Adrien va paseando por el parque, su vista se dirige hacia arriba, mirando los árboles, el cielo, las nubes. Sus manos las mantenía en los bolsillos de su chaqueta que le dieron usar.

¡Era un maravilloso día!

El muchacho sonreía de tener —al menos— unos minutos para él, antes de prepararse para su otra sesión de fotos, cerca de ahí.

Aspiraba la libertad. Estaba tan ensimismado con su alrededor, que no se dio cuenta que sus cordones estaban desatados y tropezó con ellos, hasta que estaba en proceso de caerse.

Sin embargo, en el momento que estuvo a punto de caer al suelo y lastimarse (Lo peor para un modelo) unos brazos lo atrapaban.

—Gracias— espetó con su corazón acelerado por casi haber tenido ese humillante accidente.

—De nada.

Al escuchar la voz, posó sus ojos en lo de ella. Sus manos aún estaba en su cintura y su corazón comenzó a latir rápido por otra razón.

—¡Kagami!—exclamó sorprendido de verla—¡Es un gusto verte!

Ella sonrió, retirando sus manos.

—Creo que es más que eso...

Las mejillas de Adrien enrojecieron con fuerza ¿Qué sugería?

—Estas muy agradecido—finalizó—Casi te caes de bruces... no querrás que tu cara salga lastimada.

—Uff... Si, gracias—volvió a decir—Justo tengo una sesión de fotos ¡Me salvaste! —añadió con una sonrisa—Además de que hubiera sido vergonzoso caerme —rascándose la nuca, nervioso.

—No es vergonzoso caerse—espetó seria—Lo vergonzoso es no levantarse.

Mientras esas palabras fluían en su mente, se sorprende al ver a Kagami agacharse, mientras comienza a atar los cordones de sus zapatillas.

—Yo puedo hacerlo —le dijo un poco aturdido por esa acción.

—¿Puedes?—preguntó en tono desconfiado. Alzo la cabeza y al ver su cara anonadada, ella sonrió divertida.

Él se sonrojo por la sonrisa que le dirigió.

—Ten más cuidado—dijo, al terminar de atar—Puede ser que la próxima vez, no este para salvarte —repuso, levantándose—¡Nos vemos!

Adrien se despidió también y al rato giró su cuello para observarla irse, cada paso que daba lo realizaba era seguro. Volvió a ver su zapatilla y precisamente el moño hecho por sus cordones.

Él no pudo evitar esbozar una sonrisa por su encuentro fortuito.