Ese había sido el día más cálido del año con unos agradables quince grados celsius, aunque tratándose de Berk eso era algo extraño: llovía nueve meses al año y los otros tres nevaba con gran intensidad. La noche estaba despejada y se podía apreciar el cielo en su mayor plenitud y esplendor, mostrándose las brillantes estrellas y constelaciones.

Berk era pueblo tranquilo poblado por Alfas, Betas y Omegas de distintas edades, todos sujetos al jefe llamado Stoick the Vast. Su esposa era una cariñosa, pero fuerte y decidida Omega que había sido secuestrada y asesinada por dragones cuando su hijo era apenas un bebé; con gran dificultad el hombre pudo sobreponerse a su pérdida, una cualidad que sólo los alfas más poderosos podían lograr ya que la mayoría se suicidaba o moría por inanición al morir su pareja y por consecuencia, dejaban a sus hijos a su suerte y la aldea tomaba la responsabilidad.

Hiccup Horrendous Haddock III era su hijo, al nacer había sido más pequeño que los demás y desde muy pequeño demostró que poco y nada poseía en común con los demás vikingos, decepcionando en más de una ocasión a su padre. Si bien la mayoría de los Omegas resultaban ser mujeres, algunas veces por bendición o maldición de los Dioses un varón cumplía esta condición.

Los niños se desarrollaban como lo haría cualquier beta y recibían una educación igualitaria para todos, pero al llegar a la adolescencia su naturaleza comenzaba a tomar el control y los definía por lo que eran, un poderoso Alfa, un calmado Beta o un sumiso Omega.

Hiccup, pese a haber cumplido sus 12 años aún no mostraba signos de pertenecer a alguna raza, extraño ya que todos los pobladores creían que era un débil Omega. Su padre no podía evitar estar inquieto, ya que si Hiccup no mostraba signos de ser un Alfa y era un Beta tan débil como él solo, muchos pueblos vecinos vendrían a reclamar las tierras y matarlo para tomar el poder, pero ese brillante día de primavera todo cambió, al encontrar poderosos aliados.

Dragones.

Poderosos seres desconocidos hasta para los mismos Dioses, criaturas feroces que una vez creaban un lazo este jamás era roto, así como el de Hiccup y Toothless. Al derrotar a la gran Muerte Roja y romper trescientos años de guerra, una particular alianza entre dragones y vikingos comenzó, todo gracias al pescado parlanchín y su desdentado amigo.