En todos los mundos
Los golpes resonaban en su cabeza. No podía aguantar. No quería hacerlo. Se dejó llevar hacia la corrupción.
Willow le abrió la puerta. Lo había esperado. Le había cantado en éxtasis.
Ella pertenecía a otro mundo. Uno extraño, sobrenatural, bizarro. Que lo asustaba. Y al mismo tiempo, lo seducía.
Willow y ese pueblo perdido de la mano de Dios y de toda idea de democracia, tenían lo que los prostíbulos y pubs en tierra firme no.
Neil tomó la mano de Willow. Lord Summerisle los presentó al resto de la aldea, que les hicieron reverencias. Fueron los reyes de Mayo. Para las leyes de esos paganos, estuvieron casados como los dioses de la cosecha.
Acompañaron a la procesión juntos hasta el Hombre de Mimbre. Willow hizo los honores, le prestó a Neil una antorcha para que prendiera fuego el sacrificio.
Viva y a salvo Rowan, no tenía caso rehusarse. Pero era extraño. Incluso cuando la estructura maldita estaba repleta de animales vivos, su gigantez le hizo pensar que fue mentada para algo más.
—¿Me hubieran colocado adentro, si no quisiera ser el Tonto y el Rey de vuestro festival?
Todo el pueblo se rió con él. Ellos, divertidos. Neil, un poco nervioso. El mimbre prendió y los animales enloquecieron en las jaulas de la forma de mimbre.
Willow lo abrazó y besó fervientemente. En sus labios probó más verdad. Lo supo.
Casi podía escuchar sus gritos entre salmos del otro lado. Una posibilidad perdida. Por insensatez.
—No tiene importancia —le aseguró Willow—. De una manera o de otra, usted se ha sacrificado, señor. Nunca podrá abandonar nuestro pueblo. Y aunque lo hiciera, esta isla lo seguiría. Es uno de los nuestros y para siempre.
Neil Howie asintió, resignado. Continuaron la danza en ronda, llenos de alegría y fervor, él dubitativo, sin llegar a adaptarse del todo.
Era como haber renacido. Pero no terminaba de ser una muerte.
El ciclo de la vida.
Neil abrazó su corrupción, bebió, besó a todas las muchachas que tenían edad de apreciarlo y aceptó que de un modo u otro había muerto y que ya nunca más diría un salmo.
Las cenizas que llenaban el aire eran también de él.
En todos los mundos.
