Sam Winchester, llevaba conduciendo unos escasos cinco minutos cuando sus ojos comenzaron a cerrarse cansados, sintiendo el peso del acero en sus párpados. Estaba a punto de detenerse para comprar un café antes de que pudiese quedarse dormido al volante y causar un accidente, pero de pronto algo grande y duro golpeó su parabrisas mientras intentaba estacionarse. Fuese lo que fuese no pudo haberse lastimado demasiado debido a la baja velocidad a la que conducía, aun así su corazón latía a mil por hora y la sangre circulaba estrepitosamente en sus oídos ante el repentino y preocupante silencio. Bajó a toda prisa del coche para encontrarse con lo que fuese que hubiera golpeado, tal vez un anciano, un perro o un ciclista, sólo esperaba no haberle hecho daño.

Pero allí, tendido en el suelo, intentando ponerse en pie, había una delgada figura masculina, la cual vestía una sudadera gris con capucha, sucia y algo rota, un par de jeans viejos y desteñidos con dos enormes agujeros en las rodillas y llevaba zapatos de diferente color, también sucios y deteriorados. Al parecer acababa de atropellar a un habitante de la calle, quizás por eso nadie se había detenido para ayudarle.

- Oh dios ¿te encuentras bien? – preguntó preocupado inclinándose junto al hombre para comprobar sus heridas.

- Estoy bien, amigo, no fue nada.

Pero Sam podía ver que había sangre en su cabeza, manchando su pálida frente y su largo cabello enmarañado.

- Eso no se ve bien, debería llevarte al hospital.

Entonces la mirada del hombre se encontró con el rostro de Sam y sus ojos verdes hundidos y cansados se abrieron con sorpresa.

- ¿Sammy? – sus ojos brillaron llenos de sentimiento al reconocerlo.

- Lo siento ¿nos conocemos? – aquella voz sonaba familiar ante los oídos de Sam pero no podía recordar en donde la había escuchado y mucho menos podía reconocer aquel rostro.

- Soy yo, Dean. Fuimos juntos a la secundaria ¿Me recuerdas?

Entonces los ojos de Sam se abrieron con reconocimiento y sorpresa.

5 años atrás….

Se peinó el cabello con las manos por quinta vez en los últimos diez minutos mientras miraba su reflejo en el espejo retrovisor, obteniendo un suspiro de exasperación de su padre desde el asiento contiguo. Tal vez estaba actuando como una chica, su padre le había dicho decenas de veces que llevar el cabello largo comenzaba a mostrar sus consecuencias, pero poco le importaba, apenas comenzaba su último año escolar y quería estar presentable para Jessica, la chica más lista, atractiva y sensual de toda la escuela.

Había puesto sus ojos en ella meses o quizás años atrás, pero nunca antes se había atrevido a hablarle; un "geek" como él, que se la pasaba metido en la biblioteca con la nariz sumergida en algún viejo libro polvoriento nunca tendría oportunidad con Jessica Moore, la chica más popular de la escuela, bonita, adinerada, lista y atlética, sin mencionar que era el blanco de todos los chicos populares, los deportistas, los riquillos, los guapos y los anarquistas… como Dean Smith que encajaba a la perfección en todas las categorías anteriores. El sólo pensar en su nombre le causaba escalofríos y una ira intensa burbujeante en sus entrañas… cómo lo odiaba. Sólo esperaba que ese año las cosas fueran diferentes.

- Deja de pensar tanto, Sam, casi puedo escuchar tus pensamientos desde aquí – dijo su padre en broma, observando con diversión los cambios en la expresión del rostro de su hijo, el cual pasaba en segundos del nerviosismo a la emoción y de la emoción a la ira. No dejaba de preguntarse en qué tanto podría pensar un chico de su edad.

Sam le ofreció una tímida sonrisa y respondió: – sólo estoy un poco nervioso.

- La misma escuela, los mismos amigos, los mismos maestros… ¿qué te pone tan nervioso esta vez?

- Es mi último año y estoy a punto de graduarme – sugirió, aun sabiendo que no era la verdadera razón de su nerviosismo. No le había hablado a su padre sobre Jessica, era demasiado vergonzoso hablar sobre sexo y sentimientos en frente de John Winchester y mucho menos había mencionado a Dean, no quería que su padre pensara que era débil y tonto por permitir que uno de sus compañeros de clase quien ni siquiera alcanzaba su estatura, lo golpeara, le robara y lo humillara a su antojo.

El problema era que Dean siempre era escoltado por un par de amigos que claramente sólo lo seguían por la popularidad que pudiera brindarles, porque siendo sincero ¿quién podría tolerarlo sin un interés oculto? Los chicos seguían todas sus órdenes y caprichos permitiendo que los tratara a su antojo, sólo para tener la oportunidad de recoger los trozos destrozados de las chicas que Dean Smith rechazaba, desechaba o les rompía el corazón, como si fuesen sobras de comida u objetos inservibles y sustituibles.

Bajó del auto y se despidió de su padre, intentado mostrarse seguro y tranquilo para evitar que notara sus nervios crecer con cada paso que daba hacia la entrada, después de todo vería a Jessica de nuevo, en su misma clase y quería que todo saliera perfecto, sin vergüenzas ni humillaciones.

Presintió que el cielo comenzaba a escuchar sus plegarias cuando halló un asiento vacío justo al lado de Jessica, quien revisaba entretenida los mensajes de su celular, masticando inconscientemente su labio inferior.

- Disculpa ¿está ocupado? – preguntó tímidamente refiriéndose al asiento vacío, utilizando una excusa tonta para hacerse notar.

- Sí…. Por ti – bromeó ella con la más dulce sonrisa y Sam pudo notar al instante que no intentaba burlarse de la torpeza de su pregunta, sólo estaba siendo simpática.

Le correspondió con una suave sonrisa y tomó asiento junto a ella, moviendo la silla disimuladamente sólo para estar unos milímetros más cerca – Hola, por cierto.

- Hola, Sam – respondió ella, dejando de lado su teléfono para centrar su atención en el otro chico - ¿qué tal tus vacaciones?

La boca de Sam cayó abierta por la sorpresa, tantos meses buscando la forma de que Jessica Moore se diera cuenta de su existencia al parecer había dado sus frutos.

- ¿Qué sucede? – preguntó entre risas al ver la expresión de asombro en el rostro de Sam - ¿a qué viene esa cara?

- Lo siento – sus mejillas ardían, al igual que sus orejas – no pensé que me conocieras.

- Vamos, no soy tan distraída como parezco, hemos estado juntos antes en algunas clases, además resaltas mucho sobre los demás.

- ¿Te refieres a mis casi dos metros de estatura? - intentó bromear para sentirse un poco más cómodo mientras veía sus sueños hacerse realidad frente a sus ojos.

- Eso y que no eres un patán como los otros, pareces ser un buen chico.

- Oh… gracias…supongo.

Estaba a punto de regresarle el cumplido cuando una molesta voz masculina chilló tras su espalda o al menos la escuchó de esa manera – Lo siento, Sammy, estás en mi asiento.

Sus ojos furiosos se encontraron con aquellas pestañas largas, nariz pecosa y labios perfectos que siempre solían robarse la atención de las chicas a las que Sam intentaba acercarse… debió prever que pasaría lo mismo con Jessica. Por alguna razón Dean siempre quería tener todo lo que Sam deseara, una chica, un asiento en la cafetería o un lugar en el equipo de fútbol.

- Es Sam – corrigió el molesto apodo por el cual Dean siempre solía llamarlo, cuando no lo llamaba Samanta como burla a su cabello largo– y no veo tu nombre grabado en ningún lugar así que mejor búscate otro asiento.

Normalmente Sam habría obedecido con tal de no causar problemas, pero ahora estaba a su lado la chica de sus sueños y no iba a actuar como un idiota sumiso frente a ella, aunque Dean y sus dos "escoltas" lo miraran como si quisieran asesinarlo.

- ¿Por qué no te buscas tú otro lugar? oh ya veo, intentas impresionar a la chica – se burló Dean – eres adorable, Sammy, pero como amigo déjame decirte que ella nunca se fijaría en un mariquita como tú, no gastes tus esfuerzos.

Palmeó suavemente el hombro del más alto, quien ofendido e iracundo se levantó de golpe de su asiento, dispuesto a plantar su puño en el perfecto rostro de Dean, pero como era de esperarse, uno de sus amigos, Luciano, o mejor conocido como Lucifer, agarró su puño en el aire y lo retuvo sin mayor esfuerzo.

- Tranquilo, vaquero, si quieres evitar problemas todo lo que debes hacer es darle su maldito asiento, eso es todo.

Sam pensó en protestar, pero pronto llegaría el maestro y no quería comenzar una pelea y ser suspendido en su primer día de clases, así que optó por soltarse bruscamente del agarre de Lucifer y agarró su mochila con la misma violencia, haciendo que la silla se estrellara contra el suelo. Fulminó a Dean con la mirada antes de alejarse y buscar otro asiento al otro lado del aula.

- Así me gusta, Winchester – le escuchó murmurar mientras recogía la silla y se sentaba demasiado cerca de Jessica – hola, preciosa…

- Eres un cretino – Interrumpió la rubia, levantándose de su pupitre y alejándose asqueada del muchacho, quien se quedó allí, boquiabierto e incrédulo. Mientras tanto sus amigos sonreían y palmeaban su hombro con diversión, claramente no estaban acostumbrados a ver a Dean Smith siendo rechazado por un chica.

Sam miró sorprendido cómo Jessica se ubicaba en el asiento junto a él, dedicándole una sonrisa comprensiva antes de recostarse en el espaldar – es un idiota – comenzó ella con evidente enojo – cree que todas las chicas van a caer rendidas a sus pies sólo por ser guapo.

- Normalmente suelen hacerlo, pero tú eres diferente, eres lista.

- No se necesita ser un genio para darse cuenta de que es un cerdo. He visto cómo te trata y definitivamente tiene algo personal contra ti – de pronto su rostro se iluminó como si se le hubiera ocurrido una idea brillante - ¿qué tal si almorzamos juntos? Eso seguro deberá molestarle.

- Mira, si lo que quieres es causarle celos… - comenzó, pero pronto se calló, estaba decepcionado de que Jessica quisiera invitarlo a almorzar juntos sólo para molestar a Dean o hacerlo sentir celos, pero no pretendía expresarlo en voz alta, ahora de seguro lo había arruinado todo.

- ¿Qué? ¡no quise decir eso! quiero almorzar contigo porque me gustas. Si prefieres podemos olvidarnos de Dean y simplemente tener una charla agradable.

- Eso suena mucho mejor, pero tienes razón, ver su cara será divertido – respondió aliviado de saber que Jessica no se había disgustado en absoluto por su reacción y que en su lugar, acababa de admitir que le agradaba.

El maestro llegó al fin con un poco de retraso, pero Sam no logró concentrarse durante toda la clase, su corazón saltaba de alegría sintiendo irreal el hecho de que estaba sentado junto a Jessica Moore, quien había rechazado a Dean, prefiriendo quedarse a su lado, algo que ninguna de sus novias anteriores había hecho; todas ellas se marcharon con Dean en la primera oportunidad para luego ser desechadas al cabo de un par de semanas, porque Dean Smith nunca había tenido una relación que durase más de un mes, de hecho cambiaba de novia cada semana y siempre dejaba atrás un corazón roto.

Sus ojos vagaban hacia Jessica de vez en cuando y su corazón saltaba de nuevo al darse cuenta de que ella también lo miraba, incluso sonreía cuando sus miradas se encontraban.

- ¿Así que prefieres los chicos listos? – preguntó Sam una vez que estuvo en la cafetería junto a Jessica.

- Sí, pero también eres guapo ¿por qué no querer ambas cosas en un solo chico?

Sam sonrió sintiendo sonrojarse una vez más. Era consciente de la mirada afilada de Dean a unas cuantas mesas de distancia y podía oler sus celos y su envidia desde allí, pero en lugar de molestarle, aquello aumentaba su ego; por primera vez había fallado en quitarle una de sus chicas y Dean Smith debía darse cuenta de una vez por todas de que no era el centro del universo.

- Esto es increíble – comentó Sam – estuve tanto tiempo intentando llamar tu atención… estaba seguro de que ni siquiera te percatabas de que estaba allí.

- Eres muy lento para ser tan listo, Sam. Siempre te observaba en clase, incluso te buscaba en tus prácticas de futbol.

- Pensé que buscabas a alguien más.

- No eres muy seguro de ti mismo ¿verdad? – preguntó ella con tristeza, pero ¿cómo serlo con Dean Smith alrededor? Todo el tiempo recordándole el gran perdedor que era, lo poco atractivo a los ojos de las chicas, lo poco viril, manipulable, sin carácter e inútil y no eran sólo palabras, se encargó de demostrárselo con hechos al arrebatarle a cada una de sus novias y a toda chica a la que intentaba acercársele, provocando la burla de otros compañeros entre otras cosas que prefería no recordar.

Jessica pareció comprender lo que pasaba por la mente de Sam, pues su rostro de pronto enfureció, pero esa ira no iba destinada a él – te juro que no entiendo cuál es su problema ¿acaso hiciste algo para molestarlo de esa manera? Le he visto jugarte bromas pesadas, empujarte en los pasillos, derribar tu almuerzo, destrozar tus libros, robar tu dinero, decirte cosas horribles…

- Robarme a mis novias, ponerme apodos estúpidos… – continuó Sam – golpearme, esconder mi ropa cuando estoy en las duchas, cortarme el cabello, pegarme goma de mascar y una vez me obligó a beber del retrete.

- ¡Por Dios! ¿Cómo puedes tolerarlo?

- No tengo opción, si se lo digo a mi padre o al director sólo seré un debilucho soplón y todos se burlarán aún más de mí.

- ¿Es lo que te ha dicho?

- Y tiene razón, pero no puedo defenderme yo solo, siempre está con esos dos chicos y nunca permitirán que le ponga un dedo encima. No comprendo por qué me odia tanto, no he hecho nada para ganarme esto. Creo que sólo lo hace porque soy débil.

Jessica negó con la cabeza decepcionada – Creo que es todo lo contrario, creo que te tiene envidia. Sólo mírate, eres alto, guapo, fuerte, listo…

- Te lo agradezco, Jess – sonrió satisfecho por el cumplido – pero él también es guapo, tiene mucho dinero y amigos, eso es lo que a la gente le importa ¿Qué podría envidiarme?... Porque estoy seguro de que no le interesa ser listo.

- Tal vez teme que puedas opacarlo. No te menosprecies tanto, tienes lo que se necesita para ser más popular que Dean, después de todo, pocas personas tienen la capacidad de soportarlo.

- Tal vez tienes razón –aceptó tímidamente.

- Además el chico debe tener una vida terrible, quiero decir, lo he visto beber y drogarse como si quisiera morir de una sobredosis y ninguna persona con el más mínimo grado de felicidad le haría eso a su cuerpo.

- Quizás es cierto lo que dicen, algunos padres prefieren darle dinero a sus hijos en lugar de pasar tiempo con ellos, tal vez no sea tan infeliz, tal vez sólo busque llamar la atención de sus padres… pero no entiendo qué tengo que ver yo en todo esto.

- Tendremos que preguntárselo. De todos modos se suponía que nos olvidaríamos de Dean y tendríamos una charla agradable, hemos desperdiciado nuestro tiempo juntos.

- Aún podemos recupéralo el fin de semana - propuso Sam y Jessica sonrió de acuerdo.

- ¿Eso es una cita?

- Puede serlo si tú quieres – Jessica volvió a reír y asintió.

- Por supuesto, me encantaría.

Al finalizar el tiempo del almuerzo caminaron tomados de la mano hacia su siguiente clase y Sam se despidió, prometiendo recogerla el sábado en la noche para invitarla a cenar a su restaurante favorito. Tan sólo era lunes en la tarde y ya se encontraba esperando con ansias el el fin de semana.

- Hey, Sam – saludó su padre, al estacionar su auto clásico en la entrada de la escuela. Antes de entrar, Sam vio como Dean subía en su lujoso auto negro y desaparecía a toda velocidad en el horizonte, era claro que al chico le gustaba la adrenalina pero a veces daba la impresión de que no le importaba en lo más mínimo su seguridad - ¿estás bien, hijo? – preguntó John al verlo distraído.

- Estoy bien – respondió alegremente mientras subía al auto – hoy fue un día estupendo. Por cierto, no podré ayudarte con tu trabajo el fin de semana.

- Oh, ya veo de qué va esa sonrisa. Buena suerte con tu cita, campeón.

ooOoo

Pero el resto de la semana no fue tan fácil como imaginó. Efectivamente Dean no se rindió; comenzó a enviarle flores y chocolates a Jessica, le sonreía y guiñaba un ojo cuando sus miradas se encontraban por causalidad, sin importarle que Sam estuviera a su lado, pero al ver que Jessica no caía rendida a sus pies como cualquier chica hubiese hecho, comenzó a tomarlo contra Sam; lo empujaba en la cafetería haciéndole derribar su almuerzo, vaciaba soda en sus libros, en la práctica de futbol lo empujaba todo el tiempo e intentaba hacer que se lastimara, afortunadamente Sam tenía excelentes reflejos.

Pero el viernes Sam estaba tan distraído y emocionado por su cita con Jessica, que no se dio cuenta de la pelota que volaba en su dirección y acabó estrellándose de lleno contra su rostro. Calló al suelo rebotando dos veces sobre su trasero y se llevó ambas manos a la cara, intentado controlar la sangre que comenzaba a brotar descontroladamente de su nariz. Al principio estaba confundido, no sabía de donde había venido el golpe ni quién lo había golpeado, pero al ver la sonrisa disimulada en el rostro de Dean, comprendió inmediatamente lo que había sucedido.

- ¿Estás bien, Winchester? – su entrenador preguntó preocupado y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse, pero Sam lo rechazó. Se levantó por su cuenta, corrió iracundo hasta el culpable de todas sus desgracias y lo levantó por el cuello de la camiseta húmeda por el sudor.

- Eres un desgraciado hijo de puta, ya me he hartado de tus bromas y de tu maldito bullying.

- Oye, cálmate, amigo, fue un accidente – pidió Dean con una sonrisa nerviosa al sentir como sus pies comenzaba a alejarse del suelo.

- Por supuesto, siempre es un accidente para ti ¿crees que soy idiota? - la sangre goteaba por su barbilla, cayendo libremente sobre su camiseta y sobre Dean, pero no le importaba. Se preguntaba qué haría Dean ahora que no tenía a sus amigos para defenderlo.

- Sam, suéltalo ahora – era la voz severa de su entrenador tras su espalda.

- ¡Pero lo hizo a propósito! - protestó, negándose a soltarlo.

- Fue un accidente, lo juro – pero nunca dijo "lo siento" o cualquier palabra que indicara que se sentía mal por ello, porque por supuesto, no lo hacía.

- Sam – advirtió su entrenador y Sam no tuvo más remedio que soltarlo de un empujón.

- Dean – prosiguió el entrenador – ya que tú causaste todo esto podrías llevarlo a la enfermería.

- ¿Está loco? Va a matarme en cuanto crucemos la puerta – fue su excusa, pero Sam comprendía que tenía bastante razón.

- Está bien, puedo ir solo – nadie insistió lo contrario, Sam se marchó y la práctica continuó sin él. Dean estaba a salvo, siempre había alguien a su lado para apoyarlo, pero en cambio Sam tendría que enfrentarse más tarde a las consecuencias.

ooOoo

Tal como esperaba, al dejar la enfermería, limpio y dispuesto a regresar a casa, unos fuertes brazos lo agarraron del cuello de su camiseta y lo arrastraron hasta la parte lateral del edificio, un lugar estrecho y sin ventanas a la vista. Aquellos brazos lo arrinconaron con fuerza contra la pared, lastimando su espalda.

- Hola de nuevo, Sammy – saludó una voz familiar, burlona y con sed de venganza.

Se dio cuenta de que era Lucifer quien lo sostenía con una fuerza sobrehumana. Fergus, mejor conocido como Crowley, lo respaldaba, manteniéndose cerca en caso de que intentara escapar, mientras tanto Dean, preparaba los puños con una sonrisa perversa. Estaba perdido, no obstante debió haberlo previsto cuando intentó atacar a Dean durante la práctica de futbol.

- ¿En verdad creíste que te dejaría ir después de lo que me hiciste? – dijo Dean mientras se acercaba peligrosamente

- No te hice nada.

- ¡Me humillaste Frente a todos!

- Vamos, tú has hecho eso conmigo miles de veces, eso y cosas peores, además recuerda que tú iniciaste esto.

Lucifer y Crowley se desplazaron para sujetar a Sam cada uno por un brazo con el fin de mantenerlo inmóvil y el primer golpe llegó tan rápido que no tuvo tiempo ni siquiera de cerrar los ojos con anticipación.

- Lo que sucede, Sammy, es que eres mi perra y siempre lo serás.

Los golpes de Dean no eran demasiado fuertes, tal vez no pretendía hacer daño real, tal vez sólo pretendía asustarlo o tal vez simplemente era débil y su estúpida mente buscaba una razón para defender a su agresor, siempre buscando el lado bueno de las personas, aunque con Dean siempre fracasaba, pues probablemente no tenía uno.

Los golpes de Dean aterrizaron en su mandíbula, sus sienes y su abdomen, extrayendo todo el aire que le quedaba. Sam intentó sacudirse frenéticamente, buscando soltarse del firme agarre de los chicos, pero ambos parecían tener una fuerza sobrehumana y no había manera alguna de que pudiese él solo contra los tres.

De pronto Dean se detuvo para contemplar su obra, cuya nariz había vuelto a sangrar, no había miedo en su mirada, sólo rabia e impotencia, no miraba al suelo como años atrás, miraba a sus ojos con un desprecio que casi dolía.

- Ya tuviste tu venganza – murmuró Sam entre jadeos - ¿puedo irme ahora o piensas torturarme?

- Tal vez, pero no por lo que piensas – Sam lo miró con curiosidad - escuché que tienes una cita con Jessica mañana.

- ¿Y eso por qué te importaría?

- Porque estoy interesado en ella.

- Lástima que ella no esté interesada en ti – se burló Sam, mas su sonrisa cayó al sentir otro golpe aterrizar en su rostro.

- ¡Ese el maldito punto! No está interesada en mí porque está interesada en ti. Así que quiero que la dejes, quiero que termines con ella o voy a hacerte la vida imposible, aun peor que ahora.

- ¿Crees que si deja de estar interesada en mí va a fijarse en ti? ¿qué no conoces el desprecio? Ella te odia, dice que le das asco, el hecho de que termines con nuestra relación no va a solucionar nada.

Otro golpe aterrizó en sus costillas, esta vez un poco más fuerte – Si no va a estar conmigo tú tampoco la tendrás.

- Ni siquiera te interesa – logró exclamar tras recuperarse del golpe – sólo la quieres porque yo la quiero.

El rostro de Dean palideció, pero luchó por mantenerse estoico.

- Siempre es igual – continuó Sam – alejas a las chicas de mí y al cabo de una semana las dejas tiradas como objetos sin valor ¿Qué te he hecho, Dean? ¿qué tienes en mi contra?

- No soporto a los idiotas, eso es todo – volvió a golpearlo otra vez – y escúchame bien, quiero que dejes a Jessica o si no voy a hacerte la vida imposible a ti y a ella ¿quedó claro?

Los ojos de Sam se abrieron con pánico, podía soportar cualquier ofensa, cualquier golpiza, cualquier humillación, pero jamás permitiría que le hiciese daño a Jessica, era claro que no podía protegerla él solo… sólo quedaba una cosa por hacer.

- De acuerdo, terminaré con ella, pero júrame que no vas a tocarla, júrame que vas a dejarla en paz.

- Lo juro – respondió con satisfacción.

Una lágrima impotente rodó por el rostro de Sam, sintiendo la sal de su llanto lastimar sus labios heridos, pero no lloraba por tristeza o por dolor, era la ira de ver a Dean sonreír satisfecho por causarle daño… cómo lo odiaba.

- Te odio – dejó escapar las palabras sin poder retener más sus pensamientos – eres repugnante, no sé lo ven las chicas en ti, sólo eres egoísta, caprichoso, descerebrado y cruel… me das asco.

Sam esperaba otro golpe, otro insulto o más burlas, pero en su lugar Dean se quedó congelado, pálido, con los ojos grandes y vidriosos como si estuviese a punto de llorar… se veía inesperadamente herido, casi como si tuviese sentimientos.

- Háganse cargo de él – ordenó a sus amigos con voz temblorosa antes de huir corriendo del lugar. Una vez que estuvo lejos, Crowley y Lucifer decidieron terminar la tortura y soltar a Sam quien cayó al suelo débil y lastimado, pero sintiéndose satisfecho por haber logrado herir a Dean de alguna manera. Después de todas las veces que intentó golpearlo resultaba que lo único que debía hacer para lastimarlo era decirle la verdad.

- Amigo, eso fue feo – exclamó Lucifer arrugando la nariz.

- Se lo merecía, me ha dicho cosas peores.

- Pero creo que le gustas – añadió Crowley –así que viniendo de ti debe dolerle el doble.

- Sí, por supuesto – respondió con sarcasmo, creyendo que se trataba de una broma.

- En serio, amigo, creo que está enamorado de ti desde hace mucho tiempo ¿por qué crees que se empeña tanto en alejar a las chicas de ti?

- Eso es asqueroso – fue todo lo que pudo decir, el mero pensamiento le provocaba náuseas. Lucifer y Crowley sonrieron antes de marcharse y dejar a Sam tendido en el suelo, con la nariz sangrando y la ropa sucia y manchada.

- Vaya forma de querer – pensó Sam antes de levantarse y dirigirse de nuevo hacia la enfermería.

NA: Muchas gracias por leer! :) por favor dejen comentarios y dejenme saber si alguien desea que continúe la historia.