¡Hola! Pues, aquí Yuu y Aki publicando otro JohnDave, es nuestra OTP lo lamentamos mucho por eso... en realidad no jeje, esta historia será más relajada que la otra que tenemos publicada, esperamos de todo corazón que la sigan y disfruten mucho.
Disclaimer: Homestuck no me pertenece.
"Siempre me han dicho que los ojos son la ventana del alma…
¿cómo podría yo comprobar eso?"
Capítulo 1: El chico Maple.
Tu nombre es John Egbert y estás en un nuevo colegio a mitad de semana y a casi dos meses de haber iniciado el semestre. Tenías motivos para esto, pero no había porqué enlistarlos ahora ¿oh sí? Estabas caminando por los pasillos buscando el salón de clases el cual sería el tuyo hasta que terminases la preparatoria, porque sí, este era para colmo el último año antes de que comenzase la universidad, no tenías porqué agregarle más extrañeza al asunto.
El director te había dicho más temprano que tu salón estaba en el segundo piso y lo identificarías como el 3-B, ahí el profesor en turno estaría esperando tu llegada y, suponías, también te presentaría frente a todo el salón. Uh, aquello ya lo habías vivido unas dos veces anteriormente y no querías volverlo a vivir, pero qué más daba, tenías que afrontar a las consecuencias de entrar a una escuela a destiempo.
Tenías en mano unas indicaciones, entre ellas estaban un pequeño croquis, tu horario escolar y el nombre de todos tus profesores para que así no interrumpas las clases preguntando por eso, no es que hubieras pensado en hacerlo de cualquier forma, pero agradecías que se te haya brindado esa información de antemano. Durante unos minutos caminaste por los pasillos en silencio, oyendo cómo el eco de tus pasos retumbaba y te ponía nervioso, mientras más caminabas, más nervioso te ponías y no podías evitarlo, con tan sólo ver los números de los salones sabías que te acercabas al tuyo.
Podrías vomitar, pero no querías, tu desayuno había estado delicioso.
Entonces viste esa combinación de número y letra que tarde o temprano debías encontrar, el famoso 3-B. La puerta lucía por alguna razón más aterradora que cualquier otra que hubieras visto antes, pensar en eso sólo te provocaba más náuseas y de verdad, de verdad, no querías vomitar ahí, frente a tu nuevo salón de clases, de hacerlo significaría la perdición durante el resto del año y no querías cambiarte tan rápido de colegio una vez más.
Inhalaste y exhalaste unas tres veces seguidas, agradecías no ser asmático porque ese sería el colmo de los colmos, suficiente tenías con usar anteojos con bastante aumento y el haber usado frenillos durante toda la secundaria, para que aún tus dientes delanteros siguieran igual de prominentes; pero bueno, pensaste que te habías recuperado ya y que era tiempo de adentrarse en el salón. Cambiaste rápidamente de palabra, no adentrarse, sino que solicitar permiso para entrar, adentrarse era como si fueses un aventurero o algo así, no eras nada de eso, sólo querías ser un chico normal que estuviera en una escuela, tuviese amigos, acabase la prepa e iniciase una carrera en la universidad.
Luego de que te gradúes, conozcas a una linda chica, te cases, tengas hijos. Sí, sonaba como una buena vida que esperabas tener. Pero todavía faltaba para eso y primero tenías que enfrentar tu último obstáculo: pasar tu último año de preparatoria en una sola escuela.
Tras unos suaves toc-tocs, te permitiste relajarte. En una mano tenías el papel que te había entregado el director que deberías entregar al profesor en turno, ahí decía que eras alumno nuevo y debería ingresarte inmediatamente a su lista. No sonaba como muchas cosas peligrosas que debías hacer, por lo que no te preocupaste demasiado, sólo esperaste unos escasos dos segundos para volver a hiperventilar como ocurrió momentos atrás. La profesora en turno no se veía estricta, pero con sólo su apariencia no podías juzgar qué materia estaría dando.
—Buen día, ¿en qué puedo ayudarte? —dijo la profesora, la miraste con el mejor rostro que pudiste y te apresuraste a responderle. —Buenos días, eh, tenga. —no dijiste nada más y sólo le entregaste el papel que supuestamente debías entregarle apenas te abriese la puerta. Bravo Egbert, empezamos mal.
La mujer tomó el papel entre sus manos y leyó con cuidado lo que decía, a juzgar por su rostro y la velocidad con la que se movían sus ojos, pudiste deducir que ya sabía de qué trataba el asunto. Tras eso, dirigió su mirada hacia ti y se apartó del paso, levantando un brazo invitándote a pasar al salón.
-.-.-.-.-.-
Tu nombre es Dave Strider y estabas en la aburrida clase de geografía. Bueno, para ti todas las clases eran aburridas y lo eran aún más cuando eran de las primeras. Tú tenías sueño y simplemente ninguna de las cosas que explicaba la profesora se te quedaba en la cabeza. Podías jurar que tenías atrás de ti a tu amiga Jade, porque ella siempre se la pasaba molestándote con el borrador de su lápiz, pasándotelo por el cuello. Ella sabía que eras cosquilloso, odiabas mucho a Jade por eso ahora mismo.
—Harley, basta. —dijiste casi en un susurro por sobre tu hombro, pudiste escuchar su típica risita y eso sólo te dijo que había escuchado claramente lo que querías decirle y cuán molesto estabas por eso. Para tu suerte, Jade no era de seguir molestándote tras haberle pedido que dejara de hacerlo. Suspiraste con tranquilidad ahora que ella se había detenido y nadie parecía haber notado que le hablaste. Volviste a suspirar, ahora en son de queja, el maldito día apenas comenzaba y parecía que sería un simple día aburrido, con clases aburridas en las cuales no podías hacer nada más que escuchar y perderte en tus pensamientos, quizás nuevas letras para alguno de tus raps, sí, eso sonaba como algo bastante decente para hacer durante el día.
Justo cuando pensabas que sería otro día aburrido, la puerta del salón sonó, se abrió y la profesora avisó que había un nuevo alumno y estaría a punto de presentarse. Arqueaste una ceja, mentirías si decías que no estabas interesado en saber quién era esta persona misteriosa. Sentiste a Rose darte unos golpecitos en el hombro, quizás habrá pensado que estabas divagando o algo así, pero oh no, sí que estabas más que atento a lo que fuera a decir esta nueva persona.
—Mi nombre es John Egbert. —comenzó a hablar, tenía una voz no sabías si describir como nasal, pero era bastante graciosa, no desagradable de escuchar, pero peculiar. —Mucho gusto, vengo de Maple- —su voz fue cortada de pronto a causa de las risas de todos en el salón de clases. Tú frunciste el ceño ¿qué era acaso tan gracioso? Todos se reían, todos, excepto Rose y tú. Levantaste tu mano y la moviste hacia tu lado izquierdo, acercándola a donde estaba Rose, tratando de llamar su atención. —¿Qué es tan gracioso, Lalonde? —dijiste, esperando que Rose te despejase tu duda. Para tu mala suerte no fue tanto como esperabas. —Ni yo misma lo sé. —después de eso regresaste tu mano a tu pupitre y guardaste silencio, pensaste que sería hora de las presentaciones, pero para tu sorpresa la profesora simplemente le indicó a este nuevo chico que se sentase en algún lugar vacío del salón de clase, no sabías exactamente en cuál, pero a juzgar de que reanudó la clase, pensaste que ya había tomado asiento.
Bueno, no resultó lo mismo de siempre.
Pasaron las malditas siete horas restantes de la jornada escolar y te sentiste bendecido cuando la campana finalmente sonó. No era de esperarse que escuchases cómo todos salían corriendo del salón, como si fueran una manada de búfalos o algo así. Tú, como siempre, esperaste que Rose y Jade se acercasen a ti para indicarte que ya era hora de irse.
—¡Hey, chico Maple! —escuchaste la voz de Jade retumbar en tus oídos, a su vez que escuchaste cómo sus pasos se alejaban cada vez más, asumiste que fue tras el chico nuevo. Rose te tomó del antebrazo y te indicó que era hora de irse. Te levantaste de tu asiento y caminaste fuera del salón junto con Rose, cargando nada más que una bolsa ligera que no sabías para qué rayos la traías.
Escuchabas unos ligeros murmullos, tanto provenientes de Jade como del chico nuevo, la mayoría era de Jade.
—Mi nombre es Jade Harley, ¡es todo un gusto! Y, ¡ah! Aquí vienen mis amigos Rose y Dave, ¡hey chicos, apúrense! —Jade era un tanto ruidosa para tu gusto, pero eso no sinificaba que te disgustara, es más quizás podría ser su aspecto único.
—Harley, con esa voz que tienes podrías hacer que despidan al timbre de la escuela. —escuchaste su risa y un poco la de Rose, parecía que estaba de acuerdo contigo referente a tu afirmación. —Dave, eres un pesado, ¡esa no es la forma de introducirte a nuestro nuevo amigo! —arqueaste una ceja, ¿amigo, qué amigo? Bueno, suponías que este nuevo chico era el amigo al que Jade se estaba refiriendo.
Levantaste tu mano como buscando a alguien, era obvio que buscabas al chico nuevo, pero debido a que éste no había hablado durante todo el rato no podías ubicarlo con la certeza que deseabas. —Oh Dave, déjame ayudarte. —escuchaste a Rose decir con un tono que no supiste identificar, pero tomó tu mano y la colocó en un hombro desconocido, no tenía la estructura ósea de Jade, por lo que supones que se trata de este nuevo chico.
—Sup. —pero cómo podías presentarte de la forma que lo hizo Jade, ese no era Dave Strider, con esto esperabas que este nuevo chico supiese que le estabas prestando atención, tomando en cuenta a futuro y que le hablarías seguido a partir de ahora. —Dave, Dave Strider, estas chicas dirán que me llamo David pero no es así, es sólo Dave. —escuchaste la risita de Jade, sabías que ella comenzaría a molestarte tarde o temprano con eso, pero preferiste advertirlo antes de que suceda.
Finalmente, escuchaste la voz desconocida, se rió tras lo que habías dicho y pudiste estudiar mejor el sonido de su voz, qué tan aguda o grave era, si se le iban mucho algunos "gallos" si se escuchaba nervioso o no. —Gracias, gracias, el gusto es el mío y soy John, para lo que necesiten. —sentiste innecesaria su presentación, puesto que todo el salón ya sabía cómo se llamaba, pero igual pensaste que lo hizo más que nada por educación.
Vaya, ahora mismo deseabas poder ver para saber cómo lucía y si combinaba con su voz, seguramente sí y tendría la imagen más torpe jamás imaginada antes por ti.
—¿Van todos de salida o alguno se queda aquí para alguna actividad extra? —escuchaste a John decir, por supuesto que tú no tenías ninguna actividad más que el irte a casa, ahora mismo, con Rose y Jade acompañándote.
—Para nada, justo ahora vamos a casa, ¿quieres ir con nosotros? Dejaremos a Davey en su casa.
—Qué es eso de Davey.
—Ya sabes. —y ahí iba de nuevo su maldita risita, junto con la de John quien parecía que ya se había acostumbrado a sus presencias.
—¿Qué esperamos? ¡Vámonos! —escuchaste cómo Jade comenzó a correr y a juzgar por algunas quejas de John, supiste que él era arrastrado por ella. Jade era muy infantil a veces, pero esa actitud era lo que le hacía ser tan agradable y llevarse con todo el mundo.
Te quedaste a solas con Rose, ella caminaba a tu ritmo mientras tú te sostenías de su antebrazo, hubo un momento en que caminabas más rápido, pero por alguna razón te volviste más torpe respecto a eso, por lo que preferiste tener un ritmo lento, no querías causar accidentes.
—Rose. —llamaste a quien ahora era tu lazarilla. —¿Cómo es este nuevo chico? —preguntaste con total seriedad y aparente poco interés, pero de verdad, de verdad, querías saber cómo lucía este chico. Probablemente con una descripción no sería suficiente para imaginártelo físicamente, pero algo sería bastante.
—¿Hm? —escuchaste a Rose. —¿De verdad te interesa? —decía eso para molestarte, maldita Rose, siempre sabía qué decir para hacerte enojar. —Te diré, es algo desaliñado en todo su aspecto, pero más notorio es su cabello. —pensaste que sería un desastre. —A diferencia tuya, su ropa es un tanto más holgada y sus lentes aparentan que pesan mucho, no sabría cómo explicártelo adecuadamente. —Aunque lo más notorio en él, me atrevo a decir y sin ofender son sus dientes delanteros, son bastante prominentes. —esto por alguna razón te causó ligera gracia, te permitiste sonreír levemente y, por instinto quizás, te llevaste unos dedos a tus dientes delanteros, no podías ni imaginar cómo serían los de él.
—Me atrevo a preguntarte, Strider, acerca de tu repentino interés por este chico, ¿hay algún motivo en especial por esto? —sabías que Rose no haría las cosas porque sí, maldeciste en silencio que ella siempre piense que existe una razón para hacer las cosas, para que tú hicieses las cosas, sabías que si decías por nada no se quedaría satisfecha. —Jade parece bastante interesado en él, tú también, no habría motivos porque yo no me interese. —listo, respuesta salvadora. —Él se oye… torpe, idiota, no sé, inofensivo quizás. —aunque no lo parezca, la mayoría de las veces eras lo más sincero posible, era lo mínimo que esperabas de los demás.
Es lo mismo que esperabas de este nuevo chico.
—Y, no sé Rose, creo que necesito un poco de compañía masculina, a este paso creo que empezaré a pedirles a ti y a Jade que me pinten las uñas o algo así. —la risa de Rose fue algo increíble de escuchar, no era una carcajada, pero se reía leve, quedito, se reía con honestidad. —No sé Dave, yo siempre he pensado que te quedaría bien el color violeta.
—Cállate, Lalonde. —¿cuál color era el violeta a final de cuentas?
-.-.-.-.-.-
Eres nuevamente John Egbert y no podías creer lo que estaba pasando. En menos de unas horas, tres chicos se habían acercado a ti y te habían invitado a caminar con ellos rumbo a casa, ni siquiera te importó que ellos vivieran del lado contrario a tu hogar, pero era una oportunidad que tú simplemente no podías desechar. El día no estaba avanzando tan mal pensabas, habías pasado un mal rato tras haber sido burlado por tus compañeros de salón, pero ¿qué más daba? Ahora habías conocido a unos sujetos geniales y harías que esto se convirtiese en una gran amistad.
Si te atrevías a mencionarlo, uno de estos chicos en especial había atrapado tu atención, el que se llamaba Dave. Te parecía inusual que alguien usase gafas de sol cuando no había tanto… ¿sol? Y menos dentro del salón de clase. Pensaste que pudiera haber un motivo tras esa peculiaridad suya, pero luego pensaste que era parte de su personalidad, tras haber hablado vagamente con él fue que creció más esta idea en ti.
Ahora te encontrabas corriendo con Jade, o más bien, estabas siendo arrastrado por ella hacia la salida de la escuela. Parecía una chica amable y muy simpática, pero por más que querías permanecer sereno durante estas primeras horas, pero había algo que querías saber desde hace rato y pensaste que no sería mala idea preguntarle a Jade. —Hey, ¿Jade? —esperaste a que ella capte tu llamado de atención, fue bastante rápido en que lo hizo, pero no lo más discreto. —¿Eh? ¿Qué pasa John? —su voz quizás hizo un eco en el pasillo, esperabas que Rose o Dave, quienes estaban muy atrás suyo, no les escuchase.
Te acercaste a su oído, dándole a entender que no querías que nadie más escuchase. —Tu amigo Dave, él acaso nunca se quita sus… —hiciste una pausa y moviste tus gafas, esperando que entienda lo que te querías referir. —No me malinterpretes, si es que así se siente cómodo no lo juzgo, pero sí me llamó la atención y siento bastante curiosidad. —guardaste silencio, fijándote en cada una de las expresiones de Jade en ese momento, fue entonces que te miró a los ojos que supiste que te iba a responder.
—Oh, no te preocupes por eso John, yo no he malinterpretado nada y pues… —viste cómo miraba de reojo atrás, desde ese momento supiste que sí había un motivo por el cual Dave utilizaba todo el tiempo sus gafas, estabas ansioso por saber. —Verás, eh. —hizo una ligera pausa y se acercó a tu oído, parecía que no quería que nadie más oyese.
—Dave es ciego.
Tus ojos se abrieron de par en par, pensaste en mil y un cosas, pero nunca imaginaste que esa fuera la razón. —Esa es la razón por la que usa las gafas y no te preocupes por preguntar, yo sentí la misma curiosidad cuando comencé a juntarme con ellos. —su sonrisa fue bastante serena, relajada. —Pero ten cuidado con lo que digas respecto a él, tiene un oído súper desarrollado. —no te hizo falta preguntar porqué.
El camino a casa fue bastante agradable, descubriste que Dave detestaba andar con bastón y que Jade olvidaba su condición porque lo arrastraba a una velocidad que parecía peligrosa hasta para un piloto de la Fórmula 1, Rose era muy tranquila, pero de vez en cuando aportaba algo a la conversación, algo inusual y no esperabas que alguien de su edad utilizase ese tipo de palabras.
Este grupo de amigos resultó más interesante de lo que esperabas.
También descubriste que todos toman el mismo camino de ida a la escuela y de regreso a casa, lo cual significaba que podrías acompañarlos todos los días, era algo que te emocionaba en grande, porque serías capaz de saber más de ellos, que ellos sepan más de ti y, de tener mucha suerte, se vuelvan amigos más rápido de lo que esperas.
Tu casa era la última de los cuatro, por lo que tras despedirte de Jade, caminaste unas calles más hasta llegar a tu hogar.
Estabas ansioso por que sea mañana.
Bien, aquí el primer capítulo /o/ este fanfic está hecho CIEN POR CIENTO entre Yuu y una servidora, Aki, la trama nos pertenece a ambas y de no ser también por ella no hubiera salido ni un poquito del mismo (:
¿Qué les pareció? Comenten dejando un review, no mordemos en absoluto y estaremos trabajando también en nuestra otra historia, muchas gracias por leer y nos leemos en el próximo.
