Ella muy en el fondo sabía que Conan era Shinichi. Aunque este le hubiera jurado que no, aunque los hubiera visto a los dos en el mismo lugar. Algo le decía que no era así, que todo era un montaje. Puede ser la forma en que se quedó pensando en un caso sin respuesta, con la mano en su mentón. Puede ser porque a los dos les gusta el futbol, Sherlock Holmes, investigar y resolver un caso. Es que son idénticos, lo único que cambia es que Conan es un niño y Shinichi es un chico de 17 años.
Conan llegó de la nada, se puso tan nervioso cuando se le preguntó el nombre, eso fue tan sospechoso. Además estaba en la casa de Shinichi. Se sonrojó al recordar ese día, ella había confesado su amor, ella había soltado todo lo que tenía en su corazón, todo lo que tenía para Shinichi y se lo había dicho sin tapujo a Conan y si él fuera….Movió su cabeza tratando de alejar esos pensamientos. Pero no podía hacerlo, también recordaba las veces que tomó un baño con el pensando que era tan solo un niño de 7 años.
-Ahhh-diò un pequeño grito. Tomo un poco del té que se había preparado, respiró hondo y se calmó. Pero en verdad era extraño, Shinichi desapareció del mapa. Dejó de ir al colegio, al club de futbol y ya ni siquiera aparecía en la tele como a él tanto le gustaba alardear. Durante los meses sí que había intentado descubrir la verdadera identidad de Conan, pero por alguna razón este siempre la distraía, no era tonta. Ella sabía que tenía que tener un motivo oculto por lo cual este no le había dicho nada, pero no estaba preocupada. Por sobre todas las cosas ella confiaba en Shinichi. Sabe que si no le dice, es por algo. No por nada son amigos de la infancia. Ella conoce todo de él y viceversa. Han pasado por un sinfín de cosas juntos, han vivido los momentos más importantes al lado del otro. Cuando se separaron sus papás, Shinichi la consoló y la llevo al acuario y le compró un helado de frutilla, esos que tanto amaba. Cuando el recibió ese premio de los detectives jóvenes, ella estaba ahí en primera fila acompañándole y animándole.
Porque ellos se amaban, debajo de toda esa amistad había amor y por ello no estaba enojada con él por ocultarle cosas. A pesar de todo el la sigue acompañando en todos esos momentos, cuando la secuestraron, cuando se cayó al mar desde el barco. Ella rogó al cielo para que Shinichi la ayudara y él llegó, de alguna forma u otra. Y acordándose de eso, hubo un caso…no se acordaba bien, estaban en un parque de diversiones o algo así, había fuego, había un sentimiento de desesperación. Pero entre todo esto, Conan le había dicho que la amaba... ¿Un niño de 7 años piensa ya en el amor? Sonaba tan serio, ella solo se sorprendió y quedó muda. Claro, después lo rechazó y dejó todo como en una broma. Pero había algo ahí, en la mirada que puso Conan, en el tono de voz que la hizo dudar…le hizo recordar a Shinichi. Aunque meses después el mismo le dijo que la amaba, en Inglaterra. Había soñado desde que tenía 6 años en lo mismo, que él le dijera que la amaba, pero no pensó que no lo vería hasta un tiempo después. Le dio pena, claro. Ella quería que fueran una pareja, pero él no siempre estaba físicamente con ella. Pero siempre lo sentía espiritualmente, por eso cuando miraba hacia abajo y veía a Conan, no podía dejar de pensar que él era Shinichi, porque le trasmitía paz, le decía que todo iba a estar bien y que confiara en el. Por eso no decía nada y se hacía la tonta respecto a esto.
Sabía que algún día Shinichi iba a volver ya no como su migo, si no como su novio.
