Muy bien, antes de todo quiero pedirles paciencia. Es la primera historia que escribo y va dedicada a Jiji-chan. Espero te guste!.

Quiero recalcar que Invader Zim y todos los personajes de esta animación NO me pertenecen. Solamente hago uso de ellos conforme mi mente loca me lo dicta.

Perdonen la pésima ortografía y espero la disfruten.


-Prólogo-

El día era bastante reluciente, ni una pisca de nube interfería los rayos de sol que golpeaban al planeta tierra. Dib pudo apreciar por unos segundos aquél echo. Su planeta era realmente hermoso y con grandes misterios en él, causándole a su ser las ganas de descubrir cada minúsculo enigma que ocultaba la tierra en la que vivía.

Y encerio estaba realmente ocupado resolviendo los secretos que tanto llamaban su atención. Pero uno en particular que no era parte de su planeta, si no un invasor en ella. Sí, por que Zim solamente era una enfermedad..un invasor que quería destruir y gobernar toda la faz de tan preciado planeta.

Pero él había invertido cada día desde el año en que había aparecido Zim para defender a su planeta con valentía, enfrentándose al molesto irken y así frustrar todos sus planes de conquista. Sin importar que nadie le creyese, que todos lo mirasen como a un maniático o como a un demente. No, los comentarios realmente no importaban…por que si él se dejaba vencer por simples comentarios ¿Quién defendería a la Tierra?.

Por eso mismo no dejaba de vigilar a Zim, para poder detenerlo, incluso llegando –literalmente- al grado de vigilarlo obsesivamente y reunir cualquier cosa que proviniese del invasor…

Pero en uno de esos momentos de vigilancia obsesiva algo extremadamente raro había sucedido esas últimas tres semanas. Y esa era que Zim había abandonado todo interés en apoderarse del planeta terrestre, llegando a tal grado de inactividad que había preocupado a Dib…Si…Lo había preocupado en sobremanera que por poco le preguntaba al invasor si tenía algo, pero su orgullo y la enemistad para con el invasor se lo impidieron.

Por lo tanto ese mismo día había decidido infiltrarse –otra vez- en la base del irken e instalar nuevamente cámaras para monitorearlo ya que las anteriores habían sido destruidas por el mismísimo Zim.

Esa noche optó introducirse por la parte trasera de la casa por el simple echo de no enfrentarse a los gnomos que custodiaban la base irken y ser delatado por el sistema de vigilancia que siempre activaba el alien.

Una vez detrás de la casa pudo notar para su suerte una ventana en el segundo piso, exactamente donde la nave irken se encontraba. Usó sus herramientas de espionaje para poder trepar sobre la pared y llegar a la ventana, abriéndola y entrando silenciosamente al "hangar".

Él sabía, desde que pudo analizar secretamente el hogar del invasor, que Zim estaba entrelazado al sistema irken que manipulaba a todo el edificio por medio de su PAK, pudiendo así cambiar la forma de la casa según sus deseos o necesidades. ¿Pero por que una ventana en la parte trasera? Sabía bastante del irken como llegar al grado de cuestionarlo, pero en esos momentos no era el momento.

Comenzó a buscar de la manera mas silenciosa posible una manera de poder descender al primer piso y de allí llegar a la cámara principal donde se hallaba la supercomputadora de Zim para comenzar a plantar sus cámaras. Pero no había NADA, ni siquiera una misera escalera o elevador como el que tenía Zim en el primer piso.

"Maldición, como le hace para subir?" se preguntó Dib al no encontrar ninguna forma de bajar, comenzó a pensar que habría sido mejor idea el haber entrado por la puerta principal que por detrás de la casa.

Un diminuto circulo perfecto se comenzó a formar en el piso llamándole la atención puesto que se formaba a unos metros de él, dejando pasar un poco de luz proveniente de la primera planta. Llegando al tamaño adecuado para que el irken y su mascota pasaran a través de aquel agujero. Dib rápidamente se escondió detrás de varias cajas con el símbolo del planeta Irk grabado en ellas, tratando de pasar desapercibido por su nemesis.

Tanto el invasor Zim como su robot de nombre G.I.R ascendieron de aquél circulo mientras este se volvía a cerrar. Dib pensó que el invasor había ordenado al sistema usar una forma de elevador, sin necesidad de crear algo que ocupara tanto espacio inecesario.

-Apresurate G.I.R- dijo Zim mientras activaba su nave y se preparaba para abordarla, sin percatarse de la presencia de Dib.

-Pero quiero tacos!- gritó G.I.R un poco desesperado, dándole a entender a su amo su urgente necesidad por comer aquella delicia terrestre.

-Será en otro momento ¡Sube ahorita mismo! –ordenó el invasor, impaciente. El techo se abrió a la espera de que la nave saliera del hangar.

-Ok- G.I.R abordó la nave sin chistar, olvidándose momentáneamente de su urgencia por comer algo.

La nave despegó velozmente, perdiéndose en la penumbra de aquella fría noche de invierno. Para Dib esa noche era la mejor para poder invadir libremente la casa del alienígena. Se apresuró a sacar un arma que llevaba consigo para alguna emergencia y disparó a una de las paredes cercanas. Él sabía perfectamente que la única manera de descender era de la misma forma en la que el invasor había llegado, así que necesitaba forzosamente sincronizarse con el sistema de vigilancia y codificar una orden para así poder bajar sin ningún percanse.

Sacó de entre su gabardina un aparato semejante a un I-pod pero personalizado por él y lo conectó a un par de cables que lo comunicarían a cualquier sistema existente en esa casa. Mandó la orden codificada y el sistema respondió a la misma velocidad en la que la había enviado.

El mismo circulo perfecto se formó cerca de él. Dib desconectó su aparato (no sin antes dejarlo en modo de larga distacia para no perder la comunicación con la casa) y saltó sin titubear por el hoyo.

Descender de un piso a otro era relativamente fácil, aparte de que ya sabía la manera de caer para evitar lastimarse y todo gracias a sus frecuentes batallas contra el invasor. No tardó mucho en hallar el elevador, así que aprovecho para colocar nano cámaras por toda la planta superior. Una vez instaladas las cámaras se permitió ingresar al elevador y por fin llegar a la planta subterránea. Donde se encontraba el laboratorio del irken.

El irken seguramente estaba lejos de su base, por lo que el joven terricola de apenas 12 años aprovechó cada minuto y segundo para revisar todos los rincones de ese laboratorio y decodificar algunos planes escritos en el dialecto irken ¡Y casi sin usar su traductor! Eso lo llenaba de puro orgullo.

Cuando se había adueñado de la nave de Tak comenzó lentamente a descifrar el dialecto irken, en realidad había sido muy tedioso poder comprenderlo a tal grado de desvelarse noches enteras para encontrar el significado de solo 10 palabras, pero él era Dib y gracias a su gran intelecto ya podía comprender un poco la escritura irken como para poder escribir simples oraciones. Una vez decodificados los planes de Zim siguió su camino.

De allí fue simple llegar a la cámara principal, donde se encontraba la supercomputadora de Zim, encargada de mantener comunicación con los altos mandos de la raza irken y mantener en buen estado aquel falso hogar. Él simplemente se sentó en el asiento que se situaba enfrente de la enorme pantalla, confiando en que estaría bien y que ninguna trampa se activaría.

Una sonrisa afloró de sus labios, le alegraba en gran manera poder ver el tablero con extraños simbolos alienígenas y poder entenderlos. Así que sin más comenzó a hackear la computadora principal, adueñándose literamente de todas las cámaras de seguridad. Pero todo cambió (para su desgracia) minutos después, cuando en la gran pantalla apareció la cara de Zim interrumpiendo todo intento de hackeo.

-Estúpido humano, ¿encerio me creiste ingenuo?- dijo Zim del otro lado de la camara. Todas las puertas del cuarto en el que estaba Dib se cerraron; aislándolo.

-Debí suponerlo…- por fin se dio cuenta el joven amante de lo paranormal. Zim le había puesto una trampa y él había caido directamente hacia ella.

-Y lo peor de todo es que caíste redondito – esbozó una sonrisa el invasor, sabiéndose ganador de esa última partida. Si, de la última que tendría contra ese gusano terrestre –Me encantaría seguir mofándome de tu derrota asqueroso humano, pero tengo un planeta que conquistar-

-Jamas te saldrás con la tuya Zim!- Gritó Dib decidido mientras se levantaba del asiento. Pensaba que ese día sería como cualquier otro y como siempre frustraría los planes de Zim.

-Es una lastima que seas tan tonto como para darte cuenta que es la última vez que nos veremos –sentenció el invasor mientras tecleaba algo en el tablero de su nave –Hasta nunca, Dib – apretó un botón y rió satisfecho ante la cara de desconcierto de su nemesis.

La pantalla se apagó por completo y del suelo se abrieron pequeños hoyos, de los cuales comenzaba a salir una sustancia verdosa. Dib pensó en que era alguno de los experimentos locos del irken y que prontó lo atacaría o hasta intentaría hacerle daño, pero no, no sucedía nada...únicamente se llenaba lentamente el cuarto en la que había quedado atrapado.

"Me quiere ahogar" pensó el humano, temiendose la peor forma de morir. ¿Ahora que haría? Intentó encender la computadora de su nemesis pero esta no prendía y no daría señales de encenderse jamás. Eso lo frustro un poco, por lo tanto se vió obligado a desmantelar parte de la computadora para llegar a uno de los paneles y buscar entre tanto cablerío la forma de usar su disco duro con el inservible aparato.

Hizo todo lo posible hasta que aquella sustancia le llego a los tobillos, alarmándolo en sobremanera por que esta comenzaba a subir de nivel cada vez mas rápido.

-Por fin!- gritó con esperanza Dib al ver que su artefacto sustituía la tarjeta madre de la computadora alienigena. Pudo acceder libremente a una copia del sistema de su computadora y buscó la forma de poder acceder a la inservible tajeta madre.

La sustancia ya llegaba hasta sus rodillas, obligándolo a pensar con mayor velocidad. Tuvo que hacer un escaneo de la supercomputadora irken, analizando información a pesar de que todo poco a poco se volvia obsoleto. Se vio obligado a usar toda su capacidad mental para poder recuperar archivos que se autodestruian, posiblemente por una orden de Zim.

Una vez rescatados los archivos de importancia comenzó a leerlos con rapidez, ignorando el traductor que había creado para (según él) una certera traducción del idioma irk al idioma humano. Pero lo malo es que no había tiempo. Leyó lo más rapido posible los informes que había escrito Zim a sus "Altos". Buscando palabras clave en el dialecto irken como: conquista, invasión o destrucción.

Era obvio que Zim planeaba una invasión a gran escala. ¡Y él estaba allí atrapado en aquel lugar! lo mas seguro es que nadie se enteraría de lo que ocurriría hasta que fuera demasiado tarde…

-Maldito seas Zim…- susurró el pelinegro al encontrar un archivo con la cuenta regreseiva de la gran invasión del imperio irken. Una cuenta regresiva de 12 horas y disminuyendo…

La sustancia llegó hasta su cintura cuando quiso nuevamente entrar a la tarjeta madre inservible y desactivar las puertas que lo mantenían prisionero en ese cuarto. Pero se llevó una gran decepción al ver que solamente podían ser desactivadas por la nave del invasor irken.

-Cuando salga de aquí te estrangularé…- pensó en voz alta, realmente enojado y por primera vez en su vida sintiéndose inútil.

Intentó de todo para abrir o desactivar aquellas puertas. Absolutamente TODO. Inclusive con varias herramientas que ahora le eran inútiles.

La sustancia llegó hasta su cuello dándole la única opción de empezar a nadar. Nadó hacia la megacomputadora y notó que esta no era afectada por la extraña substancia, ni siquiera a su aparato le hacia daño. Desechó la idea de morir electrocutado. Era obvio que aquel liquido verdoso no era conductor de la electricidad como lo era el agua.

Revisó la bitácora y mensajería de Zim para poder encontrar mas datos. Comenzaba a resignarse respecto a su captura, pero eso no significaba que se había rendido. Por lo menos avisaría a toda la raza humana de la inminente invasión.

Y no tardó demasiado en encontrar aquel archivo que detallaba por medio de la escritura irken la conquista definitiva de la Tierra y pidiendo una solicitud de Naves provenientes de Irk para completar esa misión. La peor parte es que había sido aprobada por los mas "Altos"…

-Por Saturno…- susurró el ojiambar con horror al pensar en aquellas naves destruyendo todo a su paso, frustrando y arruinando cualquier contraataque de los humanos.

La sustancia ahora llegaba mas allá de su estatura. Se vio obligado a mantenerse a flote mientras observaba como la gigante pantalla era completamente cubierta por aquella rara sustancia. Al ver que podia mirar la pantalla se pudo dar cuenta que a pesar de que aquel liquido fuese verde era translucido. Una diminuta esperanza se alojo en todo su ser.

-Debo por lo menos avisarle a todos –pensó nuevamente en voz alta antes de entrar en acción. Tomo el suficiente aire y se sumergió para poder alcanzar su invento y empezar a buscar una manera de poder acoplar cada aparato humano existente de todo el planeta con la supercomputadora de Zim y de allí a su aparato.

Se alegró un poco al saber que la computadora del invasor podía aguantar tal magnitud de información, captando a todos los emisores de imagenes y sonido de todo el mundo. Era –en cierto modo- asombrosa la tecnología irken. Subió nuevamente a tomar aire, faltaban pocos metros para que ese lugar quedara completamente lleno de la sustancia verdosa.

"Encerio me voy a morir…" pensó esta vez en su mente, dándole un escalofrio por todo su cuerpo. Se obligo a dejar de lado aquellos pensamientos y tuvo que concentrarse en enviar el mensaje. Esperaba que por lo menos eso funcionase.

Tomó aire y se sumergió hasta donde se encontraba su invento. Escribió con gran velocidad lo necesario de su mensaje, detallando la hora de la invasión, las debilidades de los irken y el nombre de Zim. Antes de que se le agotara el oxigeno tocó en el touch screem las letras "Enviar".

Se sercioró de que el mensaje fuese enviado a todo el mundo y solo así volvió a subir a la "superficie". En ese momento, complacido de que por lo menos había podido alertar al mundo de la invasión, por fin pensó en sí mismo y en la cruda y triste realidad de que ya no podría vivir más...

Y así era como terminaba su día. Él no se había imaginado que terminaría de esa manera, muriendo por ahogamiento por salvar a su planeta. Tomó todo el aire que pudo de los pocos centímetros que quedaban de oxygeno y se sumergió…tratando de encontrar alguna salida, algun escape…tratando de engañarse a si mismo de que aun quedaba alguna esperanza.

Él no deseaba morir de aquella forma, no de la misma manera en la que su madre había fallecido varios años atrás cuando él solamente era un pequeño niño de 6 años. Aun así la vida se mofaba otra vez de él, restregándole en la cara que ese era su destino.

Poco a poco sus pulmones se contrajeron dolorosamente, en busca de encontrar oxigeno para seguir manteniendo con vida a su cuerpo y desechar el dióxido de carbono de su sistema.

Encerio era una lastima morir de esa manera. Él hubiera deseado poder seguir protegiendo a la Tierra de Zim y así un día demostrarle al mundo que él había tenido la razón todo ese tiempo…

Su cerebro interrumpió aquél hilo de pensamientos, entrando en un modo de desesperación y de supervivencia, obligándolo a respirar la materia alienígena. Inundando por completo sus pulmones.

El dolor era inaguantable. Sus pulmones buscaban desesperadamente entre toda esa materia un poco de oxigeno. Hasta su sistema cardiaco aumentó sin proponerselo y su cerebro lo seguía sumergiendo en ese estado de supervivencia forzandolo cada vez mas y mas a respirar la moral sustancia…

A los pocos minutos de dolor, todo su ser lo introdujo en un estado de inconciencia y paz. Llevandolo muy lejos de aquel infierno por el que estaba pasando.

"Por fin tranquilidad..."

Mentira.

Solamente era la muerte la que lo sumergía en ese estado.

Continuará.


Espero les halla gustado el prólogo. Si tienen algún comentario, advertencia, gitomataso por favor háganlo por medio de losbenditos reviews xD.

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