Disclaimer: Naruto no me pertenece, ni sus personajes, son de Masashi Kishimoto.

Para Crimela.


Hay un charco oscuro detrás de ella, camina silenciosa por el aula lóbrega y sus pisadas llenas de sangre pintan el camino que la lleva hasta la luz. El sol de las cinco crea una sombra a los árboles, manchando el asfalto silencioso de la cancha de básquetbol. El viento se atreve a arrastrar consigo hojas carmines y cafés; secas y llenas de pequeños agujeros tan insignificantes como rotundos, bailan al son de la fresca tarde de otoño. Ella llega a la puerta, mira las hojas y las sombras, levanta la vista y no hay sol, no hay nubes, no hay cielo. No hay nada.

Sarada llegó a su casa y silenciosa se quitó los zapatos negros. La falda de colegiala estaba gastada y un fleco de hilos colgaba de la punta. Se mordió el labio inferior intentando buscar una manera para ocultar el desperfecto, ya le había subido varios dedos del plisado, pero si seguía así, Sakura tendría que comprarle una falda nueva.

Su concentración se quebró al escuchar pasos arriba, con la ceja levantada alzó la voz.

—¿Mamá?

—¿Sarada? Ya bajo.

La morena esperó paciente, sentada en el sofá, doblando la falda para saber su nuevo largo. Casi parecía una minifalda.

—¿Cómo te fue en la escuela?

Sakura besó a Sarada en la frente al pasar por detrás del respaldo, olía a jabón en polvo y tenía la blusa mojada. Las manos frías que acariciaron su cabello y rozaron la parte posterior de su cuello, le indicaron a su hija que había estado lavando ropa.

—¿Por qué no estás en el trabajo?

Los ojos verdes de la joven madre se fundieron en vergüenza, y se sacudió el polvo imaginario del pantalón. Controlando el temblor de su voz, se encogió de hombros insegura, casi pidiéndole una disculpa a su hija.

—Hubo recorte de personal… Pero no te preocupes, pronto…

—Mamá —Sarada se arregló las gafas, y suspiró—, si sigues llevando el apellido Uchiha, seguirán corriéndote de todos lados. Necesito una falda nueva, ¿y has visto mis zapatillas deportivas? Necesito otras. No te pido demasiado, pero…

No pudo continuar, sintiéndose culpable por no poder ayudar a su madre. Quería que al fin conservara un empleo, que se quitara el apellido maldito que las había perseguido desde años atrás. Sakura hacía como si no le importara, como si pagar el alquiler fuera un juego de niños, o si quedarse sin pan fuese a propósito para no engordar.

—Sarada, sé que es difícil, pero tu padre…

Ella negó, haciendo que Sakura callara.

—Todavía puedo subir el dobladillo.

Sakura se levantó especialmente temprano. El insomnio la estaba persiguiendo desde hacía varios días. Puso la tetera al fuego y con los cabellos desaliñados en un moño, se dedicó a encerrar con círculos en el periódico los trabajos que podría realizar. El lápiz rojo casi no tenía filo, y Sarada no tenía ningún sacapuntas; ya había tomado la costumbre de afilarlos con una navaja. Pero ella aún no sabía hacerlo bien, la última vez había roto un lápiz intentándolo.

No podía más, tendría que dejar de mentirse a sí misma. No era tonta, sabía que el apellido del que fue su esposo hacía que no pudiese conservar ningún trabajo. También sabía que Sarada estaba al borde de su paciencia, pero era difícil enterrar el pasado. Sobre todo, si eso significaba admitir que Sasuke ya no formaba parte de su presente. Se habían estado mudando de piso en piso, tratando de dejar olvidadas las sombras de la estirpe Uchiha, pero a pesar de perseguir la luz, aquellas tinieblas siempre lograban abrazarlas. Había perdido la cuenta de los numerosos lugares de los que las habían corrido. De aquellos departamentos donde la más sutil manera para anunciarles que no eran bienvenidas era sacando sus cosas en cajas de cartón con olor a orín de gato.

El edificio donde estaban ahora era manejado por una anciana casi senil, lo único que recordaba era la cantidad de dinero que cobraba y la cantidad de dinero que le debían sus inquilinos. No le interesaba quiénes eran, ni qué hacían, sólo le importaba que no martillearan o escucharan música después de las ocho. Sakura no sabía cuánto les duraría el pasar desapercibidas. En cuanto algún imbécil supiera quiénes eran, volvería a encontrar pájaros muertos en la puerta; a recibir cartas de odio, a despertar por la madrugada por estruendosos azotes en la puerta y gritos entremezclados con risas.

La tetera comenzó a sonar interrumpiendo los recuerdos de la mujer, se sirvió el líquido humeante en una taza desportillada, y se quitó el anillo a la par que la bolsa de té se mojaba y se hundía.

Necesitaba un empleo, antes de que Sarada odiara a su padre. Antes de que la maldición de los Uchiha alcanzara a su hija.

La casa de empeño era oscura y parecía más una tienda de antigüedades que otra cosa. Por fuera parecía ser pequeña, pero a medida que Sakura se adentraba en ella, notaba lo espaciosa que en realidad era. Los estantes de madera fina estaban llenos de relojes antiguos, muñecas de porcelana, jarrones caros y algunas joyas más. Las paredes tenían cuadros empolvados, los vidrios de las vitrinas también parecían no haberse sacudido en años, casi se sorprendió de no haber encontrado telarañas. La luz amarillenta de los candelabros se escurría por su cara y por su cuello, creando finas sombras en sus clavículas y su boca. Las cuencas de sus ojos sufrían el mismo destino, y a pesar de ello —de lo aterrador que parecía—, sentía la extraña necesidad de quedarse ahí para siempre. Como si fuera su hogar.

Una voz le encogió el corazón, y se giró para enfrentar al hombre detrás de ella. Los largos cabellos negros caían libres por su espalda y sus hombros; flanqueando su rostro severo y libre de arrugas, aunque parecía mayor. Sus ojos negros se fijaron en ella como si fuera una intrusa, pero Sakura estaba ocupada grabando en su memoria cada aspecto de él. Su vestimenta era tan simple que contrastaba con la ostentosidad de la casa. Sin embargo, lo que más sorprendió a la de cabellos rosados eran las cicatrices en su cara. Creaban un aspecto de una sonrisa, pero las comisuras de sus labios tiraban hacia abajo. Se podían adivinar más de ellas, pues en sus brazos las marcas blanquecinas y rosadas hacían diferencias entre la piel morena y ellas. Sakura sabía que había más de ellas debajo de su camisa de algodón color azul marino. Inclusive en su pecho se entreveían algunas. Lo hacían ver amenazador, sin embargo, ella no mostró miedo alguno, aunque su corazón se disparó en respuesta.

—Eres la que viene por el empleo.

—Sí, ¿es usted Kakuzu-sama?

No respondió, se dedicó a mirar a Sakura de arriba abajo. Asintió levemente y luego se viró.

—Vas a limpiar vitrinas y más adelante te daré otras tareas. Si robas, lo descubriré, y no te convendrá. Ahora ponte un delantal. ¿Es esa la mejor ropa que tienes?

Sakura se miró a sí misma, una falda negra con flores rojas estampadas que no había usado en años, y una blusa blanca que se abotonaba por el frente. No era su mejor atuendo, pero se sentía presentable. Se había preparado para una entrevista, no entendía cómo era que el propietario no había preguntado al menos por sus antecedentes penales. Aunque se sentía feliz por haber sido «contratada», no entendía el porqué. Una casa de empeños era un lugar donde debían ser cuidadosos con el personal.

—Kakuzu-sama… Eh, ¿no me hará preguntas?

El hombre se sentó detrás de un gran escritorio que abarcaba la parte de atrás, camuflado por sortilegios y baratijas para la buena suerte, así como otros artilugios en contra del mal de ojo. Sin mirarla, comenzó a escribir cifras.

—No hace falta. Eras la esposa de aquél hombre, Sasuke Uchiha. Te vi en los periódicos, ese cabello no es fácil de olvidar. Hueles a naftalina, no usas mucho maquillaje. Tus zapatos están gastados y luces desesperada. No te atreverás a robar en cuanto conozcas a Hidan. Mientras hagas bien tu trabajo, no me importa lo demás.

Siguió en su tarea, y Sakura miró el cuarto de escobas a su derecha. Sonrió. No le iba a fallar a Sarada.


¡Hola Crimela! Este fic es todito para ti, sé que te tuve esperando largo rato, pero ya lo tengo aquí. Tenía otra idea original, pero acabé desechándola y escribí esta, que espero que te guste. ¡Feliz cumpleaños adelantado! Te invito a que me des tus teorías sobre el título :D ¡No dudes en dejarme tus opiniones! Siento que mis descripciones de la gente son feas (?) xD pero espero que te hayas imaginado sexy a Kakuzu. (Porque él es sexy) ¡Le dejé los ojos negros! djkkj.

A los demás: gracias por leer esta pareja tan crack y tan genial, ayuden a crecer el KakuSaku xDDD ¡Dejen su comentario! No duden en dejar correcciones o dudas.

No tuve mucho tiempo para corregirlo, así que (?) disculpen si hay dedazos. xD ¡Hasta luego! Espero los reviews.