Ningún personaje me pertenece

"Esta historia participa en el reto de la Comunidad Sakuriana: Lo que nos une."


Amores de Cristal

Una Tarde cualquiera

Tomoyo suspiro con nostalgia, sabía que las cosas no estaban funcionando. Hacía mucho que no funcionaban con su esposo, solo era cordialidad entre ambos. Un beso disfrazado de amargura ¿De qué servía sentarse juntos a la mesa, tratar de inventar una conversación? ambos fingían que las cosas estaban bien.

Touya sonrió ante algún comentario hecho por su esposa, no podía recordar cuando su vida se había vuelto tan monótona, habían perdido la chispa, y ahora era muy difícil tratar de recuperarla

—Mañana iré con tu Hermana—Dijo Tomoyo

—Claro, ella es feliz de verte —Touya contesto sin levantar la mirada.

Hacía tiempo lo notaba, ninguno se veía a los ojos, no por falta de amor, era más bien falta de interés. En un momento se habían convertido en dos extraños que compartían la misma cama, la misma casa e incluso pretendían que se entendía, pero les faltaba valor para verse a la cara y aceptar que aquello había terminado.

Touya Kinomoto sabía que no sería el primero en dar el paso hacia la separación… para él le suponía un fracaso y quizá le faltaba valor para hablarlo de frente. Sabía que aun la quería, pero solo eso, solo era cariño. No había más detrás de tanta cordialidad. En algún punto su amor se había esfumado.

Tomoyo le dio un beso que él respondió casi automáticamente. Agua y aceite era lo que ahora era su matrimonio, sin nada más que el orgullo de continuar juntos y salvar algo que sabían que quizá era insalvable, pero ninguno lo admitiría primero. Nadie quiere admitir que fracaso en una relación.

—Tengo Trabajo mañana—él se levanto de la mesa y camino a su cuarto, no sabía porque ahora todo era complicado, el matrimonio no debía ser complicado pero lo era, quizá se habían apresurado, no estaban listos, habían pasado por mucho y las cosas ahora estaban así. Suspiro pensando que el día de mañana sería mejor, sonrió tontamente pensando en la hora de comer durante el trabajo. Esa hora en especial le gustaba mucho.

Tomoyo cerró los ojos, preguntándose por su primer amor. Por aquel amor que había perdido ¿Cómo estaría él? ¿Se acordaría de ella? ¿Acaso la vida de Eriol era mejor que la suya?

—Touya ¿Crees que mañana podamos hablar?

—Siempre podemos hablar ¿Qué ocurre?

—No es nada—Tomoyo volvió su rostro. —descansa.

Aquello estaba mal, en algún punto debía de terminar, por el bien de ambos. Porque ella sabía que algo no estaba bien, había alguien más en esa relación desde hacía mucho tiempo.