Enamorada de un libro
Hermione arrugó el ceño, removiendo entre la pila de libros que había estado juzgando llevar a la búsqueda de los Horcruxes, había uno que no coincidía y que nunca había visto. Lo levantó con cuidado, ése que se le muestra a un amigo muy querido y su ceño se frunció aún más al ver el título. ¿Quién demonios quería "Doce maneras infalibles para Encantar a las Brujas"? Y, peor aún, ¿de quién era? Con curiosidad abrió el texto en una página cualquiera, resaltando un título en colores rojizos brillantes. Sus ojos se deslizaron con avidez por los renglones, una y otra vez, sin descanso y conforme esto pasaba, se iba dando cuenta de más cosas.
Por ejemplo, en el capítulo número cinco se hablaba de los cumplidos que los magos debían decir para halagar a las mujeres. Incluso tenían el descaro de sugerir unos cuantos y los momentos en los cuales debían decirse. Con una punzada extraña en el pecho, se dio cuenta de que Ron le había dicho uno de ellos, precisamente el número tres de la lista, hacía pocas horas atrás. Y ahí cayó en cuenta por fin de a quién pertenecía tal libro.
Torció la boca mientras continuaba con su lectura, debatiéndose entre estar enojada o feliz. Primeramente, era bastante desagradable por parte de Ron el engañarla de esa manera con cosas que quizás no salían de su corazón. Pero, en segunda instancia, él lo hacía -aparentemente y se sonrojó de sólo pensarlo- para ganarse su afecto. Y si era así, ¿qué tenía de malo?
Ella amaba los libros y se basaba en ellos para ciertas cosas. Ron podía hacer lo mismo si quería. Además, como bien le dijeron una vez, había cosas que los libros no enseñan. Se dejó caer sobre la cama de Harry bufando, sus pensamientos se contradecían una y otra vez, causando una revolución en su joven mente. Pero... ¡Ella no debía estar pensando así! ¡Debería de estar preocupada por Voldemort! Y aún así... Ron era en lo único en lo que podía pensar en esos momentos, después de todo, se había sentido más cercana al pelirrojo y el descubrir que había sido aprendido y no natural le dolía.
—¿Hermione? —inquirió una voz abriendo la puerta. Ella se incorporó para darse cuenta de que tenía a un cansado Harry frente a sus ojos, inspeccionando con cuidado su rostro preocupado—. ¿Estás bien? —el muchacho se sentó a su lado y en ese momento vio lo que tenía entre las manos, sintiendo cómo se le helaba la sangre—. ¡Mi libro! —musitó con las orejas ardiéndole.
—¿Es tuyo? —indagó la muchacha, respirando visiblemente aliviada y divertida—. Vaya, Harry, no pensé que necesitaras uno. Tienes muchas chicas detrás de ti —ironizó.
Él no dijo nada y se limitó a arrebatarle el texto de las manos, indignado.
—Me lo regalaron, no es que piense usarlo... —entonces lo arrojó a su baúl sin miramientos, antes de regresar frente a la puerta—. Sólo venía a avisarte que la comida está lista.
—Gracias —respondió la castaña. Luego se dejó caer sobre la cama, sonriendo.
Entonces no se había enamorado de un libro, el cariño de Ron era real...
FIN.
Notas de la Autora: Desde hace días que me rondaba en la cabeza la idea de: ¿Y si Herm hubiera descubierto el libro? x'D. De por sí el libro es tan gracioso e irónico, cuando lo leí me dio risa~ Fred y George si que pensaron en algo bueno que darle a su hermano x'DD. ¿Qué tal quedó? Espero que no haya manejado a ningún personaje fuera de carácter, con lo que odio eso ;-;, así que agradecería cualquier puntualización que quisieran hacerme en cuanto a no sé... la trama, los personajes, ortografía, etc.
Espero que les agrade y les haya hecho sonreír un poco~
Gracias por leer y comentar.
Ja ne :3!
