MUY IMPORTANTE: He decidido publicar en Fanfiction esta historia que ya lleva tiempo subida en Wattpad y que es original mía. La podéis encontrar bajo el nombre de "La sonrisa del Diablo" en la web mencionada con anterioridad. Debo decir que la versión original está protegida por la ley y que si la encuentro en algún lugar que no sea Wattpad puede ser denunciada. También me guardo el derecho de borrarla si esto puede perjudicar a mi original.
Ya sabéis que los personajes que voy a utilizar para hacer de mi historia en su versión fanfic son los entrañables personajes de J.K Rowling.
Si os gusta apoyadla con vuestros comentarios y favoritos ;)
Recuerdo también que se trata de un AU por lo que la magia será suprimida de la historia. Y sin más, disfrutadla.
Prólogo.
Da igual hacia donde corriera. Da igual si soñaba o estaba despierta porque, tuvo la certeza, de que jamás podría desprenderse de aquellos ojos que la perseguían en su mente. Aquellos ojos sádicos y solitarios.
No supo por qué buscó ayudarle. Quizá era por su belleza. Aquel chico era como una rosa en pleno esplendor. Puede que creyese que algo tan bonito no podía ser malo.
Sus piernas no se detenían, seguía corriendo calle abajo. Su cara había adquirido un color rojizo, como si dos manzanas se hubiesen colocado en sus pómulos, y su corazón no dejaba de bombear. Sentía su pecho ardiendo y que le sangraba la boca.
No podía parar. No quería parar. Porque si paraba, volvería a pensar en aquella persona que tanto le importó en tan poco tiempo.
La falda de su uniforme se agitaba a cada paso, mientras la corbata comenzaba a rozarle molestamente el cuello. Esas ropas que tanto había odiado desde el día en que se las probó también le recordaban a él.
Cuando frenó, sus piernas le temblaban violentamente y tuvo que apoyarse en un muro para no caer. Todo era tan surrealista. Nada tenía sentido. No ahora que se veía en mitad de la calle, desorientada, con la respiración acelerada y un recuerdo que la atormentaba. Las lágrimas cayeron sin siquiera poder ser consciente de que estaba llorando y sin poder evitarlo, gritó impotente.
Y se preguntó dónde estaba, cómo había llegado hasta allí y, sobretodo, por qué.
