Monedas

Sinopsis: Una por cada historia que debe ser contada, en sus distintos puntos de vista. Larga vida a Digimon, y a sus Digi-elegidos.

DISCLAIMER: Digimon y sus grandiosos personajes no me pertenecen. Nada me pertenece, todo los derechos son repartidos entre Akiyoshi Hongo, Toei Animation y Bandai. Yo sólo escribo por diversión y sin ánimo de lucro, aunque si pudiese cambiar lo último no estaría nada mal.

Este fic participa en el Reto/Actividad "Las dos caras de una moneda" del Foro Digimon, "Proyecto 1-8"

¿En qué consiste el reto?: Los participantes tiene la opción de escoger distintas variables y propuestas en los que tenga doble interpretación, la otra cara de la idea, (uno de los ejemplos más clásicos sería el clásico de Luz/Oscuridad), y así empezar a escribir drabbles o fics en base a esas ideas. No hay límite de palabras y uno puede seguir participando hasta que culmine la fecha de entrega, que sería el 05 de Abril de este mismo año.

En este cap escogí una de las propuestas de Genee: Emblemas y sus inversos, Valor/Cobardía.

Notas finales:Honestamente, este cap. iba a ser un corto drabble, pero me emocioné y se extendió un poco más de lo pensado. Y originalmente la pareja principal iba a ser Michi, pero decidí apostar esta vez por el Daikari y dejarlos de segundo lugar; ya habrá tiempo para jugar~ Incluiré varias parejas y distintos tipos de temática y género aquí, en esta colección.

Espero que se entretengan mucho y sus comentarios me harían más feliz todavía ;D


I. El precio del Valor

Estaba entre la espada y la pared, se sentía nervioso, presionado, como en esas películas en donde había que estar en Alerta Permanente. Y lo curioso de todo esto es que no era la primera vez que le pasaba, no era algo del otro mundo, porque dichas sensaciones ya eran constantes en su mundo y aún así, las odiaba. No les daba la bienvenida con gusto por obvias razones.

Taichi-san, su senpai, le decía que también él había pasado por esa etapa, y es que en realidad, nadie de este mundo se encontraba a salvo, había que dejar de ser humano para no sentir, y más de una vez Davis deseaba no serlo, por todas las implicaciones que eso conllevaba.

Suspiró, fastidiado porque las cosas no resultaran como planearan. En realidad desde hacía bastante que sus planes eran de alguna manera saboteados por algo, o por alguien. En su reloj marcaban las 7am del día martes, no tenía clases pero a cambio tenía un examen de matemáticas bastante difícil, porque no había estudiado. En absoluto. Ciertamente se le cruzó la vaga idea de estudiar con Yolei, muy en el fondo admitía que ella era más lista que él, al menos en esa materia; su orgullo era muy propenso a herirse y no quería lastimarse más, al menos no más de lo que ya ha estado.

Sabe que no puede seguir evitando a la causante de su estado, de su delicada situación; a la "culpable" de que su frágil orgullo se vea pisoteado. Una y otra vez, sin cansancio. Viéndose en distintos tipos de humillaciones, pareciendo a simple vista no aprender de sus negativas, de las contadas lecciones y fallidas oportunidades de citas que ella le ha otorgado.

¿Acaso él peleaba por un caso perdido, por una causa que desde el comienzo, se veía propensa a fracasar?

Estaba enamorado.

Era un día hermoso, pero su humor haría todo lo posible por ignorar tal hecho.

A su lado, Demi-Veemon, dejó la comodidad de las sábanas, dedicándole una mirada triste.

—Davis, ¿en serio no piensas ir a la escuela?

—No, Demi-Veemon, no me espera nada allá.

—Pero… creo que tu mamá dijo que hoy tenías examen. ¿No vas a ir? —Inquirió preocupado, con su aguda voz de etapa bebé. Davis le miró desganado, honestamente no tenía ganas de moverse de su habitación. Sus padres habían salido a trabajar desde temprano y contaba con la suerte que Jun no estaba en casa, porque seguramente lo mataría por pensar siquiera en posponer algo, de lo que sea, de sus estudios.

Debes decírselo. —Demandó una voz autoritaria dentro de sí.

No, no debes. No puedes. No sabiendo que ella puede rechazarte otra vez, ¡¿qué acaso tú nunca aprendes?! —Replicó otra voz, igual de autoritaria y con un tono de voz bastante parecido al de él, ambas voces parecían ser parte de sus pensamientos, de su conciencia al habla.

Se sentía jodido. Total y absolutamente jodido. Porque al principio, a sus catorce años, creyó que era algo pasajero, sus sentimientos por ella jamás lo había visto de una manera tan aterradoramente intensa. Había sido su compañera, tanto en lo académico como en el Mundo Digital, y ahora dos años después de la restauración, de la interminable lucha entre el bien y el mal, teniendo al primero como el vencedor, a su mitad de secundaria, había conservado una bonita amistad con ella. Pero su pesimismo siempre se lo recordaba con insistencia, eran sólo eso: amigos. Amigos van, amigos vienen, ¿quién le garantiza que de la noche a la mañana, su amistad con ella pueda terminarse? Así, de improvisto y abruptamente. Como la mayoría de las cosas que ocurrían en la vida.

Cuando se trataba de ella, se sentía dividido, entre una lucha constante interna. Quería volver a intentarlo, volver a empezar. Contaba ahora con dieciséis años, y había madurado; había madurado como todos los demás, aunque siguiera con ciertas características que hacían de él un caso excepcional, en toda regla.

"Entiendo tu situación, Dai, y entiende que el hecho que ella sea mi hermana no quiere decir que te autorice a jugar con los sentimientos de ella. Sé que jamás harías tal cosa, pero igual debía advertirte." —Habían sido las palabras de su senpai.

Tenía miedo.

Temor de volver a ser rechazado nuevamente, y por ella. Aunque sabía que ahora ella ya estaba libre, de todo compromiso, ya que precisamente ayer había roto su relación con Takeru. Ella le había llamado ayer, notando su voz llorosa, queriendo verlo cuanto antes. A veces sentía que en eso era lo único en lo que podía ayudar: ser su paño de lágrimas, haciendo todo lo posible para consolarla. Estaba más que seguro que Kari jamás había pensado en él, al menos no de la manera en la que él anhela. Ser amado y ser correspondido por ella, y sólo ella.

Juntando fuerzas de dónde no sabía, se incorporó finalmente de su cama. Había tomado una decisión; se sentía cobarde y la cobardía no era lo suyo, jamás lo sería. Puede que se dejara dominar por ella de vez en cuando, puede que cayera en sus garras de momento, pero no quería estar atrapado para siempre, en un oscuro agujero del cual no se veía fin.

Miró al frente, en donde estaba un póster de él, junto a sus camaradas digi-elegidos. Todos se veían alegres, radiantes por lo que el mañana traería, más una persona en particular había ganado de momento toda su atención: Taichi-san se veía sonriente, abrazando por la cintura a su carismática y hermosa novia, a Mimi-chan. Si Tai pudo conquistarla, sabiendo todos los riesgos y rechazos que implicaba, ¿por qué él no podía seguir su fiel ejemplo?

Se bañó a toda velocidad y buscó con prisas su uniforme escolar. Llevaba diez minutos retrasado, pero qué diablos, iría. Iría a hacer el ridículo y a reprobar ese examen, porque no había estudiado nada, pero iría. Iría porque honestamente, ya no tenía mucho qué perder. Takeru y él no eran los mejores amigos del universo, pero si ya no tenía nada con Hikari, entonces no había ningún motivo para seguir frenando el rumbo de sus sentimientos.

Las manos le temblaban, la cobardía nuevamente haciendo acto de presencia, nuevamente queriendo derrumbarlo. Para completar su atuendo, Daisuke se colocó sus fieles googles encima de su cabeza, los googles que le había obsequiado Tai desde su primer día en el Digi-Mundo, el objeto de valor que más tenía importancia para él, en el plano sentimental.

Se despidió de Demi-Veemon, éste ya encontrándose más animado por la decisión que había tomado su compañero, saliendo éste finalmente de su apartamento.

Hoy era el día, se le declararía a Hikari Yagami (de nuevo), y esta vez iba en serio.

Sólo esperaba que por lo menos hoy, fuese su día de suerte.