CAPITULO 1 - DOLOR
Cuéntame una historia donde todos cambiamos y vivimos juntos y no nos separamos…
No regrets - Robbie Williams y Guy Chambers
~o0o~
Hamburgo, tiempo presente..
La ambulancia se estacionaba al frente de la residencia de los hermanos Kaulitz, las luces rojas, azules y la sirena ocupaban toda la escena; un David Jost nervioso los esperaba en el aparcamiento.
—¡Rápido! ¡No creo que aguante más! —
—Señor, cálmese e indíqueme por dónde. — El paramédico, un joven moreno de veinticinco años aproximadamente, bajaba de la ambulancia con el equipo básico en una maleta y una camilla plástica.
—Si... si claro, venga conmigo. —
Un inconfundible flash de cámara se entrometía ahora en la escena, David maldecía por lo bajo.
—Saki, haz lo que sea pero que no se acerquen —le dijo David al inmutable jefe de seguridad de Tokio Hotel.
En ese instante Saki afirmaba con un gesto de cabeza mientras dirigía su muñeca a la boca y murmuraba algo al escondido intercomunicador, el otro paramédico salía del lado del chofer de la ambulancia con otro maletín y corría atrás de su compañero, en eso miró a la derecha viendo cómo la gente se aglomeraba frente a las verjas de la ciudadela, muchos de ellos vecinos curiosos, mostrando una amplia gama de pijamas, batas y ropa variada para dormir; la ambulancia los había alertado.
Las luces de los pisos y casas de la ciudadela se iban prendiendo una por una y cada vez más vecinos se iban acercando, los flashes que salían de los móviles del algunos iban en aumento, obviamente la prensa se iba a presentar en cualquier momento. Saki tomó entonces el brazo del paramédico.
—Lo acompaño —
El paramédico se dejó llevar, pero no sin antes negar con la cabeza en señal de desaprobación.
—Esta gente está enferma — dijo
—Vamos —le dijo Saki. —Adam, Knut, conmigo. El resto pendientes. —
David y el primer paramédico llegaron; el ascensor era privado, solo daba acceso al piso, de lo cual David se alegraba profundamente.
—…ill, Bill…, mírame ¿de acuerdo? —
En ese momento Georg giró la cabeza en dirección a la puerta del ascensor, respirando aliviado viendo a David con el paramédico, los ojos los tenía inundados de lágrimas, estaba de rodillas tomando la mano de su amigo con fuerza y con la otra se limpió las lágrimas.
—Te lo dije ¡hee! Bill…, te dije que David traería ayuda pronto, ¿no es así…? Bill vamos… solo tienes que aguantar un poco más... ¿sí?—dijo Georg esbozando una falsa sonrisa
El paramédico corrió impactado analizando la escena. Le habían informado por la radio que un joven había resbalado en su piso, y que el joven presentaba una hemorragia severa.
La respiración de Bill era pesada, estaba pálido, gotas de sudor rodeaban su rostro, tenía los labios entreabiertos, se ahogaba con la sangre que salía de su boca, burbujas se iban formando con ese fluido dando un ruido gutural a su respiración. Bill no apartaba los ojos de Georg.
—¿Cómo se llama? —le preguntó al joven de los ojos verdes mientras abría la válvula del tanque de oxigeno y ponía la máscara sobre el rostro maltrecho del cantante, para luego colocar sus dedos índice y anular en la yugular de Bill, percatándose de lo mal que estaba.
—B… Bill…, se llama Bill —le contestó Georg algo extrañado, era la primera vez en mucho tiempo que tenía que dar esa información a cualquiera, todos lo sabían; por Dios, qué surrealista resultaba ser esto.
—Bill, soy Mike, quiero que hagas algo por mi…—
Bill no le escuchaba. Quería decirle a Georg. ¿Por qué no podía oír lo que Georg decía? "Georg, necesito que le ayudes", solo tenía que pronunciar esas palabras, él sabia que lo entendería y que haría lo imposible por hacerlo, pero ¿por qué no podía hablar?
Y el dolor que quemaba, el dolor que no le dejaba, esa sensación de que algo aplastaba su pecho, y ese pitido constante que venía escuchando desde hace mucho ya.
Todo se iba poniendo negro, pero de repente esa negrura era interrumpida por destellos de luz, después otra vez negro y otra vez el flash de luz, y un nuevo rostro se presentaba ante su rango de visión, se le veía preocupado. Movió los labios ese hombre, le decía algo pero no lograba saber qué.
Cuando giró la cabeza hacia Georg, él ya no estaba, ya no le tenía cogido de la mano y otra vez todo se puso negro para ser continuado por otro flash de luz intensa. Ahora solo veía a un hombre rubio mucho mayor que el otro, tenía algo en la mano, una bomba transparente con un tubo largo que salía de un extremo, el hombre bombeaba, y cada vez que lo hacía Bill sentía alivio a su ahogo.
~o0o~
Leipzing, Febrero 1993
—¿Bill? ¿Bill? ¿Dónde te has metido? —Simone trataba de encontrar al menor de sus hijos.
—¡Tooom! ¿Bill está contigo? —
—¡Noooo! —dijo el mayor con su vocecita.
Simone empezaba a preocuparse, Bill no se separaba de Tom por mucho tiempo y éste definitivamente ocultaba algo, era obvio que esos dos diablillos tramaban alguna cosa trató de calmarse para pensar con claridad, Tom estaba en su habitación, así que Bill lo más probable esté escondido cerca, pero, ¿dónde? Solo tenía tres años, no podía ir lejos. De repente escuchó uno gemiditos en el armario de la habitación de la abuela.
—¡Billy, cariño! —llamó.
Abrió la puerta del armario y encontró a su hijo menor encogido, cogiendo él mismo de su brazo izquierdo, evidentemente lo tenía roto debido a la posición que presentaba.
—¡Billy! —gritó su madre debido a la sorpresa y la angustia de verlo así.
—¡Mamiiiiiii! —lloraba el pequeño.
Rápidamente tomó a su hijo menor —Mami, ¿por qué?… … mami… ¿por qué?… Tommi no me quiere…?
—¿Tommi…? ¿Él te lastimó bebé?
Su hijo solo la abrazó como respuesta.
~o0o~
París, Abril 2009
—Gustav, ¿has visto a Bill y Tom? —le preguntaba un David disgustado al baterista.
—No sé, Georg debe saber —le contestó mientras se ponía la cinta médica en sus callosidades.
David estaba furioso, últimamente esos dos se la pasaban desaparecidos, si no estaban peleando se esfumaban y para cuando se dignaban en dar señales de vida, Bill tenía que peinarse y maquillarse y todo se retrasaba, pero mágicamente todos estaban al tiempo previsto frente a las cámaras o las fans.
Bill era un artista para hacer que las cosas salgan a tiempo, él odiaba ser impuntual y lo demostraba siempre, por eso las últimos acontecimientos preocupaban al manager, eran normales entre los gemelos las discusiones, pero esas prolongadas desapariciones eran cada vez más irritantes.
—¡Respóndeme Bill! —
—¿Qué quieres que te diga? —le contestaba Bill a su hermano con el ceño fruncido y con impaciencia en su voz.
Los hermanos hablaban metidos en una cabina de los baños del recinto, susurrando a pesar de que estaba desierto.
En eso David entraba de golpe —¡Bill! ¡Tom! ¿Están aquí? —
Al escuchar el golpe de la puerta al abrirse, Bill se apresuró en subirse al retrete quedándose agachado, mientras Tom maldecía por lo bajo por la interrupción. Miró de reojo a su gemelo para darle la señal, se subio el cierre y abría la puerta de la cabina, dejando la puerta de la cabina prácticamente cerrada.
—David, ¿Qué pasa? ¿Por qué los gritos? —
—Por qué los… pero si… serás descarado. ¿Dónde se metieron? La entrevista comienza en cinco minutos y ni tú, ni tu hermano contestan el maldito móvil —
—¡Cálmate David! —le dijo Tom mientras alzaba las manos en tono defensivo y caminaba acercándose al manager
—Primero, no tengo el móvil conmigo, lo dejé en una de las salas de descanso; segundo, no sé dónde se metió Bill, yo estoy aquí solo meando a gusto. Vamos, te ayudo a buscarle. —Tom pasó por su lado mientras que el productor lo miraba con el ceño fruncido, como David no le seguía Tom se paró en el umbral de la puerta.
—¿Qué? ¿Vienes o no? —
David aun buscaba con la mirada lo que sea que en ese baño se ocultaba, porque no se creía nada eso de que "yo estoy aquí solo meando a gusto".
—Bueno, tú sabrás. —Tom salió del baño definitivamente, rezando por lo bajo que David no se pusiera a abrir las cabinas, porque de lo contrario tendría que explicar mucho al productor. Pero sus preocupaciones no se hicieron realidad.
David salió atrás de él. Esto no le gustaba para nada, los dos ocultaban algo y debía averiguarlo, porque para mala suerte de él, Bill y Tom Kaulitz eran dos malditas minas de oro menores de edad y si una de ellas se metía en problemas, él sufriría las consecuencias.
Bill bajó las piernas del retrete en silencio después de cerciorarse que David no seguía ahí cerca, se las arregló magistralmente para llegar a donde lo maquillarían y lo peinarían para la presentación. Nataly lo vio con reproche.
—¿Dónde estabas? David te está buscando como loco. —
Bill esbozo una falsa sonrisa coqueta. —Por ahí —mientras se sentaba en la alta silla. Nataly rodó los ojos moviendo la cabeza resignada y comenzó el proceso de maquillar y peinar al cantante.
—¡¿Dónde mierda te metiste ahora?! —
Bill dio un salto al escuchar el grito de David, quien lo miraba a través del espejo.
—Hola David ¿Cómo estás? Yo bien, gracias por preguntar. ¿Quieres saber dónde estaba? Pues déjame pensar, mmm… estaba en "no… te… importa", haciendo "no… te… interesa". ¿Algo más?
—Bill le plantó la mirada desafiante, igualmente a través del espejo
David sintió que la sangre le hervía, dio un puñetazo a la mesa. Con la mandíbula encajada y con furia en cada palabra, le dijo —No sé en qué demonios están metidos tú y tu hermano, pero te advierto una cosa Bill Kaulitz: otra más de estas desapariciones ¡y suspendo todo! No me interesa que se vaya a la mierda el grupo, se supone que eres un profesional, ¡compórtate como tal! Está ad—ver—ti—do.
David se dio la vuelta y salió por la misma puerta por la que había entrado.
Bill seguía mirando furioso el espejo, en dirección donde el reflejo de David había estado, a él también le hervía la sangre por tener que soportar el trato del manager, pero tenía que admitir que esta vez tenía razón. Ya no podía hacer esa clase de cosas, tenía que hablar con Tom sobre eso, pero luego recordó que lo que menos quería hacer era hablar con él, y dio un suspiro largo y triste, ya no tenía ganas de fingir más.
—Continúa Nataly, por favor, estamos retrasados. —
—Ah, sí. Sí, claro. —la estilista se había quedado petrificada ante el comportamiento del productor y el cantante, las peleas se ponían cada vez más agresivas entre los dos.
~o0o~
Hamburgo, presente.
Gustav buscaba en la segunda planta con los ojos velados por las lágrimas. ¿Dónde se había metido?, pensaba mientras caminaba. Ver así a Bill era más de lo que podía soportar, así que se fue de ahí dejando a Georg solo con él.
—¡Tom! ¡Por favor contesta! —
El departamento no era tan grande pero simplemente no podía encontrarlo, sabía que estaba ahí, Bill le llamó a pedirle que le ayudara a buscarlo, que creía que estaba en el piso, pero lo que encontró le superaba. —¿Qué fue lo que te pasó Bill?—, pensaba. Entró a la habitación que hace tiempo atrás había pertenecido a Bill, estaba fría, sin nada de su antiguo propietario.
Volvió a salir, pensó en el closet del corredor, todo era posible. Se dirigió allá.
—¡Bill, no hagas eso! ¡Por favor Bill! — grito Georg desde la planta baja
Gustav se paró en seco al escuchar los gritos de Georg.
El bajista gritaba con desesperación, decidió regresar hacia la planta baja, oyó como si una máquina se cargara y un golpe que lo detuvo donde estaba, de repente recordaba esos capítulos de E.R. en donde se revivía a la gente con electrochoques. —Por favor que no sea eso, por favor, por favor—, pensaba mientras seguía caminando pasando por el barandal roto de donde seguramente su amigo había caído. A través del hueco de la escalera lo divisó atendido por dos paramédicos, la imagen no la podía aguantar, le habían cortado la camiseta, la sangre por todas partes, uno de los paramédicos se preparaba para dar otro choque, y Georg sostenido por David, roto de dolor.
Tenía que vomitar, era demasiado. Corrió hacia la habitación donde antes había estado buscando el baño, pero antes de abrir vio el pomo de la puerta llena de sangre y lo supo.
—¡Tom! —comenzó a dar golpes frenéticos a la puerta, ¿por qué no pensó en el baño? —¡Tom! ¡Maldito cabrón! ¡Abre! ¡Tom!.
Nadie respondía, tendría que tumbarla. —¡Alguien! ¡Ayuda! —embistió la puerta con el hombro derecho, cedió un poco pero no se abría. —¡Tom! — comenzó a dar de patadas, pero no acababa de ceder.
Tras tres patadas más se dispuso a escuchar. Ningún sonido. —¡Tom! ¡Mierda! ¡Abre! —Los malditos de seguridad tenían que servir de algo, así que fue por ellos, aunque tenía que ir a la planta baja.
No quería verlo, así que gritó desde el corredor lo más cerca para que lo oyeran —¡David! ¡Necesito tirar una puerta, envía a alguien rápido!
David no tuvo que dar la orden, Saki salió disparado a la planta alta.
Gustav guio a Saki al baño. —La puerta, no puedo abrirla —le dijo. El guardaespaldas comenzó a dar de patadas como Gustav con la diferencia de que la puerta al fin cedió, revelando al guitarrista en el piso del baño ahogándose en su propia sangre y vómito. Gustav no lo aguantó más, solo alcanzó a salir de la habitación para vomitar en el corredor.
Sakí le dio la vuelta a Tom que estaba boca abajo, temblaba, la sangre provenía de su nariz que evidentemente estaba rota —¡Gustav! ¡Llama a una ambulancia! ¡Gustav! —
—¡Si, ya te oí! —
Saki cargó a Tom hasta la bañera, tenía que hacerlo reaccionar como sea, lo puso en la tina y abrió la llave para que le cayera el agua helada, mientras que con una toalla le limpiaba la cara.
—¡Vamos niño! ¡Tu hermano te necesita! —
Saki le daba palmaditas cortas en la cara, el baterista apareció por fin en el baño.
—¿Cómo está? —preguntó limpiándose la boca con el puño de la cazadora.
—Aun no lo sé, ¿llamaste a la ambulancia? —
—Sí, ya vienen. —
Notas finales:
El disclaimer de siempre:
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