Disclaimer: Todas las referencias al libro Encanto Fatal pertenecen a Melissa Marr. Sólo los sentimientos son míos (aunque, con esto de los impuestos, parece que ni eso…)
Nota: Mi primer fic de Encanto Fatal (este libro me tiene traumada, really). Así que me incursiono en el fandom con mi personaje favorito: Donia. En este corto drabble narro sus sentimientos cuando Aislinn toma por fin el báculo y se convierte en la Reina Del Verano. Enjoy! (462 palabras)
Una cosa era saber que él había hallado por fin a su reina perdida; y otra muy distinta, las emociones que acarreaba saberlo. Pero aquello era lo que debía ocurrir, lo mejor para todos. Por fin el mundo álfico tenía una nueva Reina Del Verano. Una sabia y bondadosa soberana que compartiría junto a Keenan el trono por el resto de la eternidad.
Y aun así no estaba feliz. Desde aquel fatídico día en el que se convirtió en la Dama Del Invierno pasaba todas las noches sola en su casa, pensando en Keenan, en lo que pudo haber sido pero no fue. Fantaseando sobre ese momento que recordaba perfectamente, porque todos los días pensaba en él. Imaginando que al momento de tomar el báculo todo hubiese resultado diferente. Idealizando su rostro cálido, su piel dorada, su cabello rubio, sus rayos de sol. Soñando haber escuchado la alegría y la emoción de todos los elfos que presenciaban el evento. Estando con Keenan para siempre.
No era justo, maldita sea, no era nada justo. Donia lo había amado con todo su ser, lo había adorado, idolatrado. No dudó ni un segundo en arriesgarlo todo por él, por su reino. Y por eso había estado ahí, consumida por el frío, con los labios azules y la cabellera invernal intentando devolver el tiempo y cambiar su destino. Maldiciéndose a sí misma por tonta, por ingenua, por haber creído ciegamente en aquel que parecía ofrecerle todo a cambio de su amor. En cambio ella, Aislinn. Ella lo tenía todo. Tenía calor, felicidad, un reino entero. Tenía a su mortal, y también tenía a Keenan. Cuando todo lo que había hecho había sido nacer. Sí, esa suerte con la que nacen algunos había sido lo único necesario para ganarse todo eso y más. Esa suerte que Donia no había recibido, y que la había obligado a pasar demasiado tiempo entre un profundo frío que hubiese matado a cualquier otro y a vivir siempre entre Beira y Keenan, impulsada por el miedo hacia ella, y por el ardiente amor que aun le tenía a él.
Sonrió tristemente hacia la pareja que giraba y bailaba feliz en el centro. Adios, Keenan. Pensó. Salió del claro con paso lento y silencioso y cerró los ojos mientras una cálida lágrima – la primera en décadas – rodaba por su mejilla. No odiaba a Aislinn, no, en realidad le estaría eternamente agradecida por haberle devuelto la calidez. Sólo guardaba hacia ella una profunda envidia inevitable por ser todo lo que ella siempre quiso ser… Pero eso ya pronto acabaría, porque Beira siempre cumplía su palabra.
Dio un paso al frente para observar el lejano cielo y vio a los guardias de la Reina Del Invierno en la lejanía.
Sí, las cosas ya pronto acabarían.
N/A: Me odias? me amas? Crees que arruiné el fandom? Pues dímelo! Deja un review y pon una sonrisa en mi rostro ;P. Ahora, después de esta breve interrupción de mi lectura para escribir un fic (fue inevitable hacerlo, really) tengo que seguir leyendo para saber qué pasa al final *sale corriendo a buscar su libro*
PD: YAY! inauguro este fandom en español ;P
