sino con una avalancha de osos de peluche que le cayeron encima todos a la vez, dejándolo prácticamente enterrado y casi sin aire, pero con el poco que le quedaba alcazo a gritar algo.

Sargento: ¡Soldado Usami! ¡Venga aquí de inmediato!

Akihiko (con un cigarro encendido en la boca): -mira la escena con cara de inocencia- ¿Ocurre algo malo sargento?

Sargento: -logra ponerse de pie- ¡Pues si! ¡Algún idiota cambio las armas de la bodega por cientos de osos de peluche! ¿Tienes alguna idea de quien fue?

Akihiko: Fui yo señor

Sargento (fingiendo sorpresa): No me digas… ¿Y puede saberse donde dejo las armas soldado?

Akihiko: Las deje por allá –apunta al patio-. Mi colección de Suzuki-san no cabía así que las moví para hacer espacio

Por quedar a la intemperie las armas habían recibido mucho aire, además de que se habían mojado con el rocío de la mañana y ya estaban comenzando a oxidarse, así que ya no servían de mucho por estar en tal estado.

Sargento: ¡Es todo soldado! ¡Largo de aquí!

Esa tarde, Misaki se encontraba en casa, revisando la tarea que tenia que hacer antes de volver a clases, disfrutando de la calma que se respiraba sin Akihiko cerca, pero en el fondo extrañándolo. Trataba de concentrarse lo mejor posible para poderla acabar pronto, ya que n ole quedaba mucho, cuando escucho abrirse la puerta.

Akihiko: Misaki, ya llegue

Misaki: -lo ve- ¿Usagi-san? ¿Qué haces de regreso tan pronto? ¿Acaso ya acabo la guerra?

Akihiko: -le enseña un papel que dice:-

El soldado Usami Akihiko no cumple con las expectativas que se tenían originalmente, por lo que es regresado a casa de forma deshonrosa por no obedecer a su superior y por no presentarse a las practicas matutinas.

Akihiko: Eso fue lo que ocurrió ¿Qué hay de cenar? –Sube las escaleras-

Misaki: ¿Eh? ¡Usagi-san, espera! Te regresaron a casa por no ser disciplinado, ¡Al menos muestra algo de arrepentimiento! –va tras el- ¡Usagi-san!

Misaki: No me extrañaría nada de Usagi-san, dudo que dure en el ejército mucho mas de un día –mira su reloj-. Ah rayos, se me hizo tarde, mejor será que vaya a casa pronto –se va rápido-

En el lujoso penthouse del famoso autor todo estaba muy callado. Usualmente podía escucharse el sonido de las teclas de su computadora mientras escribía otras de esas novelas que disgustaban tanto al pobre Misaki, o sino a la molesta Aikawa, que no dejaría de gritar ni de enviar amenazas de muerte al flojo de Akihiko hasta que empezara con su trabajo.

Pero esta vez no había trabajo pendiente, la editora acababa de recoger el ultimo manuscrito, y tan pronto como el autor cerro la puerta pensaba esperar a su querido Misaki, que ya no tardaría en volver de clases, pero apenas la chica se fue, vio en el piso de la entrada una carta en un sobre con su nombre, así que la recogió y la leyó con cuidado. Lo que había dentro dejo al autor sumamente preocupado y muy mal, tanto que se quedo sentado en el sofá junto a Suzuki-san durante lo que el creyó fueron unos minutos, pero que luego se dio cuenta habían sido casi dos horas, cuando escucho la puerta y esa voz tan linda de su pequeño amante.

Misaki: Ya llegue –no escucha nada-. ¿Usagi-san? ¿Estas en casa?

Akihiko (desde el sofá): Aquí estoy

Misaki: Ah menos mal, creí que debería cenar yo solo –deja la bolsa en la cocina-. Compre varias cosas para la cena, así que disculpa por haber llegado un poco mas tarde. Tenía pensado hacer algo de curry, hace mucho que no lo comemos

Akihiko: -se le acerca por detrás y lo abraza- Misaki…

Misaki: ¡Ah! ¡Baka Usagi, no me asustes así!

Akihiko: -lo abraza más fuerte-

Misaki: -se sonroja- ¿Qué te pasa? ¿Por qué estas así? –ve la carta en su mano y se sorprende- Usagi-san… ¿Eso es…?

Akihiko: -lo suelta y vuelve al sofá- Si, llego hace poco, cuando Aikawa se fue

Misaki: ¿Y que dice?

Akihiko: -suspira y la lee en voz alta-

Señor Usami Akihiko:

Es con mucho placer que le informamos que ha sido seleccionado para ser reclutado para ir a pelear en la guerra que se esta llevando a cabo con el lado sur de nuestro país. Lo escogimos por cumplir con todos los requisitos necesarios y porque su padre, el señor Usami Fuyuhiko, ha donado mucho dinero a nuestra escuela de armamento militar, por lo que en esta ocasión contamos con las armas más modernas para enfrentar a los soldados del sur de Japón. Esperamos nos disculpe por enviarle esta carta a ultima hora, ya que el reclutamiento acaba mañana al mediodía, pero esperamos poder verlo en las filas de nuestro ejercito.

Firma,

Su Majestad Imperial, el emperador Akihito

Misaki (preocupado): ¿Y que planeas hacer? –se sienta con el-

Akihiko: -suspira- Tengo que ir, si me niego, lo mas seguro es que acabe yendo a la cárcel por negarme a cumplir con el deber de ir a la guerra

Misaki: ¿A la cárcel? Pero eso es ridículo

Akihiko (molesto): En si la idea de ir a pelear a una guerra como esta es ridícula, no puedo creer que deba arriesgar mi vida para solucionar los problemas de alguien mas

Misaki: ¿Y cuando vas a volver?

Akihiko: No lo se, es posible que la guerra se extienda por un par de años o quizás mas, pero es menos tiempo del que podría pasar fuera en caso de ir preso –se tapa la cara con las manos-. Esto es terrible

Misaki: Usagi-san… no dejare que vayas solo, iré a la guerra contigo

Akihiko (sorprendido): -lo mira- Misaki…

Misaki: No se como manejar un arma, la verdad me da miedo el poder salir herido, además de que no tengo mucha disciplina, pero no quiero dejarte solo, no quiero que te pase nada malo Usagi-san

Akihiko: -lo abraza- Misaki… muchas gracias, eres muy valiente

Misaki: -se sonroja y trata de soltarse- No pienses nada extraño… es solo que sin mi cerca seguro morirías en cinco minutos, es todo

Akihiko: -se ríe, pero luego vuelve a estar serio- Pero no puedes ir conmigo –lo suelta-, no tienes la edad necesaria y todavía eres un estudiante, además no te admitirán sin la carta del emperador

Misaki: Es verdad, había olvidado eso –mira hacia abajo-. Por cierto ¿Cuándo debes irte?

Akihiko: Mañana en la mañana, a eso de las nueve

Misaki (sorprendido): ¡¿Ah?! ¿Tan pronto?

Akihiko: Mi padre y mi hermano ya fueron llamados, los dos vendrán en la limusina con Tanaka para que vayamos a reclutarnos, luego de eso nos entregaran nuestros uniformes y deberemos ir de inmediato con los demás soldados para conocer el lugar donde entrenaremos hasta estar listos para ir al campo de batalla, además así sabrán quienes son aptos para ir y quienes no

Misaki: -solloza y trata de controlar unas lagrimas que le salen-

Akihiko: -lo abraza de nuevo, con mas fuerza- Por favor Misaki, no llores, no quiero irme sabiendo que tu estas así. Trata de ser fuerte, por los dos

Misaki: -le devuelve el abrazo- Lo intento, pero me da miedo perderte, no quiero que vayas a…

Akihiko: Por favor no pienses así, prometo volver sano y salvo apenas esta absurda guerra acabe, será como si nunca me hubiera ido

Se quedaron abrazados por mucho tiempo, como aprovechando sus ultimas horas juntos antes de que Akihiko debiera partir en la mañana. Misaki de pronto recordó lo que había comprado para cenar, así que aunque no quisiera debió soltar a Akihiko y limpiarse la cara.

Misaki: Que tonto soy, había olvidado la cena, seguramente debes tener hambre –se levanta, pero una mano lo detiene- ¿Uh?

Akihiko: No te preocupes por la cena Misaki, todo lo que quiero es estar contigo antes de irme –se levanta y lo abraza-. En mucho tiempo no podremos estar juntos y quiero disfrutarlo

El chico no dijo nada, sabia que era cierto, no sabían cuándo seria la próxima vez que estarían juntos y la idea de no tener a su conejo cerca por tanto pero tanto tiempo lo hacia sufrir mucho. Akihiko lo tomó en brazos estilo nupcial y lo llevo al piso de arriba, y por esta única vez Misaki no se quejo, quería tomarlo como una despedida, una que su amante se mereciera.

Llegaron hasta la habitación y Akihiko puso al chico en la cama, donde empezó a besarlo no bien estuvo encima de el, abrazándolo fuerte contra su cuerpo y desabotonando su camisa para ahora poner sus labios en su pecho, luego en su vientre, y ahí empezó a abrir el cinturón de su pantalón, para deshacerse de el y lanzarlo al piso.

Misaki: -se muerde el labio- U-Usagi… san…

Akihiko: Misaki… te excitaste muy pronto, estas completamente duro

Misaki: No es justo… tu sigues vestido…

El autor empezó a desvestirse también, pero de forma lenta para que Misaki lo disfrutara mas, incluso si no quería admitirlo, y cuando lo abrazo el chico pudo darse cuenta de que ambos ya estaban duros, y el sentir a su amante tan cerca ene se estado lo hacia excitarse mas, ya le estaba costando trabajo respirar.

Akihiko siguió con lo que estaba haciendo antes, y luego de haberle quitado el cinturón le quito su pantalón y su ropa interior con el, para llevarse la erección del chico a la boca y tragarse toda su extensión por completo, saboreándola como si fuera un dulce, el único que a Akihiko le gustaría comer.

Misaki ya estaba rojo y jadeaba mientras no paraba de gemir y de decir su nombre. Le puso una mano en el cabello y entrelazo algunos mechones plateados en sus dedos, como una forma de decirle que no se detuviera, y no lo hizo, sino que lo hizo un poco mas rápido, y además, como sabia que ya no aguantaría mucho mas, metió un dedo en su entrada, para prepararlo para después, y mientras lo seguía succionando, escuchaba como su pequeño gritaba por la intromisión, acostumbrándose a tenerlo dentro.

Misaki: ¡Usagi-san! Voy a... a… ¡Aaahh! -se corre dentro de su boca-

Akihiko (sonriendo): -lo suelta y traga todo- Eso fue rápido, pero estaba delicioso –se lame los labios-

El autor introdujo un segundo y después un tercer dedo en la entrada de su uke, sacándole mas y mas gritos que ya lo estaban impacientando, así que sin avisar los saco, y cuando Misaki estaba por hablar sintió el duro miembro de Akihiko penetrarlo de a poco, hasta que ya estuvo dentro por completo. Era una sensación ya conocida, y era deliciosa, pero Misaki no lograba acostumbrarse por más veces que lo hicieran.

Akihiko: Misaki, eres tan lindo –empieza a moverse-

Misaki: ¡Usagi-san! –lo abraza-

Akihiko abrazo con fuerza al pequeño chico debajo de el, dejando que sus gritos llegaran directo a su oído, gritos que eran sin duda el sonido mas delicioso y mas hermoso del mundo para el, aunque no era extraño, todo en el chico lo era: su cara, sus ojos inocentes, sus pequeñas manos, sus mechones color chocolate, todo, incluso su voz enojada cuando lo regañaba por algo. Dios, lo iba a extrañar tanto, iba a sentirse muy solo durmiendo en una cama fría sin su cuerpo al lado, no podría abrazarlo ni decirle lo mucho que lo amaba, tampoco podría hacerle el amor, por eso aprovecho al máximo el momento, no pensando en que inevitablemente tendría que amanecer e irse, dejándolo solo hasta que por fin la guerra terminara.

Empezó a embestirlo mas fuerte y Misaki no dejaba de gritar ni de clavar sus uñas en su espalda. Estar dentro del muchacho era simplemente increíble, no podía haber nada en el mundo mejor que eso, lo malo era que estaba con los ojos cerrados, y eso no le gustaba, quería verlos, quería ver esas hermosas esmeraldas, para no olvidar como brillaban cuando estaban haciéndolo, porque era cierto, los ojos de Misaki brillaban cada vez que hacían el amor, algo que no veía en ningún otro momento mas que en ese.

Akihiko: Misaki, abre los ojos, mírame

Misaki lentamente abrió los ojos y los clavo en los de su amante, que eran de ese hermoso color púrpura que tanto amaba, los cuales ahora mostraban no solo el amor y el deseo de siempre, sino también tristeza por tener que irse de su lado, además de miedo de quizás dejarlo solo para siempre si algo salía mal, pero Akihiko estaba tratando de ser fuerte, y Misaki también lo haría.

Akihiko empezó a acariciar las suaves piernas del chico con mucha delicadeza, como temiendo que las fuera a romper, y penetrándolo mas rápido sintió que ya no lo soportaría mucho mas tiempo, y lleno el cuerpo del muchacho con esa sustancia blanca y calida que lo volvía loco de placer, y que era el mejor final para una intensa noche de pasión, pero esta vez parecía algo diferente a las otras. Algo le decía al chico que aun no habían acabado.

Akihiko: -lo abraza- Misaki, te amo, te amo demasiado

Misaki (tratando de recobrar el aliento): Yo también te amo… Usagi-san…

Akihiko estaba sorprendido por lo que había oído, definitivamente nunca espero escuchar esas palabras de su amante, pero ahora que lo había hecho podría tener una razón más para volver a salvo, que era el poderlas escuchar una vez más.

Akihiko: Misaki, antes de que me vaya, hay algo que quiero pedirte

Misaki: Seguro, lo que quieras

Akihiko: -le sonríe- Misaki, cuando vuelva de la guerra… quiero que te cases conmigo

Misaki (muy sorprendido): ¿Ah?

Akihiko: -saca una cajita de su mesa de noche- Iba a pedírtelo en tu cumpleaños, y pensaba darte esto como regalo, pero como no estaré aquí para entonces, quiero hacerlo ahora –la abre y dentro hay un anillo de plata con una pequeña joya incrustada-. Misaki, ¿quieres casarte conmigo?

Misaki (a punto de llorar): -lo abraza- ¡Claro que quiero, tonto Usagi!

Akihiko: -se separa con cuidado de el y le pone el anillo en el dedo, luego se lo besa- Te queda muy bien Misaki

Misaki no cabía en si de felicidad, pero era una sensación agridulce el saber que Akihiko podría no volver, pero sabia que eso no podía ser, el era fuerte, y podría hacerlo muy bien ene le campo de batalla, y sin que ninguno de los dos se diera cuenta, estaría de vuelta, y llevando a su lindo Misaki al altar.

Hicieron el amor varias veces en el transcurso de esa noche, hasta que finalmente el chico estaba tan exhausto que no pudo evitar dormirse por fin, pero Akihiko no hizo lo mismo, sino que se quedo recostado a su lado viéndolo dormir tranquilamente y acariciando con suavidad su cara, queriendo disfrutar por completo esa suave piel que tanto le gustaba. Se veía tan inocente y tan tierno cuando dormía que no podía dejar de mirarlo.

No durmió nada, y para cuando se dio cuenta ya el sol había salido. Akihiko salió del trance que su pequeño Misaki le causaba y mirando el reloj vio que pasarían a recogerlo en solo media hora. Suspiro algo molesto, pero sabia que debía levantarse, así que en silencio salio de la cama y se puso de nuevo su pantalón, pero un sonido hizo que se detuviera en seco.

Misaki (durmiendo): No… no te vayas…

El chico estaba hablando en sueños, pero lo que decía de verdad lo sentía, no quería que su amante se fuera a un lugar tan peligroso, y Akihiko tampoco quería, pero ir a la cárcel no era una opción, y debía irse pronto si quería volver pronto, así que se inclino y beso con ternura su frente y le acaricio el cabello, para luego susurrarle algo al oído.

Akihiko: Misaki, estaré de vuelta pronto, prometo no dejar que nada me pase, y cuando regrese nos casaremos. Espero con ansias ese día, y pensare en ti cada día que este fuera, te escribiré cada noche para que sepas que estoy bien. Es una promesa –lo besa y se levanta de nuevo-

Misaki no respondió nada ni se despertó, pero su expresión pareció suavizarse, mostrando que ya estaba mas tranquilo gracias a las palabras de su amante.

Akihiko se dio una ducha rápida y bajo a la cocina a hacerse un café. No tardarían en ir por el y eso lo tenia tan preocupado que no tenia hambre, además que no quería hacer un desastre en la cocina que luego su pequeño debiera limpiar. Escucho el timbre de la puerta y cuando abrió vio el rostro sonriente de su padre, y el no tan contento de su hermano. En todo caso, el tampoco estaba muy feliz de verlo.

Tanaka, el mayordomo, se bajo de la limusina también y fue a ver a Akihiko.

Tanaka: -hace una leve reverencia- Akihiko-sama, ya esta todo listo para irnos, si gusta puede subirse ya

Akihiko: Si, iré de inmediato, gracias Tanaka

Fuyuhiko: Hijo, nos alegra mucho que decidieras reclutarte, es bueno que toda la familia cumpla su deber de patriota

Akihiko: No exageres padre, era esto o ir a la cárcel por cinco años, no quiero dejar solo a Misaki mas tiempo del necesario, así que ya vámonos

Los tres Usamis se subieron y Tanaka condujo hasta la oficina de reclutamiento, que quedaba a un par de kilómetros, y de camino, Akihiko esperaba poder volver a salvo, para poder volver a besar y abrazar a su pequeño, y poder por fin casarse con el, cosa que había deseado desde que descubrió lo mucho que lo amaba.

CONTINUARA…