-Vamos Akiyama, deja el libro, eres una aburrida

-Pero es guapa… ¡Mio será mi novia a partir de ahora!

-¡Eh de eso nada! ¡Será la mía!

La morena se encontraba en medio de aquellos 3 niños con las lágrimas a punto de salir. Siempre estaba sola y nadie le hacía especial caso, ¿por qué todo aquello de golpe? No estaba acostumbrada a eso y no le gustaba nada.

-M-Mi.. mi mama dice que es una tontería eso de tener novio, que solo tengo 7 años.

-¡Tú no opinas! ¡He dicho que vas a ser mi novia y punto!

Le agarró del brazo fuerte acercándose cada vez más, a esas alturas ya lloraba asustada.

De repente algo apareció con fuerza empujando a los 3 niños.

-¿Qué hacéis? ¡Dejad a Mio!

Pronto los 4 niños estaban revolcándose por el barro soltando puñetazos a diestro y siniestro. Y tras un minuto de golpes sin sentido el cabecilla de los otros 3 decidió emprender retirada.

Una cara sonriente y llena de barro miró a Mio, le sangraba la nariz pero sus ojos dorados parecían felices.

-¡Hey Mio-chan!, ¿crees que podría ser un héroe? ¡Ya sabes, con mi espada y rescatando doncellas!

La pequeña niña de pelo largo la miraba asustada por la sangre, no sabía como reaccionar.

-P- pero… la profesora ha dicho que las chicas tienen ir disfrazadas de princesas.

-Bleh… que aburrido, ¿qué tiene de divertido esperar sin hacer nada en una torre?

Mio la miraba fijamente sin saber si correr, ayudarla o llamar a algún profesor. No entendía muy bien a Ritsu, pero le hacía gracia su manera de pensar y le gustaba su enérgica sonrisa.

De un brinco la castaña se levanto para acercarse a Mio, la cual gritó y se alejó corriendo dejándola con los ojos como platos.

-¿Pero que…?

Vio su reflejo en el cristal de una ventana; claro, la sangre.

-Lo raro es que fuese capaz de decirme una frase entera con sangre en la nariz -se dijo riendo la pequeña de ojos dorados-.

Rápidamente se acerco a la fuente y se lavó bien la cara. Durante la pelea había perdido su diadema entre el barro, menuda faena; no le gustaba nada eso de tener el flequillo suelto, era realmente molesto.

Aceleró el paso y fue a buscar a su amiga, sabía donde iba a estar. Mio adoraba el pequeño patio de atrás de la escuela, siempre estaba allí leyendo.

Seguía con la cabeza agachada y seguro que con lágrimas en los ojos, era demasiado asustadiza y sentimental, al menos para Ritsu.

La castaña se plantó delante con una gran sonrisa y los brazos extendidos.

-¡Feliz cumpleaños Mio-chan!

La morena levantó la cabeza tímidamente

-Gracias…

-¡Mio-chan, dame tú mano!

-¿Eh? ¿Por qué?

-¡Rápido rápido!

Antes de que se diese cuenta Ritsu le había colocado un pequeño anillo.

-¡Aquí! Tú regalo de cumpleaños

Y seguidamente le regaló otra gran sonrisa colocando sus brazos detrás del cuello.

Mio por su parte se quedó mirando el anillo completamente roja, era planteado y con una media luna.

-Ritsu esto es…

-Lo vi y pensé que te pegaba mucho. La luna es como Mio: brillante y bonita.

La pequeña de ojos grisáceos se puso aun más roja.

-G- gracias…

Pero… Ritsu, el anillo en el dedo anular de la mano izquierda es el de compromiso

-¿Eh?

La castaña pareció no comprender y a la morena casi le salía humo de las orejas de lo roja que estaba.

Al fin de al cabo ninguna de las dos había cambiado nada.

O al menos eso pensaba Mio mientras recordaba aquella anécdota de infancia en su cama escuchando música.

Últimamente pensaba mucho en Ritsu.

Y no entendía el porque.