Este fic participa en el reto "Solsticio de invierno" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

Primera historia que subo en este lugar acerca de la nueva generación, aunque sin embargo no será la última.

Las palabras propuestas por el foro eran: Campanas y Lazo de Navidad.

Los personajes y el universo pertenecen a la maravillosa J. K. Rowling.

Buena lectura.

Bicho


El coro amenizaba la velada, mientras que profesores y otro personal no docente decoraba el Gran Comedor. Y él se sentía privilegiado de ser testigo de aquel acontecimiento. En el suelo a cuatro patas tenía que limpiar el estropicio que había formado al iniciar una guerra de comida por caer en las provocaciones de su primo Fred Weasley y del mejor amigo de éste, Frank Longbottom, ambos Gryffindors de segundo año.

Sin embargo, lo que en un comienzo le podía haber parecido el marrón del año (como si quedara mucho de éste) al pequeño James Sirius Potter, ahora le parecía lo mejor que le había pasado en su vida.

Mientras él recogía la mesa de Gryffindor, habían colocado el árbol, un enorme pino que hizo que James, que era su primer año en Hogwarts y solo había conocido ese árbol por cuentos de todos sus familiares, se quedara embobado y tuviera que ser reprimido por McGonagall, aunque eso no hizo que se le borrara aquella sonrisilla.

Limpiando el suelo, el coro comenzó a practicar los villancicos, dejando atrás las, a la mente del castaño, estúpidas pruebas de voz. Incluso se atrevió a acompañar al grupo con su propia voz desafinada, total, era opacada por el efecto generado desde lo alto del púlpito los chicos del coro, sin embargo cuando no conocía la canción, se limitaba a silbar, intentando seguir el compás. Pocas veces lo lograba. Pero daba igual, estaba feliz, y eso era lo único que al pequeño le importaba.

Arreglando el resto de mesas, por que la batalla había tenido un carácter cerca del generalizado, comenzaron a decorar el árbol, así como el resto del Gran Comedor. Colocando campanas por aquí y allá que tintineaban cada vez que pasabas por su lado, guirnaldas que rodeaban el árbol en tonos rojos, blancos, dorados y plateados, así como las que cruzaban un lado del comedor hasta el otro por el techo o las que pendían de las mesas que se iban quedando recogidas, una vez el muchacho las había terminado de limpiar. Adornos largos de estrellitas caían desde el techo hasta las mesas, que brillaban a causa de las luces que habían preparado. Y el toque final.

Para ese momento, James había terminado de limpiar todo el lugar, y se había quedado sentado en una de las sillas, maravillado por el espectáculo de profesores y elfos yendo de un lugar a otro.

Aunque se le abrió literalmente la boca cuando vio aparecer la estrella que culminaría la decoración del árbol, así como del lugar entero. La directora McGonagall era la encargada de llevarla con su varita hasta la cumbre del pino. Durante unos breves instantes, los trabajadores se quedaron observando su trabajo, poco después todo volvió a la normalidad.

James salió, una vez que su trabajo obtuvo la aprobación, y corrió hacia la Sala Común de Gryffindor. Quería presumir de haber sido testigo de todo aquello ante Fred y Frank. De escribir una carta a sus hermanos pequeños, siguiendo con esa larga lista que ya los pequeños tenían de imágenes sobre Hogwarts en Navidad, que casi era ya una tradición. De gritarlo a los cuatro vientos. De que todos se enteraran. Se sentía como un niño pequeño que veía algo prohibido por ojo de una cerradura, aunque él decía que no era un niño pequeño, -¡por favor, casi tenía doce años!- y la cerradura era un espacio amplio y claro.

La Navidad le gustaba, pero ahora que estaba en Hogwarts, podía asegurar que aquella época del año tenía más magia que cualquier otra. Era magia en estado puro.

Por lo que subiendo las escaleras, no pudo evitar dar un salto que hizo tintinear aquello que llevaba en su bolsillo. ¿Qué decir? James quería llevarse una porción de aquella Navidad.


N/A: Por si acaso, sí. James se llevó una campana de aquella decoración.