A lo lejos, una figura perfilada por el sol atrajo la atención de dos jóvenes, una de baja estatura y arreglado cabello negro y otra alta, con una larga melena castaña.

"¡Vash-san!" gritó Millie corriendo hacia el hombre rubio "¿Cómo está¿Ese es su hermano¿Está herido¿Necesita ayuda?"

Vash sonrió como toda respuesta a todo ese torrente de preguntas, y su mirada se dirigió hacia la chica de los seguros más bajita, que se mantenía a cierta distancia, parada en el mismo lugar, sin moverse.

Sus ojos brillaban con lágrimas de alivio, pero su cuerpo se negó a responder a sus órdenes de ir y preguntarle por qué había tardado tanto.

Finalmente en su cara se esbozó una sonrisa.

"Bienvenido"

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Después del encuentro, Millie se encargó de ir a recostar y atender las heridas de Knives, dejando a la pareja sola, para que Meryl pudiera curar a Vash.

La joven mujer enseguida se encargó de volver a empezar la labor que había empezado desde que habían llegado a ese pueblo: atender a Vash.

Fue a buscar el maletín de primeros auxilios, y al regresar se encontró con un semi-desnudo Vash. No era la primera vez que lo veía sin camisa. Entonces, por qué...?

"¿Pasa algo?"

"¿Eh? Nnnnooo... Nada..."

Vash tenía nuevas heridas. La más profunda atravesaba su hombro de lado a lado, lo demás, eran solamente rozaduras de bala, unas más profundas que otras. Y rasguños. Rasguños por todo el cuerpo.

¿Cuándo terminaría todo esto¿Sería que ahora Vash podría finalmente dejar de sufrir?

O quizás...

Quizás se llevaría a Knives lejos, dejándola sola una vez más, pensando en él, siempre en él... Y no creía poder soportarlo, no esta vez.

Súbitamente recordó lo que Millie le había dicho el día de la partida de Vash. "Cuando regrese, díselo. Díselo todo"

Sintió como su cara se quemaba con repentino calor. Sus mejillas ardían, formando un color rojizo que Vash, al estar de espaldas a ella, no pudo ver.

Su cuerpo empezó a moverse solo. Sus brazos se envolvieron alrededor de su cuerpo, formando un cálido abrazo que tomó por sorpresa a Vash.

"Vash-san..." fue lo único que salió de su boca. El cuerpo del hombre rubio se relajó, a la vez que tomaba una de sus manos y la apretaba ligeramente.

El ruido de una puerta al abrirse alertó a Meryl, quien se alejó de golpe, con la cara sonrosada, deseando que Millie no hubiese visto nada de lo sucedido.

"Vash-san, sempai, Knives-san ya está acostado, y ya le he cambiado las vendas..."

"A-arigatou, Millie" dijo Meryl, mientras salía precipitadamente del cuarto. "Voy a hacer algo de comer" pretextó.

Millie, mientras tanto, miró la cara de Vash. La expresión del humanoide mostraba una profunda confusión. Era como si le estuviera preguntando lo que acababa de pasar.

Sonrió. A veces, los hombres eran muy despistados.

Llegó la noche. Knives, según palabras de Vash, seguiría dormido por algún tiempo, como mínimo unas semanas.

Las tres de la mañana. Meryl despertó sobresaltada, sin ninguna razón en particular.

O quizás sí. Un súbito temor la invadió.

Sus pasos se dirigieron a la habitación en donde dormía Vash. Como supuso, no estaba.

"Oh, no" se dijo en voz baja, la angustia creciendo dentro de ella. ¿Sería posible que la dejara de nuevo? No, había prometido...

¡Había prometido quedarse!

Casi al borde de las lágrimas, Meryl salió corriendo de la casa. El viento helado casi la congeló, y su mirada vagó, escudriñando la oscuridad.

Por suerte esa noche había luna llena. Sino fuera por eso, le hubiera resultado imposible ver la figura sentada en el peñón en donde ya varias veces Vash se había sentado.

Dio un suspiro de alivio, y entró a la casa por una manta, para después dirigirse a donde Vash estaba.

Cuando llegó hasta él, no dijo una palabra. Se limitó a pasarle la manta alrededor de los hombros, y sentarse junto a él.

Vash tampoco dijo nada. Un solo murmullo ininteligible de su parte expresó su sorpresa de que ella estuviera ahí.

Finalmente, habló.

"Tus heridas no han sanado aún, baka" dijo, reprochante.

No recibió respuesta por un largo momento.

"Lo siento"

Meryl suspiró fingiendo exasperarse. Una ráfaga de aire frío le hizo olvidarse de lo que iba a decir. Se estremeció, pero decidió que no se iría sin él.

Vash la miró, y arriesgándose a que ella lo abofeteara, pasó una mano por sus hombros, atrayéndola hacia él, hacia su calor.

Contrario a lo que pensaba, el cuerpo de Meryl se puso rígido, para luego relajarse.

"Así está mejor?"

"Sí, gracias"

Vash logró retener un estremecimiento cuando Meryl apoyó la cabeza en su hombro. Su cuerpo era cálido, su figura delgada se sentía bien contra la suya.

Cuando bajó la mirada, descubrió los ojos grises de Meryl mirando con fijeza. En seguida sintió el nerviosismo recorrerlo, pero se forzó a no desviar la mirada.

¿Qué estoy haciendo/ fue el último pensamiento racional de Meryl. Ese par de ojos verde-acua la perdían. La hacían sumirse en un remolino de emociones que nunca antes experimentó.

¿Qué importaba si el era una planta y ella humana¿Qué importaba si el había vivido 130 años y ella solo 23?

Lo amaba, absoluta y desesperadamente, y en ese momento, en ese lugar, era lo único que importaba.

Y sin más preámbulos, lo besó.

El beso fue corto, tentativo. Se separó enseguida, solo para caer nuevamente en la realidad. Vash la miraba con asombro, como si no creyera lo que acababa de pasar.

"Lo... lo siento" murmuró Meryl, igual de asombrada.

Su cara se volvió de color rojizo. La vergüenza la obligó a levantarse de golpe, para dejar solo a un sorprendido Vash.

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Al día siguiente, Meryl no podía estar más avergonzada. Los pensamientos que ocupaban su mente la bloqueaban de cualquier otro. Y aún así, no podía dejar de recordar el sabor de sus labios...

¿Con qué cara lo voy a enfrentar hoy//

Mientras tanto, bajo el agua caliente de una ducha, los pensamientos de Vash eran algo parecidos. Su mano se dirigió hacia sus labios, rozándolos ligeramente.

¿Por qué.../

Fue una coincidencia.

El momento en que el salió de la ducha vistiendo una toalla en la cintura, el momento en que ella salió de su habitación, fueron los mismos.

Gris y acua se encontraron.

Meryl fue la primera en desviar la mirada y darle la espalda.

Vash la vio alejarse hacia la cocina.

¿Cómo puedo ser tan tonta? Vash.../

"Pasa algo, sempai?" preguntó Millie al ver la cara de Meryl.

"No nada... Solo que ayer..." ¿por qué Millie siempre sabía todo aunque no le dijera una palabra?

"¿Pasó algo malo?"

"Umm... Bueno... Ayer, Vash y yo... Yo le... le..."

Un grito la interrumpió.

"Buenos días!"

Meryl se volvió hacia Vash. Sus miradas se encontraron nuevamente, y de nuevo fueron rotas. La joven se apresuró a darle la espalda, sintiéndose como una lagartija.

Sus pasos se dirigieron hacia la salida.

/Tonta/ se auto recriminó.

Una mano la tomó fuertemente del brazo.

"Tenemos que hablar" dijo la voz de Vash.

"Debo ir al trabajo" contestó Meryl sin volverse.

"En la tarde"

Se soltó, y siguió su camino, sabiendo que Vash la miraba alejarse.