Disclaimer: Ningún personaje de Sherlock me pertenece.

Beta: La maravillosa Gudea

Se arrepentía de ello. Se arrepentiría toda su vida. ¿Por qué no se lo dijo cuando tuvo tiempo? Podrían haber tenido una vida juntos, una vida que no fue posible por su cobardía.

John se repetía esas palabras una y otra vez en su cabeza.

Iba todos los lunes, jueves y sábados a la tumba de Sherlock. A dejarle flores y pasar un rato con el que una vez fue su amigo.

¿Qué hubiera pasado si hubiera confesado esos sentimientos por Sherlock? ¿Hubiera sido recíproco? Quizás podrían haber sido una pareja normal. Saldrían los fines de semana e irían juntos de vacaciones, dormirían juntos, tendrían muestras de afecto y seguirían resolviendo casos juntos.

Sería la vida perfecta. Sólo de imaginar todo lo que habría podido suceder pero no había sucedido por su temor a ser rechazado y tener que salir de la vida de Sherlock, de esa vida que compartían como amigos, se entristece.

Ahora se encontraba solo. No quería tener más citas ni esforzarse en encontrar el amor de su vida pues ya lo había encontrado, pero perdió la oportunidad.

¿Qué sería de él en el futuro? Probablemente sería un hombre solitario anclado en el pasado.

Los días eran monótonos. Esa monotonía que perdió su vida con Sherlock, lo seguía persiguiendo. Se levantaba, desayunada, iba a la clínica y al llegar se duchaba, preparaba la cena y se acostaba tras ver la televisión. Esa rutina se repetía todos los días. Ese ritmo de vida lo agotaba.

La única felicidad la encontraba en su memoria. Echando la vista atrás hacia sus recuerdos.

Esa vida no merecía ser vivida. Al menos no por él.

Los días se volvían grises.¿Por qué una vida sin Sherlock Holmes? Pensaba John continuamente.

Cada día al levantarse y bajar a la sala llama involuntariamente a Sherlock. Como si una parte de su mente se negara a aceptar que Sherlock Holmes había muerto. Esa parte que le hacía llamarle cada mañana.

No puedo seguir así. Se repetía una y otra vez.

Toda situación llega a su fin. Nada es para siempre pero normalmente el fin llega solo. Aunque éste no era el caso de John, él estaba seguro de querer acabar con esto.

John Watson no era un hombre que dudaba en hacer las cosas. Él había sido soldado, no le temblaba el pulso al hacer las cosas.

Harto de esa vida, se acercó a la mesa de la sala y abrió uno de los cajones. Sacó delicadamente su pistola, esa buena amiga que le había protegido tantas veces, aquella con la que había salvado la vida a Sherlock tras haberlo conocido.

Y sin dudarlo, se acercó la pistola a la sien y decidió acabar con la vida que el destino le había reservado.

—Espérame, Sherlock —susurró con su último aliento mientras la bala atravesaba su cabeza.