Capitulo 1: Accidente
Era un día lluvioso, corría desesperadamente para poder llegar a tiempo a la escuela. Hoy serian las audiciones para entrar al club de teatro, mi sueño desde el primer año de secundaria. Me había preparado mucho para este momento. Recuerde todas las veces en que me pare frente al espejo y pasaba horas memorizando los diálogos de mis novelas favoritas. Desde pequeña siempre había sido mi sueño ser actriz, y mis padres siempre me apoyaban cuando debía actuar en alguna obra escolar. Debido a que era muy tímida, raras veces conseguías los "estelares", pero eso no me importaba, siempre que tuviera un papel el cual protagonizar.
Era un hecho que llegaría impresentable a la audición, pues la lluvia me había cubierto de la cabeza a los pies. Corría lo más rápido que podía, salpicando en cada paso que daba, hasta el momento que doble en una esquina y cruce la calle sin percatarme del auto que venía a toda prisa. Lo último que pude escuchar fueron las llantas rechinar contra el asfalto y los gritos ensordecedores de la gente que se acercaba cada vez más rápido para ver lo que había ocurrido.
-¡llamen a una ambulancia!
-¡Dios mío! Qué he hecho….
Mi cabeza daba vueltas, me sentía mareada y con nauseas. No podía recordar nada, ni siquiera sabía en qué lugar me encontraba. Al abrir mis ojos lo primero que percibí fue el fuerte aroma que expelían los hospitales, así que deduje rápidamente mi paradero. Observe la habitación y su color blanco, que en vez de iluminar, daba un aspecto sombrío al lugar. Luego escuche voces, una mujer y un hombre hablaban, casi en un susurro pero al notar que estaba despierta, sus voces cesaron y se inclinaron hacia mí.
-Sakuno, cariño, ya estas despierta. Estoy tan feliz de que hayas reaccionado. –decía una mujer, de unos 35 años, mientras sonreía.
-hija, ¿Cómo te encuentras? –dijo un hombre, alto y corpulento, de unos 37 años, con el mismo tono familiar de la mujer.
Sakuno los reconoció al instante.
-mama…papa… -decía mientras una lagrima rodaba por su mejilla. -¿Qué ocurrió? ¿Por qué estoy en un hospital? ¿Por qué no puedo recordar nada?
-cariño… -decía su madre, Sayuri, con voz temblorosa. –tuviste un accidente.
Sakuno de paralizo al instante. De pronto, los recuerdos inundaron su mente, haciéndole ver con claridad lo sucedido días atrás.
Cruce la calle con rapidez, dentro de poco empezarían las audiciones y debía estar, aunque sea, puntual. Al llegar a la línea discontinua amarilla que dividía la calle, el sonido de un automóvil dirigirse hacia mí, se hizo presente. Quise reaccionar, pero el miedo y la impotencia invadieron mi cuerpo, mi cerebro ya no controlaba mis extremidades y lo único que pude hacer fue cerrar fuertemente mis ojos y prepararme para el impacto.
Segundos después, sentí mi cuerpo elevarse por los aires, entumecido por el dolor del golpe y los huesos rotos, que luego se intensificaría gracias al choque de este contra el pavimento. Lentamente sentí como un líquido rojizo recorría el contorno de mi rostro. Era mi sangre. Palidecí al hacer contacto con ella y ver como poco a poco mi camisa se tornaba del mismo color. De pronto, mis ojos no resistieron, y perdí la conciencia, escuchando como poco a poco las figuras humanas y sus voces se desvanecían con el aire.
Hija, ¿te sientes bien? Estas muy pálida. Será mejor que llame a una enfermera.
Sayuri salió de la habitación en busca de una enfermera que pudiera atender a su hija. Mientras tanto Sakuno lloraba, no por el dolor causado por sus heridas perfectamente vendadas, sino por el dolor de sus recuerdos atormentándola, por ser tan torpe y mirar a ambos lados antes de cruzar, y sobre todo, por no haber podido asistir a la audición. Y en eso reacciono.
-¡la audición! ¿Qué ha pasado con mi audición? Papa, tengo que salir de aquí, debo ir a mi audición, sino no podre estar en el club de teatro. –decía aun con los ojos desprendiendo lagrimas.
-hija tienes que tranquilizarte, lo primordial es tu salud. Antes de pensar en audiciones, debes de pensar en ti y en tu bienestar. –decía el señor Kenichi tratando de calmar a su hija.
-pero tú no lo entiendes…tengo que ir, es mi sueño, me esforcé mucho y…
-cariño, no quería decirlo pero…has estado inconsciente por tres días. Nos tenias muy preocupados, creímos que no te recuperarías. Creo que no es el momento de pensar en audiciones.
Sakuno aun no creía lo que escuchaba, ¿…inconsciente por tres días? Eso no debía ser posible, todo esto debía ser un sueño…o una pesadilla. Esto no podía estar pasando. Ella no podía encontrarse en tan mal estado. En ese momento su madre apareció seguida por una joven enfermera, que se dispuso a revisarla y ver si se encontraba fuera de peligro. Casi al instante apareció un señor de aspecto cansado y somnoliento. Era el doctor.
-veamos que tenemos por aquí. –decía el doctor Ishida, mientras revisaba su pulso y colocaba el estetoscopio en su pecho. –al parecer todo esta normal, no hay nada de qué preocuparse, ¿te duele la cabeza? –le pregunto con total serenidad, pero con una mirada seria.
-un poco, me siento mareada. –contesto Sakuno.
-mmm…tomate esta píldora –dijo extendiéndola una pequeña pastilla de color blanco. –calmara el dolor y el mareo. Si sientes algún otro dolor solo avísame y te revisare. Lo mejor será que descanses. –esto último lo dijo observando a los padres de la joven. Ellos entendieron la indirecta.
-cariño debes descansar, lo mejor será que esperemos afuera de la habitación. Si necesitas algo solo llámame, ¿de acuerdo?
-si mamá, no te preocupes. –dijo un poco más calmada.
-descansa pequeña, no te esfuerces demasiado, ¿sí?
-de acuerdo papá.
Los señores Ryusaki salieron de la habitación seguidos por el doctor y la enfermera. Cuando todos se encontraban afuera, el doctor llamo a los padres de Sakuno.
-debo hablar con ustedes. –les dijo con total seriedad.
-¿Qué sucede doctor? –pregunto Kenichi.
-es sobre el estado de su hija. No todo está bien como esperaba.
