Hola (O_O )/... Bueno, yo no soy escritora ni nada de eso xD es la segunda vez que me animo a compartir algo que escribo porque es de lo poco a lo que realmente logro darle forma :'v si alguien se acuerda de mi sabe que mis historias casi siempre son tristes así que OJO: hasta ahora el final que me he planteado no es feliz .-. por si no les gustan las historias tristes, esta es una advertencia (aunque acepto sugerencias xD)

Lo que si hay es lemon, lemon y más lemon xD y no porque sea una loca (o sí? :v) pero la historia lo amerita, ya se darán cuenta después jejejeje

Otra advertencia: hay un crossover medio raro aquí xD, pero igual, no se me espanten -3-

Saludos a mi Senpai Aurora por ayudarme con el tutorial para subir esto n.n/

Ya no los entretengo n.n lean y disfruten (mientras puedan :'v)


Fuyu no ai

Era una tarde de Noviembre cuando Morinaga Tetsuhiro llegó a Nagoya en un viaje de negocios. Estaba muy emocionado de conocer un nuevo lugar, y alejarse por un rato de su estricto padre. Desde que había ascendido de puesto en Farmacéuticas M, su padre, dueño de la empresa, se había vuelto aún más crítico con su joven hijo. De modo que aquel viaje le caía de maravilla. Podría descansar, comer cosas diferentes, conocer gente nueva tal vez, y trabajar en paz por una vez en su vida.

Miraba por la ventana del tren como se acercaban a la ciudad, ansioso por llegar y recorrerla. Ya tendría tiempo de descansar.

-¿Le gusta lo que ve, Morinaga-san?- la voz de su compañero le sacó de su ensoñación.

Isogai Taichirou era dos años mayor que él. Trabajaban a la par en la empresa de su padre, ambos con una subgerencia bajo su cargo.

-Sí- dijo Morinaga animado- no puedo esperar para poner un pie fuera de este tren. Ha sido un viaje largo.

-Sin duda. ¿Tiene planes para esta noche?

-Lo que sea que me mantenga lejos de mi habitación de hotel. Pasaré mucho en ella cuando las negociaciones con los futuros socios comiencen.

-Siendo así, ¿por qué no me acompaña? Lo llevaré a buenos lugares.

-Me parece estupendo.

Se hicieron compañía hasta el hotel, solo para dejar las maletas y darse una ducha rápida. Ambos hombres deseaban desahogarse un rato del agobio de la vida laboral. Morinaga siguió a Isogai por las calles de Nagoya, maravillando su vista con la ciudad. Después de cenar, tomaron un taxi. Isogai le dio instrucciones al taxista, quien después de veinte minutos los dejó frente a una casa de té. Isogai pagó la cuota del transporte, mientras Morinaga miraba la entrada de aquel lugar.

-¿Qué es este lugar?- preguntó Morinaga.

-Es una casa de té. Suelo visitar este lugar cuando vengo a Nagoya. Te gustará.

Y con un gesto de su mano lo invitó a pasar. Una chicas vestidas con sencillos kimonos y bellamente arregladas los recibieron en la puerta. No eran geishas, pero habían aprendido ciertas cosas de esa tradición. Era raro encontrar geishas a esas alturas de la historia. Estaban casi extintas. Las chicas los hicieron pasar a una sala donde se reunían otras pocas personas. Les asignaron una mesa y pronto les sirvieron té, bebida y bocadillos mientras los acompañaban. Isogai se veía animado platicando con aquellas muchachas, pero Morinaga pronto se incomodó. Aquellas muchachas eran muy lindas (y muy coquetas) pero a él no le maravillaban en absoluto. Y estaba por disculparse con Isogai, cuando por la puerta entró un joven muchacho. Iba vestido con una yukata, el cabello largo amarrado en una coleta a la altura del cuello. Se movía grácilmente por la habitación, saludando a los invitados. Lo siguió con la mirada hasta que llegó a su mesa y se sentó junto a Isogai. Maldijo a su suerte en ese momento.

-Buenas noches Isogai-sama- saludó el muchacho.

-Buenas noches, Tatsumi-san.

-Veo que en esta ocasión no viene usted solo.

-Ah, cierto. Lo lamento. Él es Morinaga Tetsuhiro, mi compañero. Morinaga, él es Tatsumi Souichi-san.

Tatsumi hizo una reverencia, igual que Morinaga. Aquella hermosa criatura de ojos color miel lo había hipnotizado. Después de intercambiar algunas palabras con Isogai, Tatsumi se retiró, dejando a Morinaga nuevamente en el aburrimiento. No pudo dejar de pensarlo en toda la velada.

De camino al hotel, Morinaga seguía perdido en sus pensamientos, cosa que Isogai no dejó pasar.

-Morinaga-san, cualquiera diría que viene de ver a su enamorada. Su mirada se ha perdido por largo rato.

-Ah- se sonrojó al darse cuenta que había sido descubierto- lo lamento. Me perdí en mis pensamientos.

-Lo sé. Desde que le presenté a Tatsumi-san no ha quitado esa cara.

-Me temo que me ha sorprendido su belleza. Es una persona encantadora.

-¿Un hombre, Morinaga-san?

-Solo para mi familia es un secreto el que yo soy gay, Isogai-san.

-Ya veo. No pierda usted su tiempo, Morinaga-san. Tatsumi-san está reservado sólo a las más altas compañías, quienes pueden pagar sus servicios. Lo de hoy ha sido un mero regalo.

-Es una pena- murmuró Morinaga.

No dijeron nada más de camino al hotel. Al llegar, se dieron las buenas noches y se retiraron a sus respectivas habitaciones. Morinaga no dejaba de pensar en Tatsumi. Aun en sus sueños, podía ver su rostro. Le inquietó el recordar su rostro triste. Y luego vino desde su subconsciente la pregunta. ¿Cuánto le costaría una cita con él?

-Tatsumi-san, tienes un cliente.

-Ya voy- respondió del otro lado de la puerta del baño.

Acababa de asearse para asistir a una casa de té más tarde. Liberó su cabello para que cayera en una cola baja como siempre. Se ajustó el yukata al cuerpo y caminó hacia la habitación donde siempre recibía a sus clientes. Durante muchos años el lugar le provocó náuseas, pero al fin había conseguido bloquearse apenas cruzar la puerta.

Esperaba encontrarse con alguno de sus clientes frecuentes, por lo que al abrir la puerta y encontrarse con un joven muchacho de ojos verdes se sorprendió. No obstante, cerró la puerta y se acercó a la mesa.

-Buenas tardes- dijo Tatsumi haciendo una reverencia.

-Buenas tardes Tatsumi-san. Espero no importunar- se excusó Morinaga, sonriendo.

-¿Y usted es...?

-Morinaga Tetsuhiro- dijo sacando una tarjeta de presentación de su saco- estuve aquí ayer con Isogai Taichirou.

-Ya veo- dijo observando los detalles del nombre escrito en la tarjeta- ¿qué lo trae por aquí?

-Yo... bueno...- Morinaga estaba nervioso. ¿Cómo expresarle a aquel sujeto su súbito interés por él?- quisiera... quisiera... hablar.

-¿Hablar?- Tatsumi estaba sorprendido- ¿ha pagado 50,000 yenes solo para hablar?

-Bueno, si...- se rascó la cabeza, avergonzado. Tatsumi se sentó sobre sus talones, con las mejillas color carmín.

-¿Qui-quiere té?- ofreció tomando la tetera.

-Sí, gracias- dijo Morinaga aun nervioso. Tatsumi sirvió dos vasos pequeños y le ofreció uno a su acompañante.

-Y, ¿de qué le gustaría hablar?

-Amm bueno yo... ¿usted trabaja aquí regularmente?

-Desde hace seis años.

-Y ¿qué-qué hace específicamente?

-De modo que, ¿ha venido usted hasta aquí, y ha gastado 50,000 yenes para preguntarme algo que bien pudieron informarle las chicas de la recepción? Morinaga-san, déjeme recordarle que no está usted en un templo precisamente.

-No me mal entienda por favor. Es solo que no creí que siendo esta una casa de té, y usted un hombre prestaría ese tipo de servicio.

-La vida nos lleva por muchos caminos, Morinaga-san. A mi me ha tocado ser el que sirve, y a usted el que paga. Si usted gusta pagar tal cantidad de dinero solo para charlar, adelante. Pero no trate de inmiscuirse en mi vida privada.

-Lo lamento- dijo el joven. Dejó el vaso de té e hizo una reverencia- es solo que quiero saber más sobre usted.

-No entiendo por qué se interesaría en alguien como yo- murmuró con un tono amargo, desviando la mirada, cosa que Morinaga no dejó pasar.

-Tengo mucho interés en usted- confesó- más del que yo mismo puedo expresar. Suena tonto, pero me he enamorado de su belleza. Quisiera conocerlo mejor.

Tatsumi le miró sonrojado. ¿Quién era ese jovencillo y que lo había llevado ahí? Como fuera, no debía dejarle hacerse ilusiones. Se acercó como si fuese a besarlo, pero se detuvo centímetros antes.

-Te daré lo que viniste a buscar- susurró y se inclinó para besar su cuello.

Sus manos comenzaron a retirar la ropa de Morinaga y a regarla por el suelo. Después que lo hubo dejado sin nada en la parte superior, abrió su pantalón e introdujo las manos en él, a lo que el joven dio un respingo.

-Tatsumi-san, espera...

-Relájese Morinaga-san. Le daré lo que necesita.

Tatsumi seguía besándole el cuello provocativamente. El pobre Morinaga trató de contener sus gemidos mientras las manos expertas del pelilargo despertaban el fuego en su interior. Cuando los dedos de Tatsumi rozaron la punta de su miembro, Morinaga ya no pudo más. Con el deseo a flor de piel, lo sujetó de la cintura y se abalanzó sobre él. Sus manos apartaron el yukata de Tatsumi y se pasearon por aquellas caderas que lo estaban volviendo loco. Tatsumi sacó un tubo de lubricante de una bolsita que siempre traía amarrada a la cinta del yukata, puso una buena cantidad en su mano y la deslizó por toda la erección de Morinaga. Una vez hizo esto Morinaga entendió que estaba listo y dirigió su miembro a la entrada del pelilargo. Tatsumi al sentirlo entrar dirigió sus manos al trasero del joven y lo atrajo hacia él, apresurando la penetración al tiempo que abría las piernas para dejarlo entrar completamente.

Morinaga continuó moviéndose mientras Tatsumi se aferraba a su espalda desnuda. Lo escuchaba gemir preguntandose si no estaba haciéndole daño. Bajó un poco el ritmo y apartó el cabello que le cubría el rostro a Tatsumi.

-¿Estás bien?

Tatsumi lo miró un segundo como si no entendiera la pregunta, y se limitó a pasarle un brazo por el cuello para acercarlo y darle un beso en los labios. Elevó sus piernas y rodeó la cintura de Morinaga, invitándolo a seguir. El peliazul retomó el ritmo. Pronto ambos se acercaron al éxtasis, Morinaga podía sentirlo en la tensión de su acompañante. Aceleró sus movimientos y finalmente se corrió dentro de aquella hermosa criatura. Como sabía que Tatsumi aun no terminaba, besó su cuello y bajó su mano para estimular su miembro.

Solo entonces se dio cuenta de que no estaba ni cerca de una erección. De que los gemidos que había estado escuchando no eran precisamente de placer. Esa tensión que él confundió con un orgasmo cercano, no era más que el cuerpo de alguien rogándole en silencio que parara.

Se alejó un poco de él y pudo ver lágrimas en sus ojos mientras se desprendía de su cuerpo.

-Tatsumi-san...- Tatsumi se puso de pie lentamente y acomodó su ropa.

-Tómese el tiempo que necesite para asearse. Ya sabe dónde está la puerta.

-¡Tatsumi-san espere!- Morinaga sujetó su mano, deteniéndole- no era mi intención lastimarle, yo...

-Pagó por esto. Da igual si lo disfruto o no. Ahora váyase y no vuelva más.

Apartó su mano de un tirón y se alejó rumbo a la puerta. Al salir se encontró a una de las criadas de la casa de té.

-Si este muchacho regresa, no lo dejen entrar, ¿escuchaste?

-Sí Tatsumi-sama.

Y dada esa orden, se retiró a su recamara a darse un baño nuevamente y descansar. El dueño acababa de llegar a la ciudad, y había solicitado su presencia en la ceremonia de bienvenida. Iba a ser una noche larga.

¿Qué acababa de pasar? Morinaga se encontraba confundido. Había vuelto a la casa de té para intentar hacer contacto con Tatsumi, pero las cosas habían dado un giro inesperado. Miró el tubo de lubricante en el suelo. O lo que él pensaba era lubricante. No había notado el entumecimiento en su parte baja hasta que todo hubo terminado. Seguramente el pobre Tatsumi lo utilizaba para hacer más llevadero su trabajo .Aún recordaba su rostro triste, y eso lo hacía sentir horriblemente mal.

Se puso de pie y buscó por la habitación algo con lo que pudiera limpiarse. En la mesita de noche encontró pañuelos desechables, tomo lo necesario y después se vistió.

Salió de aquella recámara haciéndose miles de preguntas, decidido a regresar nuevamente. La chica de la entrada hizo una reverencia y lo despidió con una sonrisa.

Mientras caminaba de regreso al hotel hizo memoria de todo lo que había pasado, tratando de encontrar cual había sido su error, pero no pudo encontrarlo. Realmente, quien había ocasionado ese desenlace había sido Tatsumi, pero ¿por qué?

-Okaerinasai, Kanou-sama- Tatsumi hizo una reverencia de rodillas en la puerta.

-¿Qué hace alguien como tú recibiendo a la gente como una criada?- Kanou Somuku, dueño de la casa de té, se había sorprendido al ver en el suelo a una de sus más caras adquisiciones.

-Estaba esperándole- dijo Tatsumi, aún en el suelo. Kanou le tendió una mano.

-Ponte de pie. Hazme compañía en la fiesta- Tatsumi tomó su mano y lo acompañó hasta la pequeña sala.

Todos los empleados estaban ahí, las chicas al ver a Kanou se abalanzaron hacia él, pero el dueño jamás soltó la mano de Tatsumi. Se sentaron alrededor de la media luna formada por las pequeñas mesas de madera. Una tras otra las chicas fueron bailando para entretener a los socios invitados. Kanou deslizó su mano por la pierna de Tatsumi, quien se encontraba sentado a lado suyo. El pelilargo lo miró y Kanou se acercó a su oído.

-Estoy cansado de esta ceremonia. Ven conmigo a mi hotel.

-Pero tengo clientes esta noche- Kanou deslizó su mano entre las piernas de Tatsumi y lo apretó un poco, haciéndole estremecer.

-¿Acaso ellos son más importantes que yo?- preguntó, dirigiendole una intensa mirada. Mirada que Tatsumi no podía esquivar, por más que pasaran los años.

-De ninguna manera, Kanou-sama.

-Entonces ve con la recepcionista y dile que cancele tus citas de hoy y mañana. Quiero que estés conmigo.

-Sí señor.

Tatsumi se puso de pie y fue hasta la recepción a cancelar sus citas. No es que tuviese muchas ganas de trabajar, pero necesitaba ese dinero para pagar su deuda. Deuda que, irónicamente, tenía con el hombre que no le pagaría las horas de trabajo que le iba a costar.

Regresó a la sala, se sentó de nuevo junto a Kanou y le informó que la cancelación estaba hecha. Somuku se tomó sólo cinco minutos más para agradecer la recepción y se puso de pie llevando a Tatsumi consigo. Salieron a abordar el auto con chofer que siempre lo esperaba, y apenas se hubieron cerrado las puertas y la ventanilla del conductor, Tatsumi fue jalado hasta terminar sobre las piernas de Kanou. Unos labios invadieron los suyos agresivamente, con tal desesperación que incluso lastimaba.

Las manos del dueño se paseaban por la piel del pelilargo bajo el yukata mientras este trataba de seguirle el ritmo.

-¿Me extrañaste?- preguntó Kanou acariciando la espalda del platinado.

-Bastante, Kanou-sama- las manos de este bajaron al trasero de Tatsumi y frunció el ceño.

-¿Por qué llevas ropa interior?- Tatsumi se sorprendió. ¿Qué clase de pregunta era esa?

-No puedo ir por ahí sólo con el yukata...

-Sí pero sabes que no la necesitas cuando vengas conmigo- mientras decía esto encajó los pulgares en la tela y la rasgó hasta romperla y así poder retirarla. Tatsumi se estremeció al sentir las grandes manos rozar su piel desnuda.

-De acuerdo.

Volvieron a besarse mientras Kanou acariciaba a sus anchas la retaguardia del pelilargo, libre de telas estorbosas. Tatsumi no podía evitar gemir por lo bajo, las caricias del dueño lo estaban poniendo, y ya que era raro que tuviese sexo por placer, tenía muchas ganas de liberarse. Las cosas se estaban calentando gravemente en el auto, Kanou por fin había puesto las manos donde Tatsumi tanto lo deseaba. Comenzó a jadear, ansioso. Ya se sentía venir cuando el auto se detuvo, y con el Kanou. Tatsumi lo miró aturdido. ¡Estaba tan cerca!

La puerta del auto fue abierta y Tatsumi obligado a salir junto con toda su incomodidad. Se aferró al brazo de Kanou, esperando que la cercanía a este pudiera ocultar su estado a los ojos de los demás. El viaje en el elevador fue una tortura, y al llegar a la habitación Kanou no tuvo mejor idea que ir a tomar un baño. Al ver la cara de desesperación del platinado se paró frente a él y levantó su rostro con una mano.

-¿Qué pasa?- preguntó con una sonrisita en los labios.

-Yo...- sabía a que lo que estaba jugando, y por más que quisiera negarse a ello, su cuerpo no podía más con la espera- qui- quiero venirme, por favor...

Kanou sonrió de oreja a oreja al escucharlo decir eso. Lo levantó en sus brazos y fueron directo a la recámara. Tatsumi le ayudaba a retirar su ropa de manera apresurada, pero Kanou lo frenó.

-Despacio cariño. Aún debo prepararte.

-No. Por favor, date prisa- Kanou sacó un tubo de lubricante de su saco y tomó bastante en su mano.

-Abre las piernas- Tatsumi obedeció, sujetando sus piernas cerca de sus hombros- este lubricante es especial. Te hará sentir muy bien- Tatsumi se retorcía placenteramente al sentir los dedos de Kanou estimular su entrada. Después de lubricarlo bien, retiró sus dedos- Ahora voy a tomar mi baño. Ni se te ocurra tocarte mientras vuelvo, ¿escuchaste?

-Sí, Kanou-sama.

Tatsumi fue abandonado nuevamente con todo su deseo quemandole el cuerpo. El lubricante estaba incrementando más y más su lujuria, calentando su cuerpo. Su miembro se erectó aún más de lo que ya estaba, y comenzó a segregar líquido preseminal. Se obligó a sí mismo a soportarlo, pero dos cercanías al orgasmo lo estaban volviendo loco.

Deslizó su mano a lo largo de su hombría suavemente, con la intención de calmar un poco su deseo, pero esto solo lo incrementó. Cubrió su boca con su otra mano para acallar sus gemidos, temeroso de que Kanou lo escuchara. Y justo cuando estaba cerca nuevamente, otra mano detuvo la suya que ya se movía afanosamente de arriba a abajo. Abrió los ojos y miró a Kanou, quien sujetaba su mano con fuerza mientras fruncia el ceño.

-Creí haberte dicho que no te tocaras.

-Kanou-sama, yo...

-Parece que voy a tener que castigarte.

Y dicho esto, tomó su corbata y le ató las manos al cabeceral de la cama. Le dio la vuelta para ponerlo de espaldas a él y levantó su cadera. Tatsumi creyó ver venir su alivio pero, en lugar de penetrarlo, Kanou le asestó una fuerte palmada en el trasero que lo hizo gritar de sorpresa.

-¡Kanou-sama!- chilló avergonzado.

-Dije que te castigaría. Guarda silencio- ordenó dándole otra palmada.

Continuó dándole fuertes palmadas hasta juntar diez, y dejar el pálido trasero de Tatsumi rojo como tomate. Luego de la última palmada, Kanou se inclinó para besar las nalgas de Tatsumi, una por una, para finalmente perderse en la línea entre ambas. Tatsumi gimió fuertemente al contacto de la lengua del pelinegro que jugueteaba en su entrada. Se aferró a los barrotes de la cama mientras las caricias de su dueño lo llevaban poco a poco al límite de la cordura. Kanou detuvo sus caricias nuevamente con Tatsumi cerca de la dulce liberación, el pelilargo ya temblaba a la vez que lágrimas caían de sus ojos.

-Tatsumi-kun...

-Quiero venirme... por favor... ya no puedo más...

-Esta bien- liberó las manos de Tatsumi, quien se dejó caer completamente en la cama- tranquilo- le dio la vuelta y levantó sus piernas- te haré venir.

Kanou se hundió lentamente en el cuerpo de Tatsumi, haciéndole gemir. Su cuerpo temblaba de desesperación. Encajó sus dedos con fuerza en la espalda de Kanou mientras este comenzaba a moverse lentamente. La sensación era intensa pero no le alcanzaba para correrse, por lo que comenzó a suplicar a viva voz.

-más... más rápido... ¡por favor! ¡ahh!- Kanou atendió a sus súplicas acelerando sus movimientos- ¡más!

Las manos de Tatsumi se deslizaron arañando la piel bajo sus dedos hasta alcanzar el trasero de Kanou para apretarlo, acercándolo más a él. Las constantes interrupciones, sumado al lubricante y el escozor de su trasero causado por el castigo lo tenían increíblemente sensible. Pronto vino a su cuerpo el tan esperado orgasmo, el cual gritó desde el fondo de su alma, perdido en el placer. Apretó a Kanou contra su cuerpo, hundiéndolo más en él. Kanou deslizó su mano por el vientre de Tatsumi y lamió lo que en ella había quedado.

-Si que has estado aguantandote, ¿eh?- salió de él para darle la vuelta. Levantó sus caderas y volvió a entrar- yo también he esperado mucho por ti.

Las embestidas volvieron, más lentas pero igual de profundas. Kanou tomó el cabello de Tatsumi en un nudo alrededor de su mano y tiró de el para obligarlo a levantar la cabeza, provocándole un gemido.

-Me encanta tu cabello- dijo aspirando su olor.

Se inclinó un poco más y beso su cuello, dejando chupetones a su paso. Tatsumi estaba volviendo a ese maravilloso camino al orgasmo; aunque le costara admitirlo, le gustaba que lo tratara con rudeza. Cuando incrementó la velocidad de sus embestidas volvió a bajar su cabeza y sujetó sus caderas para ir más profundo. Esta vez el orgasmo los alcanzó a los dos al mismo tiempo, pero a pesar de ello Kanou continuó moviéndose.

A Tatsumi siempre le sorprendió la capacidad del dueño para tener sexo toda la noche.


Y bueno, así empezamos xD

Ya sé lo que se estarán preguntando: ¡¿Que carajos hace Kanou Somuku aquí?!

Debo admitir que hasta a mi se me hizo raro xD pero me encontré un CD drama donde (si no me equivoco) los seiyuus de ambos tienen una escena bien zukulenta xD y de ahí surgió todo.

En fin, gracias por leer, si les interesa la historia no olviden comentar :)