Nueva Historia, espero sea de su agrado... Si les gusta comenten, así podré saber si sigo adelante... y me darán muchas ganas de publicar más...!
°°¡El Pasado Regresa!°°
Todo esto era muy injusto. Por fin mi corazón se abría de nuevo, por fin empezaba otra vez, por fin dejaba de sufrir y recibía alegre un nuevo amor, alguien que si me amaba, alguien que me respetaba, alguien que desde siempre me quiso y justo en este momento que me siento segura y lista para empezar de nuevo a amar… justo ahora… después de no sé cuánto tiempo, apareces así, sin más y mi corazón da un vuelco al verte otra vez. Mi rostro pierde aquella sonrisa que tenía convirtiéndola en un terrible gesto de dolor. Tu mirada penetra en mí haciendo uso de sus consabidos trucos y mi corazón como siempre vuelve a latir con fuerza, rápidamente. Ya presentía que esto pasaría, lo supe desde esta mañana cuando, después de soñar contigo por milésima vez, mi pecho se estrujaba provocando dolores horribles a mi alma. Volteas la vista después de hacerme añicos con la mirada y cómo ya lo sabía no te importa que mi vista se clave en ti con esa furia de dolor que me provocaste.
Dime ¿Cómo fue que acabó todo esto? Recuérdame el descenso del amor por que por más que lo repaso no lo entiendo, hazlo y luego dame la fórmula del olvido siendo que a ti te funcionó tan bien.
- ¿Bella? ¿Mi vida? ¿Estás bien? - Mike estaba a mi lado, pero como si no lo estuviera, mi boca lo único que podían soltar en esos momentos eran insultos, palabras de odio hacia ti ¿Qué otra cosa podía ser si provocaste tanto daño a mi corazón?
Pero ahí seguías, como si nada, riendo con tus amigos, festejando tu regreso de Londres ¿Y yo? Frustrada, enojada y dolida por verte ahí, arruinándome la vida otra vez, pensando que hubiera sido mejor que te quedaras para siempre ahí donde tu vida debió ser mucho mejor que la mía.
- ¿Bella? ¿Bella? – Angela me agitó del brazo fuertemente - ¿Estás bien? – me preguntó preocupada y antes de que pudiera regresar mi vista de dónde la mantenía fija ella se dio cuenta de lo mismo que yo, él había regresado.
- Te perdiste mi amor ¿Qué pasó? – pero Mike no se había dado cuenta, algo que pensé que era lo mejor.
- Nada, me dio un dolor de cabeza, ¿Me llevas a casa?
- Claro ¿Tan mal te sientes? ¿No piensas ir esta noche?
- Sí, claro que voy, sólo quiero descansar un rato – dije apenas con media sonrisa pero no tenía ganas ni de hablar - ¿Vienes Angela?
- Claro – mi amiga estaba preocupada, o por lo menos sabía muy bien lo que me pasaba.
El viaje de regreso a casa fue lo peor, no sabía que decir, Mike intentaba hacerme hablar pero yo no podía, apenas y lo escuchaba, su voz era un murmullo ¿Por qué había regresado? ¿Qué no decían que le iba muy bien allá en Londres? Se hubiera quedado en todo caso, aquí nadie lo quería, yo no lo quería.
- Bella llegamos – la voz de Angela volvió a traerme a la realidad, estábamos frente a mi casa.
- ¿Segura quieres ir? Podemos dejar pasar esta fiesta, ya habrá otras – me dijo Mike preocupado.
- Si, pasa a las ocho como quedamos ¿Esta bien? – pedí y me acerqué para darle un beso rápido antes de salir de auto. Angela ya estaba en la puerta de mi casa y Lupita, la señora de confianza de la familia, abrió la puerta para dejarla entrar.
- Ok, te veo al rato entonces – Mike estaba confundido, claro que lo estaba, nunca lo había tratado así, tan indiferente, estaba por dar media vuelta cuando me habló de nuevo – Bella...
- ¿Sí?
- Te amo – me dijo antes de que yo asintiera y entrara a la casa,
Lupita ya tenía la comida preparada, mis padres estaban de viaje, algo muy común en ellos, pero la comida siempre estaba lista para mí.
- ¿Comemos? – me preguntó Angela
- Come tu, yo… yo no tengo hambre – contesté subiendo a mi habitación
- Bella – me llamó Angela subiendo conmigo en silencio.
Ni siquiera me molesté en saludar a ninguno de los criados, pero es que me sentía completamente vacía por dentro.
Llegué a mi habitación por fin, parecieron eternos los escalones hasta ahí y echándome en el sofá más próximo abracé la almohada y empecé a llorar como tenía años de no hacerlo.
- Bella – me dijo Angela con preocupación
- ¿Por qué regreso Angela? Debió quedarse allá – le dije sollozando - ¿Lo viste? Está como si nada hubiera pasado. Su mirada sostuvo la mía como si apenas y nos conociéramos
- Tienes que seguir adelante, ya sabías que algún día tendría que regresar
- Sí pero… - me llevé las manos al cabello recogido, incluso la cola de caballo que llevaba empezaba a molestarme – Ojalá se hubiera quedado allá.
- Probablemente Mike tenga razón y no debas salir hoy – propuso.
- No Angela, hoy más que nunca quiero salir, divertirme, él está aquí, feliz de la vida y yo también puedo hacerlo, no voy a volver a echar a perder mi vida por culpa de él – dije severa.
Hoy en la noche era la fiesta de los alumnos que se graduaban de la facultad de Comunicación, Filosofía y Psicología, "Se armará en grande" decían los pronósticos, estábamos a sólo unos días de las verdaderas graduaciones pero para nosotros las que más contaban eran estas, las que organizábamos por nuestra cuenta, en la que los padres no iban ni estaban al pendiente. Pronto seríamos profesionista con título y todo pero mientras tanto seguíamos siendo universitarios y como tales nos divertiríamos como pocas veces en la vida se puede disfrutar.
Justo hoy empezaban las fiestas, la próxima semana sería la de los estudiantes de Criminología y Criminalística, Derecho y Administración, dentro de quince días la de Relaciones Internacionales, Economía, Comercio Internacional e Ingenierías, luego Medicina, Enfermería y Estomatología para terminar con nosotros, los de las facultades más referentes al arte: los de danza moderna y clásica, literatura y letras, pintura, músicos, escultores y por supuesto los de drama. Pero ahora poco importaba siendo que él había regresado.
- Entonces pongámonos guapas porque la fiesta es dentro de tres horas y aún tenemos que comer.
- No quiero
- No voy a dejarte desmayar Isabella así que voy por las bandejas y comemos – me regañó, lo hacía a menudo pero casi siempre nos reíamos después, esta vez no tenía ganas de hacerlo.
Fueron de las tres horas más cortas de mi vida y a la misma vez más largas, quería irme ya, llegar a la fiesta, divertirme, tomar hasta el punto de perder la conciencia, bailar hasta que mis piernas no pudieran moverse más, quería olvidarlo a él, olvidarlo todo.
Mike llegó puntual, como siempre y muy guapo vestido con su pantalón de mezclilla y una camisa blanca de manga corta, me esperaba con una sonrisa y como para entonces ya llevaba dos copas encima pude siquiera sonreírle con un poco más de lo que en realidad me gustaría.
- Eric pasará por mí, no debe tardar, lo esperaré – nos dijo Angela pero eso no me parecía
- Te esperamos – vi a Mike suplicándole que me apoyara en esto y como siempre así lo hizo.
El novio de Angela no tardó mucho en llegar, por suerte porque ya quería llegar a la fiesta
- ¿Te dije que te ves preciosa?
- No, no los has hecho.
- Pues te ves preciosa – me sonrió, aproveché el alto para besarlo, me sonrió – Me alegra que te sientas mejor – me dijo cuando terminamos sin aliento y por suerte antes de que marcara verde el semáforo.
Me limité a acomodarme en mi asiento y ver por la ventana, no quería hablar de tema.
El lugar de reunión no estaba tan lejos, era uno de los más grandes para que cupiera toda la gente que estaba invitada y, por supuesto, también de los más solicitados por su buen ambiente. Había muchas personas cuando llegamos, unas esperando a otras, otras más simplemente por no querer entrar aún. Mike estacionó el auto ahí donde el ballet parking estaba para recibirlo, bajó del auto, le dio las llaves al hombre y me ayudó a bajar a mí. Sonreí por el sólo hecho de saber lo bien que me la pasaría, nadie iba a privarme de eso.
- Bella – me habló Angela cuando estaba a mi lado.
- ¿Qué? – pero no pudo contestarme porque Mike ya me estaba jalando hacia dentro y yo no puse resistencia alguna.
El ambiente de verdad era bueno, eran apenas las ocho y media pero ya había mucha gente ¿Y cómo no si todo el mundo estaba invitado a estas fiestas de fin de año? La música sonaba alta como en cualquier antro de la ciudad un viernes o sábado por la noche.
- Allá - me gritó Mike para que lo escuchara y pronto estuvimos con todos nuestros amigos. Angela vino detrás nuestro pero como era de esperarse la mayor parte del tiempo la pasaría con los amigos de su novio.
- Angela… - le hablé cuando pensé en los amigos de su novio - ¿Qué ibas a decirme?
- Que Edward está aquí – el aire se me fue, el estómago se me revolvió, la cabeza empezó a dolerme – Me lo dijo Eric cuando veníamos de camino.
Asentí pero eso no quería decir que estuviera bien sino todo lo contrario.
- Bailemos – me dijo Mike llevándome a la pista que no estaba del todo llena todavía, por lo regular todos necesitaban unas copas para empezar a bailar y eso precisamente es lo que no todos tenían.
Empezamos a bailar, la verdad yo sin muchos ánimos, no quería alzar la mirada para encontrarme con la suya ni con la de nadie y sin embargo necesitaba verlo, necesitaba ver su rostro.
- ¡Vamos Bella! – me dijo Mike insistente al moverse al ritmo de la música, me hizo sonreír, lo cierto era que lo intentaba pero no bailaba muy bien que digamos, tal vez por eso fue que estudió Derecho.
Angela se acercó junto con otras dos amigas y sus parejas y fue cuando me animé un poco más pero no del todo. Sentía miradas de todos lados ¿Alguna de esas miradas será de él? Hace mucho la reconocía pero hoy, después de casi cuatro años sin verlo, ya era más difícil hacerlo.
No sé qué música era, sólo intentaba bailarla al ritmo, pero no lo encontraba pese a que Angela estaba siendo mi guía.
- ¿Te sientes bien? – me preguntó Mike preocupado
- Sí… sólo, voy a tomar algo ¿Sí?
- ¿Te acompaño?
- No, quédate – le sonreí poniéndole la mano en el pecho para retenerlo. Su mirada me hizo tener el impulso de besarlo y así lo hice.
Nos besamos por largo rato, pero por alguna razón el beso no fue como me hubiera gustado, no lo sentí como sentía…
Sacudí mi cabeza tratando de apartar ese pensamiento. Le sonreí y me fui hacia el bar
- Un Martini - le pedí al barman que estaba ahí. Varias chicas amontonadas para verlo preparar bebidas se gritaban unas con otras o al chico para animarlo.
Me di la vuelta dándole la espalda al chico que no me interesaba y ver a mi novio siendo avergonzado por los pasos de Laura, una chica de la facultad de Danza Moderna, medio sonreí.
El lugar era grande, si éramos optimistas no tenía ni que topármelo, la pista pronto se llenaría y ni quién se diera cuenta de nosotros, pero mientras eso sucedía yo me alejaría de ese lugar lo más que pudiera. El show del barman era una buena escusa y además con todas las chicas amontonadas sería fácil perderme de vista. Llevé mi mano al cabello, algo que acostumbraba hacer para acomodarlo o más bien desacomodarlo, como era mi costumbre cuando lo llevaba suelto como esta vez.
- Aquí tienes – una voz varonil me habló, era el chico de las bebidas que me daba el Martini con una sonrisa coqueta, lo miré por primera vez, era guapo, nada mal si me lo preguntan, me guiñó un ojo y sonreí pero casi de inmediato el chico hizo una mueca de disgusto y se fue. No le di importancia, no la tenía.
Pedir la bebida no era lo mismo que tenerla entre las manos, sabía que si tomaba demasiado acabaría mal y tampoco quería hacer el ridículo. Saque un cigarrillo de mi bolso, era más fácil fumar aunque no me gustaba del todo, me ponía muy nerviosa cuando lo hacía pero tenía que estarlo todavía más para tomar un cigarrillo de mi bolso y en ese momento lo estaba. Lo puse en mi boca mientras buscaba fuego pero antes de lograr localizarlo alguien por detrás ya había ofrecido su encendedor
- Gracias – dije antes de prender el cigarrillo, centré mi atención al encendedor. Era plateado con unas iniciales en dorado E.C.
Un escalofrío me recorrió completa cuando reconocí ese diseño, esa E C, Edward Cullen…
- No sabía que fumaras… ni que tomaras – su voz me lo comprobó por si el encendedor único en su clase no hubiera sido suficiente
- Las personas aprenden a hacer cosas que jamás se imaginaron – dije tratando de contener mis nervios pero ni siquiera pude verlo a la cara
- Me alegra volver a verte - me dijo después de un rato cuando mi cigarrillo delataba el temblor de mis manos y tuve que dejarlo por la copa de Martini.
Me levanté de mi asiento, lo miré por primera vez de frente después de cuatro años y dije severa "Lamento no decir lo mismo" – hice aplomo de valentía y me fui de ahí sin voltear siquiera
Regresé a la pista, un poco más llena pero no del todo.
- Quiero irme – le pedí a Mike.
- Pero… si acabamos de llegar – me dijo desconcertado.
- ¿Me llevas o me voy sola? – dije con una frialdad que ni yo conocía.
- Te llevo, claro está – me dijo yendo por sus cosas y nos dirigimos hacia la salida.
- Pero… ¿Tan temprano? No son ni las diez – Jessica estaba entrando al antro.
- Me siento mal – me excusé – Pero Mike regresa después de irme a dejar.
- En ese caso los acompaño, no sea que no cumplas y prometiste bailar conmigo – dijo la chica amiga de los dos y sonreí, no quería que Mike se perdiera de una fiesta por mi culpa, o en todo caso por culpa de él, y que Jessica nos acompañara aseguraba su regreso.
Mike se quejó un poco pero por fin lo convencimos y los tres regresamos a mi casa.
- Hasta luego – me despedí de ella, que con una sonrisa se pasaba hacia el asiento copiloto.
- ¿Segura que no quieres que regrese? Tus papas no están en casa y me preocupa que estés sola.
- Voy a estar bien, diviértete en la fiesta y por favor no se te ocurra regresar.
- No me gusta que estés sola.
- No estaré sola, Lupita y todos los criados están dentro.
- Igual… – no lo dejé continuar, le puse en un dedo en los labios antes de acercarme a besarlo para que dejara de protestar.
Entré a mi casa antes de que pudiera decir más, no tenía ganas de estar con nadie, quería estar sola, completamente sola, aunque en el fondo, sabía que ya lo estaba.
Me eché en el sillón de la sala, rendida emocionalmente, sólo habían sido unas palabras pero parecía que una bomba hubiera estallado dentro de mí.
- ¿Estás bien niña? – la voz de Lupita me sobresaltó
- Sí ¿Qué haces despierta? Vete a dormir – le pedí
- ¿No piensa salir otra vez?
- No Lupita, me quedaré en casa
- ¿Se le ofrece algo niña?
- Estaré bien, vete a dormir – le pedí otra vez.
Lupita tenía cerca de los cincuenta años y sin embargo siempre estaba activa, era algo así como mi nana, me cuidaba siempre que mamá no estaba en casa y yo la quería mucho.
Desesperada y con ganas de que el alcohol me ayudara a olvidar fui a la pequeña cantina donde papá guardaba sus mejores vinos. Yo no tomaba en realidad pero hoy tenía ganas de perder la conciencia.
Me serví la primera copa y empecé a llorar mientras recordaba.
Habíamos sido felices, lo amaba como sólo se puede amar una sola vez en la vida. Teníamos apenas 17 y 18 años, estábamos por terminar la preparatoria y no podía haber mayor alegría en mi corazón
- Te amo – le repetí por millonésima vez.
- Y yo a ti – me sonrió para besarme de nuevo.
Sus besos eran esa droga que se te suministra a diario y de la cual no quieres alejarte jamás.
Vivimos juntos tantas cosas, disfrutamos y nos enseñamos tanto el uno al otro…
El timbre sonó y me distrajo de mis pensamientos, seguramente era Mike que no hizo caso mi petición y había regresado ¿Cómo decirle que se fuera sin decirle el por qué de que me sintiera tan mal? Y encima de todo estaba tomando, no me creería lo del dolor de cabeza o algo por el estilo.
- Te dije que… - empecé pero me quedé muda al ver al hombre frente a mi puerta - ¿Qué haces aquí?
- Me dijeron que te habías sentido mal y vine a ver si necesitabas algo.
- Pues no, no necesito nada, ya puedes irte – dije seria a punto de cerrar la puerta.
- No me dejarás aquí a fuera en plena noche ¿O sí?
- No sé porque estás aquí, tendré que decirle a Julián que no deje pasar a extraños a la casa.
- Julián me conoce muy bien, no soy un extraño.
- Entonces tendré que decirle que no te deje pasar y punto.
- Quiero hablar contigo.
- Mira que irónico, yo si tengo que hablar contigo cuando quieres pero cuando yo quise hacerlo ¿Qué fue lo que me dijiste? Ah, sí: No tengo tiempo
- Escúchame Bella…
- ¡No, no quiero, no tengo por qué! Déjame en paz – le cerré la puerta en la cara para sentarme en el suelo a llorar. Abracé mis piernas completamente dolida.
Aquella noche mis padres estaban de viaje, nosotros íbamos a salir a cenar, era nuestro aniversario, cumplimos año y medio de novios ya.
- Adiós Julián – nos despedimos del policía que cuidaba la reja de mi casa.
- Que les vaya bien – nos sonrió.
- Te tengo una sorpresa – me dijo sosteniendo mi mano pero con la mirada atenta en la carretera - ¿Una sorpresa? ¿Qué sorpresa?
- Si te digo ya no es sorpresa Bella – sonrió e hice puchero.
- Después de cenar.
- ¿Hasta después de cenar? Es mucho tiempo – me quejé.
- Tendrás que comer rápido.
- ¿No me piensas decir? – pedí.
- No.
- ¿Y si te convenzo? – me acerqué a él hasta darle un beso en la mejilla, sonrió de esa manera que me gustaba tanto.
- No Bella, de verdad tienes que empezar a ser paciente.
- No me gusta serlo – fui sincera mientras le besaba la oreja.
- Bella – se quejó – Me estas desconcentrando.
Me senté con los brazos cruzados simulando enojo y frenó en el rojo.
- Vamos niña linda – se acercó a mí para besarme pero me hice a un lado ¿No me vas a dar un beso?
- No hasta que me digas cuál es mi sorpresa.
- Pues no me beses entonces – avanzó y seguimos en silencio el resto del camino.
Había veces que parecíamos niños, los dos enojándonos por cualquier cosa, nos dejábamos de hablar durante media hora máximo antes de que uno de los dos abrazara al otro y lo convenciera de dejar de pelear.
- Edward – le hablé cuando no me fue soportable el silencio, no me hizo caso – Edward, no te enojes – le pedí.
- No estoy enojado – me dijo serio.
- Edward… te amo – le dije y eso sirvió para que soltara una sonrisa, lo abracé de inmediato.
- Aún no me convence señorita – me dijo serio.
- ¿Ah no?
- No.
- ¿Y qué tengo que hacer para convencerlo joven?
Ya habíamos llegado al restaurante donde celebrábamos nuestros aniversarios bajó, el ballet parking me ayudó a bajar mi, le entregó las llaves y me abrazó en la entrada del lugar
- Dame un beso y lo pensaré.
- Te daré miles de besos – dije antes de besar sus labios y dejarme llevar al cielo al que me subía con sólo un roce.
La cena fue como siempre, divertida porque con él nunca me aburría, me contaba de sus amigos, de alguna que otra aventura que habían vivido, de cómo se pelearon con otros chicos que no supieron perder un partido de beisbol y muchas otras cosas más.
Fue una cena para recordar en serio, las luces que nos alumbraban eran las mismas que el mes pasado pero cada vez que las veía me sentía en mi propio cuento de hadas, la música suave nos relajaba al punto que se me había olvidado convencerlo de que me dijera cuál era mi sorpresa.
Pagó la cuenta y salimos a recoger el auto pero no me llevó a mi casa sino a un hotel precioso.
- Preparé una noche que sé que te gustará – yo pensaba hacer lo mismo sólo que en mi casa y no en un hotel.
- ¿Tan seguros estas? – lo reté y me abrazó para darme un beso.
Fue por la llave del cuarto y subimos por el elevador que agradecí vacío.
- Te amo – le dije al besarlo apasionadamente.
- Aún estamos en el elevador Bella – me sonrió besándome también.
- ¿Alguna vez te he dicho mi fantasía? – sonreí besando su lóbulo.
Rió bajito y me tomó en brazos antes de bajar del elevador.
- El último piso – anunció.
Amaba los últimos pisos, la suite más grande era precisamente esa, la del último piso.
Entramos y me sorprendí de lo magnifico que se veía. Había velas por todo el pasillo que recorría hasta la recamara y miles de pétalos en el suelo, la cama tenía almohadones de plumas y era enorme.
- Como nuestra primera vez – le dije pegando nuestras frentes.
- Como nuestra primera vez – sonrió antes de conducirme a esa preciosa habitación.
La cama también estaba llena de pétalos, las velas rodeaban la recamara, un aroma peculiar a vainilla inundaba toda la estancia.
- Te amo – le recordé.
- Te amo – me respondió llevándome hasta la cama.
Esa no era nuestra primera noche juntos, pero la simulaba. Claro que ahora llevábamos medio año más de relación y estábamos más enamorados si es que eso puede ser posible. Me recostó en la cama y empezó a besarme tiernamente, desabroché su camisa poco a poco después de que él dejara el saco en el suelo y empezara a repasar mi figura con sus apasionadas manos provocándome esas extrañas palpitaciones en el vientre. Me soltó el cabello que llevaba ligeramente recogido por pasadores. Le quité la camisa recorriendo su espalda y brazos antes de tomar con ambas manos su rostro para besarlo con más intensidad.
- Nunca voy a dejar de amarte – me juró.
- Ni yo – le dije viéndolo a los ojos para después volvernos a besar.
Por el costado empezó a desabrochar el vestido que me había comprado especialmente para esa noche.
- Me encantó este – se refería al vestido.
- Eso esperaba – dije ayudándolo a quitármelo para quedar parcialmente desnuda.
Sus labios recorrieron mi cuello haciéndome gemir de placer cuando lo sabía sobre mí.
Cerré mi puño debido al placer que me inundaba mientras él me hacía tocar las estrellas y grité su nombre un par de veces sin poder evitarlo.
Mi respiración de hacía entrecortada, mordí mi labio, mordí los de él, era poder llegar al cielo en una habitación…
- Tienes que dejar de pensar en él – me dije casi a gritos – te dejo, se fue…
