Ante todos era la persona más feliz del mundo. Con la sonrisa inocente siempre en su rostro y saludando a medio mundo con entusiasmo mientras avanzaba en los pasillos atiborrados de personas. El caso de el típico chico popular en su escuela, participaba en casi todos los deportes, sus calificaciones eran buenas, se podría considerar que era atractivo y quien siempre se ocupaba de hacer que las personas se sintieran bien a su alrededor...

I thought i kiss your kiss away.

Thought i love your love today.

Nada le podía faltar. En la mirada de cualquier persona se podría ver que era el ser con más fortuna en la vida, si bien, su vida había tenido algunos golpes como la separación de sus padres o el cambio de escuela tan repentino, nunca se dejo ver derrotado. De los casos aislados donde la suerte y fortuna le sonreían a una vida que prometía mucho en su futuro.

Oh, si tan solo fuera verdad que él era tan fuerte. Que podía soportar perfectamente cualquier anti bajo en su vida, que nada le quitaría esa sonrisa enorme que adornaba su rostro todos los días. Pero que mentira era aquella en la que se había encerrado, necesitado de hablar con alguien sobre los problemas que se desarrollaban dentro de su mente. ¿Cuantas veces no busco a una persona que le explicara porqué sus padres habían tomado esa decisión de irse cada quien a su lado? ¿Cuantas veces no necesito a alguien que le escuchara cuando se sentía terriblemente mal por los cambios de la niñez a la pubertad? O incluso cuando sentía esas dudas sobre sus gustos personales.

Pero había aprendido a ocultar todos esos aspectos negativos de su vida para no preocupar o molestar a nadie, que era lo que él más quería, no preocupar a los demás por que era el héroe de todos y los héroes nunca se les veía débiles, ¿Verdad?, entonces él no debía mostrarse débil para nadie. Ni para su Madre que sufría recordando a su Ex-Esposo, ni cuando le molestaban por tener padres separados y mucho menos cuando hacían burlas sobre su rostro con granos.

Olvidaba sus problemas pensando que alguien más pudiera tener un problema más grande que el suyo. Como los mensajes virales de reflexión que se mandaban por correo electrónico...

Lastima que con la noticia del periódico escolar que ahora poseía en sus manos, mirando con ojos bien abiertos como platos, el labio inferior temblando descontroladamente a forma de evitar soltar las gruesas lagrimas y un grito de impotencia ahogándose por salir de su garganta, su mascara, su preciosa capa dura que le mantenía inmune a sus propios sentimientos de tristeza se rompiera, se disolviera como si hubiera estado hecha de la más fina hoja de papel o simple cristal.

Paralizado en medio de el pasillo más concurrido de la escuela, justo en el momento en que todos estaban saliendo desesperados por saborear la libertad de su tarde. Nadie se percato de como el chico que siempre sonreía, que era la admiración y envidia de muchos se quebraba poco a poco. Y al parecer, era el único que sabía que en la escuela había una persona menos.

See the things you see my way.

Thought i kissed your kiss away.

Golpeó las paredes de su habitación y todos los muebles que había en ella después de haber llegado a su casa, cerrando las puertas con fuerza y de esa manera alertando a su madre y hermano mayor. Era un desastre toda la habitación, así como él mismo, con el rostro rojo lleno de rabia, las lagrimas corriendo gruesas como enormes ríos por sus mejillas, mordiendo sus labios con fuerza para evitar, de manera inútil el soltar sollozos y balbuceos.

Entre su madre y su hermano mayor tocaron la puerta de manera desesperada, pidiendo saber que era lo que le estaba pasando. Nunca en sus vidas habían visto a Alfred de esa manera, ese comportamiento no era normal de él. Y pronto en ellos surgió el mayor sentimiento que nunca se molestaron en desarrollarlo completamente por Alfred. Preocupación. Angustia.

Para cuando Arthur, el hermano mayor de Alfred, estaba intentando derribar la puerta para sacar a su pequeño hermano y cuestionarle sobre que era lo que tenía, los sonidos de destrozo habían acabado, dando paso al aun más angustiante sonido de sollozos y balbuceos.

- ...Alfred, Alfred abre la puerta por favor - Su madre pidió, al borde de la histeria al no saber que hacer con su pequeño niño. Siempre le había parecido un niño fuerte, más fuerte de lo que ella era y nunca se vio en la necesidad de pasar por esas rabietas con él, y ahora, se sentía mal al no saber como ayudar a su niño.

- Leave me alone ... - las palabras viajaron como un susurro débil, con la voz llena de dolor.

- Estamos preocupados por ti, no nos pidas eso ahora y ábrenos. ¡Alfred! - Arthur nunca fue bueno en tratar esos momentos, y al igual que su madre, nunca los de su hermanito menor. Volvió a golpear la puerta, aun cuando la mujer que estaba a su lado ordenaba que se detuviera.

- ¡Leave Fucking Alone! - y solo ese grito desesperado fue lo único que necesitaron para alejarse de la puerta y dejar solo a Alfred.


No lo entendía. ¿Cómo pudo ser capaz de haber hecho aquello?, más bien, ¡¿Cómo pudo ser capaz de hacerle eso? No quería creerlo, era imposible que hubiera pasado. La punzada en su corazón fue terrible mientras seguía mirando la imagen a blanco y negro que se apoderaba de toda la primera plana de la pagina escolar. Era una mala broma, seguramente era solo una maldita mala broma que alguien había hecho.

... Entonces, ¿Porqué no lo había visto en todo el día? No había recibido mensajes en toda una semana. Solo había sido una pequeña pelea entre ellos, cuestiones estúpidas.

Abrazo más la enorme almohada, apoyando su rostro en ella haciendo que se empapara por las lagrimas que no dejaban de brotar de sus ojos azules como el cielo, y que ahora más bien eran como dos tormentas. Pensaba que lo entendía, creía que miraba las cosas como él lo hacía, pero ahora comprendía que no pudo ver aquella falla.

Como ultimo recurso desesperado por aferrarse a la ilusión de que aquello no había acabado, tomo su celular y con torpeza empezó a escribir un mensaje:

"Por favor, dime que estas ahí. Por favor..."

No recibió mensaje de contestación ni en ese instante, ni en las siguientes horas, ni en medio de la noche cuando usualmente se despedían para dormir pero terminaban contando sus sueños más profundos. Tampoco lo recibió a la mañana siguiente cuando apenas y se digno a salir con una apariencia demacrada a desayunar y volver a su cuarto. Ni siquiera en los siguientes días.

Y con el dolor de toda su alma. Sin la existencia ya de la suficiente fuerza como para creer que hubiera pasado algo más como para que no le hubiera contestado en todas esas horas, comprendió que aquello era real, no era una broma.

Termino por quebrarse completamente justo antes de entrar a clase. Desmayandose frente a todos.