Lunes 8:00 Grecia.
Hace bastante que ha salido el sol. Nada perturba la paz del santuario. Hasta ahora.
¡BOUM!
Una gran explosión hizo que el techo de la casa de Géminis saliese despedido y cayese enfrente de la casa de Aioras. Cabria pensar que este estruendo haría que la gente se levantase sobresaltada. Sin embargo los únicos en levantarse fueron Saga que se asomó para averiguar donde había ido a parar su tejado y Bicho que quería saber que presa ha ido a parar a la puerta de su casa. Saga lanzó un suspiro al ver que el pequeño león albino estaba marcando su tejado. Costaría mucho quitar ese olor. El caballero se dirigió hacia la casa de Leo dando un rodeo al llegar a la casa de Cáncer. No convenía despertar a Mascara de Muerte. Por fin llegó a la entrada donde Bicho estaba tumbado con aire triunfal sobre el tejado.
—Quita Bicho. Es mi tejado y lo voy a poner en su sitio.
El león le pegó un gruñido. Lo había marcado y por lo tanto era suyo. Saga acercó la mano en un intento de de recuperar su propiedad y como recompensa recibió un zarpazo. El caballero meditaba la situación mientras que el león no le quita el ojo de encima intentando decidir si era amigo o enemigo. Esta situación se mantuvo hasta que Aioras salió de su casa.
—¿Otra vez? — preguntó.
—Si, me pase con el azufre— contestó Saga apenado— ¿Te importaría decirle a Bicho que el tejado es mio por más que lo haya meado?
—¿Ya lo ha marcado?. Esta creciendo muy deprisa— murmuró Aioras y acto seguido se puso a hablar con el león que no parecía demasiado dispuesto a ceder. Finalmente fue convencido y Saga se llevó su tejado. A esas horas ya empezaba a haber actividad en el santuario.
Los caballeros y amazonas se empezaban a levantar y se dirigían hacia el palacio de Atenea donde se servia el desayuno. Aioras empezó a subir seguido por Bicho que estaba refunfuñando por la perdida de su magnífica presa. Se encontró a Shaka en la puerta de su casa esperándole.
—Buenos días— saludó Aioras.
—Buenos días. ¿En donde ha caído esta vez?— preguntó Shaka.
—Delante de mi casa. He tenido que convencer a Bicho para que se lo pudiese llevar.
—Un día llegara al palacio y veras que cara pone Tatsumi cuando se encuentre un tejado en la entrada.
—Sería digno de ver pero de momento lo más lejos que ha llegado ha sido a la casa de Milo.
—Es cuestión de tiempo.
Por fin llegaron al palacio y entraron en el gigantesco comedor. Los caballeros de oro de las casas más altas ya estaban allí. También estaba Mu que obviamente habría hecho trampa porque no se había cruzado con ellos. Pero Kiki no estaba, eso quiere decir que no le dejó hacer trampa al travieso chiquillo.
Cuando Atenea apareció por la puerta todos se pusieron de pie y permanecieron en silencio hasta que la reencarnación de la diosa se sentó. En cuanto lo hizo todos se sentaron y empezaron a hablar mientras los encargados del turno de cocina repartían el desayuno.
—Menos mal que no le ha tocado a Kamus porque tengo un hambre...— comentó Aldebaran.
—Tu siempre tienes hambre. Ademas de la armadura también tienes el estomago de un toro — le respondió Maqui mientras le servia un enorme plato de tostadas.
—Comprendelo. Tengo que alimentarme.
—Ya— fue la respuesta de la amazona ante la replica de Aldebaran—. Aioras ¿Quieres decirle a Bicho que se quite de en medio? Tengo que seguir sirviendo el desayuno.
—Bicho. Deja en paz a Maqui o le diré a Kiki que no juegue más contigo.
Ante semejante amenaza el leoncito se apartó de Maqui y buscó a otro a quien suplicar un trozo de desayuno. Sin embargo los otros encargados del turno de cocina no son sobornables. Ikki lo chamuscaría y Mascara de Muerte le sacaría los ojos así que Bicho se tumbó a los pies de Aioras suspirando ante semejante injusticia.
A mitad del desayuno Mascara de Muerte dejó la bandeja y se dirigió tranquilamente hacia la puerta de salida.
—¡Caballero de cáncer! ¿A donde vais? No habéis terminado de servir el desayuno— le preguntó Tatsumi poniendo en peligro su vida.
Todos aguantaron la respiración a la espera de la contestación del sanguinario caballero.
—Voy a trabajar. Si quieres que termine de servir el desayuno quita esa estúpida norma que tan recientemente has establecido por la que los caballeros debemos trabajar. Adiós.
Tatsumi guardó silencio. No podía contestar a Mascara de Muerte porque tenia razón. De repente el silencio se rompió cuando Saga exclamó.
—¡Dios mio! ¡Si yo empezaba trabajar hoy! ¡Llego tarde!— y salió del salón a la velocidad de la luz.
Tras un breve momento de estupor todo el comedor se empezó a reír aliviando el tenso ambiente tras la salida de Mascara de Muerte.
Los caballeros fueron terminando de desayunar y se dirigieron hacia sus trabajos. Mu estaba exento de trabajar puesto que tenia un discípulo y no podía descuidar su entrenamiento. Los demás caballeros y amazonas se fueron despidiendo de el.
Kamus y Milo se dirigieron juntos hacia el local que estaban remodelando para convertirlo en la mejor discoteca del lugar. Les acompañó Shura al que habían contratado de decorador.
—¿Y como la pensáis llamar?— preguntó el caballero de capricornio.
—El santuario —respondieron los dos a coro.
—No creo que a Tatsumi le guste la idea.
—Da lo mismo. A el no le pensamos dejar pasar— contestó Milo—. Ya hemos llegado. Queremos inaugurar esta semana o como muy tarde la que viene así que date prisa.
—¡¿Esta SEMANA?— exclamó Shura— ¿No se notara mucho?
—No— respondió Kamus con aplomo—. Este local es propiedad de Milo y mía desde hace un par de meses y venimos todos los días. La gente cree que lo estamos remodelando.
—¿Y qué hacíais en realidad?— preguntó Shura intrigado.
—Criar escorpiones— respondió Milo—. No podía hacerlo en casa con las obras de la piscina.
—No se porque pregunto— murmuró Shura— ¿Y como vais a hacer que la gente se entere?
—Conocemos a la gente adecuada. Basta con ir a la peluquería, al bar y al salón de videojuegos y comentárselo a alguien— dijo Milo con suficiencia.
—Ah. Y exactamente ¿qué queréis?— preguntó Shura dispuesto a cambiar de tema.
—El santuario en discoteca. Queremos sentirnos como en casa— contestó Milo
—Vale, eso es fácil— respondió el caballero de capricornio mientras hacía un boceto sobre una servilleta.
—Una cosa— interrumpió Kamus—. La barra debe ser el templo de Virgo que Shaka es nuestro barman.
—¡¿QUÉ SHAKA ES QUE?
—No grites, que no estamos sordos. Es nuestro barman. El preparar cócteles con los ojos cerrados dará mucha fama a la discoteca.
—¿Quién más trabaja?— preguntó Shura todavía asombrado.
—Aldebaran y Mascara de Muerte serán los encargados de la seguridad del local. Airoas, Marin, Maqui y Shaina los camareros, Saga el inventor de los cócteles— fue enumerando Milo—. Aioros y nosotros dos los animadores, el maestro el tesorero, Mu el encargado del orden, limpieza y pedidos. Le pedimos a Afrodita que fuese la Drag Queen pero no quiso y se encarga de vender las entradas— concluyó apenado.
—Lo tenéis todo superorganizado— dijo Shura boquiabierto— ¿Y dónde encajo yo?
—¿Aparte de ser el decorador?. Donde te de la gana— respondió Kamus mientras espantaba a una indefensa araña lo que le hace ganarse un capón por parte de Milo.
—¿Y quién es el discjockey?
—¡Mierda! Ya sabia que se nos olvidaba algo— exclamó Milo dándose un golpe en la frente mientra Kamus lo miraba con rencor a la vez que se frotaba el cuello con la mano— ¿Quieres ser nuestro discjockey?
—¿Cuál es el sueldo?— preguntó Shura mientras entrega el boceto terminado a Milo.
—Siempre pensando en el vil metal. Kamus, necesitamos algunos trozos de columnas. Ve al santuario a recogerlos.
—¿Y por qué yo?— protestó este.
—Porque yo estoy discutiendo con Shura sobre su sueldo. Si no quieres acarrear con ellos habla con Mu o Kiki para que los teletransporten hasta aquí.
—Eres un abusón— refunfuñó Kamus mientras se dirige hacia la puerta.
El caballero de acuario salió refunfuñando a la calle. Miró a su alrededor y como no había nadie decidió ir a la velocidad de la luz hacia el santuario. En un momento se plantó en la entrada donde encontró a Hyoga, Ikki y Seiya jugando a las cartas.
—¿Quién va ganando?— preguntó Kamus.
—Hyoga— contestó Shiryu que los mira desde un muro —Su cara parece un bloque de hielo.
—Es lógico, es discípulo mio— respondió Kamus con orgullo.
—Eso no es exactamente cierto— replicó Shun —Su maestro era Crystal.
—Que lo aprendió todo de mi — dijo el caballero de oro quitándole importancia —¿Queréis ganaros un dinero extra?
—¿Haciendo qué? — preguntó Ikki sin quitar la vista de las cartas.
— Publicidad — es la respuesta de Kamus
— ¿Necesitan un nuevo chico para el anuncio de coca cola light? — fue la pregunta de Seiya.
— Que más quisieras. No, Milo y yo pensamos inaugurar esta semana o lo mas tarde la que viene y necesitamos que alguien se encargue de correr la voz.
—¿Cuánto nos vas a pagar?— preguntó Hyoga mientras recogía todos los guijarros que había ganado.
—Ir a hablar con el maestro. El es el tesorero.
—Entonces cobraremos poco— predijo Shiryu.
Los caballeros de bronce empezaron a discutir sobre cual seria la mínima cantidad que aceptaran. Kamus los dejó y se dirigió a la casa de Mu. En el camino Maqui lo detuvo.
—Kamus, ¿Qué uniforme es el del local?
—Tu armadura de entrenamiento. Lo hemos ambientado o mejor dicho, lo vamos a ambientar como el santuario así que iras a tono.
—¿Y vosotros vais a llevar puestas las armaduras?— preguntó Maqui con curiosidad.
—No. También llevaremos la ropa de entrenamiento.
—Nunca he visto a Shaka llevar la ropa de entrenamiento— dijo Maqui.
—No te preocupes, no ira desnudo.
—Pues es una lástima— replicó esta—. Ganaríamos muchísima clientela.
—No tanta como si el que fuese desnudo fuera yo— contestó Kamus sin el menor asomo de modestia.
—No se que decirte. Muchas chicas los prefieren rubios.
—Tonterías, los chicos con el pelo azul tenemos más encanto. ¿Kiki está con Mu?
—Si. Creo que esta haciendo láminas de dibujo técnico y no le importara en absoluto que lo interrumpas.
—Siempre es agradable hacerle un favor a alguien.
Tras estas palabras Kamus se dirigió hacia la casa de Aries. Al llegar allí vio a Mu en la entrada.
—Hola Mu.
—Hola Kamus. ¿Qué se te ofrece?— Preguntó el caballero de oro
—Necesito unos trozos de mármol del santuario y he pensado que tal vez...
—Podrías explotar a Kiki con la excusa que le sirve de entrenamiento— concluyó Mu.
—Hombre, diciéndolo así queda feo. Pero resume bastante bien la situación— dijo Kamus.
—Kiki ya lo había supuesto y me ha dicho que el precio es dejarle estar en la inauguración de la discoteca— le explicó el caballero de Aries.
—¿Qué? — exclamó estupefacto Kamus— No le iras a dejar ir. Es menor.
—Ira de todas maneras así que prefiero que lo haga con permiso porque de esa manera lo tengo mas controlado. Así que si quieres que te traslade los trozos de mármol dale la invitación.
—Tendría que consultarlo con Milo— fue la respuesta de Kamus —. Espera un momento. Voy al local y te lo digo.
Kamus se dirigió hacia la entrada. Los caballeros de bronce parece que ya habían llegado a un acuerdo con Dokho sobre su sueldo y estaban esperándole.
—¿Cuándo quieres que vayamos?— preguntó Shiryu.
—Ya os avisare. Hasta que no tengamos todo terminado no quiero ir haciendo publicidad. Ahora voy a bajar un momento y cuando vuelva os diré.
—¡Pero date prisa!. ¡Tenemos otros compromisos!— le gritó Seiya mientras Kamus se dirige hacia el pueblo.
Por fin llegó Kamus al local. Allí estaban Milo y Shura derribando unos muros que no necesitaban.
—¿Y los trozos de mármol?— preguntó el caballero de escorpio.
—Hay un pequeño problema— respondió Kamus.
— ¿Cuál?— dijo Milo levantando la vista hacia el cielo.
—Kiki dice que si queremos que los trozos de mármol debemos darle una invitación para la inauguración y Mu no lo desaprueba.
— ¿Ese es todo el problema? —replicó Milo— Pensé que era algo más serio. Llama ahora mismo a Kiki y dile que de acuerdo. ¿Algo más?
—Si. ¿Cuándo les digo a Hyoga and company que empiecen a repartir la publicidad?
—Mañana o pasado con suerte, sino el fin de semana. No habíamos contado con la iluminación y no se quien sabe algo de electricidad. Si tenemos mala suerte habrá que contratar a alguien de fuera.
—¿Les has preguntado a los caballeros de acero? Siempre están trasteando con cables. Si no saben ellos seguro que conocen a alguien que si— dijo Kamus.
—No, no se me había ocurrido. ¿Por qué no les vas a preguntar?— preguntó Milo
—Ni hablar, yo ya he ido antes, ahora te toca a ti así que espabila— fue la respuesta del caballero de Acuario–. Para tirar muros también sirvo yo.
—No tienes el menor espíritu de colaboración— protestó Milo mientras se dirige hacia la salida.
Tras arduos esfuerzos Milo consiguió localizar a los caballeros de acero y les explicó su problema. Los chicos se miraron entre si y Sho preguntó:
—¿Cuánto nos vas a pagar?
Milo suspiró. Todo el mundo se había confabulado para saquearlo. Después de una terrible batalla para acordar el precio Milo bajó con los chicos al local. Al llegar allí encuentra las paredes del interior derribadas, unos trozos de mármol y a Kamus leyendo las instrucciones de un saco de escayola.
—Hola Milo –le saludó el caballero de acuario— ¿Tu sabes preparar cemento?
—Si, si se pero ese es un saco de escayola— dijo Milo con voz de mártir.
—¿Y no es lo mismo?— preguntó Kamus sorprendido.
—No es ni parecido. ¿Por qué no vas a la imprenta a ver si tienen ya los folletos?— había que alejarlo de aquí antes de que hiciese algún estropicio.
—De acuerdo— dijo Kamus rápidamente –Volveré.
Milo miró al cielo pidiendo paciencia. Acto seguido llevó a los caballeros de acero hacia el montón de cables y les empiezó a explicar lo que quiere.
—¿Podréis hacerlo?— preguntó esperanzado.
—Si, pero necesitaremos un par de días— dice Daichi.
— ¿DOS DÍAS?— exclamó Milo alterado.
—Hoy tenemos que ir a comprar el material y mañana quitar toda esta porquería para poder ponerlo todo nuevo pasado— le explicó Sho.
— En fin, dos días— dijo Milo que ya veía la discoteca en globo— ¿Qué necesitáis que compre?
—Un momento— dijo Shio que estaba apuntando unas cosas en un papel—. Aquí tienes. Volveremos mañana.
Milo se quedó solo mirando la lista que le han dado. Suspiró resignado y salió del local para dirigirse a la tienda.
LUNES 21:15 PM. SANTUARIO
—Buenas noches Milo— saludó Juno— Traes mala cara. ¿Te pasa algo?
—No, nada, solo que todo el mundo se esta confabulando para que no abra la discoteca el fin de semana— respondió el caballero de Escorpio compungido.
— No creo que sea para tanto— dijo la amazona del camaleón.
— ¡Ja!— es la contestación de Milo.— Vamos a cambiar de tema ¿Quién cocina esta noche?
— Aldebaran, Misty y Jabu— respondió Juno.
— Bueno, por lo menos no le toca a Kamus. En algo ha habido suerte.
— Te he oído— dijo una voz a sus espaldas— Menudo amigo estas hecho. Me descuido un momento y ya estas criticándome.
— Buenas noches Kamus— dijo Milo ignorando por completo las palabras del caballero de Acuario— ¿Estaban los folletos?
—Si– le respondió este—. Los tengo en mi casa. Los caballeros de bronce solo esperan a que les digamos cuando.
—Bueno, por lo menos algo sale bien. ¿Cuánto hay que pagarles?— preguntó con miedo Milo.
—No se, lo acordaron con el maestro.
—Entonces nos saldrán baratos— dijo Milo alegre— Vamos a cenar.
—Te echo una carrera— dijo Kamus echando a correr escaleras arriba.
Milo no se hizo de rogar y salió como una flecha detrás de el.
En el comedor ya había mucha gente cuando los dos caballeros llegaron. Se dirigieron hacia sus sitios y allí empezaron a hablar con los demás caballeros.
— ¿Qué tal te ha ido el trabajo?— le preguntó Milo a Saga— ¿Conseguiste llegar puntual?
— Si, la velocidad de la luz es muy útil en esto casos— le respondió el caballero de géminis—. El trabajo no esta mal pero creo que lo dejare en cuanto abráis el local y tenga ese sueldo. ¿Cuándo abrís?
— Esa es la pregunta del millón— dijo Milo–. Mira, allí llega Mascara de Muerte.
El caballero de cáncer se dirigió hacia su sitio y se sentó sin hablar con nadie. Todos lo miraron curiosos.
Armándose de valor Aioras se atreve a preguntar:
— ¿Qué tal te ha ido el trabajo?
Mascara de Muerte le lanzó una mirada asesina y Aioras se encogió visiblemente. Los demás caballeros procuraron mirar hacia otro lado.
Por suerte para el caballero de leo en ese momento empezaron a servir la cena y Mascara de Muerte se olvidó de él.
— Huele bien— comentó Kamus olfateando la comida que le habían puesto en el plato— ¿Qué es?— le preguntó a Ban que estaba sirviendo a Afrodita.
— Ni idea, algo con un nombre impronunciable. Le tocaba cocinar a Misty— dijo como excusa ante su ignorancia.
— Le tendré que pedir la receta— dijo con entusiasmo el caballero de acuario.
— No le hagas eso a la receta— dijo Hyoga alarmado.
— ¡Oye! ¡Más respeto a tu maestro! ¡No cocino tan mal!— protestó Kamus— ¿Verdad? – preguntó mirando a los demás caballeros
Al oír esto todos miraron hacia otro lado.
— Vale, ya lo he comprendido— dijo Kamus con voz dolida
— Comprendelo Kamus, tu tienes cosas buenas pero el cocinar no esta entre ellas— intervino Shura intentando no herir los sentimientos del caballero.
— Cocinas de pena— dijo Ikki muy serio.
— ¡Y tu lo quemas todo!— le contestó Kamus enfadado
— ¿Qué yo que?— dijo Ikki con tono peligroso. Los demás caballeros se alarman al oírlo.
— Que lo quemas todo— respondió Kamus muy tranquilo.
Todos esperaron la reacción de Ikki conteniendo la respiración. El caballero del fénix parecía dispuesto a tirarse al cuello de Kamus pero de repente una sonrisa malvada apareció en su cara.
— ¡Ikki, no lo hagas!— exclamó Shun.
Pero es demasiado tarde. Ikki cogió la sopera y la vació sobre la cabeza de Kamus. Los caballeros miraron la escena con los ojos saliendoseles de las órbitas.
Kamus miró la sopa que le chorreaba por el pelo. Se tocó una manga y miró el fideo que había en ella. Después miró a Ikki que tenia una mirada desafiante. El caballero de acuario se puso en pie con gran dignidad y miró al fénix. Después se dirigió hacia la bandeja que tenía el postre. Lo cogió y lo probó. Se encogió de hombros y dijo:
— Es una lástima— y acto seguido lanzó el postre contra Ikki.
Pero el caballero del Fénix ya se esperaba algo así y se agachó rápidamente. Quien no estaba preparado para semejante ataque era Saga que había ido a intentar calmar los ánimos.
— ¡Era mi camisa nueva!— exclamó el caballero de géminis horrorizado.
— ¡La culpa es suya!— dijeron Ikki y Kamus al unisono señalándose el uno al otro.
Los ojos de Saga empezaron a despedir un fulgor rojizo que no presagiaba nada bueno. Kamus e Ikki empieza a retroceder. En ese momento Ban pasó al lado de Saga con una fuente llena de comida.
— ¿Me permites?— dijo Saga muy educadamente mientras cogía la bandeja. La lanzo con fuerza hacia donde estaban los caballeros que se agacharon para no recibir el impacto. Pero alguien si fue alcanzado por la bandeja voladora.
— ¿Se puede saber a que estáis jugando?— preguntó Saori con gran dignidad a pesar de estar manchada de comida.
— ¡HA SIDO EL!— dijeron Kamus e Ikki señalando a Saga con el dedo.
— Sagrada Atenea, dejame que te explique ...— empezó a decir Saga.
— Silencio— ordenó Saori—. Venid conmigo los tres.
Los tres caballeros salieron detrás de la diosa con aire compungido. El comedor se quedó en silencio pero de repente Aldebaran empezó a reír. Los demás no pueden evitarlo y al cabo de un momento todo el comedor estaba riéndose al recordar la cara de horror de los tres caballeros cuando descubrieron que Atenea había sido alcanzada por uno de sus proyectiles.
Después de la cena Shaka estaba en su casa descansando cuando oyó que alguien pasa cerca de ella. Extiende su cosmos y descubrió que era Saga. Decidió ir a hablar con el para averiguar que castigo le había impuesto Atenea.
— Buenas noches— saludó el caballero de virgo a Saga.
— Hola— contestó el con tono malhumorado.
— ¿Qué ha pasado?— preguntó Shaka
— Nos ha castigado a hacer mañana todos los turnos de cocina y ademas a servir la mesa pero eso durante tres días.
— ¡KAMUS EN LA COCINA!— exclamó el caballero de virgo asustado— Creo que mañana no tendréis que cocinar mucho.
— Ja. Atenea ha dicho que tenéis que ir todos porque sino el castigo no serviría de nada así que ya ves. No solo nos ha castigado a nosotros— dijo Saga enfurruñado.
Tras estas palabras el caballero de géminis se dirigió hacia su casa dejando a Shaka paralizado en la puerta del templo de virgo.
Lunes 23:47 PM Santuario.
Ya quedan pocas casas con luz en el santuario. Los caballeros se fueron a descansar en espera del nuevo día.
