El día todavía era algo cálido a pesar de que el verano se había ido dejándoles un horrible septiembre por delante. Si no fuese por las clases que ya comenzaban la mayoría de la gente a su alrededor no estaría tan deprimida. Algunos tenían sonrisas en sus caras, nuevo año, nueva vida, nuevo lugar… Bueno, lo mismo que siempre se hace y se piensa. En su caso no podía estar más contenta, su hermana pequeña estaba tan decaída en moral que ni si quiera hablaba con nadie, solo se hundía más y más en su miseria. No es muy bueno alegrarse por ver así a un familiar, pero su caso era claramente comprensible.
Mai Yae Xeng no tenía una hermana, tenía un monstruo.
Arrastró sus maletas hasta la entrada donde una acumulación de pertenencias de demás estudiantes impedía ver el decorado de la recepción. Dejó sus maletas con el nombre puesto como hacían todos los demás y esperó a que su hermana se arrastrase como un gusano e hiciese lo mismo que ella. Bueno, a diferencia de que cuando tiró sus maletas a un lado su hermana trató de hundirse y esconderse.
Mai suspiró cansada, que ambas fueran al mismo internado no iba a significar que cuidaría de ella. Más bien no la quería cerca para nada, temía por su vida cuando su hermana estaba en la misma habitación que ella. Comenzó a ir hacía donde una profesora decía que fuésemos. Antes de entrar al salón de actos miró hacia atrás y vio como un chico alto y rubio comenzaba a reprenderla.
La huraña hermana pequeña le sacó la lengua. Mai suspiró de nuevo, entraría en la sala antes de que cualquiera pudiese pensar que estaban relacionadas entre sí. Oyó un quejido pero no tuvo el valor para girarse a ver qué había pasado. Se sentó en una silla y miró al director.
Al poco tiempo el chico rubio entró en la sala con su hermana. Le estaba tirando de las orejas. Mai los miró con la boca abierta, NADIE, nadie hasta ahora había sido capaz de hacerla parar. Era un "espíritu libre". Ese internado comenzaba a agradarle.
-Bienvenido estudiantes a la academia World Academy. Todos los aquí presentes habéis tenido la suerte de ganaros con vuestro esfuerzo la beca Hetalia, una de las más importantes del mundo. A pesar de no ser muchos los que estáis aquí es parte del plan escolar. La academia se compone de este edificio extra donde se llevarán a cabo las clases de la beca Hetalia. No os desaniméis por la separación con el resto de los alumnos. Una separación que marca la diferencia, todos los que estáis aquí sois especiales. No se os está permitido juntaros con el resto de estudiantes a menos dentro de los espacios marcados y a las horas requeridas… vamos, en el centro lúdico los fines de semana desde las cuatro de la tarde hasta las nueve de la noche.
"Las comidas tiene un horario específico y una rotación de cocineros cada semana además de los ayudantes a recoger. Hay varias salas lúdicas en vuestro edificio de dormitorios para las horas libres. Como ya se ha dicho, al ser tan pocos, la academia solo aporta un edificio de convivencia en el que tanto mujeres como hombres convivirán sin problemas. De que se lleve a cabo esa idea será el jefe del comité disciplinario Arthur Kirkland."
El chico rubio de antes se levantó y saludó a los demás estudiantes. A su lado estaba la hermanita de Mai. Tenía el rostro enfurruñado.
El director prosiguió.
-En estos momentos os vamos a dejar que subáis a vuestras respectivas habitaciones. La profesora Artemisa os indicará cuales son vuestros respectivos cuartos. En ellos os espera en el escritorio vuestro horario y vuestros uniformes tanto como el manual y las reglas. En dos días comenzarán las clases, mientras familiarizaos con vuestro nuevo hogar.
Se supone que era el final y como tal todos debían aplaudir. Y eso hicieron pero de mala gana, al parecer por el discurso la mayoría parecía pensar que acababan de entrar a la cárcel.
La primera en levantarse fue la hermana pequeña, se iba a escabullir pero Arthur la atrapó de la capucha de la sudadera. Le dijo que estaba prohibido correr. Volvió a sacarle la lengua y se soltó a la fuerza. El pobre jefe del comité disciplinario iba a tener trabajo.
La agarró de nuevo y la llevó hasta la fila donde esperaban a que le diesen sus llaves de dormitorios. El joven Arthur le pareció ver la cara de un conocido, se despistó solo un segundo y la chica ya no estaba a su lado. Se acababa de colar delante de un rubio altísimo con cara serie. Era como un armario empotrado. Se quejó a la cría y esta le dijo algo que lo dejó paralizado.
Delante de ella había una pareja de pelo castaño. Escuchó como la profesora decía:
-Oh, los hermanos Fernandez Carriedo, les comunico que por una ligera equivocación van a ocupar la misma habitación. Como son hermanos no veo dificultad alguna. Tomen la llave catorce—no les dio tiempo a replicar-. ¡Siguiente!
La hermanita se puso ante ella.
-¡Soy Vitna Yae Xeng! ¿Me toca ir con mi hermanita mayor?—preguntó esperanzada.
La profesora se envaró.
-La otra excepción, la única de las chicas que tiene una habitación para sí sola. Debes de ser revoltosa para que te pongan en frente al jefe del comité disciplinario… Vigilancia hasta de noche… esta juventud de hoy en día… toma la llave trece.
Vitna no se fue, estaba en shock.
-¿Tengo en frente a Kirkland? ¡No es justo!
