La vida continúa
Sus lágrimas no han dejado de salir de sus ojos desde que llego a su habitación. Aun la almohada que abraza contra ella tiene su aroma, su dulce aroma… esconde el rostro en ese inerte objeto sin darle descansos a sus sollozos.
-Yoh…. – repite una y otra vez sin consuelo a su dolor.
Se prometió a ella misma que no se doblegaría, que no permitiría que el inmenso dolor que siente lo vieran los demás. Apenas llegan todos del cementerio ella no aguanta más y se encierra en su habitación. Una pequeña figura se forma en la entrada después de que la puerta corrediza se abre.
Oculta nuevamente su rostro en la almohada.
-¡LARGATE MANTA! – grita entrecortadamente.
No nota como la pequeña figura se acerca a ella y posa una de sus pequeñas manos en su rodilla haciendo que ella volteara a ver al pequeño
-Yo también lo extraño…
La joven itako abre los ojos de la sorpresa. No aguanta más. Se arrodilla frente al pequeño y lo abraza desconsolada.
Manta le recibe el abrazo mientras que de sus ojos también salen amargas lágrimas.
Siente temblar el cuerpo de la chica –¡Ese idiota sabía que iba a morir! – Grita la joven con sentimientos de rabia y a la vez de profunda pena – lo tenía más que asegurado… - se aferra mas a la pequeña figura – Ese idiota…. ¡ESE IDIOTA! – grita por fin lanzando un llanto desconsolado en los pequeños hombros de Manta.
Nunca había visto a Anna de esa manera, se encarga de acariciar la temblorosa espalda sin decir palabra. Hace solo tres días que ocurrió la horrible tragedia y la joven itako no había soltado ni un sollozo hasta ese momento que no aguanto más.
Su amigo se veía tan sereno. Parecía dormido, incluso se lograba ver en su rostro una ligera sonrisa. Su alma desapareció del mundo de los vivos pues había sido tan feliz en su vida que no quedo con nada pendiente, por lo que su esencia desapareció luego del último combate.
Abre los ojos lentamente. Le parece un deja bu y se engaña por unos momentos pensando que era la primera vez que ve ese techo, de la misma forma en cuanto al dolor, pero no en cuanto a sus recuerdos.
Trata de incorporarse pero una punzada en el costado de su abdomen le hace difícil la tarea, por lo que lo hace lentamente. El dolor le recuerda como finalizo la pelea, por lo que se lleva sus manos a su rostro.
-Yoh…
Recuerda su promesa, dudoso de poder cumplirla, pero sin prejuicio de por lo menos intentarlo.
El que la puerta corrediza se abra hace que sus pensamientos se dispersen –¡ Has despertado! – Anuncia la figura acercándose y tocándole la frente – aun no disminuye la fiebre…
El chico toma la mano que se sitúa en su frente y la presiona lo más que puede contra su pecho.
-Perdóname… - susurra viendo directamente esos ojos negros – por mi culpa Yoh….
La joven saca rápidamente su mano haciendo que Hao callara. Se queda unos segundos viendo un punto fijo a lo lejos.
-Traeré mas agua… - sin decir más y casi escapando de la habitación se retira.
El joven se queda viendo la puerta abierta que quedo tras ella.
Un par de segundos después aparece una nueva figura que lleva una cubeta de agua. Se entristece al descubrir que no es a quien esperaba.
Sonríe – Hola Tamao…
La joven entra devolviendo la sonrisa – Que bueno que despertó joven Hao… - Se sienta con sus rodillas cargadas, al costado del chico mientras le revisa uno de los vendajes de su brazo - Hoy ya se cumple casi dos semanas de que esta inconsciente.
-¿dos semanas? – se impresiona.
Lleva su mano a su cabeza – No creí que haya… - hace una pausa. Un pequeño detalle le hace callar. Mira su mano que le causo la distracción. El pequeño toque frio del metal en su rostro hace que quede petrificado ante lo que ve.
-¿Un anillo?
Se lo saca con rapidez para observarlo. Al reverso se lee muy pequeño "Anna Kyōyama" palidece ante el descubrimiento.
-¿Qué es esto?
La joven pelirroja baja la cabeza.
-¿Tamao? – Más que una pregunta parecía una súplica – ¿Qué demonios pasa?
-Los ancianos han decidido que usted debe ser el nuevo esposo de la Señorita Anna…
-¿Debo?
-Así es… ese anillo anuncia el…
-¿Que no debe ser decisión mía? ¿Y especialmente de Anna?
Comienza a levantarse apenas.
-¡Joven Hao! – Tamao trata de detenerlo pero le es inútil.
Cargándose en la pared mientras camina se tambalea hasta llegar a la sala. Ve que los ancianos, junto a Anna y a su padre se encontraban en la mesa.
-¡¿Qué demonios es esto? – pregunta sin más que decir, levantando el anillo que aun lleva tomado en sus manos.
-¿Que no es obvio?– responde Anna indiferente tomando su taza de té.
-¿Por qué tengo esto? ¿Cómo demonios se atreven viejos malditos a decidir por mí? - Se sostiene con dificultad, pero con el puño apoyado con fuerza contra la pared – ¡O por Anna!
Los ancianos se miran entre ellos – No había otra opción...
El chico golpea la muralla con todas sus fuerzas – ¿Como que no había otra opción? Bastaba preguntarle a Ann….
El que la joven itako se levante y se dirija hasta él lo hace callar de golpe – Mi hijo no se quedara sin un padre… y ante sus rasgos parecidos – lo mira de pies a cabeza – no quedaba otra opción.
El joven la mira incrédulo, reconociendo que en sus ojos ni se asoma la veracidad por lo que acaba de decir.
-Además… ya no sacas nada con quejarte – Toma el anillo y la mano del joven, poniéndole el anillo en el dedo correspondiente – ya nos casamos hace 2 días… -levanta su mano respectiva mostrándole el anillo que la adorna.
La sorpresa no se disimula en su rostro. Se queda con los ojos abiertos mirando como la figura de la chica frente a él se desvanece – ¿Hace… dos…? – no alcanza a preguntar antes de caer desmallado. Sus fuerzas lo abandonaron apenas la noticia llego a sus oídos.
Tamao, quien lo seguía desde la habitación, se arrodilla a auxiliarlo mientras Anna sigue de pie frente a él.
-Se iba a enterar de todas formas… - pasa por el costado y se aleja a su habitación.
Todos en la habitación siguen la figura que se aleja, luego miran al chico que esta inconsciente, definitivamente son muchas cosas para asimilar.
Se despierta sin abrir sus ojos, deseando que lo último que escucharon sus oídos solo haya sido un sueño.
Levanta su mano y la sitúa delante de él y abre los ojos levemente esperanzado.
Ve el anillo que aun la adorna y la deja caer nuevamente al futón.
-Demonios… - es lo único que se le ocurre decir.
Se levanta resistiendo el dolor de sus heridas y se dirige a darse un baño. Al parecer se desmayo por otro par de días por que las heridas duelen menos que la vez anterior que despertó. Es eso, o es que el shock aun mantiene sus sentidos dormidos.
Al terminar se pone una bata y se dirige nuevamente a su habitación. Se viste con unos jeans y una remera negra.
Se recuesta viendo el techo nuevamente – Maldito Yoh… - reprocha – Prometí que cuidaría de ellos, pero no me imagine esto… - toma su cabeza – ahora qué demonios hago.
-Parte con empezar un entrenamiento…
Se incorpora sentándose y viendo el origen de la voz.
-No me mires como idiota. No voy a ser la esposa de un debilucho que haraganea a sus anchas…
Se queda un par de segundos procesando lo que acaba de oír.
Un par de kilos en pesas caen justo al lado de él antes de poder decir o hacer algo.
-Pero…
-Nada de peros… parte desde ahora que ya te sientes bien… has dormido por muchos días…
-¿Pero qué demonios te pasa? ¡No seré parte de esto! – se levanta y camina hacia la chica mirándola entre enojado y confundido –¡No soy un nuevo "Yoh"!¡ No creas que lo reemplazare para soportarte!
Una cachetada le hace callar de golpe y perder en su mente cualquier pensamiento.
-No reemplazas a Yoh en ningún aspecto… - dice con furia – Eres mi esposo, es simplemente eso…
-¿Simplemente? – Vuelve a enfrentarla – ¿te parece simple esta situación?
La chica se cruza de brazos y mira hacia un punto aleatorio – Pues es muy simple… - hace una pausa volviendo a ver al chico – como dije, no quiero un esposo holgazán…
-No creas que yo… - una mirada fría y asesina de la itako lo hace callar, pero vuelve a arrugar el entrecejo – ¡Sencillamente no lo hare!¡Fin de la discusión!
-¿Y tú qué haces aquí? – pregunta furioso mientras pasa cerca del rio.
-Solo te acompaño Hao, no seas así… - comenta la pequeña figura que lo seguía de hace un buen rato con su triciclo.
-No esperes que actúe como Yoh… él y yo somos muy dif…
-No es necesario que lo digas. Ya lo sé… - baja la mirada – además traje algo de agua, cuando quieras descansar…
Hao se queda callado por un rato mirándolo de reojo. Manta sencillamente es así… por más que trate de alejarlo no lo iba a conseguir.
Hay un par de segundos en que solo se oyen los pasos de Hao y el rechinar del triciclo de Manta.
-Gracias… - comenta el castaño sin dirigirle la mirada.
El pequeño sonríe.
Luego de un par de minutos llegan a la plaza y Hao se sienta en un banco casi ahogándose bebiendo el agua que le había traído Manta.
-Y… ¿estuviste en la gran ceremonia?... – pregunta irónico mirando un punto al frente de él.
-De hecho si… - responde algo dudoso mirando al joven sentado al lado de él – No fue la gran cosa… así que no te perdiste de mucho – dice con algo de sarcasmo.
-Genial… - contesta bajando la cabeza – como demonios se les ocurrió esa idea a esos viejos estup…
-Fue idea de Anna… - rebela el rubio haciendo que Hao lo mirara aun mas confundido.
-¿Ah?
-Ella tomo esa decisión… - levanta sus manos haciendo señas como comillas – "No pienso ser madre soltera… además que si lo dejan sin un compromiso, lo más probable es que ese idiota se vaya"
Hao se queda un par de segundos procesando, entendiendo que "ese idiota" era él.
Lanza un suspiro hondo y vuelve a mirar el suelo.
Pasan un par de minutos de silencio.
-Yoh… - comienza Manta volviendo a ganar la atención del castaño – desapareció después de la pelea. No quedo con nada pendiente…
-¿Cómo demonios iba a quedar con algo pendiente?– Hao alza las manos –¡todas las cosas me las dejo a mí!
Manta sonríe ante el rostro confundido – No lo veas así…
-No le veo otro lado… - vuelve a recargar sus codos en sus rodillas y a ver el suelo.
-No veas como si tomaras el lugar de Yoh… tu lo dijiste, son muy diferentes – gana la atención del castaño nuevamente - Creo que Anna tomo la decisión para no sentirse sola…
Hao lanza un gruñido.
-Cuando Yoh se marcho. Amidamaru también busco el descanso eterno, por lo que de un día para otro todos quedamos muy solos – Manta agacha la mirada – Nunca había visto a Anna llorar de esa manera…
-¿Esa mujer llora?
Manta vuelve a sonreír – Date el tiempo de conocerla bien…
Hao hace una pausa sin separar sus ojos de los del pequeño rubio. La honestidad que se ve en ellos no le deja la menor duda de que está siendo sincero.
Mira hacia otro lugar – por lo visto… no me queda otra opción… - suspira.
Luego de un par de minutos de silencio, ambos retoman el camino a casa.
Pasan un par de días casi como si fuesen horas.
Hao está sentado en el borde de la casa viendo las estrellas, se siente muy adolorido por el arduo entrenamiento además de que sus heridas aun no sanan por completo.
"Odiosa Itako…" repite una y otra vez en su mente mientras trata de idear una forma de desquitarse.
-Deberías descansar… - se hoye en la oscuridad a lo que el voltea. La chica que estaba en su mente se materializa justo a su lado.
-¿Mañana me tocara más duro? - pregunta sabiendo esa cruel respuesta
-Claro…
Hao suspira.
La chica comienza a alejarse – No quiero un esposo holgazán… ya te lo dije…
El chico levanta el rostro y la sigue con la mirada. Sonríe abiertamente siguiendo a su pensamiento. De una extraña forma la chica le acaba de dar una genial idea.
Un par de minutos más tarde. Anna se está cambiando en su habitación. Está a oscuras para no despertar a nadie a esas horas de la noche. Nota una presencia que la hace voltear – ¿Qué haces aquí?
-Tú lo dijiste… - se acerca a ella sin que pudiese terminar de abrochar su bata. Se acerca tanto que la hace retroceder un par de pasos – Soy tu esposo… - aproxima su rostro hasta que su boca roce con la oreja de la itako – Debería comportarme como tal… - susurra.
Los ojos de la joven están abiertos de par en par.
Rodea con sus brazos la estrecha cintura y la acerca rápidamente hacia él. Comienza a darle ligeros besos en el delgado cuello.
-Me has insistido mucho con eso todos los día… me parece justo… - vuelve a susurrar de una manera incitante.
La joven no puede ocultar su asombro, se queda inmóvil tratando asimilar lo que está pasando.
La itako lo aleja – espera… - se nota una gran confusión en su rostro. Mira un punto fijo en el piso con su rostro endurecido.
Hao sonríe levemente, aprovechando que la chica no lo mira, celebrando internamente su triunfo "Lo conseguí… con esto dejara de molest…" sus pensamiento se interrumpen al ver que la chica se vuelve a mover. Lleva ambas manos a los costados de la bata que la cubre. Duda por unos segundos, pero luego la bata se amontona a sus pies dejándola cubierta tan solo por unas pantaletas negras.
Atónito. Hao queda paralizado sin saber qué hacer. El plan definitivamente no ha salido como él lo pensó. Debería estar echándolo a patadas de su habitación… no esperando delante de él casi desnuda y confundida.
La chica no lo mira a los ojos, incluso se logra ver un ligero temblor en el delicado cuerpo iluminado por la luz tenue de la luna.
-¿Que… que esperas…? – susurra la itako. Se abraza a sí misma, cubriendo sus pechos sin mirarlo.
Hao no atina a pronunciar palabra, baja la mirada derrotado ocultando sus ojos con su largo cabello.
La chica por fin lo mira, observa que está parado frente a ella sin verla.
-¿Que estas...?
Que el chico lleve una de sus manos a su frente, frustrado, le hace callar – Odio que seas tan impredecible… - confiesa aun sin mostrar su mirada.
-¿De qué hablas?
La joven se tensa cuando el chico vuelve a verla directamente a los ojos con una sonrisa tan tranquila que la hace temblar levemente.
-Eres hermosa… - susurra
Abre los ojos de par en par nuevamente por el cariño que hay en voz.
- Pero si ha de pasar esto… que sea porque es lo que quieres… - Se agacha a tomar la bata y vuelve a cubrirla con ella – No porque estés obligada a hacerlo…
Hace una risa nerviosa – Mi plan era que me odiaras lo suficiente para no hablarme mañana y no hacer el maldito entrenamiento… - confiesa.
Se aleja y se dirige a la puerta – solo te pido que alivianes las pesas… aun me duelen las heridas como para llevar de nuevo 30 kilos en cada pierna.
La joven se queda parada mirando como la puerta corrediza se cierra tras la figura del muchacho aun sorprendida por lo que acaba de pasar.
Se queda un par de segundos mirando la puerta, procesando los acontecimientos. La confusión que sintió fue tal que se dejo guiar por lo que le "correspondía" hacer como esposa.
Agacha la mirada sonriendo levemente, aliviada – Gracias… - susurra ya para sí misma liberando una solitaria lágrima que pasea por su mejilla.
FIC SIN TERMINAR
