Hola, hola, Luna de Acero reportándose. AL FIN! Este fic lo vengo ideando desde hace como dos meses. Siempre por h o por b, no podía subirlo. Hoy fue el día. De que va esto? Un longfic de uno capítulos, capítulos largos, intentaré hacer una actualización semanal los días Miércoles. Ya tengo todo el desarrollo de la historia. Irá lento. Espero le den una oportunidad.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime. Historia sin fines de lucro. Derechos reservados.
Advertencias: Por ser el primer capítulo casi nada de nada. Algunas palabras altisonantes, eso es todo.
Este fic va dedicado con todo mi cariño y amor para: Yaoi´Blyff
Por favor no dejen de pasar por su perfil en , tiene unas historias asombrosas, mi favorita: "Bettie"
Mi hermana, la personita que escucha mis quilombos y yo escucho los suyos, mi bro, mi sister, mi compinche. Gracias por todas las charlas. Sé que estuviste esperando mucho por esta historia. Estoy muy nerviosa! Espero que cumpla tus expectativas!
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"Nada más intenso que el terror de perder la identidad".
Alejandra Pizarnik
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Se desperezó con parsimonia, bostezó y se sentó en la cama. Aún estaba algo adormilado y le llevó unos minutos enfocar alrededor. Le ardían levemente las sienes, aunque apenas se había excedido con el alcohol ayer. Sus nudillos estaban algo pelados. Seguramente recibiría otro de los conocidos sermones de su amiga Hanji.
Fue hasta el baño, se lavó la cara y los dientes y se cubrió el moretón sobre el pómulo con algo de maquillaje. Cuando entró a la casa su madre ya estaba poniendo la mesa para el desayuno. No se saludaron. Últimamente habían tenido un par de peleas, no podía ser de otra manera, era la consecuencia de puntos de vista diferentes y terquedad.
Aun así, ambos cumplían sus funciones. Levi tomó la boleta de electricidad y la lista del supermercado.
—¿Lo busco en el taller a las once? —preguntó Kuchel cuando lo vió tomar las llaves de su auto. Levi asintió—. Tu almuerzo —exclamó acercándole el mismo en un empaque con cierre térmico.
—Gracias.
Aún estaba fresco el aire de la mañana, pero el cielo estaba despejado, otro día de calor. Manejó hasta las oficinas del correo. Retiró la provisión de suplementos de ese mes, pagó la boleta y luego retiró algunos repuestos de camioneta de un negocio conocido. Normalmente los pediría por internet, pero el cliente estaba algo apurado. Se hizo una nota mental, tenían que reponer varisa cosas en el taller, lo haría hoy sin falta con Hanji.
Miró la hora, las ocho, tenía que apurarse. Condujo hasta el supermercado, saludó a Bonnie, la cajera que le dedicó una de sus sonrisas coquetas. Lo bueno de ir apenas abrían al supermercado es que casi no había gente. Los pueblerinos eran bastante holgazanes. Cogió un carrito y a una gran velocidad lo llenó con lo solicitado en la lista. Era una rutina que tenía dos veces al mes.
Levi vivía con su madre en una gran residencia, aunque de un tiempo a éste se había construido una enorme pieza en el patio, con baño propio. De manera que tenía su independencia sin dejar a la mujer sola. Por lo general, desayunos y algunos almuerzos eran compartidos. Las cenas más esporádicamente, ya que si él no salía, era su madre la que, por su trabajo en gastronomía, no solía estar en casa a menudo.
Se necesitaban como familia, pero a la vez tenían sus propios espacios, la convivencia full time había sido un infierno. Pero ahora podían vivir de esa manera sin mayores altercados. Cuando llegó a la línea de caja y comenzó a sacar la mercadería, Bonnie lo miró intensamente sin dejarle de sonreír. Recordó como siempre era Petra la que se encargaba de pagar, y que sin falta tenían un altercado después de las compras. "Esa mujer te tiene ganas", le reprochaba siempre, "y tú nunca la frenas". ¿Qué podía hacer? No era su culpa que la mujer lo mirara así, para evitarse problemas siempre iba vestido cubriendo su cuerpo, pero eso tampoco alcanzaba.
—¿Cómo estás, Levi? —dijo la bonita joven rubia de labios rojos, mientras iba pasando la mercadería.
—Bien, Bonnie, ¿y tú?
—Como siempre, aburrida… y sola.
Levi quiso reírse, más de una vez estuvo tentado a invitarla a salir, una vez que había vuelto a la soltería, claro estaba. Pero por un tema de simple respeto a su ex prometida, había decidido no hacerlo.
Bonnie era hermosa, y en ese pueblo de mala muerte donde todos se conocían, estaba seguro que sabía sobre su condición, por lo que la tentación era fuerte, pero… no. Mejor pagaba y ya.
—Son mil doscientos setenta y seis pesos con cuarenta, ¿quieres donar los sesenta centavos a La Casa Cuna? —Levi enarcó una ceja, Bonnie se relamió los rojos y apetecibles labios.
—S-sí, sí, está bien.
Una vez pagado llevó las bolsas al auto, y rápidamente se dirigió al taller. Hanji, Moblit y Gunter, ya estaban afuera. Se bajó rápidamente con una de las bolsas, la que contenía la mercadería que debía ir al refrigerador. Todos se saludaron y Levi sacó los candados para poder abrir el enorme portón que daba a su taller de mecánica.
Luego de arduo esfuerzo, hacía cuatro años había logrado ahorrar un poco de dinero, que sumado a un crédito que su madre le sacó en el banco, sirvió para fundar su propio negocio. Fue un movimiento arriesgado, podría haberlo perdido todo, y no solamente su inversión, sino todo lo que había ganado respecto a su nueva vida.
Afortunadamente, gracias a su notable talento para la reparación, refacción y reacondicionamiento de vehículos, y de haberse hecho con un grupo de talentosos trabajadores, no solo le fue bien, sino que en poco tiempo cumplió con todas sus deudas. Su negocio era pujante, "Taller: Los sargentos de la 104", nombre que le sentaba por la dirección, ya que estaba sobre avenida Freedom nº104. No solo atendía a los vehículos del pueblo, con la fama que se hicieron, de rápidos, económicos y puntuales, le caía mucho trabajo de las ciudades vecinas. Dos veces rechazó ofertas jugosas para ir a trabajar en otros lugares. Estaba cómodo viviendo allí. Hanji sabía que había otro motivo oculto por permanecer en el lugar, y tenía que ver con un agitado pasado amoroso, aunque Levi se lo negara constantemente.
Una vez adentro, y luego de un escueto café, comenzaron con los trabajos pendientes. Trabajo era lo que sobraba, a Dios gracias. Mientras Gunter hacía unas reformas de una camioneta, Moblit se encargaba de poner a punto una Fiorino 77 que iba a una exhibición, Levi aprovechó para que Hanji lo ayudara con la lista de insumos.
Se fueron al mostrador, encendió la notebook mientras Hanji le dictaba lo de las planillas.
—Otra mesa rodante, de tres estantes en lo posible —dijo la mujer.
—Ok. Esta roja es linda.
—15 ganchos para tableros.
—Listo.
—Un set de cuatro llaves con crique, cuatro pares de guantes de trabajo, ¿podrás pedir una camilla ahora? La segunda está que no da más.
—La pediré, listo.
—Dos set de pinzas para inyección, y eso sería todo. Ahora… mmm, los repuestos.
—Eso es, vamos.
—Dos asientos para la Hilux Sw4, los frontales. Dos faros delanteros para Fiat Fiorino, y el guardabarros.
—¿No lo podemos soldar con ese nuevo producto?
—Pídele a Moblit que lo pruebe, creo que andará bien, habría que ver la estética.
—¿Pídele a Moblit? ¿Ya se pelearon de nuevo?
—No preguntes, en serio, no quiero hablar al respecto —dijo acomodándose los anteojos y frunciendo el ceño.
—Vamos, Han, no te hagas la sufriente, cuenta, ¿qué hiciste esta vez?
—Yo no hice nada, para tu información. Es un idiota odioso, eso es lo que pasa.
—Seguro insultó alguno de esos monos chinos que te gustan tanto.
—No seas cabrón tú también. SHINee es lo mejor que me pasó en la vida. Tú sabes lo depresiva que estaba, prácticamente volví a vivir gracias a ellos. Yo no le pido que los adore como yo, ni que los escuche, ni nada, pero que no me venga a decir que Choi Min Ho usa peluca, ¡porque no la usa!
—¡Dios! Deberían darle un premio a ese hombre, no sé cómo te aguanta.
—Hasta que no me pida disculpas por decir eso, ni piense que le hablaré en esta vida.
—Eso, o que ya no te aguantarás más y en una de tus subidas de calor te le tirarás encima como clavado olímpico. Pobre hombre.
—Hablando de subidas de calor, ¿acaso estamos en Halloween?
—¿Halloween? ¿De qué hablas, Han? Recién estamos en Enero.
—Ah, porque las brujas ya están cayendo —la mujer hizo un movimiento de cabeza y Levi levantó la cabeza del teclado. De inmediato se le formó una sonrisa—. Yo me voy, ascaaaa.
Petra se acercó sonriendo también. Con un vestido rosa pálido corte princesa y un chándal blanca encima, traía algo entre las manos. Adornaban sus preciosos y cuidados cabellos cobres, una vincha blanca con pequeñas rosas.
—Buenos días, Levi.
—Hola, Petra, tanto tiempo. Viniste temprano. ¿Todo bien con la reparación de la puerta?
—Sí, digo no, todo perfecto. Es solo que la ventana no sube del todo bien.
—Oh, deja que lo reviso de inmediato.
—Muchas gracias, por cierto, toma —dijo dándole el bulto cubierto de bolsas—. Es flan de calabaza, tu preferido.
—Vaya, no te hubieras molestado —contestó aceptando el mismo.
—Bueno, pero es que contigo no se puede, no me cobras nada, algo tengo que hacer.
—Espera un minuto, lo dejaré en el refrigerador y revisaré tu auto.
Se fue a la cocina donde Hanji lo miró acusadoramente mientras se cruzaba de brazos.
—Y la perra, seguía y seguía…
—Ya basta Han, solo es un maldito postre.
—Me juego la cabeza a que está envenenado.
—El único veneno aquí es el que sale de tu boca, relájate, ¿quieres?
—No me sorprendería que ella misma sea la que le hace cosas a su auto para tener una excusa para regresar. Es más, le vamos a dar una medalla de cliente vip, porque nunca en toda mi puta vida he visto a una persona con más desperfectos mecánicos que ella. Ah no, espera, cliente no, porque jamás paga.
—Ya basta, Han. Me vas a hacer cabrear, ella siempre insiste, soy yo el que no le cobra, en todo caso échame en cara las cosas a mí.
—¿Cuándo fue la última vez que te acostaste con ella?
—Hace mucho.
—Mentiroso —Levi rodó los ojos y soltó un suspiro molesto—. Debes llevar una cuenta bien calculada de días, horas y segundos. Si no te conoceré.
—Corta el rollo, Han, en serio.
Y sí que la llevaba. Tres meses, dos días. Pero es que esa mujer lo tentaba demasiado. Era imposible no rozarse con ella y que su piel sintiera electricidad. Además estaba 100% seguro que ese inocente atuendo había sido perfectamente calculado por la cobriza para hacerlo caer.
—Bien, veamos qué sucede.
—¿Lo ves? Aprieto el botón de elevar, pero no se cierra del todo.
—Ajá. Es la misma puerta del choque, por lo que veo. Deja que traigo mis herramientas un momento.
Petra se apostó contra la puerta trasera de su Renault Megane rojo, mientras no le sacaba la mirada de encima al mecánico. Levi podía sentir esas ardientes miradas colándose por todas partes. Pero tenía una promesa consigo mismo, debía resistir, resistir, resis-
—Estás cada día más lindo, Levi —largó con esa suave voz aterciopelada que lo estremecía.
—Bueno… tú también —apalancó un tarugo entre el vidrio y la puerta para poder ver bien y hacer su trabajo, tragando saliva de tanto en tanto.
—Vaya que se notan los resultados de ir tanto al gimnasio, tus músculos están más marcados. Y veo que anduviste peleando otra vez.
—Bueno, ya sabes cómo es, los idiotas vienen a estrellarse en mis puños, juro que no los busco. Bueno, ahí tienes, era cuestión de un pequeño ajuste, ahora debería subir —Levi hizo la prueba, efectivamente estaba reparado.
—Gracias. ¿Sabes? Me preguntaba si este viernes… bueno, podría ir a visitarte y hacerte una cena.
Levi guardó sus herramientas, mientras intentaba responder algo ingenioso. Ganas no le faltaban, sabía perfectamente en cómo terminaría esa cena si aceptaba. Pero a la vez el anillo en el dedo de Petra fue un triste recordatorio. Su celular comenzó a sonar y atendió.
—Lo siento, un minuto. ¿Diga?
—Mete tu culo al taller antes que la bruja te engatuse. No se lo hagas tan fácil, ¿quieres?
—Sí, señor Morris, claro que puede traer su Taunus.
—Anda, deja que te use de nuevo como lo hizo las tres millones de veces anteriores.
—Sí, le haré un buen precio, lo esperaré, gracias por elegirnos, adiós. Bueno, debo regresar, gracias por el postre. Luego te alcanzo el recipiente.
—Adiós, Levi, fue bueno verte —Petra se acercó y le dejó un sentido beso en la comisura de los labios, apretando con algo de fuerza sobre sus hombros, luego lo miró con intensidad para sonreírle dulcemente, de esa forma que lo hacía sentir que se derretía el estómago.
—Adiós.
Le dolía despedirse, pero hizo de tripas corazón y se volvió al taller. Encontró a Hanji en la cocina con la boca llena y llenando una nueva cucharada del flan.
—¿Qué no era que estaba envenenado?
—Estoy haciendo una prueba de calidad. Repito, es una bruja, pero mierda que cocina bien.
—No te lo tragues todo, déjame un poco. Y volvamos a terminar esa dichosa lista.
Cerca de las once su madre fue a buscar los víveres. Levi se encargaba de pagar todos los impuestos y comprar la comida, era un arreglo tácito entre ambos, el resto de sus ingresos se dividía entre insumos para el taller y sus inyecciones.
Cerraban a eso de las cinco, luego Levi se iba directo al gimnasio, donde hacía entre hora y hora y media de aparatos. El último año su cuerpo había adquirido mucha más definición y fuerza. Mirarse en el espejo ahora era un auténtico placer. A eso de las siete regresaba a su casa, tomaba un buen baño y miraba una que otra película o a veces leía manga, para luego dormirse como mucho a las nueve. Tenía una estricta disciplina, aunque el fin de semana solía salir a la ciudad y divertirse en algunos antros. A veces lo acompañaban sus amigos, a veces iba solo, pero era bastante frecuente que una o dos veces al mes tuviera algún altercado frente a situaciones que lo sacaban de quicio.
Levi no era una persona violenta, excepto con otros hombres que se propasaban con mujeres, o que se creían la gran cosa. Había escenas que no las podía tolerar bajo ninguna circunstancia, incluso si acababan con él tras las rejas, cosa que había sucedido en dos oportunidades. Sin embargo cuando tomaba la decisión de plantarse frente a alguien, no había Dios que lo detuviera.
—X—X—X—
Terminó de fumar un cigarrillo. Venía de la consulta con Erwin. Le había hecho varios análisis y le había pedido muchos otros. Era una pesadilla que no tenía fin, tal vez porque era demasiado paranoico, porque en verdad no había verdaderos motivos para pensar mal. Era solo rutina, como Erwin le había dicho. Aunque nunca dejaba de ponerlo nervioso todo eso.
Compró unas latas de refresco heladas, de uva para Gunter, de manzana para Hanji y para Moblit, y de café helado para él. A las 11 de la mañana el calor no se soportaba. Llegó y se puso a trabajar de inmediato. Liberaría a los otros para el almuerzo y el recuperaría las horas perdidas de la mañana. Aunque era el dueño, jamás hacía diferencias en el trato o había utilizado su posición a su favor. Funcionaban como una gran cooperativa, todos hacían de todo, aunque luego Levi acarreara con los gastos fijos y los salarios.
Le insistieron para que los acompañara al Mc Donalds del shopping que estaba a tres cuadras, pero Levi se negó. Decidió pedir por delivery una ensalada de pollo, queso gouda, granos de maíz y lechuga, había empezado un estricto régimen hacía unas semanas que se complementaban con el ejercicio, quería incrementar un poco la masa muscular y tonificar todo lo posible su cuerpo. Luego que terminó el café helado, prendió los dos ventiladores del salón y sacó una botella de agua termal del refrigerador. Se la bajó hasta casi la mitad. Se cambió la sudada remera por una musculosa negra que dejaba apreciar sus marcados brazos y hombros, y se tiró en la camilla de plástico para una reparación de una fuga de aceite en una Corvette. Tomó el control remoto del equipo de audio y subió el volumen de "Californication" de Red Hot Chili Peppers, bien alto.
Luego de casi una hora, Levi estaba eligiendo unos repuestos de las repisas, cuando escuchó el ruido de un conocido remolque estacionando en su garaje. Miró de reojo desde su posición, Matheu le estaba prestando servicio a unos jovencitos que bajaron con él, mientras hacía descender un muy bonito Ford Focus color blanco.
Eren le pagó al hombre que le hizo una seña al dueño del taller y se fue.
—Estoy muerto de hambre —exclamó Jean con cara de pocos amigos.
Y como no, si habían varado hacía unas cuatro horas, bajo un sol de muerte en un paraje desoladísimo. Estaban transpirados, insolados, deshidratados, enojados y hambrientos.
—Armin, ve con el cara de pony a comer algo, yo me quedo hasta que resolvamos esto.
—Pero, Eren… Tú también debes comer.
—No te preocupes por mí. Llévate a la yegua porque te juro que no respondo de mí, Armin, no respondo. A la próxima cosa que diga le caigo a putazos.
El rubio suspiró meneando la cabeza, y luego con su mejor cara de ángel, tomó del brazo a Jean y lo arrastró consigo.
—Ven, vamos a comer Jeanboo, muero de hambre —el muchacho miró hacia atrás y cruzaron filosas miradas con Eren—. Ya, ya, vamos, busquemos algún bonito restaurante que tenga aire acondicionado. ¿Te hablé de la nueva perforadora de 21 mechas que pidió Rico? Va a llegar en dos días. Creo que voy a pedir una ampliación del presupuesto…
Sus voces se perdieron, Eren suspiró. Desde que habían aceptado el trabajo una serie de pequeñas (y grandes como la de ahora), desgracias se habían cernido una detrás de otra. La primera fue el robo de la mochila de Armin, con los planos y algunos equipos de calibración. Luego a Jean lo atropellaron, no fue algo grave, solo se le dislocó el hombro. Su madre enfermó grave, haciendo que pospusieran el viaje. Y cuando finalmente pudieron acercarse al lugar, ¡pum! Se les echa a perder el auto. Volvió a suspirar, el sudor perlándole la frente, y el ánimo por el suelo. Se giró para encarar al hombre del taller.
"¡Que descortés!", pensó, "podría haberse acercado al menos". Caminó hasta el mostrador. El rock sonaba fuerte, pero se percató de que el volumen disminuía y unos pasos se acercaban por detrás. Eren se giró y el otro hombre le causó un profundo impacto. Sus enormes bolillones verdes lo observaron desde las zapatillas negras, el pantalón de gabardina gris con bolsillos en los muslos, el cinturón de herramientas y la musculosa negra. Se venía limpiando la grasa de las manos con un trapo algo sucio.
—Buenas tardes —saludó Levi con ronca voz, Eren demoró tres segundos en responder.
—Hola, ¿qué tal? ¿Tú eres Levi? —el otro asintió, el de castaños cabellos dejó que su vista descendiera por su fornido cuello, escalara a sus labios y trepara por la respingada nariz—. Tengo un problema con el auto, ¿podrías revisarlo?
El mecánico comenzó a caminar hacia el carro con Eren por detrás como un cachorro. Cuando llegaron el muchacho le dio las llaves para que pudiera abrir la puerta y desde adentro apretar el botón que destrababa el capot.
—Antes de venir aquí, estuvimos en otro taller que nos quedó de pasada.
—¿"La rueda de Jhonny"?
—Eh, sí, ése. Bueno, el encargado del taller lo revisó y dijo que tenía el motor fundido. Pero Matheu, el señor del remolque, dijo que sería mejor escuchar la opinión de ustedes.
—Oh, ¿y cómo fue que el Gran Jhonny te dio ese diagnóstico? —preguntó levantado el capot y mirando adentro concienzudamente.
—Bueno, primero comenzó a calentar, luego a largar humo, enseguida lo apague y esperé el auxilio que lo remolcó a ese taller, ese tal Jhonny, lo miró por debajo, por donde perdía aceite, me dijo que había que rectificarlo porque el motor estaba fundido.
—Ajá, bueno la verdad que si solo le echó un vistazo por fuera, y por una fuga de aceite sacó la conclusión que estaba fundido, lo aplaudo de pie porque es un puto genio.
Eren sonrió naturalmente, mientras se rascaba la nuca.
—Nosotros, bueno, mis dos compañeros y yo, no tenemos idea de mecánica, excepto lo estrictamente básico.
—Escucha, si recalentó, con algo de suerte, se puede haber quemado la junta de tapa de cilindros, o no le pasó nada. Pero para salir de dudas y quedarte tranquilo hay que hacerle un exhaustivo chequeo. Para que tengas en cuenta: primero hay que restituirle el refrigerante, chequear el nivel de aceite y tratar de arrancar, se mide la compresión, nos fijamos si quema blanco (por los aros de aceite), si no golpea el motor —hizo una mueca con la mano para dar a entender su punto—, si lo sientes medianamente normal a lo que estás acostumbrado, habrá que hacerle dar unas vueltas, y fijarse entonces si perdió salida, potencia… Ahí podremos ver si quizás haya limado aros, pero solo después de estas pruebas se puede diagnosticar algo cercano. Desde ya te digo que hay que empezar por pensar que puede haber sido la junta de la tapa de cilindros, eso sería bastante simple, por lo que cruza los dedos para que solo sea eso. Pero también hay que tener en cuenta por qué calentó, no sea que se repita, porque entonces ahí sí puede descomponerse del todo. La verdad que magia en esto no hay, si no se revisa bien, no va. Y este oficio se presta desgraciadamente para estas cosas, ¿me explico?
—Sí, entiendo. Entonces, ¿puedes hacerle un diagnóstico completo para saber qué tiene?
—Mira, eh…
—Eren.
—Eren, tengo que terminar con un trabajo que es urgente —miró el reloj de su muñeca—, son las dos y cuarto, cerca de las tres vuelve mi equipo, recién entonces podríamos empezar a chequearlo. Si estás apurado, te puedo recomendar otro taller, queda a unos diez kilómetros de aquí, "Chapas Clay". Ellos siempre tienen personal disponible.
—Uf, entre llamar de nuevo al remolque y lo que nos saldrá trasladarlo otra vez, prefiero esperar. Matheu dijo que ustedes son los mejores del pueblo.
—No sé si seremos los mejores, pero puedes estar seguro que no te vamos a estafar. Si es la tapa de los cilindros, las cambiamos y asunto arreglado. Si es algo más, prepara la billetera porque te va a salir caro. Te advierto que no somos los más económicos, pero con seguridad te daremos garantía de nuestro trabajo.
—Entiendo. Confiaré en ustedes, Levi. ¿Te molesta si me quedo por aquí hasta que llegue tu equipo?
—No. Yo tengo que terminar con el otro trabajo, si quieres pasa al taller, no tenemos aire acondicionado pero al menos no te va a achicharrar el sol.
—Gracias —Eren volvió a seguirlo.
—¿Agua fresca?
—Sí, te lo agradecería.
Levi fue a la cocina y trajo una botella de vidrio con agua helada junto a un vaso. Se los dejó en el mostrador y miró de reojo la insignia de la minera "Campo Sagrado" en la camisa blanca del otro.
—¿Trabajan para la nueva minera?
—Sí, estamos en el equipo de exploración y análisis del suelo. Armin, uno de mis compañeros, es ingeniero geológico y tiene posgrados sobre minearología. Jean es ingeniero agrónomo y además tiene experiencia en geofísica, y yo soy geólogo, con especialización en sismología e hidrología. Como verás nos apasionan las ciencias terrestres.
—Ah, suena complicado —fue todo lo que acotó Levi mientras se acostaba en la camilla de plástico con ruedas que estaba en el piso y se metía debajo el auto que reposaba en uno de los elevadores. Eren se acercó con el vaso en la mano para seguir conversando.
—Llegamos hace dos días, y hoy nos tocaba hacer un estudio de campo en las salinas de Urcados. Pero al parecer nuestro auto no es el adecuado para estas travesías.
—Bueno, la verdad es que con esas pendientes y la altura es sobre exigirle demasiado. Deberían ir pensando en cambiarlo por una pick up o una camioneta con mayor tracción.
—Lo haremos, pero la verdad es que nos hemos recibido hace unos tres años, y esta es la primera vez que vamos a trabajar para una empresa de primera línea. Estamos muy emocionados —comentó con notable entusiasmo en su tono de voz, luego hizo una pausa mirando alrededor y continuó con la charla—. En el supuesto caso que el motor se haya fundido… ¿qué se debería hacer?
—Depende de cuánto sea el daño; si se ha partido la biela, el motor no sirve para nada salvo sus partes particulares, ya que la biela siempre termina rajando la camisa del cilindro o agujereando el cárter. Si llega a estar fundido, se revisa todo minuciosamente, lo que pueda estar dañado por dentro y por fuera, como los aros del pistón, rulemanes, el pistón en sí, la biela, o alguna rayadura en la camisa del cilindro, las válvulas, las juntas, todo eso. Para reparar el cilindro se rectifica o remecaniza el bloque con un torno, que es una máquina que tiene una mecha o broca calibrada por láser, y se usa con una computadora a la cual se le da la orden de cuantos milímetros o centímetros se quiere tornear, entonces se los pule hasta que queden suaves. Después, los pistones, aros, seguros, rulemanes y juntas se cambian todos por unos nuevos. Pero como te dije, hay que hacer los chequeos necesarios para descartar cualquier hipótesis.
—Wow… eso es… chino básico para mí —dijo riendo nervioso—. En el peor de los escenarios, ¿en cuánto tiempo puede estar listo?
—No te voy a mentir, tenemos bastante trabajo para esta semana. Si se fundió, y si aceptan el presupuesto, con mucha suerte podría estar para dentro de unos… mmm, nueve o diez días.
—Joder.
—Estas cosas llevan su tiempo. Pero conozco un tipo que por un precio bastante aceptable puede hacerles los traslados necesarios hasta que la máquina quede lista.
—De acuerdo, te lo agradecería.
—Igual, no seas pesimista, hay que hacer un análisis profundo para saber bien con qué estamos tratando.
Levi salió de debajo del auto, se incorporó y se fue a buscar unas pinzas más acordes para los ajustes que estaba haciendo. Cuando pasó cerca de Eren escuchó un gruñido proviniendo de su estómago. Lo miró enarcando una ceja.
—Lo siento, es que… aún no almorcé.
—Mmm, creo que quedaron unas rodajas de pizza de ayer en el refrigerador. Si no te molesta la comida recalentada puedo darle un golpe con el microondas.
—No, por favor, no quiero causar molestias, más tarde iré a com- ¡gooaaaaammmm!
—Ya vuelvo —dijo Levi con su normal apatía.
Eren quería que se lo tragara la tierra. Sus ojos se pegaron a la espalda del más bajo apreciando toda su bien formada anatomía y se mordió el labio inferior inconscientemente. No era de piedra, y ese hombre, ¡wow! No podía dejar de seguirlo con la mirada. Regresó con tres generosas y enormes rebanadas de pizza en un plato blanco que dejó en el mostrador junto a unas servilletas de papel.
—Oh, gracias, lamento las molestias.
—No te disculpes tanto. Además sé muy bien lo que se siente ser "el nuevo del pueblo" y tener hambre.
—Déjame que te lo compense —dijo Eren sacando su billetera, pero Levi negó con la cabeza.
—No, ni se te ocurra. Es un simple favor. Guarda tus billetes para la reparación, te harán falta. Ahora te dejo, por allí, la segunda puerta a la izquierda está el baño. Si necesitas algo más me avisas —y regresó para continuar su labor.
Eren se sentó en una banqueta alta mientras devoraba los pedazos de pizza. Desde allí admiró las redondeadas formas de los músculos de sus brazos, la concentración al realizar su trabajo. El ruido de las herramientas mezclándose con la letra de "Other side" de los Red Hot Chili Peppers. Esa canción le gustaba. Siempre que hacían viajes el gran problema a bordo era la música. Jean era más bien de las canciones latinas cachondas, reggaetonero y cumbiero, mientras que Armin era extremadamente clásico y del pop. Por lo que ya habían diseñado un sistema de turnos para no sacarse los ojos por el manejo del estéreo. A Eren le iba el rock y un poco la onda de lo dark y gótico.
Su último novio, Tobías, tocaba en una pequeña banda, tenía una onda punk muy cool, y Levi se lo recordaba un poco, aunque para ser honestos el atractivo físico del mecánico era mucho mayor. Por algún motivo siempre se terminaba enredando con tipos fríos y parcos de carácter, jamás supo por qué sus inclinaciones respondían a ese tipo de personalidad, pero así era. Se preguntó si Levi sería gay, y deseó que realmente fuera así.
Terminó de comer y se fue al baño para orinar y refrescarse un poco. Ellos venían del sur, no estaban acostumbrados a tanto calor. Cuando regresó el equipo de Levi estaba entrando al taller y saludando. Hanji codeó con poco disimulo a Levi.
—Ya veo por qué no quisiste venir a almorzar con nosotros, ¿haciendo citas a escondidas?
El muchacho levantó una ceja, luego la codeó fuerte para que se mantuviera en su lugar.
—Eren, mi equipo de trabajo, Hanji, Moblit y Gunter. Chicos, él es el dueño del Ford Focus de afuera. Lo revisó el Gran Jhonny.
—¿El viejo sabandija? —largó la mujer y Moblit trató de contener una risa.
—Oigan, más respeto. Como sea hay que hacerle una revisión profunda. Yo estoy terminando con al Corvette, Moblit y Gunter sigan trabajando en la Hilux y sus asientos, así que Hanji, lo dejo en tus manos.
—Muy bien, vamos Eren, préstame la llave.
Ambos se fueron hacia el auto, Moblit miró de reojo a su novia, como advirtiéndole que se comportara. A Levi esa actitud le llamó la atención pero no dijo nada.
Luego de un buen rato de revisiones y mediciones, Hanji habló al fin.
—Mira Eren, tenemos como para unas dos horas más de pruebas. Si quieres puedes volver para las cinco, yo creo que para entonces ya podemos tener un diagnóstico parcial.
—Bien. ¿Podrías llamarme un taxi, por favor? O si tienes un número para que yo llame…
—Sí, claro, de inmediato.
Eren se retiró, mandó un mensaje a sus compañeros de que se iba a descansar al hotel. No le respondieron, pero no le prestó importancia. Tal vez Armin estaría emocionado con alguna biblioteca o casa de electrónicos. Llegó al hotel y después de una rápida ducha y cambio de ropa, cayó en peso muerto sobre la cama.
Cuando regresó, Hanji estaba en el asiento del conductor, mientras Levi estaba mirando el motor y haciéndole señas con la mano.
—Hola, ¿cómo están?
—Yoy, Eren. Aquí, probando el acelerador —humo blanco comenzó a salir, Levi no reparó en él.
—¿Y qué parece?
—Déjalo esta noche —dijo Levi cerrando el capot—. Hicimos algunos chequeos. No tengo un diagnóstico completo, pero parece un poco desnivelado, eso ocurre cuando los metales internos del motor se deforman por exceso de calor, por falta de agua o de lubricante, haciendo que la cabeza del motor se deforme, así como las bielas. Por eso produce ruidos raros, propios de un motor con fierros deformados, y pérdida de compresión en los cilindros por el tema de la cabeza deformada. Entonces luego hay pérdida de potencia, y el paso de aceite a la cámara de combustión es lo que produce que empiece a salir el humo.
Eren asentía como si entendiera de lo que Levi le hablaba, aunque en verdad estaba completamente perdido. Hanji se rió, acercándose.
—No te preocupes, Eren. Levi tiene un sueño frustrado de ser docente, por eso se detiene a explicar con tantísimo detalle cada pequeña cosa que sucede en el motor, aunque ya le dije hasta el cansancio que a la gente eso no le interesa.
—Él dijo que no conocía de mecánica, sólo intentaba que se ilustrara un poco en el tema —se defendió el de negros cabellos.
—Más que ilustrarlo lo estás agobiando.
—No, Hanji, en verdad me intriga esto. Es verdad que sé poco y nada, pero es nunca había conocido a una persona que trabajara con tanta pasión en mecánica. Me hace dar ganas de conocer un poco más al respecto —la mujer abrió grande los ojos, mientras una enorme sonrisa le surcaba el rostro.
—Y deberías aprender, para que la próxima vez no te estafen en un taller —reforzó su punto Levi, echándole una mirada de advertencia a su colega.
—Bien, sacaré algunas cajas con herramientas que vamos a necesitar y dejaré el auto al cuidado de ustedes.
—¿Tienes en qué llevarlas al hotel, alojamiento, residencia…? —preguntó Hanji.
—Estamos en un hotel. Llamaré un taxi en todo caso.
—¿En qué hotel te quedas? —siguió indagando la mujer.
—En "Maiden Rose".
—Oh, Levi va ahora al gimnasio que está justo enfrente, ¿podrías acercarlo, enano?
El aludido levantó la cabeza y la miró con molestia.
—No, no, por favor, no quiero ser una complicación. Ya mismo llamaré un taxi —adujo Eren nervioso mientras manoteaba el celular del bolsillo de sus vaqueros.
—Deja eso. La anteojuda tiene razón, iré al gimnasio, en verdad no me cuesta nada darte un aventón. Primero guardemos tu auto y luego pasemos las cajas al mío —exclamó señalando un Toyota Yaris color negro con impresiones en los bajos de color naranja simulando llamas.
Entre los tres empujaron el Ford hasta meterlo dentro del lugar. Mientras llevaban las pesadas cajas, se sintió una bocina provenir de la calle.
—Me voy, gente —saludó Hanji corriendo a tomar su mochila, ni siquiera se acercó a Levi que la fulminaba con los ojos, por lo que sacudió la mano y corrió al auto de Moblit. Ya nadie quedaba en el taller, excepto ellos dos.
Terminaron de sacar todo, incluso dos bolsos con ropa, y mientras Eren seguía disculpándose, Levi cerró el local. Subieron al auto y antes de arrancar el más bajo puso un poco de Aerosmith, de su disco Nirvana. Adentro el coche era una belleza. El tablero había sido modificado, y el sonido envolvente parecía abrazar desde todos los ángulos.
—Linda máquina —acotó Eren sonriendo complacido.
—Sí, todavía no tiene todo lo que me gustaría, pero calculo que en unos, dos años ya le habré hecho todas las modificaciones que quiero.
Eren repasó con su dedo un sticker sobre el tablero que rezaba "Gata Negra" en letras verdes y aguamarinas con bordes plateados.
—Así se llama —el moreno enarcó una ceja—. El auto —aclaró Levi.
—Oh. Vaya. Nunca se me hubiera ocurrido bautizar el mío.
—Es parte de mi obsesión por las ruedas. Este auto significa mucho para mí.
—Genial, yo también tengo una colección de piedras que son muy importantes —Levi lo miró de reojo—, piedras, ¿entiendes?, como soy geólogo…
—Sí, la capté —respondió apático y a Eren se le desmoronó la sonrisa. Pero pronto estuvo admirando con mucha cautela el perfil del mecánico. Era un hombre realmente hermoso.
—Por casualidad, ¿sabes de algún departamento que se esté rentando?
—La verdad no, pero mi madre tiene una amiga que es dueña de una inmobiliaria conocida. Le pediré que me averigüe.
—Genial, si sabes algo, por favor escríbeme o llámame, ¿ok? —Eren le tendió una tarjeta personal y Levi la agarró para guardarla en el bolsillo de su pantalón.
—¿Van a quedarse mucho tiempo?
—Bueno, nuestro contrato es por cuatro meses. Con posibilidad de extenderlo a seis. Luego para el otoño la actividad cesa un poco, pero ya veremos para entonces qué necesidades tiene la empresa. Estamos conociendo el lugar, parece tranquilo, pero no sé si me gustaría quedarme a vivir. Extraño un poco mi ciudad, sobre todo el clima y mi familia.
—¿De dónde eres?
—De Trost.
—Oh, ya veo. Si no te gusta el calor, vas a tener problemas aquí. Aunque yo me acostumbré bastante rápido.
—¿Eres de otra ciudad?
—Sí, nos mudamos hace unos… ocho o diez años más o menos. Es un pueblo chico, muchas cosas son difíciles de conseguir, pero dentro de todo la gente es pacífica y no se anda metiendo en la vida ajena. Al menos no me han dado problemas hasta ahora.
Eren frunció un poco el ceño con duda, pero prefirió no indagar, no había suficiente confianza como para tocar ciertos temas. Llegaron al hotel, eren llamó a sus compañeros que se conocieron finalmente con Levi. Descargaron las cajas y los bolsos, y luego de estacionar en otra parte, el compacto hombre se fue a su entrenamiento diario.
—¿Dónde se perdieron, par de mamones? —preguntó Eren mientras habría una lata de coca light.
—Armin se fue a comprar unas memorias y que se yo que otras cosas para su mega PC, yo me fui a comprar un par de nuevo botines para los estudios de campo. ¿Y tú qué, bastardo? ¿Acaso hiciste algo más productivo en el día más que mirarle el culo con descaro a ese enano de cara aburrida?
El rubio se carcajeó un poco, mientras tecleaba veloz en su notebook.
—¿Qué pasa, equino? ¿Estás celoso?
—Admito que Jean se divierte molestándote —se metió Armin para evitar la tercera guerra mundial—, pero tú admite que eres bastante evidente cuando alguien te interesa.
Eren bebió un sorbo, y luego tomó su carpeta para buscar parte del informe que tenía que terminar. Se rascó la nuca y luego levantó la vista hasta la dulce de su amigo.
—¿Se notó tanto? —preguntó en voz baja para que Jean no lo martirizara luego con sus bromas.
—Más o menos. Pero es bueno ver que alguien te interese para variar. Es hora de dejar a Tobías en el pasado, y lo sabes. ¿Levi es gay?
—No tengo idea. Y si lo es, no parece que yo le caiga muy bien, ja.
—Bueno, date tiempo, es el primer día que se conocen, quién te dice y la chispa del amor nace —lo alentó guiñándole un ojo.
—Sí, perro, tal vez si te lo follas nos haga un descuento —se burló Jean a sus espaldas, Eren rodó sus ojos y se concentró en su trabajo. Había sido prácticamente todo un día desperdiciado y no podía atrasarse con eso.
—X—X—X—
Hanji se apareció con los vasos térmicos y los pedidos de todos. Un mocachino para Moblit, un café con dulce de leche para Gunter, una leche chocolatada para ella, y un frapuchino para Levi.
—Café helado, sólo tú le encuentras el gusto a esa porquería —dijo la mujer alcanzándole el vaso.
—Cada cual con sus gustos.
—Y hablando de gustos —exclamó sonriendo con picardía y mirando al resto para que se acoplaran a su plan—, parece que uno de nuestros clientes anda bastante interesado en el jefe.
—¿Ah? —Levi la miró desconcertado, para luego beber un trago de su vaso.
—Bueno, es un hombre bien parecido, ¿no? —le consultó Gunter.
—¿De quién hablan? —indagó Levi realmente confundido.
—¿Todavía sigues dormido? —increpó Moblit—. Hablamos de Eren, el cliente de ayer.
—¿Qué con él?
—¡No te hagas! —largó Hanji—. Te estaba comiendo con la mirada. ¿No te dijo nada cuando se fueron al hotel?
—¡¿Se fueron a un hotel?! —exclamaron asombrados al mismo momento los otros dos.
—Ya, cálmense, solo lo acerqué al hotel donde se está quedando con los compañeros, tenía que llevar un montón de cajas con herramientas y qué se yo que más. Dejen de hacer volar su imaginación, solo le hice un favor, y les diré más, Hanji fue la que prácticamente me obligó a ofrecerle el aventón, "el gimnasio de Levi está frente a tu hotel" —dijo imitando su voz.
—Oh, me emocioné al vicio —dijo Gunter mientras se sentaba en una banqueta.
—Ya, Han, en serio, deja de dártelas de cupido, no necesito tu ayuda o la de nadie. Además, ¿un hombre? ¿Qué tienes en la cabeza?
—Bueno, es cierto que solo te conocí dos novias nada más, pero no niegues que hubo tipos en tu vida que te gustaron muchísimo.
—Jhonny Deep no cuenta, es un puto actor —se defendió Levi mientras prendía la notebook.
—Por algo se empieza. Además, las mujeres fueron unas perras contigo, tal vez ahora deberías explorar otros horizontes —agregó Moblit apoyándose en la barra.
—Mmm…
—Tiene una mirada muy dulce, y no me niegues que tiene unos ojazos que enamoran —agregó Hanji.
—Hey, ya afloja con los piropos a ese tipo —le advirtió Moblit.
—Solo estoy haciendo que el jefecito se concientice de las posibilidades.
—Ya basta, deja de llamarme de ese modo. No se metan en mis gustos personales, por favor.
—Es que tus gustos apestan —acotó Hanji que se estaba terminando su bebida.
—Gunter, ven conmigo, vamos a terminar de chequear ese Ford. Hanji, llama al tipo de la Corvette, que te confirme que se la lleva al mediodía, ya está lista. Moblit, empieza con la reparación de la chapa del Clío. Por cierto, hoy llega un pedido a las dos, necesito que alguno se quede para que me ayude con el control, la carga de stock y para ordenarlo en el depósito.
—Yo me quedo —se ofreció Moblit.
—Genial. Voy a pedir unas costeletas con ensalada, ¿te apuntas?
—Sí, perfecto. Mmm, mejor con puré de papa y zapallo.
—Hecho. Bien, vamos que la mañana se va rápido.
A eso de la una Eren hizo acto de presencia. Levi le había mandado un mensaje para decirle que ya tenían el diagnóstico. Efectivamente el motor estaba desnivelado. Esta vez Levi les explicó a los tres todos los procesos necesarios. Les pasó por escrito un presupuesto con la mano de obra y todos los repuestos necesarios.
A Jean casi se le baja la presión, le terminaron dando un vaso de agua con azúcar. Armin estaba muy serio también. Eren habló con Levi para ver la posibilidad de una financiación o pago con tarjeta de crédito.
—Mira, Eren, podrías comprar los repuestos con tu tarjeta de los proveedores que trabajan conmigo on line, en cuanto a la mano de obra… Supongo que Hanji me puede ayudar. No sé, podría como mucho hacértelo en tres pagos.
—Gracias, Levi, en verdad sería una gran ayuda para nosotros.
—Bien, entonces tenemos un acuerdo. ¿Tienes tu tarjeta de crédito aquí? Mientras antes hagamos la compra de los repuestos, más pronto podremos iniciar la reparación.
—Sí, claro —Eren lo siguió al mostrador, donde Levi le mostró la selección de los repuestos en una página web de un proveedor de otra ciudad.
—Salen igual que los de aquí, pero el material es más resistente y las terminaciones con más precisas. Como te había dicho, la reparación tendrá una garantía de tres meses, siempre y cuando sigan nuestras indicaciones.
—Lo haremos.
—Oh, por cierto, te pasaré un contacto, se llama María Ángela Muralla, es la dueña de la inmobiliaria que te había mencionado. Le dijo a mi madre que tiene un par de departamentos económicos que tal vez sean del interés de ustedes —dijo tipeando en su celular.
—De nuevo, muchas gracias, la verdad es que necesitamos encontrar pronto un lugar donde quedarnos, el hotel es lindo, pero necesitamos más espacio de trabajo.
Conversaron un poco más, mientras Levi le hablaba de las zonas del pueblo que serían más seguras para vivir, a la vez que hacía las compras de los repuestos con la tarjeta de Eren.
—Muy bien, con eso terminamos —agregó cerrando la página, no sin antes mandar a imprimir la orden y los comprobantes de pago.
—El primer pago de la mano de obra, te lo podemos hacer el próximo lunes, ¿está bien?
—Bien, perfecto. Pásame tu email, te enviaré los datos de la cuenta bancaria para que puedas hacer el depósito.
—matatitanes.2000
—Ajá, ok, listo, ahí te pasé los datos. Cuando hagas la transferencia, me avisas.
—De acuerdo.
—Oigan muchachos —se acercó alegremente Hanji junto a los compañeros de Eren, y Levi la miró fijo como advertencia de que no se fuera de boca con alguna de sus locuras—, la semana que viene festejaré mi cumpleaños, ¡cumplo los treinta! Y antes que me agarre la depresión de las tres décadas, quisiera hacer un buen fiestón. ¿Les gustaría venir? Habrá muchas bebidas, hot dogs y papas fritas.
—Yo me apunto —aceptó casi de inmediato Jean.
—Será bueno socialmente para que podamos integrarnos mejor en el pueblo —acotó Armin.
—¿Tú irás Levi? —preguntó Eren de una manera muy natural, y las miradas volaron de un lugar a otro.
—Tch. No tengo remedio, es mi mejor amiga.
—¿Entonces los apunto a los tres? —preguntó Hanji emocionada.
—Sí, está bien, ¿qué debemos llevar? —consultó el moreno.
—Bueno, pueden colaborar con refrescos y pan para los hot dogs, el resto lo tengo cubierto. Le diré a Levi que te pase la dirección, lo haré el próximo viernes, empezaremos a eso de las nueve.
—Mejor los pasaré a buscar —se ofreció Levi—, es un jodido laberinto para llegar a su casa.
—Genial —aceptó Jean.
—Bueno, si llegamos a mudarnos o algo, yo te aviso por mensaje —aclaró Eren mirando al mecánico.
—¡Super! Tengo la impresión que será la mejor fiesta del mundo —exageró Hanji con los ojos brillando, el clima era ameno y divertido.
—X—X—X—
"Corrió con todas sus fuerzas, pero de la nada esa sombra oscura se le arrojó por un costado, haciendo que trastabillara y rodara por el duro suelo lleno de pequeñas piedras afiladas. Se hizo algunos cortes en las manos, y los sintió acomodándose a su alrededor. Sus gruesas voces, como cuchillos, susurrando burlas constantes, carcajadas soeces.
Intentó ponerse de pie, pero una feroz patada en su abdomen hizo que su cuerpo se doblara, parecía como si su estómago se le hubiera agolpado en la garganta. Se sintió asquerosamente débil. Tomó un puñado de piedras apretando los dientes y se los aventó a la cara, para girarse y huir de nuevo. Le agarraron de los largos cabellos y tiraron hacia atrás, su espalda golpeó con dureza el piso, quitándole todo el aire, haciendo que exhalara un gemido de dolor.
Cold se sentó encima de su estómago, mientras los otros dos le sostenían los brazos, uno cada uno. Dolía. Dolía el miedo que producía que su respiración fuera la de un conejo asustado. Acorralado.
—¿Sabés que te hace falta? Una buena verga que te haga gemir…
Sus secuaces se carcajearon de una manera grotesca, Levi le escupió un gargajo directo a la cara. Cold le dedicó una mirada llena de odio, resentimiento, y sin mediar palabra alguna, le asestó una trompada muy fuerte, que lo aturdió por completo. Sintió que la boca se le llenaba de saliva y sangre, cayéndose los líquidos por una de las comisuras de sus labios.
Taparon su boca, mientras Cold levantaba su ropa hasta las clavículas y tocaba todo a su paso.
Impotencia.
Las lágrimas saltaron, mientras sus gritos eran sofocados; él que nunca lloraba ante nadie, estaba hecho un manojo de nervios y lágrimas que ardían.
—Deja de luchar, no te servirá de nada. Hoy haremos lo que nos plazca contigo."
Se cayó de la cama con un golpe seco, el cuerpo tiritando. A los pocos segundos la primera alarma programada comenzó a sonar. Levi la apagó. A duras penas se sentó en la cama. Abrazó una de sus almohadas y lloró un poco. Otra vez esa eterna pesadilla, esos recuerdos imborrables, esas sensaciones tan desagradables.
Cuando al fin se pudo calmar un poco. Se puso de pie y fue a arreglarse a su baño. Luego sacó una de las jeringas estériles de su cajón, trajo una ampolla del pequeño refrigerador que tenía allí. Preparó la inyección y se la colocó cerca del ombligo. Ese pequeño ritual siempre lo llenaba de fuerzas para poder continuar. Se paró frente a su espejo, ese de media luna en una de las puertas de un ropero de roble que tenía en el amplio cuarto. La luz del amanecer alejando la oscuridad.
—Eres fuerte ahora, el más fuerte de todos. Y ellos… ellos van a pagar, tarde o temprano… pero pagarán por todo…
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By Luna de Acero… satisfecha…
