Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn no me pertenece.

Advertencias: What If, posible OoC, y primera vez que escribo centrándome en Takeshi sobre mi OTP. No pido un review del porte de un drabble, pero me gustaría saber al menos qué les pareció.


Lluvia ácida

[...]


No tener a quien querer o querer a quien no puedes tocar.

¿Qué es peor?

No puede llegar a una respuesta clara. Se dice que prefiere estar como antes, en su mundo, con un bate y una espada. Pero una vez se prueba esa emoción, con el corazón agitado y los ojos buscándole con insistencia, no quieres dejar de sentirlo; hasta que recuerdas quién es, por qué está ahí, y por quién está ahí. Si no fuera por su hermano, si no fuera por Tsuna...

Siempre que la ve se le antoja como una mezcla naranja y amarillenta, y es algo que sinceramente con el tiempo comenzó a anhelar. Que le hable, que le sonría, así como hace con Tsuna, con Ryohei, y siente también un poquito de envidia por Haru. Con Haru habla como si se conocieran de toda la vida, con Haru ríe, con Haru comparte gustos y pasa tiempo con ella cuando cocinan o cuidan a los pequeños.

Siente envidia por quien nada le ha hecho. Entonces piensa que el bebé definitivamente debería darle un golpe, porque si sigue así, si se sigue sintiendo como en una nube cada vez que la ve, a él no le cabe duda que todo terminará mal. Querrá acercarse a ella, lo intentará, lo hará, y con ello pasará de ser el guardián de la lluvia al que bañó de ácido a todos sus amigos, a su amigo, Tsuna. Será la lluvia ácida que se equivocó, que pondría triste al cielo y enojaría a la tormenta. Por eso es que cuando se da cuenta de lo que pasaría prefiere seguir siendo el mismo Takeshi de antes, el que siempre sonreía y que protegería a todo el que lo necesitara, cuanto pudiera, con su espada.

Alza la cabeza, baja la pierna y deja caer la espada. El sudor le recorre la sien y siente una gota bajar por su pecho haciéndole un poco de cosquillas que no hace más que ignorar. Coge una parte de la yukata y con la misma se cubre el rostro, intentando aligerar la respiración y pensar con claridad.

Se supone que Hayato intenta no sonrojarse cuando Haru le mira por mucho tiempo, que Tsuna ama hace mucho a Kyoko, y que por lo tanto él sólo debería practicar con su espada para morir o vivir por ellos de ser necesario, para que ellos sean felices porque después de tanto se lo merecen. También se supone que, por eso mismo, porque Tsuna la ama, debió haberse mantenido alejado de ella enviándole sonrisas amistosas cuando tuviera que hacerlo y no mirar sus labios sonrosados por nada del mundo. Así debió ser, no como realmente fue, con él no pudiendo soportarlo y besándola en una habitación oscura llena de cajas que quién sabe qué demonios contendrían.

Lo bueno de todo era eso que él tenía más que claro. Erró, sí. Pero cabía la posibilidad de que ella lo ignorara, lo terminara olvidando y nada pasara. Sólo él sabría que alguna vez metió la pata hasta el fondo, Kyoko y Tsuna estarían juntos, se casarían, tendrían hijos, ella sería finalmente la mujer del décimo Vongola...

—Tsuna sonreiría—.

Todos serían felices y nunca sabrían que estuvieron a punto de ser desintegrados por la lluvia ácida, esa que se había metido en su sangre y pasaba tantas veces por su corazón como le era posible provocando que le doliera como nunca antes, destrozándolo sin piedad.

—Se mordió el labio inferior, sintió su garganta cerrándose hasta que casi no pudo tragar y a duras penas respirar, mojando la yukata—.

Todos serían felices.

Todos lo serían y él sonreiría como siempre.

Yamamoto Takeshi no permitiría, así fuera lo más difícil de conseguir en la vida, que ellos derramaran lágrimas mientras estuviera presente, mientras pudiera hacer que sonrieran, mientras él sirviera de algo.