Prefacio
Viajaré mañana a Francia y volveré con tu hermana-anunció mi padre
Pensé que iba a quedarse ahí, casada con un duque frances o algo así-dije, insegura
Cambiamos los planes-dijo simplemente
Pasaron dos semanas, me atrapé a mi misma pensando en que el barco se hundiría, ¡que esperanzas tan tontas!
Mi idea era estar sentada en el asiento del alfeizar de la ventana, luego, al verla, levantarme calmada a saludarla.
Mi mayor sorpresa fue que, cuando la vi entrar, no pensé, tan solo grite
¡Rosalie! Y salí corriendo a su encuentro, encantada.
