Disclaimer: El mundo de Harry Potter pertenece a J.K Rowling. Yo sólo estoy aburrida.


Este fic participa en el Mini Reto de Agosto "Charlie Weasley" del foro First Generation: The story before books.


Cuando tenía quince años volar era su vida.

Se subía a una escoba y se sentía el rey del mundo; surcaba el aire como un campeón, rápido, ágil. En los pasillos las mismas palabras se repetían constantemente, Charlie Weasley sería un profesional del Quidditch, en uno años le verían en el Mundial, otorgándole un gran triunfo a Inglaterra, como los que siempre le daba a Gryffindor.

— ¿Estás listo para el partido?

Eso siquiera tenían que preguntarlo. Sonrió a su amigo con seguridad, tomando su escoba; era lo único en lo que no dudaba, cuando sostenía el mango de madera, volvía a ser invencible.

Volaba siempre con la vista en lo alto, su concentración máxima, para no interferir en el partido. Piruetas que confundían a su enemigo, los ojos ávidos que no perdían de vista la pequeña pelota dorada. Era suya, desde el principio la sentía picando en la palma de su mano.

Sólo tenía que volar un poco más alto, y sus dedos la atraparían.

Las alas rozaron sus dedos, pero no sintió calor, sino frío en su nuca. El cielo despejado se volvió negro.

Él, que volaba tan alto, cayó.

Despertó adolorido en la enfermería. Su cuerpo no parecía propio, una bolsa de carne que le costaba levantar. Movió los dedos con pereza; escalofríos de dolor le recorrían con cada movimiento.

A su lado una chica de Hufflepuff dormía en una silla. Charlie hizo una mueca, sin atreverse hablarle. No tenía que preguntar qué había pasado, lo sabía bien; había perdido.

— ¡Charlie! —se levantó ella de todas formas, minutos después.

— Hey, Tonks —saludó, con voz pastosa.

— ¡Morgana!

— Soy Charlie —bromeó adolorido—. ¿Seguro que no fuiste tú la del golpe?

— Pensamos que…—y tan efusiva como de costumbre, le estrechó, haciendo gritar a cada uno de sus huesos—. ¡Pero estás bien!

Agachó la cabeza.

Bien, qué palabra menos acertada.

— Te traje esto, dicen que tendrás que pasar dos semanas aquí.

Y levantó el libro con tal torpeza que volcó la silla. Él alzó una ceja; lo que ella ignoró, depositando el tomo en sus manos.

— ¿Dragones? —preguntó, leyendo el título.

Ella se encogió de hombros.

— En realidad fue idea de tu hermano —admitió—. Tengo que ir a clase, McGonagall no me aceptará otra llegada tarde.

Vio su cabello rosa chillón desaparecer tras la enorme la puerta. Lo agradeció, necesitaba estar solo, reflexionar sobre lo sucedido. Había perdido. Cayó de la escoba, lo único que le hacía sentir poderoso. ¿Quién era Charlie Weasley si perdía el puesto de buscador estrella? Se hundió en la cama. No era el golpe lo que dolía, sino, el regusto amargo de la derrota.

Levantó el libro con pereza, sin saber que en las próximas dos semanas ese enorme tomo cambiaría el rumbo de su vida.