Este Fanfic fue publicado anteriormente, por mí, no se asusten, no es plagio, soy Lemonale en ambos sitios, subiré de un golpe todo lo que tengo para que puedan disfrutarlo y luego subiré a la par en ambos sitios conforme actualice. Espero disfruten la historia.
Capítulo 1
Formando a una estratega
Son Goku lucha en el planeta Namek, al morir no podrá ser revivido con las esferas del Dragón; pues su alma, permanecerá en una galaxia que no le corresponde a Kahiosama.
Justo en ese instante la voz del príncipe sayajin, al querer demostrar su superioridad, otorgó una solución al problema que mantenía en tensión a aquel grupo de insectos alrededor suyo. Él no iba a suponer que tal acción daría pauta a la invitación de Bulma, para que se quedara en su hogar. En realidad, la terrícola tenía razón; a pesar de su fuerza él no conocía este nuevo planeta y su máximo objetivo era derrotar a Son Goku. La inmortalidad era un deseo que sólo se cumpliría quedándose en la tierra, junto a todos aquellos que conocían a la perfección cómo se movía el mundo de su rival.
Al aceptar la invitación, sin ningún otro lugar a donde ir y con un plan en manos, tuvo que soportar estar bajo el techo de aquella mujer vulgar que le había llamado "pequeño". Con el traje roto y con el orgullo herido caminó por los pasillos detrás de la peliceleste que, como buena guía turística, nombraba cada habitación y la función de éstas para sus nuevos invitados: Los Namekusein y el príncipe Vegeta.
"Malditos insectos" Pensaba el moreno. Caminar junto a los Namekusein alteraba sus nervios. Tratando de no acercarse demasiado al grupo poco a poco fue quedando atrás, a lo que la científica reaccionó.
—Sabes, si te quedas atrás no podrás oírme.
Vegeta gruñó.
—Sólo necesito una habitación, no necesito conocer más. No creas que por haberme invitado a tu casa estoy dispuesto a estas idioteces. Yo sólo quiero exterminar a Kakaroto.
Bulma frunció el ceño y le contestó socarrona.
—¿Ah sí? ¿Y tú crees que lo permitiría? Aunque mataras a Goku nosotros lo reviviríamos con las Esferas del Dragón. Pero si él te mata nadie más querrá revivirte ¡¿A que tengo razón? Así que se bueno, yo soy una chica muy decente, si él te mata yo misma me encargaré de revivirte si te comportas como debe ser.
— ¡Arg!— Volvió a gruñir el moreno mientras los Namekusein reían —¡Callénse insectos! A mí no me interesa que lo revivan, yo sólo quiero demostrar que ningún guerrero de clase baja puede ser mejor que el príncipe de los saiyajins.
La peliceleste lo miró unos segundos. El hombre era demasiado orgulloso. Sonrío para sí misma.
—Bueno Vegeta, si es así será mejor que te dediques a entrenar que no va a ser nada fácil derrotar a Goku. No tienes de que preocuparte, Goku no mata a sus adversarios y menos si se trata de gente tan fuerte como tú, no sé por qué, tal vez porque pertenece a tu misma raza, pero él haría todo por seguir luchando. Sólo tienes que empeñarte… Y vamos que pronto te mostraré tu habitación. Debes respetar a una chica tan linda como yo, ¿No los príncipes deben saber tratar a las damas?
El moreno suspiró indignado, cruzó los brazos y le siguió sin hablar más, aunque todavía alejado del grupo le prestó atención. Sabía que sus palabras tenían su punto de razón, él no tenía en ese momento el nivel para hacerle frente a Son Goku. La joven terrícola sabía mover sus cartas.
Al terminar el recorrido los Namekusein fueron esparciéndose por el lugar, algunos entraron al gran invernadero de los papás de Bulma para relajarse luego de todo lo sucedido en su planeta y otros simplemente fueron a sus cuartos. Bulma le abrió una puerta más a Vegeta.
—Esta será tu habitación, perdón que lo dejara de último pero apuesto que te gustará. Es digna de un príncipe. Es igual a la mía.— Prendió las luces y de un brinco se tiró en la gran cama —Aquí podrás descansar, supongo no has dormido mucho. Esta cama es muy cómoda. Podrás usar la ducha de esta habitación o la que está en el pasillo, en general puedes usar la quieres siempre y cuando esté desocupa claro, no me gustaría que me espiaras.
"¡Que mujer tan basta, cómos e atreve a decir esas cosas en voz alta!" Pensó el príncipe con la quijada tensa.
—En el armario encontrarás todo tipo de ropa, aunque dudo mucho que sea de tu agrado— rió y se volteó boca abajo, tomó su rostro con las manos para sostener su cabeza con el peso sobre los codos. Flexionó sus rodillas cruzando sus pies para casi alcanzar sus dedos con sus glúteos de manera traviesa. Lo observó detenidamente y le sonrió. Vegeta comenzó a sentirse incómodo.
—¡Ya entendí! no necesito más explicaciones— Viró sus ojos a la ventana esperando que la peliceleste saliera.
Bulma se levantó con la misma habilidad con la que se acostó. Salió de la habitación aún con una sonrisa y le habló de la hora a la que servirían la cena. Vegeta relajó su cuerpo al oír la puerta cerrarse.
"Mañana mismo buscaré un lugar para entrenar" Pensaba.
Acomodó su cuerpo en la gran cama, el olor de la peliceleste se había grabado en las sábanas. El hedor a muerte que despedía el traje del príncipe comenzaba a entorpecer el delicado aroma a flores que despedía el cabello de Bulma. Se levantó pensativo y comenzó a quitarse el atuendo dejando su fuerte cuerpo al desnudo. Entró a la regadera de su habitación y dejó que el agua, clara y fresca, recorriera la silueta de su fisonomía. Al salir dejó su traje roto encima de uno de los muebles para recordar su objetivo. Tomó del armario la ropa limpia y comenzó a esculcar entre las telas algo que le pareciera digno para él, pero mucha fue su frustración al no encontrar nada que no le pareciera vergonzoso. Al fondo del armario encontró una sport negra que se ajustó a su cuerpo y un pantalón deportivo bastante cómodo.
"Servirá" Pensó.
Guardó su traje para utilizarlo en su entrenamiento y volvió a la cama con el peso de un día largo. Olvidándose de la cena quedó profundamente dormido al relajarse con el suave olor de aquella mujer en su almohada.
En la cena la ausencia del moreno era obvia para la joven científica. Sus demás invitados bebían en copas largas el agua más pura y fresca que podía servirles. Piccoro, que llevaba un tiempo observando, la detuvo antes que ella pudiera siquiera levantarse.
—No sabemos lo que puede ser capaz— Dijo con seriedad el guerrero.
Bulma miró la copa cristalina que cayó. Borbotones de agua derramada reflejaban un rostro indescifrable. En su interior sabía que no podía ser tan malo pero, presionarlo no parecía la mejor idea.
La noche pasó. A pocos metros la puerta de aquel agresivo hombre pareció abrirse y sus pasos marcaron el sonido del corazón de la joven mujer que lo oía con nerviosismo. Las palabras de Piccoro bailaban en sus pensamientos. No podía evitar preocuparse y se sintió tonta por unos instantes, apretó con fuerza su sábana y con decisión se levantó. Caminó dispuesta a cualquier reacción hasta encontrar lo que parecía la silueta del príncipe esculcando en la cocina. Le apuntó con un dedo y le exclamó:
— ¡Te dije la hora de la cena ¿qué horas son esas para corromper el sueño de una chica tan linda como yo?
El príncipe en un parpadeo apareció junto a ella y le tapó con la mano los labios de la peliceleste. Los ojos de la joven se agrandaron y un sonrojo explotó en sus mejillas.
—Escuché algo. No es momento para que grites— Dijo con un susurro el saiyajin.
La dejó inmóvil y callada en aquel sitio y con velocidad salió. En pocos minutos él regresó y miró alrededor hasta topar con los ojos azules de Bulma, que paralizada no pudo reaccionar.
Su sistema de seguridad está desactivado. Ese insecto no volverá- El moreno caminó asegurándose de que no hubiera otro ladrón en la casa.
La mujer aterrorizada balbuceó:
—Un ladrón… ¿ver-verdad?
El príncipe la miró. Bulma tenía sólo una ombliguera y ropa interior.
—Se ha ido. Sólo era escoria— Suspiró enojado — Con un nivel tan bajo apenas pude percatarme de su presencia. Pero con el escarmiento que le di no podrá volver.
—No lo mataste… ¿O sí?
El moreno sonrió frío.
—Ni siquiera merecía morir. Huyó cuando me vio aparecer tan rápido. Pobre diablo. Al único que vale la pena matar ahora es a Kakaroto. Con la muerte de ese simple terrícola no comprobaría nada.
Bulma se incorporó y sonrió, por alguna razón sentía que las palabras que le había dicho antes habían causado algún efecto en él.
—¿Crees que queden otros en la casa? — dijo la joven con la seguridad recobrada luego de entender la situación.
—No lo sé, detectar seres con niveles tan bajos en esta casa es complicado. Hay muchos de tus invitados Namekusein que tienen el mismo nivel que un humano ordinario. Será mejor que te ocultes si no quieres encontrarte con un ladrón— Le sonrió déspota.
—No tengo necesidad, si sólo es un ladrón cualquiera puedo hacerle frente. ¡Nadie le roba a una chica tan inteligente como yo! — agregó la peliceleste, luego de haberse enfrentado a situaciones difíciles los ladrones no le parecían gran cosa. El moreno trató de ocultar su sorpresa ante esa reación. Bulma lo miró y le sonrió — Debes estar hambriento, sobró mucha comida, llamaré a un robot para que te sirva. Toma asiento.
Vegeta se sentó y miró al piso hasta que el robot comenzó a poner la comida en la gran mesa de la cocina. Bulma se sentó justo enfrente de él. El hombre comenzó a sentirse observado y los nervios comenzaron a enfadarle.
— ¿Qué tanto miras? — Gruñó al no poder comer a sus anchas.
Bulma se rió y se levantó —Cuando termines sólo tienes que dejárselo al robot, está programado. La hora del desayuno es temprano en la mañana. No sé si entrenarás antes o después, pero espero nos acompañes a mis papás y a mí. No es bueno comer solo — Bostezó — Bueno, me iré a dormir, no quiero que por desvelarme se arruine mi hermosa piel— Lo despidió con una mano y una sonrisa y pensó: "Está tan acostumbrado a estar tan solo que no sabe cómo tratar a los demás, pero…No es malo en realidad" Se volteó y se fue a su habitación tranquila olvidando lo que Piccoro le dijo y pensando la mejor manera de tratar a un sujeto como Vegeta.
