Antes que nada, para los nuevos lectores y lectoras que pasen por este fic, quería pedir disculpas por siempre tardarme un poco con mis historias. Actualmente sólo tengo dos publicaciones en este sitio debido a que las dos anteriores, por cuestiones de "estancamiento de ideas" no puedo continuar. Además el hecho de que los documentos en los que había escrito las continuaciones no he podido encontrarlos, se han borrado de mi computadora.
Los invito a leer mi reciente publicación: "Himitsu" en español: Secreto. Estaré escribiendo capítulos para no atrasarme, pero no los publicaré seguido.
Los invito también a dejar un review o comentario/crítica, todo es aceptado -siempre y cuando sea constructiva y no ofensiva-
¡No sean lectores fantasma!
Como siempre, los personajes no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto. Pero la historia es cien por ciento mía.
Hinata terminaba de darle los toques finales a su dibujo. Enfundada en una calurosa y holgada sudadera con capucha, lentes oscuros y un tapabocas, soltaba el pincel y se alejaba unos pasos para poder contemplar su obra. Sonrió, satisfecha y contenta con su trabajo. En medio de una calle algo solitaria, la chica de ojos perlados había hecho un dibujo en contra del abuso a la mujer.
Le encantaba hacer aquello. Dar mensajes y enseñanzas a los demás a través de sus dibujos. Acto considerado como vandalismo por la sociedad, pero ¿y qué podía hacer? Había intentado infinidad de veces que le cedieran unos espacios para poder dibujar y jamás se dignaron a responder a sus peticiones. Y era ridículo, sus mensajes estaban llenos de cosas positivas y que los demás debían aprender a practicar, pero a la hora de ceder espacios para hacer avisos y otro tipo de publicidad para el consumismo, no había si quiera que pedir permiso al alcalde. Patético y denigrante.
Había estado saliendo a escondidas de su casa a altas horas de la noche otras cinco veces para hacer aquello en distintas partes de la ciudad. Unos contra el bullying, otros contra el racismo y la xenofobia y otros a favor de la igualdad. "Ojos de luna" tal como ella firmaba sus dibujos, estaba empezando a hacerse popular en la ciudad y en su escuela. Todos morían por saber quién estaría haciendo tales obras de arte. Pero Hinata no necesitaba reconocimientos, era feliz actuando en el anonimato... eso y el hecho de que la meterían en problemas con la policía si la pillaban. Sin mencionar la reacción de su primo y de sus padres –aunque estos últimos vivían en el exterior y sólo visitaban en vacaciones-.
Hinata regresó a su casa a eso de las tres de la madrugada, escalo el árbol que tenía al lado de su ventana y se metió sin problema alguno a su habitación. Se quitó toda esa ropa de encima y se durmió casi al instante
El día siguiente era domingo, Hinata despertó muy tarde en la mañana. Se levantó con mucha pereza y bajó a la cocina, en donde había una nota pegada en el refrigerador:
Hinata, tengo que llegar temprano a la escuela porque debemos calentar para el partido. De ahí nos iremos en el bus escolar a la escuela Kirigakure. En el comedor están las entradas para que vayas con Ino. Empieza a las tres.
Neji H.
Eran las once la mañana y tantos minutos, comió algo que encontró en el refrigerador y subió a tomar un baño. La verdad es que había olvidado por completo el partido de su primo. Eran las semifinales del torneo inter-escuelas, si ellos ganaban en partido de hoy, irían a las finales. Neji estaba en último grado y además era miembro del equipo de fútbol masculino.
A las dos y treinta llamaron a su puerta, una rubia de ojos azules y cuerpo para tentar al pecado seguía golpeando frenéticamente, impaciente porque le abrieran.
-Ino, ¿podrías calmarte un poco? Vas a matar a la pobre puerta que nada te ha hecho—la pelinegra puso los ojos en blanco al liberar a la pobre puerta de los golpes de Ino—y tú qué carajo haces vestida así.
Ino se miró a sí misma como si no entendiera de lo que hablaba. Usaba un vestido cómodo y fresco pero escandalosamente corto. En el momento que lo vio, Hinata supo que había sido víctima de una costurera a la que seguro Ino había ido a que lo hiciese más corto, no sabía mucho de moda, pero el estilo del vestido no era para que fuese así de revelador.
-¿De qué hablas?—Ino le miró sonriendo, Hinata le sostuvo la mirada y al final levantó las manos, rindiéndose—ya, ok. La verdad es que le prometí a Kiba que si ganaban el partido le iba a dar un regalito.
-En otras palabras, le prometiste que te ibas a regalar—Hinata rodó los ojos y entró a buscar las llaves del auto de Neji, que no se había llevado para que ella pudiese movilizarse, la escuela Kirigakure quedaba lejos de ahí—sólo que no entiendo por qué debes vestirte así. Igual vais a acabar sin ropa los dos.
-Lo que tú no sabes—decía ella, alzando el dedo como si estuviese explicando algo importante—es que la ropa es un buen incentivo y mientras más se encienda, mejor se pasa. ¡Kiba es un animal en la cama!
-¡Ya! No necesito saber lo que tú y tu novio hacéis—Hinata e Ino llegaron hasta el auto y subieron.
-Tú también deberías tratar de vestir diferente—le miró, ella llevaba unos jeans y blusa de tirantes, la cual sí resaltaba su busto—. Así ya tendrías a Naruto a tus pies. Aunque te doy puntos por la blusa
-No empieces Ino.
Ella es la única persona en el mundo que sabe sus verdaderos sentimientos hacia el rubio. Estaba enamorada de él desde que tenía memoria y hasta ahora, no había conseguido más que un "hola, ¿cómo estás?" de su parte. Lo cierto es que, con el tiempo, se había resignado a sólo verle en silencio y odiarle. Sí, odiarle. Le odiaba por nunca haber correspondido sus sentimientos, por salir con tantas mujeres y ganarse esa fama de casanova, por volverse tan popular y hacerse más inalcanzable. Hinata odiaba la popularidad, sólo la soportaba en dos ocasiones: con su primo porque era familia y cuando traía a toda su manada de amigos petulantes a casa. Ella evitaba a toda costa estar cerca de ellos aun cuando su rubio se encontraba en su casa.
Así es, Naruto Uzumaki iba constantemente a su casa y ni así. Era patético, y detestaba seguir perdidamente enamorada de él, pero lo odiaba. Era tan extraño. Fuera de toda la popularidad que le rodeaba, seguía siendo el mismo chico alegre y de gustos sencillos, preocupado por los demás, entusiasta y fuerte. Pero sobretodo jodidamente sexy y apetecible. Su cuerpo no era de este mundo, la mezcla del fútbol y el sexo que debía compartir con media escuela eran la combinación perfecta de esos músculos.
Cuando no lo soportaba, Hinata se permitía fantasear ser embestida por ese cuerpo. Ella tampoco era una santa, había compartido del sexo un par de veces, pero con él, debía ser cien mil veces mejor.
-Esta escuela es enorme—decía Ino sacándola de sus pensamientos. No se dio cuenta de cuándo habían llegado, pero rápidamente aparcó y entraron. Dieron sus entradas y se sentaron muy cerca de donde estaban los chicos.
-Vaya, Neji se ha lucido con estos puestos—la ojiperla miraba todo a su alrededor, asombrada de lo bien cuidada que estaba esa cancha.
-¡KIBAAAAAAA! ¡MUCHACHOOOOSSS, USTEDES PUEDEEEEEEN!—Ino ya había comenzado a gritar y la pelinegra se llevó la mano a la cara, de la vergüenza. En ese momento, todo el equipo volteó y la miraron de igual manera que Hinata se sentía. Sólo Kiba se emocionó y la saludó a lo lejos. Al levantar la vista, la ojiperla se topó con un par de ojos azules. Sus ojos de abrieron un poco de la sorpresa ¡Naruto la estaba mirando! ¡A ella! Pero no supo descifrar qué tipo de mirada sería. Y en lugar de emocionarse, pensó que tal vez también sentiría vergüenza de ella. Así que rompió el contacto y se volteó para decirle a Ino que iría por algo para tomar.
Hinata de levantó de su asiento y fue a la cafetería, pero lo cierto es que no tenía ni idea de dónde quedaba.
-¿Perdida?—una masculina voz la hizo volverse, sus ojos se abrieron de nuevo por la sorpresa. Naruto estaba detrás de ella. Su corazón se aceleró y por un momento todo fue maravilloso, hasta que—debiste ser un poco más inteligente y preguntar el camino a dónde quieres llegar antes de irte.
-Descuida—Hinata le sonrió cínicamente ante su falta de cortesía ¿Naruto era de verdad un patán?—cualquier camino lejos de este lugar me parece el indicado ahora.
Él le devolvió la sonrisa ante su contraataque y se acercó rápido hasta posarse a escasos centímetros. Hinata no retrocedió, pero lo cierto es que había empezado a ponerse nerviosa. Naruto la miró de arriba a abajo, devorándola ¡Y vaya que quería cumplir con eso! Esa chica siempre había llamado su atención: tan seria, tan hermosa, tan inteligente y tan... artística. Lo que había descubierto la noche anterior había sido el detonante de su deseo por la pequeña prima de Neji. ¡Al cuerno con lo que le había prometido! No iba a aguantar estar sin poder acercarse a Hinata un minuto más.
-¡Naruto! ¡Ya vamos a comenzar, regresa rápido dobe!—Sasuke Uchiha, el mejor amigo de Naruto estaba a unos metros de ellos. El rubio volteó y le alzó el dedo medio, sabía que había interrumpido a propósito. El Uchiha sólo atinó a reír.
-Tengo que irme, preciosa—la tomó del mentón, cogiéndola desprevenida y le dio un casto, corto y dulce beso en los labios—te veo en un rato.
Hinata no asintió ni dijo nada, a lo que Naruto sólo sonrió. ¿Y qué demonios estaba pasando? Un segundo la miraba, al otro la trataba de poco inteligente y ahora la llamaba preciosa y la besaba. ¡Un momento! ¡Naruto la había besado! ¡A ella! Naruto la quiso besar a ella. Hace tanto tiempo que había querido que él la besara, pero no fue lo que esperó. Por supuesto que su corazón dio un vuelco, pero así también como había emoción estaba la duda. Naruto era un casanova y a ella siempre la había ignorado olímpicamente, ¿desde cuándo sentía interés en ella? ¿Acaso se había quedado sin mujeres y decidió que era la próxima? Eso sí que no se lo iba a permitir. Lo mejor iba a ser olvidar ese hecho y pensar que Naruto es bipolar o estaba en sus días.
Pasados veinte minutos Hinata regresó con dos Coca-colas en la mano.
-Tardaste bastante, ¿qué ha pasado? Hace cinco minutos que el partido comenzó.
-Me he perdido un rato tratando de buscar la cafetería—le entregó la bebida y ambas se dispusieron a disfrutar del partido. Pero Hinata estaba lejos de eso.
Durante todo el juego Naruto no hizo más que mirarla repetidas veces, y eso la estaba incomodando por el hecho de que se veía condenadamente bueno. La camiseta naranja y negra de su equipo estaba pegada a su cuerpo debido al sudor, la pantaloneta mostraba su dotada entrepierna en repetidas ocasiones por algunos movimientos para contener el balón. Se había mordido el labio varias veces imaginando que ese aspecto debía tener mientras tenía sexo. Oh sí. Su cabello rubio y rebelde se pegaba a la frente, su respiración agitada, su sonrisa cuando estaba a punto de anotar. Dios, ese hombre no era de este mundo.
En un determinado momento, de cabezazo metió un gol por tiro de esquina. Todos se abrazaron e hicieron un gracioso baile. Ino comenzó a gritar como loca que ese era su novio y le lanzó besos al aire. La ojiperla sólo reía y aplaudía a los muchachos, de verdad que Naruto se había hecho un golazo. Fue así hasta que él la señaló y le guiñó el ojo. Tanto Hinata como su amiga quedaron desubicadas.
-Soy yo… o Naruto acaba de dedicarte ese gol—Ino la miró.
-Tal vez está… algo confundido de persona…
-Yo creo él sabe bien lo que hace—la rubia volteó a verlo y Naruto aún seguía observando a su amiga.
Hinata no consiguió evitar el sonrojo que le causó aquello. ¿De verdad Naruto le había dedicado aquel gol? El árbitro pitó medio tiempo y el marcador quedó uno a cero a favor de la escuela de los chicos. Ino la obligó a bajar hasta donde estaban los muchachos descansando.
-Cerda, Hinata, ¡qué alegría verlas!—Sakura, la novia de Sasuke, también había llegado a estar con su novio, acompañada de Tenten y Matsuri, las novias de Neji y Gaara respectivamente.
-¡Frentona, Matsuri, Tenten! ¿Por qué no están con nosotras?—esta vez se dirigió a Sakura—¿acaso tu novio no consiguió mejores asientos?—a Sakura se le marcó una vena en la frente.
-En todo caso me alegra que—Sakura no pudo terminar de hablar porque Ino ya estaba sobre las piernas de Kiba, con una toalla, secando el sudor de la cara y el cuerpo y luego besándose sin pudor alguno—cerda, busca un motel.
Hinata estaba evitando la mirada de Naruto a toda costa, se sentía terriblemente incómoda y mataría porque se acabara el descanso.
-Naruto olvidó traer el agua, así que lo tocará ir por ella ahora—apuntó Kiba una vez liberó los labios de Ino.
-Está bien, Hinata me acompañará—Naruto la tomó del brazo y comenzó a caminar.
-¿Por qué debe acompañarte Hinata?—preguntó un no muy feliz Neji.
-Es la única que sabe cómo llegar a la cafetería—el rubio sonrió y siguió llevando a Hinata adentro, sabía que el chico lo iba a matar después, pero qué más daba.
Una vez dentro Hinata se limitó a indicarle el camino por el cual llegaría, pero se excusó diciendo que debía ir al baño. Ya sabía dónde estaban puesto que los habían pasado de camino. Entró y se miró en el espejo, estaba respirando algo agitada y es que ¡joder! Naruto estaba más bueno de cerca, el sudor le hacía lucir la piel más brillante y su cabello estaba más alborotado que de costumbre. Abrió el grifo y se mojó la cara, con los ojos cerrados, intentó serenarse en un par de minutos.
-Cálmate Hinata… o vas a terminar teniendo un orgasmo.
-Eso quiero verlo—se volteó asustada al encontrar a Naruto detrás de ella, ¡por Dios! Ese era el baño de chicas. El rubio dejó las botellas de agua sobre la mesa y con esa acción había obligado a Hinata a retroceder hasta quedar contra el lavabo.
-¿Qué haces aquí? Ya decidiste sacar tu naturaleza o qué—Hinata no supo de dónde salió tal descaro, pero lo cierto es que agradecía no mostrar lo nerviosa y excitada que estaba.
-¿Y tú la tuya? Estás en el baño de chicos—Hinata abrió los ojos de sorpresa y vergüenza, miró de soslayo y era cierto… ¡¿cómo no había notado que era el baño de hombres?!
-Oh Di—todo lo que fuese a decir se esfumó cuando Naruto la tomó de la nuca y besó ferozmente, Hinata gimió de placer al sentir esos labios moverse sobre los suyos. Ese hombre despedía un olor masculino que le había encendido hasta niveles inimaginables. Mandó todo a la mierda y alzó los brazos y se enganchó de su cuello. Naruto desplazó las manos desde la nuca, suavemente por la espalda hasta su trasero, el cual estrujó y manoseó descarada y hábilmente. La pelinegra lo atrajo más y sus sexos se rozaron sin querer. Dios, había sentido ese bulto ya palpitante y no pudo contener el gemido, que él atrapó con su lengua, introduciéndose en la boca de Hinata, tan deliciosa.
Las maravillas que debía hacer con esa lengua… pensó ella. En un momento Naruto la posó sobre el lavabo.
-Separa las piernas y siénteme preciosa—ordenó, Hinata sólo le hizo casó y él la acercó de un tirón para que sintiera su creciente erección—debiste traer también un vestido.
-Eso sería muy fácil para ti, ¿no Uzumaki?—él sonrió zorrunamente y la apretó más contra sí. A pesar de la gruesa tela de sus jeans, Hinata notó ese caliente y duro miembro. Se sintió dichosa, ese bulto era causado por ella. Aplastó sus senos contra él y le agarró del trasero, ayudándole a rozar sus sexos. Él gruñó de satisfacción, se acercó a su oído y mordió el lóbulo.
-Lo que daría por enterrarme en ti ahora mismo y penetrarte tan duro hasta que tengas que suplicar que me detenga—lo dijo de una manera tan malditamente erótica que Hinata no pudo evitar gemir al imaginarse eso.
No sabía exactamente qué responder, pero estaba dispuesta a tirarse a Naruto ahí mismo si con eso calmaba esa ansiedad que estaba creciendo. Su centro palpitaba y apostaría a que estaba completamente húmeda.
-Mucha palabrería…
Naruto la cargó y Hinata enredó sus piernas alrededor de sus caderas, la metió en un cubículo aplastándola contra la puerta la volvió a besar. Introdujo su lengua y arrasó con todas las fuerzas de ella. Hinata de nuevo posó los brazos detrás en su cuello y también acarició su espalda por encima del uniforme. El rubio aprovechó eso para alzar su blusa junto con el sostén y liberar esos deliciosos senos. Se relamió y se llevó uno a la boca. La chica ahogó un grito, no era el lugar adecuado para gemir, pero no por eso no lo disfrutaría. Sus más perversas fantasías se estaban haciendo realidad.
Naruto continuó lamiendo, succionando, mordiendo y chupando ese pezón hasta que asaltó el otro e hizo lo mismo. Hinata sólo atinaba a jalar su rubio cabello y morderse el labio para evitar gritar de placer. Oh sí, Naruto lo hacía de maravilla. Su centro palpitaba insoportablemente y agradeció a la vida que Naruto empezara a desabrochar sus jeans, los bajó lo suficiente mientras Hinata también bajaba su pantaloneta. Así pudo apreciar bien ese duro pene ante ella, oh sí, el mejor que había visto.
-Esto será rápido y duro, pequeña—Hinata le quitó la camiseta y él rió, se mostraba como una ansiosa, pero no podía contenerse, quería ver ese fino cuerpo lleno de músculos, caliente, sudoroso y sobretodo ansioso como ella. Naruto la penetró salvajemente y ella tuvo que morderle el hombro para evitar gritar. Dios, la llenaba completamente, era tan delicioso sentirlo adentro, se amoldaba tan bien a su cuerpo que podía correrse ya mismo—mmm, eres tan estrecha…—Naruto comenzó a moverse frenéticamente, haciendo que Hinata no pudiese contener todos los gemidos. El rubio también evitaba gruñir, esa mujer era mejor de lo que pensaba, su cuerpo, su sabor, su textura. No se cansaría de penetrarla nunca—gime pequeña, quiero que gimas.
-No… c-creo que sea-aah el mejor lugar pa-ara eso—le contestó. Pero lo cierto es que quería gritar, gemir, jadear, suplicarle que no se detuviera, todo al tiempo. Naruto aceleró sus movimientos, el placer lo abrumaba y no podía controlarse. Estrujó con fuerza ese redondo trasero e intentó entrar más adentro.
-Mataría por hacerte retorcer con un oral—Hinata gimió de nuevo y él continuó penetrándola tan fuerte y exquisito que en unos minutos no pudo contenerse más y explotó gritando su nombre. Naruto la alcanzó dos segundos después gruñendo el suyo también, derramándose fuera de ella—eres sencillamente deliciosa—entre jadeos, ambos se quedaron unos minutos tratando de recuperar el aliento.
-Me apetecería hacerte retorcer con uno también—Naruto la bajó y ambos acomodaron bien sus ropas. ¿Qué pasaría ahora?
-La próxima jugaremos con más tiempo—Hinata no lo dijo, pero le alegró de sobremanera escuchar que iban a verse de nuevo. Verse para repetirlo, era doble satisfacción. Salieron del baño con las botellas en mano y regresaron como si nada hubiese pasado.
Hinata volvió con Ino a sus asientos y el partido transcurrió normal, con el marcador final tres goles a cero. El equipo había pasado a las finales y estaban dispuestos a celebrarlo con sus respectivas parejas. Sólo Hinata y Naruto no encajaban en esa descripción. O tal vez sí.
Al final de la tarde un no muy convencido Neji accedió a dejar que Naruto llevase a su prima a casa, y luego él regresaría a la suya. Ino guiñó un ojo a su amiga y le exigió detalles luego, sólo ella había notado la cara de Hinata después de llegar con Naruto de la cafetería, es como si llevara un "acabamos de tener un polvo rápido" en la frente. Hinata montó el auto del Uzumaki y el viaje fue tranquilo, pero todavía no comprendía la amabilidad de Naruto al ofrecerse.
-¿A qué ha venido eso de traerme?
-¿Tú que crees?—Naruto sonrió sin voltearse a mirarla—algo dejamos pendiente y esta vez sí hay tiempo—la boca de Hinata formó una "o", todo encajaba. De sólo pensarlo ya empezaba a excitarse.
-¿Te detienes a comprar condones?
-Tengo cajas aquí el auto.
-Tú siempre tan precavido—Hinata rodó los ojos, ¿cuántas no habrán tenido sexo en ese asiento con él? El repentino calor de su entrepierna desapareció de sólo pensar en eso.
Cuando llegaron Naruto le pidió que le dejara meter el carro en el garaje. Hinata no comprendió tal preocupación por el auto, pero cuando cerró la puerta y se disponía a entrar, Naruto la jaló y la puso contra la parte delantera del vehículo. Llevaba una caja en sus manos y la puso alejada de ella, pero lo suficientemente cerca como para sacar un condón.
-¿Qué coño haces?—le preguntó la pelinegra.
-Quiero follarte sobre mi auto—como si hablara del clima—de manos extendidas y de espalda para poder apreciar ese trasero tan lindo que tienes.
-¿Es un fetiche suyo follarse a las mujeres sobre su auto?—algo en esa petición la había sacado de sus casillas.
-No. Tú serás la primera, ojos de luna.
Hinata abrió los ojos como platos. Él… acaso él… ¿la llamó ojos de luna?
-¿Có-cómo sabes de eso?—quiso saber, pero él la volteó y la puso contra el capó.
-Las preguntas se harán después de follarte duro.
Hasta aquí por ahora. Esta será una historia de máximo tres o cuatro capítulos. Les advierto que el siguiente capítulo será sólo lemmon, así que a quien le incomode que se abstenga de leer. Un beso.
Los invito a dejar un review o comentario/crítica, todo es aceptado -siempre y cuando sea constructiva y no ofensiva-
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