Luego de las peleas entre Toruvio y Águeda sobre el precio al que su hija Mencigüela debía vender las aceitunas, entra a la casa el lobo con la cara morada. Los tres quedaron muy impresionados y sin comprender qué era lo que estaba sucediendo. El lobo entró desesperado, gritando y diciendo cosas que no se le entendía, todo esto porque se había atorado con la última cabrita que se tragó.

Toruvio y Águeda notaron después de un rato que el lobo se había comido a las cabritas y empezaron a crear un plan para sacarlas de su estómago y utilizarlas para las ventas:

-Deberíamos venderlas al doble de precio de las cabritas normales para que con ese dinero podamos comprar todas las aceitunas de los vendedores, y así venderlas también al doble de precio.- dice Águeda.

-Esposa, vas a continuar con eso. Deberíamos venderlas al precio común y corriente y con ese dinero comprar más olivos para plantar.

Repentinamente, entra en la habitación la madre de las cabritas con un cuchillo en la mano, decidida a abrir el estómago del lobo y llevarse a casa a sus hijas.

El lobo permanecía intacto, ya que no le entraba mucho aire por la boca por el hecho de estar atorado, lo que permitió que la madre de las cabritas pudiera realizar la operación del estómago, salvar a todas sus hijas y dirigirse de regreso a su hogar.

El lobo, con el estómago vacío, tenía hambre y necesitaba saciarla, y al asomarse por la ventana, observó solamente unas pequeñas semillas en el suelo, por lo que tomó la decisión de cenarlas

Mientras el lobo comía las semillas, Toruvio y Águeda seguían discutiendo, sin notar nada de lo que sucedía a su alrededor. Lamentablemente, no sabrán que el negocio por el que tanto discuten, acaba de tener su fin.