Travesías
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Capitulo 1
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Esta historia ya estaba publicada desde hace varios años, pero por motivos que considero mayores, una pésima redacción, voy a estar subiendo lo que sería la reforma, la cual, me está produciendo canas verdes. En fin, un último mensaje, voy a estar actualizando cada una semana, probablemente los fines de semana.
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La noche estaba fría y la luna iluminaba un parque gris, el invierno había dejado los árboles sin abrigo y una chica estaba sentada en una hamaca, con la vista en un punto indefinido, perdida en sus pensamientos. El cabello lacio le caía en una cascada lacia enmarcando un rostro, dorado, de labios rosados, pero ¿de qué le valía a ella todo eso? Nada se respondió, si después de todo, había cosas que no se habían dado como esperaba y más pronto de lo que hubiera querido, lágrimas hacían sendos caminos por su rostro.
—Tendría que hacerme a la idea de que Zero me odia de una vez por todas, no soy una niña y hay gente que me espera—Se le escapó en un susurro a medida que se secaba las mejillas con el dorso de la mano y se levantaba, haciendo que las cadenas emitieran un ligero chirrido ante el movimiento.
Sus pasos retumbaban en las calles vacías y el silencio la acompañaba durante el camino a la academia Cross, la tenue sonrisa enmascarando la cantidad de pensamientos que aún volaban en su mente.
"—Éramos como hermanos."
—Deberías dejar de ser tan distraída Yuuki, podría pasarte algo—Sus ojos enseguida se posaron en la persona que en segundos se había posicionado a su lado, haciendo que su corazón brincara en una mezcla de sorpresa, miedo y vergüenza, la última muy recurrente al lado de él.
—Lo siento, es solo que…no es nada—Sonrió, sinceramente no tenía ganas de cargarle otro peso a su hermano, decirle por centésima vez que le dolía el rechazo por parte del peliplata no era agradable para nadie, mucho menos para él, de alguna forma sentía que con su actitud, ponía en duda el amor que sentía hacia Kaname y la asustaba la posibilidad de que él dudara de ella.
Sin embargo, Kaname no parpadeó antes de contestarle que sin dudas, algún día Zero la entendería. Ella no podía ni quería contradecirlo, esperaba con todo su corazón que ese día llegara pronto, porque no creía poder lidiar con el odio de una persona a la cual quería como lo hacía y quizá el pensamiento se le salió por la mirada, pero que el pelinegro le tomara la mano, hizo que una parte de ella se aliviara.
…
—¿Dónde está el presidente Kuran?—La voz enérgica de un rubio se expandió por el salón como pólvora, era tal el oído desarrollado como el hecho de que fuera como fuese, Aidou no bajaría la voz, mucho menos dejaría de lado el tono entre preocupado y desesperado.
—No se pregúntale a Ruka, tal vez ella sepa—Aventuró como si nada un pelirrojo ignorando olímpicamente a su primo y sus dramas que a él, al fin y al cabo, no le iban ni le venían, no estaba implicado en lo que sea que estuviera haciendo el rubio…esta vez.
—No, ya le pregunte y no sabe—Una nota crispada se le escapó que hizo que los ojos de su acompañante momentáneo se posaran en él, solo un fugaz momento que el vampiro ni si quiera notó, tal y como estaba la cosa, lo único importante para el momento era que el presidente no aparecía y él necesitaba con urgencia discutir con él sobre lo que sería el próximo baile de invierno.
—Entonces no sé—Y esa fue toda la ayuda que estaba dispuesto a dar sin moverse de su lugar.
…
"—Es increíble que incluso que aquello que creía mío, aquello que quería, nuevamente me sea arrebatado, que se convierta en aquello que odio, en un monstruo sin sentimientos…y aún así, me niego a aceptar que se quede con él…con ellos…que sea parte de ese grupo"
—No voy a aceptarlo—Estaba firme en su pensamiento, reacio a aceptar aquel cambio que había llegado a golpearlo en el pecho, y estaba determinado a cumplir con la promesa que le había hecho de ser necesario, y por como lo veía, no creía que estuviera lejos el día en que tuviera que hacerlo…y llegado el caso, no vacilaría.
Su mente estaba siempre llena de pensamientos poco gratos y por más que quisiera impedirlo, la sangre manchaba la mayoría de ellos, como negándole la paz de ser un chico normal, uno que no había sido y que nunca sería, pero ahora, parecía que uno en particular había llegado para atormentarlo, fijándose como objetivo a alguien que nunca quiso que lo fuera…lo sentía…realmente lo hacía.
…
Ya casi amanecía cuando se adentraron por las puertas, llegando a ver como la mayoría estaba despareciendo rumbo a sus dormitorios, era la primera noche en que se quedaría en los cuartos Luna luego de su conversión, y aunque la perspectiva se hubiera mostrado atractiva tiempo atrás, ahora la incertidumbre y cierto nerviosismo la recorría no solo por el hecho de ser nueva, si no que, para su suerte o infortunio, la habitación estaba justo al lado de la de Kaname.
Cuando su hermano le abrió la puerta, como si ella misma no fuera capaz de hacerlo, una pequeña, muy pequeña molestia se alojó en su pecho ante el pensamiento de sentirse dentro de una burbuja, pero tan rápido como vino, se fue. La habitación era quizá la más hermosa que hubiera visto jamás, con sus pisos y muebles de madera oscura compenetrándose con los hermosos doseles color verde oscuro.
—Es…preciosa—se le escapó en un gemido de sorpresa, estaba encantada y sobrecogida ante lo que veía, no era que no se sintiera satisfecha con su antiguo cuarto, para nada, aparte, no pasaba demasiado tiempo en él, así que lo que hubiera en el no le afectaba en nada, pero eso no quitaba lo encantaba que estaba con ese.
—Me alegro de que te guste porque de ahora en adelante será tu habitación aquí—Le sonrió tenuemente, mientras la observaba adentrarse y mirar con más detenimiento el interior, sin dudas le gustaba verla de esa forma, era como ver una niña grande que no puede contener la sorpresa ante algo nuevo, y él, estaba encantado con tener de nuevo a esa niña en especial.
En un momento, la castaña se dio vuelta de repente haciendo que aquel nuevo cabello largo revoloteara a su alrededor, y miró inquisitivamente al purasangre, tenía una duda.
—¿Duermo yo sola?—Preguntó extrañada.
—Sí, podría decirse que es un pequeño…privilegio—Contestó el mayor reprimiendo el pensamiento de decirle que si ella no tenía inconvenientes, él no tenía ninguno en hacerle compañía, pero decidió callarse, no era ni sería conveniente instalar ideas en la cabeza de su hermana que la hicieran dudar de él.
—Ya veo, aunque no me molesta compartir—Dijo sonriéndole, los nuevos y afilados colmillos a penas asomando de entre sus labios curvados.
—Tendría que irme—Miró de soslayo la puerta abierta, bien podría quedarse un rato más solo para hablar, despejar cualquier duda que ella pudiera tener, pero si no hacía las preguntas, no podía responderlas y se dijo que probablemente aún no las tenía y que llegado el momento podría contestárselas. Dio unos pasos rumbo a la puerta antes de ser detenido por la morena.
Dio la vuelta despacio y la observó algo avergonzada, con las mejillas tenuemente arreboladas pero la mirada firme y dulce ¿Era eso posible? Sin dudas, lo era porque ahora mismo lo estaba viendo, y quedó encantado, aunque, si lo estaba, no lo dejó salir a hacer estragos sobre sus facciones, tan solo atinó a hacer un tenue gesto de pregunta ante la interrupción.
Yuuki por su lado se había visto en el gran dilema de callarse o hablar en cuanto lo vio irse, así que en un movimiento que estuvo fuera de sus planes lo detuvo y ahora se encontraba en esa situación, con su mano aferrada al borde de su manga, Kaname mirándola interrogante y ella sintiendo como la sangre se iba concentrando lentamente en sus mejillas. No iba a decirle que no se vaya, pero ahora debía salvar el momento antes de quedar más ridícula de cómo se sentía.
—Emm…—joder, como le costaba hablarle—Que…descanses—Sonrió y cuando él le devolvió el gesto sintió el alivio recorrerla con fuerza, dioses, casi pensó que se iba a desmayar de la vergüenza, maldito fuera él por hacerla actuar como estúpida.
—Tú también Yuuki—Se acercó y agachándose levemente plantó un beso sobre la helada frente de la joven, por un segundo pensó que había sentido calor expandirse en la zona, pero no prestó más atención y dejándola con ese gesto salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
La joven simplemente quedó estática en su lugar, sintiéndose el rostro caliente, sabiendo que probablemente era la sangre que había entrado en ebullición y se maldijo por no poder controlarlo, ¿qué pensaría Kaname de ella? Seguramente que era una chiquilla atrevida.
…
—No puedo ser más tonta—Gimió.
—Probablemente no— Se sobresaltó ante la voz que le contestó y dio vueltas en su lugar buscando la fuente, al no encontrar nada se tapó el rostro con las manos exasperada.
—Lo que me faltaba, ahora me estoy volviendo loca—Todo rastro de sonrojo y ternura adolescente se fue al carajo.
—Aunque creo que no te falta demasiado para estarlo, me veo en el trabajo de decirte que por el momento no lo estas y que la cordura aún no ha decidido abandonarnos, así que deja el drama y veme a los ojos—Escuchó que le decían y automáticamente levantó la mirada sorprendida y a duras penas pudo reprimir el grito de sorpresa que amenazaba con salir de su boca en un sonido estridente.
La castaña abrió sus ojos al máximo y señaló a aquella aparición con el dedo blanca como el papel y para su terror la oyó reír divertida.
—¿Sabes? Esperaba muchas cosas de ti, pero sigo sorprendiéndome de mi misma—Señaló la obvia mueca de espanto en el rostro femenino que se intensificaba a medida que sus pasos se acercaban a ella.
—Quieta—Ordenó de un momento a otro la joven, no le hacía ni pizca de gracia aquello ¿sería algún tipo de broma? Si así era no le divertía en lo más mínimo.
—No es ninguna broma—Le dijo y vio como su contenedor se estremecía. Era divertida, no podía negarlo.
—Basta—Demandó—¿Quién eres?
—Tu subconsciente amor, a caso no me reconoces—Dijo dando una vuelta sobre sí misma— Algunos vampiros tienen la habilidad de materializar su consciencia, aunque solo pasa cuando lo necesitan…como en tú caso.
—¿Te necesito?—Inquirió más calmada ya, no dejaba de estar alerta, pero algo era algo.
—Aunque debería sorprenderme de la pregunta, supuse que ni tú misma lo sabrías, pero no te preocupes, soy paciente—Sonrió—Como veras, estamos en una situación un tanto…delicada, este cambio requiere que tú misma los hagas, ya no eres una humana cualquiera—La miró fijamente como si quisiera remarcarle este hecho—hay formas y formas y mi trabajo es ayudarte a que te adecues de la mejor forma.
—Vas a ayudarme a…mmm…¿adaptarme?—Preguntó dudosa, sinceramente no le veía el problema, ¿qué había mal con ella?
—No es que haya algo mal contigo precisamente, es solo que ciertos cambios requieren sacrificios y con esto no digo que dejes de ser tú misma, solo que en esta sociedad hay formas que deben respetarse.
—Estás diciéndome que debo aprender a comportarme—Levantó una ceja irónica, de alguna forma ya sabía que tendría que cambiar algunas pequeñas cosas.
—Precisamente—Dijo mientras caminaba alrededor de la habitación con las manos tras la espalda, como si pensara en el próximo movimiento, de vez en cuando la miraba y volvía a caminar.
Por varios minutos, Yuuki la vio de esta forma y había terminado por sentarse en la cama sin ánimos de preguntarle en que estaba pensando y con muchas menos ganas de escuchar lo que quería hacer, algo le decía que iba a requerir de un tiempo que ella pensaba emplear durmiendo.
—Bien—Habló por fin esta aparición de sí misma—Uno de los problemas está solucionado, gracias a los dioses me tengo que saltar esa parte.
—¿Qué parte?—Preguntó somnolienta.
—No te duermas—La miró de mala forma a lo cual la castaña se encogió de hombros, en realidad su pensamiento estaba en estrenar el colchón lo antes posible—Digo que la parte de las normas de etiqueta ya está solucionado ¿recuerdas no?—Le preguntó repentinamente desesperada ante la posibilidad de que tuviera que comenzar de cero.
—Algo…sí, creo—Por primera vez le vio razón a tan tediosas clases, pero el punto bueno era que con un padre como el suyo nunca podías aburrirte, y esas clases terminaban en desastre, así que podía decirse que algo había aprendido, se sonrió recordando lo que había sido eso, había sido feliz.
La joven que personificaba su consciencia sufrió un pequeño tic en uno de sus ojos, quería estrangular a la chica en la cama, pero no podía hacerlo, era una simple suma y ella desaparecía de ella si se atrevía a atentar contra su contenedor, así que solo por esta vez lo dejaría pasar.
—Ahora, solo necesitamos que te concentres en otra cosa que no sea la almohada—Comentó en un gemido exasperado antes de suspirar y tomar a la joven por un brazo para incorporarla bruscamente—Ser un purasangre de verdad—Dijo mirándola mientras caminaba—significa asumir que tu sangre no lo es todo, hay obligaciones que asumir, cierta forma de realizar las cosas y sobretodo, ser responsable de tus propias acciones…dicho esto, ven a sentarte conmigo, hay que meditar.
—¿Qué?¿Meditar?—Las cejas de la purasangre se enarcaron casi hasta la raíz del pelo, estaba loca, ella no haría tal cosa, bien podría hacerlo en sueños en una agradable conversación con Morfeo, seguro el podría ilustrarla a la perfección.
—Ni lo pienses—la fulminó con aquellos ojos rojos que brillaban por sobre la oscuridad—solo debes relajarte y poner la mente en blanco, despejarte de todos los pensamientos…inténtalo—la miró ya sentada en el suelo de la habitación.
Aunque dudosa y más bien escéptica obedeció, se sentó de chinito a un lado de la que era su consciencia, si era sincera no la recordaba de esta forma, digamos que era esa vocecita ignorada en su cabeza que parecía un eco silencioso.
—Shhh, puedo oír tus pensamientos…y no me agradan, solo para que lo sepas—Siseó reprendiendo a la vampiresa.
—Lo siento.
No sé pudo decir que para Yuuki fue fácil, a decir verdad, las horas del día fueron pasando largas y tediosas hasta que ya casi al borde de la renuncia, logró quitar todo de su mente, quizá fuera más que nada el cansancio lo que no la dejaba formular pensamientos.
—Ahora, empecemos por descubrir si guardas algo especial en ti, quizá tu sangre te haya bendecido con algún don además de los que ya corren naturalmente por tus venas.
Yuuki no entendió, pero no se lo iba a decir.
—¿Qué se supone que haga?—Interrogó curiosa, un poco más motivada que hace algunas horas.
—No lo sé…quizá pensar en algo que te guste o te llame la atención, el procedimiento no es el mismo para todos después de todo, de ahora en adelante depende prácticamente de ti sola.
La castaña no dijo nada, simplemente la miró unos segundos y desvió la mirada algo resignada, en realidad no tenía ni idea de cómo iba a hacer, había miles de cosas que le gustaban, algunas más que otras, pero si le preguntaban de esa forma, estaba más que segura de que su cerebro se pondría en perra y no contestaría nada, no le iba a dar ni una pista y la desesperaba.
Sin embargo, había algo, algo que le había llamado poderosamente la atención desde siempre y a su lado el vaso de agua se removió en su lugar, como si hubiera cobrado vida…de pronto, las gotas se deslizaban por la superficie pulida de una pequeña mesa, no sabía cómo ni cuándo había llegado ese vaso, pero su interior se removió excitado al comprobar cómo el líquido se acercaba a ella, subiendo por su mano forzosamente, y acariciaba su piel, como un gesto cariñoso.
Admirada se descubrió a si misma jugueteando con las pequeñas forma que lograba hacer, aún no era muy buena, pero lo atribuyó a la primera vez, pero qué importaba, le gustaba lo que veía, los movimientos del agua fluyendo entre sus dedos, arremolinándose en su palma y fundiéndose en imágenes que quería transmitir.
Sus ojos bailaron felices, fluyendo con los movimientos y deteniéndose en el pequeño corazón que había logrado congelar, ahora, ya no había movimiento ni expansión, la humedad había sido desplazada hasta convertirse en hielo que quemaba levemente sus manos.
—Eres buena, déjalo por un rato…quizá te guste algo más—insinuó la mujer, realmente quería comprobar hasta qué grado podía hacer evolucionar a esa novata.
—No lo sé...quizá, no—Negó con la cabeza, realmente era una estupidez, dudaba mucho que existiera algo como lo que ella pretendía.
—Dime, no deberías negarte algo sin dar la oportunidad—Le dijo apoyando una de sus manos sobre el hombro femenino, le gustaba su contenedor.
—Me gusta saber cómo se sienten las personas a mi alrededor…sé que suena extraño, pero si yo lo sé, siento que puedo contribuir a aumentar o aliviar lo que sienten, es decir…no sé bien como decirlo—La observó desde su lugar intentado encontrar las palabras para describir lo que quería decir.
—No sé si sea extraño o no, pero podrías comprobarlo—Gruño la aparición, de alguna forma, tantas palabras atravesadas la habían irritado, se corregía, no le gustaba su contenedor, era sumamente molesto.
—Que mal carácter—Susurró para sí misma mientras se levantaba del suelo y estiraba las piernas adoloridas tras horas de estar sentada en la misma posición. Le dirigió una última mirada a su acompañante antes de salir silenciosamente por la puerta, revisando los pasillos con los pies descalzos, deslizándose como un fantasma frente a las puertas cerradas de cada cuarto.
Aún faltaban algunas horas hasta que comenzaran a levantarse por lo que no se sorprendió cuando no encontró ni un alma en toda la residencia, habían pasado casi quince minutos desde que había salido de su habitación y la perspectiva de seguir alargando su somnolencia no le hacía ninguna gracia, por esto mismo, cuando se cruzó con alguien no pudo menos que gruñir por lo bajo y suspirar resignada.
—Shiki…¿No puedes dormir?—Al final terminó por acercarse al chico y observarlo puntillosamente, se veía mal, o eso le parecía.
—No—Siempre era algo parco y no es que eso la desalentara.
—Algo en específico, digo, puedo escucharte si lo necesitas—Se acercó y se apoyó contra la pared en la que estaba su nuevo primo, eso era más extraño en su pensamiento que cualquier otro cambio, primero se adaptaría a que su dieta de supervivencia había cambiado antes de que lograra asimilar que tenía una familia tan peculiar.
El vampiro la miró de soslayo durante algunos segundos, sinceramente no tenía muchas ganas de hablar.
—No en realidad…—Se estaba levantando dispuesto a irse cuando la mano de su no tan bien recibida acompañante lo detuvo rápidamente mirándolo seria.
—Hay veces en la que está bien hablar con alguien más, porque guardarse todo para sí mismo termina siendo peor—Le ofreció una pequeña sonrisa, realmente no quería meterse en las cosas que no eran de su incumbencia pero algunas cosas la superaban, siempre había tenido esa debilidad por la clase nocturna que la llevaba a meterse en donde no la llamaban y ahora estaba ahí…donde nadie ya debería salvarla.
—Lo tendré en cuenta—Apretó los labios en una línea recta en tanto procuraba soltarse y darse la vuelta para irse de nuevo a su habitación, sea como sea, no había encontrado mucha tranquilidad.
La castaña se quedó unos segundos más en su lugar jugueteando con un mechón de su cabello, y una pequeña sonrisita triunfal adornándole el rostro, no quería presumir pero…lo había logrado y estaba más que satisfecha. Por otro lado, debería ir a dormir las pocas horas que le quedaban antes de que tuviera que asistir a clases…una perspectiva aterradora.
Fin del primer capítulo reformado, nos vemos en una semana, me dejan su opinión al respecto.
Besos!
Flor!
