Hola a todos, aquí SilentDrago. En esta ocasión les traigo mi tercer fic de Strawberry Panic, el cual planeo hacer más largo que los otros dos, aunque no tan largo tampoco (más de diez capítulos no va a tener). Si quieren leer los anteriores, pueden revisar mi perfil; este fic puede relacionarse con ellos o ser tratado de forma independiente. No los sigo interrumpiendo, así que nos vemos abajo con más.


Vivir así es morir de amor

En el mismo cuarto de una residencia escolar para señoritas, se vivían las dos caras del amor. Por un lado, estaba la felicidad, el gozo, la mera sensación de sentirse querida; y por el otro, la tristeza, el desamor y las heridas causadas por un corazón roto. Lo curioso del caso es que solo una de las partes tenía idea del cuadro general, porque la alegría en muchas ocasiones enceguece hasta al mejor observador.

Habían pasado meses desde aquel día, afortunado para una, fatídico para la otra, en el que una estudiante, la más querida del lugar, había declarado frente a todas su amor por otra chica. Y si bien la escena sorprendió a más de alguna, más sorpresivo fue ver a la destinataria de aquella declaración irse con ella en mitad de una importante ceremonia: la elección de la Étoile.

Las protagonistas de aquella historia eran Nagisa Aoi, candidata a Étoile, y Shizuma Hanazono, la Étoile saliente. Tras la huida, el noviazgo se volvió oficial y el amor entre ellas se hizo más grande conforme pasaban los días. Eso sí, esa relación dejó un corazón hecho añicos: el de Tamao Suzumi, la mejor amiga y compañera de cuarto de Nagisa, quien prefirió la felicidad de ella a privilegiar sus propios sentimientos.

Eventualmente, Shizuma se graduó, mientras que Nagisa y Tamao pasaron a quinto año. A pesar de que ya no podían verse como antes, nada era capaz de borrarle la sonrisa del rostro a Nagisa: todas las semanas recibía cartas de su amada en las que le contaba sus vivencias. Con respecto a la peliazul, la herida en su corazón no había cicatrizado bien. Quería convencerse a sí misma de que había superado lo de Nagisa y Shizuma, pero aquello era mentira. Todavía lloraba algunas noches, y en su diario escribía sus sentimientos más profundos, aquellos que necesitaba expresar pero que le eran imposibles de revelar a Nagisa.

Volviendo al principio, la pelirroja leía una carta que su novia le había enviado. Los ojos le brillaban con cada línea escrita; Shizuma le contaba sobre la vida universitaria y los desafíos que se le presentaban. La peliazul, por su parte, estaba en el baño preparándose para dormir.

- ¡¿Ah?! ¡¿Rokujo-san rompió su compromiso y ahora tiene novia?! ¡¿Y esa novia es Tomori-san?!

Los escandalosos gritos de Nagisa sacaron a Tamao del baño.

- ¿Eh? ¿Qué dijiste, Nagisa-chan?

La chica le contó los detalles a su mejor amiga. Tras enterarse, la peliazul se llevó la mano a la boca; no podía creerlo.

- Me alegra que Rokujo-sama pueda estar con quien de verdad quiere. En verdad me alegra.

Aunque Tamao decía una cosa, sus ojos reflejaban algo distinto. Se notaba la pena en ellos, pero más que nada la envidia. ¿Por qué ella no podía tener una novia también?

- Nagisa-chan…, ojalá te hubieras fijado en mí.

- Tamao-chan, ¿pasa algo?

- ¡¿Eh?! No, no, nada.

- ¿Segura?

- Sí, tranquila.

La sonrisa de Tamao pareció convencer a Nagisa. Nada mejor que una máscara sonriente para ocultar la dolorosa verdad.


El fin de semana, Tamao decidió dar una vuelta para despejar un poco su cabeza. Pensó que quizás hablar con Yaya y Hikari la ayudaría, por lo que se dirigió a la habitación que ambas compartían.

Al llegar junto a la puerta, pudo escuchar voces:

- No te muevas tanto, Yaya-chan. Tienes que verte muy linda.

- Es que, a pesar de todo, no puedo evitar sentirme un poco nerviosa.

Tamao golpeó y esperó a que le abrieran.

- Tamao-san.

- Buenos días, Étoile-sama.

- Tamao-san, somos amigas. Puedes seguir llamándome por mi nombre.

- Entonces, Hikari-san, ¿puedo pasar?

- Claro, adelante.

Tamao entró a la habitación y se fijó que Yaya estaba sentada en una silla, sumamente arreglada.

- Yaya-san, te ves hermosa.

- Eso siempre, pero gracias por el halago –respondió la aludida en tono pícaro.

- Mejor termino de peinarte, Yaya-chan. No querrás retrasarte.

Tamao recién entonces se dio cuenta de que Hikari tenía un peine en la mano. Al parecer, se estaba encargando del cabello de su mejor amiga antes de que llegara.

- ¿Acaso vas a salir a algún lado, Yaya-san? –preguntó la peliazul.

- Sí, iré a la ciudad.

- Yaya-chan tiene una cita –señaló una sonriente Hikari. Tamao no pudo evitar sorprenderse.

- ¡¿En serio?! ¿Con quién?

- Con Tsubomi-chan.

La expresión de la chica de Miator oscilaba entre la sorpresa genuina y los celos; otra chica más se mostraba interesada en alguien ante sus ojos.

- Yo pensé que Tsubomi-chan no te agradaba tanto, Yaya-san.

- Tiene un carácter algo difícil, pero tú y yo sabemos que en el fondo no es una mala persona. Además, me hace mucha gracia molestarla –respondió la de Spica con picardía.

- Sí… Lo sé… Lo he visto.

Tamao agachó la mirada; no quería que sus amigas vieran la tristeza reflejada en sus ojos.

- Bueno, chicas, no quiero ser una molestia. Me retiro. Buena suerte en tu cita, Yaya-san.

- Adiós, Tamao-san –se despidió Hikari.

Yaya no hizo lo mismo. Se veía que quería conversar con su amiga de Miator.


- Yaya-san también parece haber encontrado a alguien… La envidio.

Tamao se apoyó en la entrada del Dormitorio Fresa para contemplar el cielo. El sol brillaba para todas las chicas de la colina, pero era incapaz de sentir su calor en el corazón. Quien alguna vez fue una chica muy animada no había podido escapar de la sombra del dolor y el rechazo. Siempre supo que su decisión traería consecuencias, pero creía que podría superarlas más fácilmente. Viéndose sola, dio rienda suelta a su dolor.

- Es difícil soportar un corazón roto, ¿cierto?

Tamao se sorprendió de escuchar a alguien más en el área. Para su tranquilidad, se trataba de Yaya, quien se veía preparada para su cita.

- ¿Yaya-san?

- La mismísima.

- Pero… ¿no se suponía que tenías una cita con Tsubomi-chan? ¿Qué haces aquí?

- Todavía me quedan algunos minutos para encontrarme con Tsubomi. Antes hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.

Las chicas se acomodaron para conversar con calma.

- Entonces… ¿de qué querías hablar, Yaya-san?

- Me gustaría que me respondieras algo: ¿has estado así por cierta chica? ¿Una pelirroja muy distraída que ahora es novia de Shizuma-senpai?

La respuesta no vino con palabras, sino con una lágrima que se escapó de los ojos de Tamao.

- ¿Por qué tenías que tocar el tema? –preguntó la peliazul visiblemente afectada–. Quiero dejar de pensar en eso y tú me lo recordaste.

- Lo siento, Tamao-san. Es que cuando entraste a mi cuarto y vi tu cara me preocupé.

- … Por favor no sigas. No quiero seguir con el tema.

La conversación entre las chicas no pudo continuar, ya que Tsubomi llegó justo en ese mismo momento. Estaba vestida de tal manera que Yaya no podía despegar los ojos de ella. Inclusive sus mejillas se tiñeron de rojo por lo guapa que se veía.

- ¡¿Qué tanto me estás mirando, Yaya-senpai?!

- … Hermosa…

- ¡¿QUÉ?!

La pelirrosada se puso más roja que la propia Yaya.

- Me encanta ver esas reacciones en ti. ¿Lista para nuestra cita? –preguntó la de cabello oscuro en tono sugerente.

- … Cállate y camina.

Volviendo a enfocarse en la peliazul, Yaya le dijo:

- Ya hablaremos después, Tamao-san.

Dicho eso, las dos alumnas de Spica emprendieron su rumbo a la ciudad más cercana.

No queriendo ver a otras chicas coqueteando, Tamao aprovechó para irse de ahí. Que el amor le sonriera a las demás no era algo que le agradara presenciar, al menos no en su estado actual.


- Tamao-chan, ¿estás aquí?

Al ponerse el sol, Nagisa volvió a la habitación que ambas compartían, encontrándola vacía. Eso le extrañó: una chica tan responsable como su mejor amiga debía haber regresado hacía rato.

- Tal vez se quedó haciendo algún trabajo para el consejo estudiantil. Supongo que es duro ser la presidenta de Miator –se dijo.

Mientras buscaba algo que hacer, la pelirroja notó un libro en el escritorio de su compañera que estaba a punto de caerse debido a la mala ubicación.

- ¿Eh? ¿Ese es el libro de poemas de Tamao-chan?

Si bien Nagisa no era una gran conocedora de poesía ni de literatura en general, desde el principio se vio interesada en las obras de Tamao. Le encantaba escuchar cómo recitaba la peliazul, y ella era siempre la primera en conocer sus nuevos poemas.

- Quizás ella haya escrito algo nuevo o lo está escribiendo… No me haría daño echar un vistazo. Dudo que Tamao-chan se enoje.

Nagisa tomó el libro con delicadeza, pero al empezar a mirar las páginas se dio cuenta de que no era un poemario: era el diario de la peliazul. Sus secretos más profundos estaban plasmados en esas páginas, y la pelirroja se dio cuenta de eso nada más mirar algunas líneas.

- ¡No debería estar leyendo esto! –exclamó mientras los nervios se apoderaban de ella.

El diario cayó de las manos de la asustada chica, abriéndose en la última página escrita. A pesar de que no quería leerla, la curiosidad de Nagisa pudo más y le echó un vistazo de todas formas.

Nunca esperó ver lo que ahí estaba. Los ojos comenzaron a aguársele y sentía que tenía gran parte de culpa en lo ocurrido.

- Tamao-chan, perdóname…

Lo que decía el diario era lo siguiente:

"Poderoso Señor, tú eres el único que lo sabe todo. No quiero seguir sufriendo más. ¡Quiero escapar de este triste destino! ¡Por favor, dame un cambio de dirección! ¡Dame una novia! ¡Mi sangre quiere amor! ¡Mi alma lo quiere! ¡Mi corazón lo quiere! Aquella a la que quería, mi Nagisa-chan, no pudo verme y ahora la luz de una estrella la guía. Te lo imploro, Señor, ayúdame".

Quizás Nagisa no era la chica más lista, pero pudo captar claramente lo escrito: Tamao estuvo enamorada de ella, pero como el amor de la pelirroja era para Shizuma, nunca captó los sentimientos de su mejor amiga. Si la antigua Etóile no hubiese estado en el cuadro, las cosas pudieron haber sido distintas; pero todo se dio de otra manera y ya era imposible volver atrás: Nagisa estaba muy enamorada de Shizuma y no pensaba dejarla por nada ni nadie. En contraste, lo que sentía por Tamao era un cariño muy grande, pero nada más allá de la amistad.

- Nunca supe que tenías sentimientos por mí… Fui demasiado distraída... Ahora entiendo por qué hiciste eso en la catedral.

Tras darse cuenta de la verdad y de lo mucho que estaba sufriendo la peliazul por un amor no correspondido, Nagisa decidió que no se quedaría de brazos cruzados. Le parecía muy injusto que ella pudiese disfrutar de un bello romance y Tamao se quedara sola.

- No, esto tiene que cambiar... y va a cambiar.

Con mucha determinación y tras secarse las lágrimas, se dijo en voz alta:

- Yo, Nagisa Aoi, me aseguraré de conseguirle una novia a Tamao-chan antes de que termine la etapa escolar. ¡Ella vivirá su propia historia de amor! ¡Es una promesa!


Hasta aquí el capítulo. Recuerden dejar sus reviews.

Como pudieron darse cuenta, el nombre de este capítulo está tomado de una canción muy conocida. Esta será la tónica con los demás, incluyendo algunos títulos en francés. Eso como guiño a la importancia de dicho idioma en la serie original.

A modo de curiosidad, lo que aparece en el diario de Tamao se basó en un escrito en el diario del famoso escritor danés Hans Christian Andersen (como dato extra, Andersen era bisexual, pero permaneció soltero toda su vida a pesar de que se enamoró varias veces).

No se olviden de seguirme en Facebook y Wattpad.

Sin nada más que decir, SilentDrago se despide de momento.