A Peeta siempre le pareció repugnante una persona que pudiera asesinar y seguir viviendo, una razón más para odiar a Los Juegos del Hambre, le sorprendía la facilidad para matar de los vencedores, pero después de la guerra esa sensación de tener entre sus manos el cuello de su víctima se hacía cada vez más familiar.

La muerte del Sinsajo y su esposo fue noticia nacional.