¡Hola un gusto estar con ustedes nuevamente! Ahora vengo a traerles esta fic de aventura/acción que una noche soñé y que no pude olvidar así que decidí compartirlo. Como podrán haber leído ya antes de entrar, trata sobre un universo alterno (Yo y mis universos alternos) donde nuestras Crystal Gems son jóvenes humanas y un día que pudo haber sido tan normal como cualquier otro unos extraños visitantes del espacio cambia completamente su modo de vida, ahora ellas deberán sobrevivir a esta invasión alienigena y encontrar el verdadero significado de su llegada.
*Lo mismo de siempre, Steven Universe no me pertenece, le pertenece a Rebecca Sugar y eso que ya conocen.
Este cap. sería una introducción, realmente son las páginas de un diario escrito que adentra a las situaciones anteriores al primer capítulo, que será el siguiente, espero que lo disfruten.
El sueño (y por ende la historia) está inspirada en el libro "La quinta ola". Créditos al autor también. Espero que les guste el cap. y nos vemos luego.
Diario
Por Perla.
Ahora que lo pienso aquellos dias eran intrigantes, no conocía las cosas tan complejas como las conozco hoy y el dolor no era tan fuerte como lo sentido hoy.
Haciéndola larga podría comenzar cuando había salido de preparatoria, pronto comenzaría la universidad y lo único que realmente me preocupaba era cuidar de Steven y poder pasar más tiempo con su madre, RoseQuartz, la hermosa y perfecta RoseQuartz tan maravillosa como nunca nadie en este mundo, era quizás la mujer más bella que yo en mi vida había visto pero belleza no era lo único, aquella noble mujer era fuerte como ninguna, decida, inteligente y piadosa, siempre pensando en el bien de todos antes que sí misma y con todas esas maravillas entendía por qué alguien tan... 'Greg' se había enamorado de ella, lo que realmente no podía comprender era por qué alguien tan brillante como ella se había enamorado de él y había decidido tener un hijo con él.
Greg tenía solo dos cosas buenas, la primera era Rose, la segunda era Steven, su hijo, un niño que con solo su mirada alumbraba las noches más oscuras, que su sonrisa derretía el hielo en el corazón de cualquier persona. Ese niño, ese 'pequeño Rose' era una verdadera bendición y hasta la fecha, lo quiero como si fuese mi propio hijo, hoy más que antes.
Esos días habíamos marchado a la escuela aunque sonaban una de esas alarmas de advertencia y mantenerse en casa debido a que 'objetos voladores no identificados' cruzaban el cielo, claro, nadie le prestaba atención (¿Y quién sí le prestaría?), además, en los últimos años ya habían varias de esas advertencias y nada había sucedido, en cualquier caso, no prestamos atención absoluta y nos dirigimos a la escuela, lo dejamos a él y a Amatista, quien estuvo haciendo chistes asquerosos todo el camino y haciendo ruido. Amatista era un caso, muy pegada a Rose, quien era la única que disfrutaba de las bromas, dudo que Garnet los disfrutara, ella normalmente se mantenía callada, nunca preguntaba nada y siempre parecía tener la razón y saber lo que avecinaba pero apuesto que ella nunca pensó en lo que sucedería.
Detuvimos el carro frente al colegio, los dejamos a los dos y los vimos entrar. Nos regresamos, vivíamos todos cercanos entre nosotros, Amatista siempre se iba con Steven a la escuela, yo siempre cuidaba a Steven y Garnet siempre me cuidaba a mi. Rose siempre velaba por nosotros y eso me hacía feliz.
La tarde pasó rápido y pronto fue tiempo de recogerlo, como era costumbre, fuimos en el carro pero al estar a unas cuadras éste se apagó. Fue extraño, luego de varios intentos, Rose suspiró y dijo:
—Me da muy mala espina, Perla, Garnet, bájense. Yo iré a buscarlo y volveré rápido.
—No—Garnet abrió la puerta—Iremos contigo.
Esa decisión fue la mejor que tal vez pudimos tomar, salimos las tres, fuimos a la escuela y sacamos a Steven y a Amatista, nos regresamos caminando pero cuando nos faltaba cuadra y media para llegar al carro (inservible a la mitad de la calle como todos los demás carros), una fuerte luz en el cielo bajó a gran velocidad, Rose nos empujó detrás de un muro de concreto y allí nos ocultamos, una fuerte energía nos golpeó cuando la luz chocó contra el suelo. Sentí que mi cuerpo era arrastrado pero Garnet me sujetaba para que no me fuese, no sabía lo que ocurría, a decir verdad, quedé inconsciente.
Abrí mis ojos horas mas tarde, era de noche, en mis brazos apretaba a Steven, Rose me apretaba a mi, Garnet protegía a Amatista. La pared que nos cubrió se había derrumbado y había sido por unos convenientes árboles cercanos caídos que no nos había aplastado la pared (hasta ahora me pregunto si esos árboles siempre estuvieron allí, pues no los recuerdo antes). Lo primero en que fijé la vista fue fuera de nuestros escondites, habían... ¿Mujeres? Eso parecía, pero con gemas incrustada en sus cuerpos y parecían buscar algo. En total eran solo tres y pronto se fueron, Rose nos dejó salir una hora más tarde, asegurándose que no hubiese nadie más.
—Deberemos ir a casa caminando—Advirtió—Nos tomará un día o dos, estamos lejos pero necesitamos saber cómo está Greg, pero será en la mañana, en la noche somos vulnerables.
Aceptamos sin dudar, pasamos la noche en el escondite y cuando salió el sol, emprendimos camino. Un laaargooo camino por las calles hacia la playa y allí me cuestioné por qué mierda debía estudiar Steven en una escuela tan alejada de casa, aunque aquello se me olvidó una vez que empecé a notar lo desolada de la ciudad, no habían más personas que nosotros y aquellas mujeres extrañas de las cuales nos ocultábamos. Mantuvimos pasos rápidos y así, luego de un día y medio, llegamos a casa de Rose.
Yo no tenía apuro de ir a mi casa, tampoco Garnet ni Amatista, pues las tres eramos huérfanas, yo viví con mis tíos y ellos me educaron, por ellos conocí a Rose, luego de que cumpliese mis dieciocho (hacía unos cuántos meses atrás) ellos habían muerto. Mis tíos adoptaron a Amatista y Garnet era otra sobrina de ellos pero de otro lado de la familia, así que ahora nos teníamos a nosotras para vivir.
Cuando entramos a casa fuimos sorprendidas por un olor nauseabundo que casi nos hace vomitar, abrimos las ventanas y al buscar qué originaba el olor lo encontramos y hasta ahora sigo diciendo que mejor era no encontrarlo: Greg. sí, él, estaba muerto y descomponiéndose. Recuerdo bien que la única persona que se mantuvo con razón fue Rose pues Steven entró en shock, Amatista empezó a gritar, yo solo pude tomar a Steven y correr hacia otro lado y Garnet, pues ella simplemente se fue hacia un lado de la casa a llorar sin que nadie la viese o eso creo.
No pude hacer nada para ayudar a Rose, me hubiese gustado pero estuve tranquilizando a Steven y a Amatista, ésta última era buena amiga de Greg y siempre veían un molesto y desagradable programa juntos, Garnet ayudó a sacar el cuerpo de Greg y enterrarlo cercano a la casa. Rose, notoriamente afectada pero también decidida a que sobreviviéramos a la situación, nos ayudó a calmarnos, pero muy dentro lo sabía pues la había visto cuando enterraban el cuerpo de Greg, las lágrimas se le derramaban y la tristeza estaba unido a ella, sus ojos negros estaban nublados y aunque aguantaba llorar, sus labios rosados temblaban. Cuando la veía tan fuerte frente a Steven, abrazándolo y tranquilizándolo... lloré, lloré por ella, lloré por Steven, lloré porque comprendí que la situación era más grande que nosotros y que no teníamos ni idea de lo que sucedería.
Pasamos unos días en la casa, era insoportable estar allí, normalmente Garnet salía a vigilar, buscábamos más personas pero no había nadie vivo, nos dimos cuenta que la ciudad no era más que un cementerio gigante, el olor nauseabundo nos limitaba cuando debíamos salir y cada segundo pasado allí me daba a entender que realmente debíamos escapar.
Una noche Garnet llegó corriendo avisándonos que debíamos escapar lo antes posible, Rose tomó a Steven en brazos, yo agarre a Amatista y salimos corriendo de allí, apurados. Solo corríamos sin dirección o eso creo yo, tal vez Garnet, quien nos guiaba si tenía una dirección, pero yo no.
Nos escondimos y así empezamos a ser prófugas... escondiéndonos, evitándolas. Quería pensar que todo estaría bien, que todo se solucionaría pero mientras más nos esforzábamos más vagos parecían nuestros esfuerzos, fue dos semanas luego que era de noche, teníamos algo de frío pero prender una fogata era anunciar nuestra posición, aquellas extrañas mujeres nos perseguían pues se habían dado cuenta de nuestra existencia y... esa noche Rose había estado más pegada a Steven de lo que ya era, recuerdo lo abrazaba y le hablaba.
—Si hubiese una forma de poder hablar con esas personas... creo que si pudiésemos comunicarnos y explicarles que... este es un buen lugar pienso que tendríamos una oportunidad de cambiarlas y hacerle saber lo hermoso que es este mundo, que no tienen por qué hacernos esto.
—Hablas muy hermoso, Steven—Dijo Rose, durmiéndolo en su abrazo—Pero no, no se detendrán. De eso estoy segura.
Suspiré, Steven siempre había un chico tan noble como su madre, tan piadoso y amable como nadie, ese niño siempre se preocupaba por todo y buscaba ver la luz hasta en el lugar más oscuro, no lo sabía en esos días pero ese niño iba a ser mi luz.
Aquella noche me desperté y vi a Rose levantarse, Garnet estaba sentada a cierta distancia limpiándose de las lágrimas y apretando la impotencia con su mandíbula, algo había pasado y miré rápido mi alrededor buscando a alguien herido o muerto, estaba aterrada pero no, todo parecía tranquilo. Me levanté y caminé a Rose.
—Perla—Ella me miró—¿Qué haces despierta?
—¿Qué sucedió?
—Oh—Rose me dirigió una última sonrisa y me tomó de las manos—Están cerca, alguien debe distraerlas.
—Iré yo—Mis palabras salieron antes de darme cuenta.
—Eres una adolescente, eres fuerte y tienes una gran oportunidad por delante, no puedo dejar que vayas.
—No puedes dejar a Steven, él te necesita.
—Yo lo necesito más a él de lo que él me necesita a mi.
—Rose... yo te necesito, no puedo imaginar un mundo sin ti, yo iré—Insistí, lloraba sin darme cuenta.
—Gracias, Perla, mi Perla—Se inclinó sobre mi y me besó la frente—Pero creo que sé lo que quieren, sé lo que debo hacer. Cuida a Steven, te necesitará... —Bajó su mirada nublada, soltó mis manos y se distanció—Amatista también. Confío en ustedes.
—No te dejaré ir.
—Sí, lo harás.
Se acercó a mi de nuevo y estiró su mano a mi pecho, empujándome sin fuerza pero igualmente caí al suelo, una caída que sentí larga y lenta, cuando choqué contra el suelo me golpeé los brazos y la cabeza, aturdida pasé minutos enteros intentando encontrar sentido, al hacerlo ella ya no estaba y me di cuenta que se había ido para siempre. Grité, grité con fuerza llorando, Garnet me sostuvo y me hizo callar pero para ese momento, Steven y Amatista se habían despertado. Ellos no necesitaron explicaciones, lo entendieron.
Luego de esa oportunidad de vivir, con el corazón destrozado y sin ánimos, continuamos en nuestro escape. En un principio no quería seguir, quería quedarme y esperar a que aquellas mujeres me atraparan y me mataran, pero fue Steven y su luz quien me hizo levantarme, no sólo a mi, si no a Amatista y a Garnet. Seguimos y llegamos entonces aquí, un mes después de que empezara este desastre.
Terminó de leer aquél diario y entonces, con su mano lo cerró mientras observaba con detenimiento la habitación de esa pequeña chocita, desordenada y oscura, podía sentir desde afuera el olor de la fogata afuera que había sido apagada hacía poco y el olor de humedad allí dentro. Volteó entonces viendo a su compañera de equipo y dijo antes que ésta preguntase:
—Las encontramos.
