Más de cien años han pasado desde que los Reploids legendarios, X y Zero, detuvieron a los Mavericks de esclavizar a los humanos. En aquella guerra, conocida como las Guerras Maverick, millones de personas y Reploids inocentes murieron. El mundo quedó devastado cuando la gigantesca colonia espacial Eurasia colisionó con la Tierra. El mundo dejó de ser un lugar hospitalario. A consecuencia de la guerra, miles de Mecaniloides pasaron a deambular por el mundo. Cuando se encontró la manera de detener al virus Sigma, por medio de la Madre Elfo, muchos creyeron inevitable la desaparición de los Mavericks. El mundo habría tenido paz, de no ser por las Guerras Ciber-elfo, en las que la Madre Elfo fue modificada y sus poderes pasaron a ser usados para esclavizar a los Reploids. En la cadena de batallas, el 90% de los Reploids y 60% de los humanos perdieron sus vidas. Una vez más fueron X y Zero quienes salvaron al mundo. Zero, sin embargo, desapareció sin dejar rastro una vez que el conflicto acabó. X creó Neo Arcadia, una metrópolis protegida del exterior hostil por un domo; una verdadera utopía en la que los humanos y Reploids finalmente podían coexistir en paz. Es en Neo Arcadia donde comienza esta historia, a la sombra de una nueva amenaza que podría sumir al mundo devuelta al caos.
Dudo, por lo tanto pienso, por lo tanto soy. Zeta, Reploid de Neo Arcadia de alto rango, estaba por reafirmar aquello que los miembros del Escuadrón Zan'ei consideraban su lema no oficial. No obstante, en aquél momento eran otras cosas las que ocupaban su mente.
Se había enterado de que su padre, el renombrado Dr. Bertram, había caído enfermo y se encontraba confinado en su hogar, intentando recuperarse. Zeta decidió visitarlo, porque sentía que se lo debía. El Dr. Bertram no tenía familiares directos, pero siempre había tratado a sus creaciones como quien trata con sus hijos; y como sea, Zeta tenía mucho tiempo libre ese día.
El Dr. Bertram vivía en un edificio compartido. Su cuarto era el número 8521, lo cual espero que sea un buen indicativo del tamaño de dicho edificio.
El número 8521 parecía más un laboratorio que una vivienda, con aparatos electrónicos por doquier y cables que hacían difícil caminar sin tropezar. El Dr. Bertram estaba acostado, pero claramente no estaba descansando; tan pronto como vio a Zeta entrar, dio un toque a su extravagante cama y ésta levantó su mitad superior para convertirse en una especie de trono. El Dr. Bertram miró a Zeta con una mirada que denotaba cansancio. Era comprensible, dado que recientemente había cumplido 130 años.
"Zeta, cuánto tiempo sin verte; no has cambiado nada."
"Desearía decir lo mismo de usted," respondió el Reploid, dejando escuchar por primera vez su voz. Posiblemente a causa del casco que cubría por completo el rostro del Reploid, sus palabras sonaban distorsionadas y de un tono tan grave que resultaba intimidante. Su voz podía ser descrita fácilmente con una sola palabra: inhumano. "Escuché que sufrió un ataque al corazón."
"Preferiría no recordarlo."
"Entonces no lo presionaré."
Y sin embargo, aquello era lo único en lo que Bertram pensaba. El doctor seguramente se percató de aquello, porque inmediatamente después aclaró:
"La muerte me causa pavor. Temo por lo que podría ocurrirle al mundo de no encontrar una cura para el mal del mundo. ¿Sabes de qué estoy hablando Zeta?"
Zeta se lo pensó un rato.
"¿Tiene algo que ver con los Cristales de Energía?"
"Vaya, adivinaste a la primera."
"Es porque estoy al pendiente de lo que usted hace con su tiempo."
El Dr. Bertram tomó un tiempo para recuperar el aliento. El acto de hablar era sumamente agotador, pero él quería continuar.
"Nos hemos encariñado demasiado con una fuente de energía no-renovable, y nos hemos vuelto tan indiferentes a las leyes del universo, que éstas nos han tomado desprevenidos," le dijo a Zeta. "El Señor X ha hecho un buen trabajo desviando la atención de los Neo Arcadianos a otra parte. Me alegra que tú seas capaz de pensar más allá."
"X posiblemente está consciente del pánico que surgiría si todos nos percatáramos de que dentro de unos años podríamos retroceder al siglo veinte. Mantener a su gente tranquila evadiendo la verdad... eso es algo que cualquier líder se sentiría tentado a hacer."
"He dedicado los últimos años de mi vida a encontrar una fuente de energía que reemplace a los Cristales de Energía, pero la tecnología actual es insuficiente para realizar mis estudios de forma adecuada. Y sin embargo, el universo está en constante movimiento y no espera a los que se quedan atrás"—el Dr. Bertram rio—"después de más de un siglo de guerra; después de todo lo que el Señor X y Zero lucharon por la coexistencia de humanos y Reploids, y sin embargo, parece que es obligatorio que uno muera para que el otro viva. ¿Quién hará el sacrificio?"
"Los Reploids."
"No seas ingenuo. Ustedes valen mucho más que nosotros los humanos."
"No importa; en el peor escenario, me ofrecería como sacrificio para ahorrarle a la ciudad algo de tiempo. Estoy seguro de que otros harían lo mismo que yo."
"Temo que ese 'peor escenario' ya sea una realidad."
Si bien la charla entre el Dr. Bertram y su creación continuó—por rumbos más cotidianos y optimistas—es aquí donde corto la conversación porque es hasta aquí donde tiene relación con los eventos futuros de esta historia. Era mediodía cuando Zeta abandonó el hogar del Dr. Bertram y emprendió el camino a su siguiente destino.
La ciudad de Neo Arcadia lucía tan pacífica como siempre. La gente tenía considerable tiempo libre en un mundo en el que los Mecaniloides y los Reploids fabricados en masa absorbían la mayor parte del trabajo duro. Todos parecían conformes en esa sociedad. Y quizá era así hace tan sólo unos años. Después de aquella conversación con el Dr. Bertram, Zeta estaba convencido de que la utopía de Neo Arcadia estaba en decadencia.
Una pantalla ubicada en lo alto de un edificio dejó súbitamente de transmitir comerciales. Se sobrepuso un símbolo de X, al tiempo que una voz comenzaba a sonar por megáfonos ubicados en distintos lugares de la ciudad. Cuando aquella voz hablaba, Neo Arcadia escuchaba.
"¡Ciudadanos de Neo Arcadia! Considero sumamente relevante con respecto a su bienestar informarles que hace unos momentos, el Reploid RQ-21 escapó de prisión y se ha vuelto un prófugo de la justicia. Les pido a todos a partir de este momento ejercer suma precaución, especialmente aquellos del Área D-0952, donde fue visto por última vez el fugitivo. No es recomendable que participen en la búsqueda: RQ-21 está armado y es totalmente capaz de violar la primera ley de la robótica. Tengan la certeza de que RQ-21 será eliminado tan pronto como sea atrapado. Neo Arcadia no se apiadará de ningún Maverick, no importando sus motivos. Por favor, no se tomen a la ligera lo que les he dicho. Que tengan un día provechoso."
La pantalla en lo alto del edificio volvió a transmitir comerciales mientras que la gente retomó sus actividades. Pocos parecían preocupados por la noticia; era de esperarse, dado que el Área D-0952 estaba prácticamente del otro lado de la ciudad. Zeta, sin embargo, se sentía disgustado.
RQ-21. Zeta había leído sobre ese Reploid en las oficinas del Departamento de Investigación de Neo Arcadia. Los Ocho Jueces Gentiles habían ordenado su arresto bajo cargos poco fiables. RQ-21 no era el único: decenas de Reploids estaban siendo declarados Mavericks de la noche a la mañana y arrestados. Nadie los volvía a ver. Las palabras del Dr. Bertram resonaron en su cabeza; todo indicaba que los Reploids estaban siendo eliminados lentamente, y sin embargo, mientras más lo pensaba, menos sentido parecía tener. Era obvio que estaba todo relacionado a la crisis energética, ¿pero por qué X—un héroe que había abogado por la coexistencia de Reploids y humanos—habría de tomar el camino fácil? ¿Por qué destruir aquello por lo que había luchado por más de un siglo?
"¿Reploid, no puedes ver?"
Zeta alzó la vista. Viajaba a bordo de un tren de pasajeros que se deslizaba por la ciudad, evadiendo los edificios ágilmente. Aquél tren viajaba a gran altura, para no entorpecer la circulación de los vehículos que transitaban a nivel del suelo.
Zeta se percató de que quien le había hablado era un humano. "¿En qué puedo servirte?" le preguntó.
"Mira a tu alrededor. ¡Incomodas a la gente!"
Zeta se percató de que en efecto, los demás pasajeros, que en su mayoría eran humanos, lo observaban con temor.
"Quizá si dejaran de mirarme podrían ignorarme más fácilmente," dijo Zeta.
"¿Estamos en un maldito tren, hacia dónde quieres que miren?" respondió el humano, alzando la voz.
"La ciudad luce más bella que de costumbre este día," respondió Zeta asomándose por la ventana.
"¿Escucha, no quiero que se arme un pleito, de modo que podrías, por favor, salirte en la próxima parada? Les dimos piernas por algo; úsenlas."
De modo que Zeta abandonó el tren en la siguiente estación. Diez minutos después tomó otro que lo condujo el resto del camino que le faltaba para llegar a su destino.
La Fortaleza del General Phantom se alzaba amenazadora frente a Zeta. El edificio tenía un diseño que lo hacía sobresalir en el paisaje urbano, y la falta de color de las paredes de concreto oscuro hacía a uno pensar en los castillos de antaño. Un lugar adecuado para amparar a un Reploid tan temible como misterioso.
Los Pantheons que vigilaban la entrada miraron a Zeta unos segundos y le cedieron el paso. Zeta no se distrajo con nada y tomó un elevador para subir al piso más alto. En ese nivel no había ningún Pantheon que vigilara a los visitantes: el General Phantom no necesitaba protección. El piso se veía vacío y estaba bastante silencioso, salvo por un par de voces que charlaban más allá. La verdad era que nadie hacía mucho en esa planta, pero se decía que los miembros del Escuadrón Zan'ei discutían ahí sus planes futuros. Zeta aspiraba unirse a aquél grupo.
Más cerca, se percató de que una de las voces pertenecía a X, que no se encontraba realmente ahí: lo que veía de él era obra de un aparato que proyectaba imágenes holográficas. La otra persona que hablaba era el General Phantom. Zeta se les acercó sin vacilar—si Phantom no quisiera ser escuchado, Zeta probablemente ya estaría muerto. Phantom estaba inclinado ante la imagen holográfica de X, como quien se inclina ante su rey.
"...con ayuda del Escuadrón Zan'ei, estoy seguro de que el Escuadrón Jin'en podrá lidiar con los Mavericks con menos bajas," dijo X.
"Fefnir seguramente se sentirá ofendido, pero concuerdo con la decisión. Necesitamos estar preparados," respondió Phantom.
"Entonces eso haremos. Phantom, esta charla ha concluido. Y en qué momento tan oportuno. Veo que tienes compañía. Qué gusto verte, Zeta."
"Igualmente, señor," respondió Zeta.
"Imagino que tienen cosas importantes que discutir. No pienso entrometerme. Phantom, confío en que no me decepcionarás; Zeta, te deseo suerte en tu entrenamiento. Nos vemos."
Phantom esperó a que desapareciera el holograma de X antes de ponerse de pie. Miró a Zeta con esa expresión que lo caracterizaba, intimidante pese a que apenas denotaba emoción.
"Zeta, observa."
Del proyector apareció un holograma de un mapa sumamente detallado. En el centro de la imagen se veía la ciudad de Neo Arcadia. El Domo Edén señalaba sus fronteras. Más allá yacían kilómetros de territorios deshabitados tan variados como inhóspitos. Phantom desplazó al mapa hacia el Sureste hasta que Neo Arcadia se perdió de vista. Se detuvo en un punto, hiso un acercamiento y Zeta pudo apreciar con más detalle lo que parecía ser una ciudad en ruinas.
"La Ciudad Impura," dijo Zeta. "¿Encontraron algo de importancia ahí?"
"Eso no es algo que necesites saber. Zeta, te he dicho que observes."
Zeta se percató de que el mapa no era una imagen estática: había puntos, manchas, figuras, que se movían por las calles despobladas o los techos de los edificios decrépitos.
"Mecaniloides vagabundos," dedujo Zeta.
"Pocos lugares presentan tal número en un área tan pequeña."
"Entonces debe haber algo de importancia ahí."
"Es posible. O quizá sólo sea una coincidencia. Pero como dije, no es algo que necesites saber. No te llamé aquí para escuchar tus conjeturas. Tu misión es ayudar a eliminar a los Mecaniloides, nada más y nada menos. El Maestro X ha asignado a un puñado de Reploids para ayudarte, sin embargo, el éxito de la misión recaerá en ti."
"¿Era esto de lo que discutía con X?"
"No, aquello era sobre una misión mucho más importante, pero la tuya no será fácil tampoco. Zeta, en tus otras misiones has tenido la compañía de uno o varios Reploids Mutos, pero no será así esta vez: el Escuadrón Zan'ei tiene asuntos más importantes que atender. Me parece una perfecta oportunidad para ponerte a prueba. Has demostrado tu valor en el campo de batalla, pero eso no significa que sepas lo que implica ser un miembro del Escuadrón. Esta será tu prueba más difícil hasta el momento."
"¿Y si apruebo? ¿Qué obtendré?"
"El honor de formar parte de Zan'ei. Pero recuerda esto siempre: nosotros completamos la misión, o morimos."
Zeta nunca había estado más ansioso por entrar al campo de batalla. Sin embargo...
