Amor Imposible

El último año de preparatoria. Sonaba cruel, pero finalmente podría irme de mi casa y asistir a la Universidad. No es que mi casa fuera mala o algo por el estilo, pero mi madre, la cual era por cierto adoptiva, me sofocaba un poco. Además mi hermana, también adoptiva, y dos años mayor que yo, ya había decidido no ir al colegio y ayudaba a mi madre en el negocio familiar, el cual era un desayunador. Por las tardes vendía jugo, principalmente de naranjas y ya que en la casa nos gustaban las mandarinas y teníamos algunos árboles de esta fruta, pues también vendíamos algunas.

Al ir en camino rumbo a la escuela, me preguntaba si tendría compañeros o compañeras nuevas. El año pasado había llegado Vivi, una muchacha que, aunque menor que yo, estaba en mi mismo grado. Nos hicimos buenas amigas, pero luego todo eso quedó atrás. Estoy consciente que fue mi culpa, pero decidí no pensar mucho en ella.

En el camino me topé con un conocido. No era exactamente a quien deseaba ver, pero no iba a ponerme a llorar por eso.

- La escuela es para el otro lado, ¿sabías?

Refunfuñando, él me siguió a la dirección correcta. Ese chico alto y de cabello corto de color verde, se llamaba Zoro y nos conocíamos desde pequeños. Él era el compañero de clase que más sabía cosas sobre mí. Era algo desesperante y torpe, pero me agradaba que era honesto y no juzgaba a las personas. Cuando estábamos en secundaria, lo intentamos, pero no funcionó. Ahora sólo éramos amigos, aunque en la preparatoria, no era que pasáramos mucho tiempo juntos.

- ¿Y a dónde vas a ir, después de la preparatoria?

- Ya lo decidí, iré a la Universidad, y seré metereóloga. ¿Y tú?

- Creo que todavía no lo sé. Ya sabes que esto del estudio no es lo mío.

Extrañamente, vimos que el salón que nos tocaba, era el mismo del año anterior, a pesar de ya estar en el último semestre. Nos dirigimos ahí y elegimos nuestros lugares. Él, como siempre, se sentó atrás. Yo, por mi parte, hice casi lo contrario, elegí la segunda fila de asientos.

Ya había algunas personas por ahí. Tashigi, la chica con anteojos totalmente nerd. Ella estaba enamorada de Zoro desde la secundaria, por ello, yo no le caía demasiado bien, aunque últimamente no nos llevábamos mal. En realidad trataba de llevarme bien con la mayoría de los chicos y chicas del grupo, pero tampoco dejaba que se metieran en mi vida. Miré la banca en la que Vivi se sentaba, y sabía que ella ya no iba a volver más. También llegó Sanji, un chico rubio que no estaba mal, pero su actitud me hacía casi detestarlo.

- ¡Nami-swaan! ¿Cómo has amanecido, mi querida princesa?

- Déjame en paz – le dije. ¿Cómo se atreve a pensar que puede tratarme de esa manera? Tal vez era fría con él, pero era lo que se merecía. Además yo no era la única con la que él se portaba así, por lo que me parecía ridículo. De la misma manera, iba con Tashigi, con Pellona, una chica gótica algo loca. También coqueteaba con Bonney, una chica que comía muchísimo, pero increíblemente no engordaba. Yo solía pensar que todo se le iba a sus senos. A decir verdad, ninguna de las compañeras del salón, era fea, sino todo lo contrario.

- ¡No es tarde, no es tarde! - decía un chico que entraba apenas al salón. Supongo que esperaba encontrar a un maestro ya por ahí, pero no era así, a pesar de que ya era hora, ningún profesor había llegado todavía. Ese joven era Luffy, un chico infantilmente irresistible. Su amplia sonrisa siempre me causaba ternura, aunque no la suficiente como para que me atrajera. Es decir, era muy lindo, pero no era mi tipo, o al menos es lo que yo pensaba.

A pesar de mi frialdad, él siempre me saludaba efusivamente, y yo no podía hacer menos que responderle con una sonrisa. Justo cuando él se sentó, la directora del plantel, la profesora Tsuru, una anciana que manejaba la escuela a la perfección, entró junto a Kuzan, el profesor de matemáticas.

Luego de dar su acostumbrado sermón, al final dijo algo que me intereso, al menos medianamente - ...y al final del día, conocerán a la nueva profesora de Historia. Ya le he dicho que ustedes, Tashigi y Nami, son las mejores estudiantes de este grupo, por lo que seguro que se dirigirá con una de las dos si tiene algún problema.

Sin falsa modestia, pero sí era yo una buena estudiante. Tashigi era una "matada", yo era algo más natural, y si estudiara más, seguro que le ganaba a la de anteojos.

Los primeros días eran muy aburridos. Los profesores se dedicaban a dar sus criterios de evaluación y el tipo de exámenes que utilizarían, además del temario. La hora del receso fue solitaria la mayor parte. Me dediqué a comer un pequeño almuerzo que llevaba y me senté, sola. No esperaba tener compañía, no soy "señorita simpatía", sabía que no le caía bien a la mayoría del grupo, pero de pronto alguien llegó para estar junto a mí.

- No deberías de comer sola – era Luffy, quien se reía de extraña forma como siempre. Los hombres son algo tontos, creen que una no se da cuenta, pero era obvio que yo le gustaba a ese chico. No era que a mí no me agradara, era sólo que había algo que no me dejaba enamorarme de él, por eso yo solía pensar que no era mi tipo.

- Es que no me gusta verte sola.

- No te preocupes, no pasa nada, pero me gusta que estés aquí – le dije acercando mi rostro al suyo. Sí, tal vez era cruel de mi parte, pero yo le daba esperanzas, ¿por qué? Sencillo, me gustaba sentirme deseada de algún modo. Precisamente ese tipo de actitudes eran las que me alejaban de las personas. Yo misma me preguntaba cuánto tiempo debía de estar jugando con Luffy. Debía dejarlo en paz, pero simplemente no lo hacía, y sabía que algún día terminaría siendo odiada por él, o al menos algo parecido.

Luego de pláticas triviales, la campana sonó, y era momento de regresar al salón. Ahí, algunos chicos hicieron burlas de Luffy conmigo. Él se sonrojaba por completo y aludía que sólo éramos amigos. Ni él mismo se lo creía.

Al entrar, Pellona me pidió una foto con ella. La chica de cabello rosado, era fanática de tomar fotografías, y ahora quería una para el inicio de cursos. Accedí a tomármela, pues a pesar de que ella era algo molesta, no era hipócrita ni trataba de meterse en mis asuntos, como Bonney o Alvida, por ejemplo.

- Ten cuidado Pellona, que no te vea tanto la "rara" - dijo por cierto, la comelona, mientras que se echaba unas gomitas a la boca.

- Sí, no te vaya a pasar lo que a Vivi – se burló la otra, de cabello negro, largo, un poco ondulado.

- Mejor cállense, no se metan conmigo – siempre tenía que tratarlas así, me caían muy mal, y yo a ellas.

- No la molesten, Yo sé que Nami no es así, ustedes sólo se dejan llevar por chismes – me defendió la gótica mientras que yo mejor me senté en mi lugar y me apresté a abrir mi cuaderno de Física. Me encontraba de mal humor, no sólo por los comentarios de Bonney y Alvida, sino porque, según el horario que la profesora Tsuru nos había dado, ahora seguía la materia de Física. No era que esta asignatura me desagradara, pero el maestro sí. Sakazuki era la peor clase de profesores. No sólo hacía más difícil la materia de lo que era, sino que se empeñaba en reprobar a las alumnas mujeres, pues sabía que una que otra, haría lo que fuera por pasar. Afortunadamente a mí no me había pasado nada parecido, pues siempre había logrado aprobar.

- Vaya, así que nadie nuevo, ¿eh?

- "Claro, maldito cerdo. Lo que querías eran nuevas alumnas, seguramente" - pensé yo al verlo frente a nosotros. Me daba asco.

Pude soportar la clase de Sakazuki y ya sólo faltaban dos más. Contabilidad, con un profesor de extraño peinado, llamado Purin y luego la nueva maestra de Historia. Un primer día como cualquier otro de cada curso. Aburrido y sin ningún propósito. Por eso esperaba que la Universidad fuera diferente, en verdad que sí.

La penúltima clase terminó, y al igual que las anteriores, poco le faltó para ser inservible. Sólo una más y me iría a casa, aunque allá me esperaba ayudar en la venta de jugo, pero ya sólo sería por unas horas.

Cuando estaba guardando la libreta de la clase anterior fue cuando la vi. Estaba entrando al salón, por lo que el viento terminaba de acomodar su cabello negro, largo. Sus ojos azules y su piel morena hacía un excelente contraste. Su vestido de color morado obscuro, con escote al frente, y que llegaba apenas arriba de las rodillas, y su cuerpo era sencillamente perfecto, ella era hermosa.

- Soy la nueva maestra de Historia, espero que nos llevemos bien. Mi nombre es Nico Robin, pero pueden llamarme Robin.

Su voz era suave, tranquila y con un toque de sensualidad. Era joven, seguramente no me llevaría más de 10 años, creo que no llegaría a los 30. Luego de poner su portafolios en el escritorio, llamó a Tashigi y luego a mí. La de anteojos respondió rápido, a mí, que estaba totalmente embobada, tuvo que hacerlo un par de ocasiones para que reaccionara.

- Bueno, pues la profesora Tsuru me dijo que podía confiar en ustedes, así que espero que me ayuden por cualquier cosa, ¿está bien? - y me guiñó el ojo, haciendo que mi corazón se acelerase. Durante sus explicaciones del curso, no podía dejar de mirarla de todo a todo. El estúpido de Sanji le preguntó la edad, aunque eso estuvo bien, pues pude saber que tenía 28 años, así que mis cálculos iniciales no estaban mal.

Y estaba sucediendo, mis ojos no podía apartarse de ella - "no me puede estar pasando esto de nuevo. Otra vez no" - pensaba. Al finalizar las clases, ella se despidió de mí con una bella sonrisa. Yo caminé sola a casa, estaba segura que Luffy iba a intentar acompañarme, por eso "huí" rápido, para que no pudiera encontrarme.

La situación me hizo recordar de nuevo a Vivi, y esto estaba pasando otra vez. Si Bonney y Alvida me había llamado "rara", hacía algunas horas, a pesar de ser chismosas, estaban en lo correcto. Vivi había sido más que una amiga para mí.

Desde que llegó, nos hicimos amigas, y pasábamos mucho tiempo juntas, nos contábamos, todo, o casi todo. No sé si ella me ocultó demasiadas cosas sobre sí misma, pero hubo algo que yo no le revelé, al menos en un buen tiempo: que estaba enamorada de ella. No es normal, no va con la naturaleza, no es moral, lo sé, lo sabía, lo sabré siempre, pero no podía evitarlo, Vivi me gustaba, y mucho. No sólo me atraía su belleza, o me excitaba su cuerpo, sino que también me gustaba su carácter tierno, alegre y optimista.

Pero ella no me veía de esa manera y cuando yo, tontamente intenté besarla y tocarla, ella reaccionó... como debió haber reaccionado, supongo. Poco a poco se alejó de mí y yo luego hice cosas muy tontas, de las que me recrimino y recriminaré siempre.

Sin darme cuenta, llegué a mi casa más pronto de lo que pensé, o al menos eso creía - ¿por qué tardaste tanto? Ven a ayudarme, que ya me hace falta un descanso.

Mi hermana Nojiko, era una buena amiga para mí en casa, un poco mandona, pero buena. Por supuesto, no sabía de mi secreto y creo que no se lo imaginaba, luego que yo había tenido un par de novios durante la secundaria. Mis pensamientos fueron interrumpidos por Luffy, quien llegó a nuestro desayunador, que, como ya dije, por la tarde vendía jugos.

- ¿Qué haces por aquí?

- Yo... ehh... ¡vengo a comprar un jugo! - esto lo dijo luego de mirar a todos lados, dándose cuenta de lo que vendíamos. Más evidente no podía ser. Entonces, mientras le servía un jugo de naranja con zanahoria y betabel, decidí usar un poco al chico moreno.

- Oye Luffy, ¿y qué piensas de la maestra Robin? - él no sospecharía nunca nada, por eso sería al único que le preguntaría sobre ella.

- ¿Quién? ¡Ah sí! La nueva maestra ja, ja. Creo que es agradable y es joven.

- ¿Y piensas que es bonita? - creo que Luffy pensó que se trataba de una prueba por mi parte o algo así, porque de inmediato respondió que no, pero al insistirle que fuera sincero, finalmente encontré la respuesta honesta.

- Bueno, sí es muy bonita, pero no creas que a mí me gusta, porque ya es muy grande para mí.

Por supuesto, él continuaba con ese plan. Sin embargo, me había dado cuenta que no eran ideas mías, y ella sí era hermosa. ¿Pero qué podía hacer? ¿Acaso era sólo un pequeño juvenil? ¿O en verdad estaba enamorada de mi maestra? - esto es tan infantil... - pensé en voz alta.

- ¿Qué dijiste?

- No nada. Nos vemos mañana en la escuela, voy a ir a descansar un poco – lo dejé ahí frente a la tienda, dándole el relevo a mi madre. Me dirigí a mi habitación y me recosté a pensar un poco en lo que me estaba pasando. Mi hermana pasó por ahí y me vio, por lo que se acercó un poco curiosa.

- El primer día, y ya estás suspirando por algo... ¿no crees que exageras?

Yo no dije nada, sólo volteé a verla. Ella me arregló un poco mi cabello que se había despeinado al estar mi cabeza contra la almohada – acabas de cumplir 18. No vale la pena que te preocupes por algo. No sé que es lo que te molesta, pero mañana será otro día – esa era mi hermana. Me reanimaba de buena manera y yo ya estaba más tranquila – bien, ya que reaccionaste, ayúdame a comprar cosas para mañana – también era oportunista y mandona, pero tuve que ceder y acompañarla.

Fuimos a una tienda que no estaba muy lejos de nuestra casa. Teníamos que comprar cosas para los desayunos de la semana siguiente. Yo o sabía mucho de lo que faltaba o no, por lo que sólo me limitaría a ayudar a Nojiko. Me endilgó un par de canastas y ella cargó otra más. Mis brazos realmente se cansaron de llevar tanta verdura, carne y condimentos, pero finalmente llegamos a pagar a la caja.

- ¿Cuánto es por esto? - escuché una voz que estaba delante de nosotros, sabía que ya alguna vez la había oído. Me salí un poco de la fila y vi que era ella. La maestra Robin estaba comprando ahí. No sé por qué lo hice, sólo fue un impulso, pero llamé su atención diciendo su nombre.

- Pero si es Nami – recordó mi nombre y eso me hizo sonreír - ¿qué haces por aquí?

Tardé en responder, quedándome clavada en sus ojos turquesa, pero finalmente reaccioné – sólo vengo a comprar unas cosas con mi hermana.

- Entonces vives cerca de aquí, ¿verdad? Mi casa también está cerca, tal vez nos veamos de nuevo fuera de la escuela. Adiós – se despidió de mí, caminando, contoneando sus caderas, casi hipnotizándome con su belleza. Mi lapsus fue interrumpido por Nojiko que me llamó para llevar mis canastas a la caja.

- ¿Te sientes bien? - me preguntó al salir – te reías como una boba al frente de esa muchacha ¿de verdad es tu maestra? Nunca pensé que ver a una maestra te pondría tan contenta – suspiró, mientras que yo no decía nada.

Decidí dormir toda la tarde, para tratar de olvidarme del asunto. Al día siguiente no tendría clase de historia, por lo que no la vería, así tendría tiempo de darme cuenta de mis verdaderos sentimientos.

A la mañana siguiente, mi cabeza estaba un poco más despejada, y comencé a pensar que todo había pasado y había sido sólo cosa de un momento. Caminé hacia la escuela, sola, pues no me topé a nadie en el camina sino hasta una cuadra antes. Pellona me saludó con su extraña risa y yo hice lo mismo, tratando de sonreír. Ella no me caía mal, sólo era algo extraña.

- Oye Nami, si forman equipos ,deberíamos estar juntas, ¿no crees? - me dijo, y yo pregunté el por qué.

- Es que desde que Vivi se fue, tú siempre estás sola, y yo tampoco tengo muchas amigas. La última vez que hice equipo con Tashigi ella se desesperó algo conmigo y ya no me gustó estar con ella.

Pellona tendría que saber que si Tashigi se había desesperado con ella, conmigo la cosa sería peor, pero finalmente asentí. Después de todo, si se daba la situación, tendría que juntarme con alguien y además la chica de cabello rosado me salvaría de quedar con Luffy, o aún peor, con Sanji.

Ya en el receso, Luffy de nuevo intentó acercarse a mí, aunque Pellona, quien al parecer más que una compañera de equipo, buscaba a una amiga con quien pasar este último año de preparatoria, ya estaba sentada conmigo. Es cierto que ella siempre había sido solitaria, hecho motivado por sus comportamientos extraños y excéntricos, además de que solía comportarse muy infantil, al menos desde que yo la conocía, el primer año de la preparatoria. Sin embargo, en apenas dos días de escuela en este nuevo curso, ella parecía haber madurado un poco. Si me preguntaban con quién deseaba pasar el rato, si con Bonney, Alvida, Tashigi o Pellona, tendría que elegir a la última.

Luffy no sabía si sentarse junto a nosotras, pero sabía que se vería un poco extraño así que finalmente no lo hizo y decidió ir a comer junto a los otros chicos. Es algo envidiable lo de los hombres. Cómo un momento pueden estar peleando, pero al siguiente día todos pueden llevarse bien. En cambio, nosotras las mujeres, pues somos diferentes en ese aspecto.

- ¿Me acompañas a comprar algo?

- Mejor toma del mío. Mi madre me ha puesto mucho almuerzo – sí, la querida Bellemere todavía me hacía almuerzo como cuando iba en la primaria, aunque no me quejaba, sólo pensaba que era un poco infantil, pero sí que era cómodo. Pellona aceptó que yo le compartiera, creo que hasta se puso feliz, y no era porque no quisiera gastar ni nada por el estilo. Por lo que yo podía entender, la gótica era de buena familia, o al menos con dinero. Nunca la vi sufriendo para comprar los libros más caros, su ropa, aunque extraña, siempre era nueva y cambiaba su cámara fotográfica, por otra mejor, como yo cambio de pantaletas, y puede que con más frecuencia.

- Qué lindo que tu mamá te haga el desayuno. Ojalá mi mamá me hiciera algo así, Preferiría eso a que me diera dinero siempre – me decía mientras que probaba lo hecho por mi madre. Justo en ese instante escuché que mi nombre era pronunciado por una voz que no esperaba escuchar ese día.

- Es bueno encontrarte – sonrió la maestra Robin quien se acercó a nosotros, y mi corazón empezó a palpitar mucho más rápido – sé que no tendré clase con su grupo hoy, pero quería pedirte que me ayudaras con unas listas luego, ¿crees que puedas?

¿Cómo podía negarme? Si su sonrisa estaba hechizándome y su tierna y calmada voz me llamaba como si fuese la de una sirena. Simplemente respondí asintiendo, seguramente viéndome como una boba, tal y como mi hermana me lo había dicho el día anterior.

- Parece que te ha tomado confianza rápido – me dijo Pellona, al parecer, sin notar mi fijación en la profesora. Yo estaba muy asustada, probablemente estar a sola con ella, me daría la respuesta que buscaba, y tenía miedo de lo que pudiera encontrar.

Llegó la hora entonces, la campana sonó y las clases terminaron. Pellona se despidió de mí y Luffy quiso acompañarme a mi casa, pero tuve que negarme, y en esta ocasión no era una grosería de mi parte, sino que era verdad que tenía que ir con la maestra Robin. El pobre se fue con la cabeza baja, y sus ojos denotaron un poco de enfado, seguramente conmigo – pero mañana me puedes acompañar – le dijo yo, y su rostro realmente se iluminó con una gran sonrisa.

- Me detesto, soy horrible – me dije a mí misma por seguir dándole esperanzas a ese muchacho tan dulce y tierno. Sin más, fui hacia donde estaba la maestra y la encontré con su portátil, escribiendo algo. Se alegró de verme y yo fui a ayudarla con lo que me pedía. Quería que ordenara a mis compañeros por aprovechamiento combinado con asistencia. No habría hecho algo así por otro profesor, pero por ella, no había ningún problema. Hubo un momento en el que me tocó el hombre con su mano y no pude evitar ruborizarme, pero seguí con lo encargado.

- Creo que está listo, maestra – le dije sonriendo.

- Muchas gracias, esta lista me va a ayudar mucho para organizar las actividades del grupo. Tú sabes que todos los alumnos son distintos y debo saber lo mayor posible de todos. ¿Quieres que te acerque a tu casa?

De nuevo, ¿cómo podía negarme? Me fui siguiéndola hasta llegar a su auto, un compacto negro sin mucho que destacar. Me abrió la puerta del copiloto y luego su delgada figura, cubierta por unos vaqueros ajustados y una blusa violeta con escote, entró por la otra puerta, para conducir.

- Le gusta el morado, ¿verdad?

- ¿Lo dices por mi blusa y el vestido de ayer? Pues sí, creo que es mi color preferido para la ropa – soltó una risa que sonaba exquisita.

- Creo que le queda muy bien – le dije el cumplido y después de un minuto de silencio, le señalé mi casa. Ella había insistido en llevarme hasta ahí.

- Al menos ya conozco donde vives. Creo que es bueno que sepa donde está la casa de mi alumna preferida. Adiós.

Tuve suerte que Nojiko o mi madre se habían ausentado un momento de la venta de jugos, porque cuando bajé del auto de la maestra, y éste se alejó, mordí mi labio inferior y luego empecé a llorar en silencio - ¿por qué me tenía que pasar esto? Estoy enamorada de ella y es lo que no quería, a pesar de que ella es bella, inteligente y me gusta tanto, porque ya sé... ya sé que será un amor imposible.

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Pues ahí está el primer capítulo y pronto subiré el segundo. Si les gusta déjenme un review, si no, pues también para quejarse ja, ja así tengo más reviews.

Es la primera vez que escribo en esta página y espero conocer buenos escritores y buenas historias.

Voy a poner algo sobre los personajes de esta historia.

Nami: Ella es algo OC, como casi todo en el fic je, je. Para ser más clara, la Nami de este fic es una mezcla de la Nami de One Piece, y de mí.

Robin: Ella es las menos OC del fic. Mantiene su carácter aunque se combina con que es profesora y eso.

Luffy: Él sigue tan tierno y lindo como en la serie. Ayy, es que me encanta Luffy (bueno, Robin también ji, ji), sólo que un poco más callado y sumiso. No tan loco, pero igual de tontito.

Zoro: Pues más o menos igual, sólo que algo más listo y más entrometido, así que sí tiene algo de OC.

Sanji: Él es el mismo mujeriego de siempre, je, je.

Pellona: Ella es muuuyyy OC. Me gusta mucho su diseño (claro que aquí no se puede ver, je, je), pero le cambié el carácter para hacerla algo más despistada y noble, aunque sigue manteniendo ciertos rasgos, pero muy pocos la verdad.

Nojiko: Se parece mucho a su carácter de la serie. Aunque eso es fácil, porque no salió demasiado.

Bonney, Alvida y otros, pues son casi que personajes más de relleno.

En cuanto a los demás de la banda, pues más adelante aparecerán, pero en ese momento hablaré de ellos.