Disclaimer: Rozen Maiden, así como los personajes de esta historia, no me pertenecen.

Nota de Autor: Este fic tendrá dos partes, hasta ahora sólo he escrito la presente. Los hechos de esta historia son como una especie de epílogo para el anime Rozen Maiden: Träumend, suponiendo que Rozen devuelve a Hinaichigo y Souseiseki sus rosas místicas y las reinicia. Disculpen fallas ortográficas o de redacción, espero mi obra (hasta ahora) sea de su gusto.


PARTE I

Enredaderas de pequeñas fresas se abrían paso por el Campo N, que contrastaban por sobre las miles de zarzas blancas que cubrían la mayor parte del lugar: Un Juego de Alice se estaba llevando acabo. La pequeña muñeca de rizos rubios y vestimenta rosada se esforzaba en azotar a su peligrosa hermana menor que parecía totalmente intocable y sin esfuerzo alguno evadía sus ataques o los bloqueaba contraatacando, pero no parecía tener intención alguna de luchar.

—¿Quién eres y qué haces aquí? ¡Vete ya! —Exclamó la pequeña rubia.

—¡Soy tu hermana! ¿Acaso no recuerdas nada? —Contestó la rubia de vestimentas blancas, con preocupación en su rostro.

—¡Jamás te he visto en mi vida, fantasma, vete! —Gritó, para posteriormente atacar con una enredadera, que su contrincante bloqueó con una zarza blanca.

—Hinaichigo… Es nuestro destino, debes aceptarlo, debemos unirnos si queremos convertirnos en Alice. ¡Debes creerme cuando te digo que soy tu verdadera hermana!

—Tú… ¡Tú no eres mi hermana! Mi hermana es Shinku, ella me quiere y me protege y no permite que yo pelee.

—Pero…

—Yo… ¡Yo soy la sexta Rozen Maiden, y soy la última de todas, y Shinku es mi hermana, tú eres un espectro! ¡Vete ya! —Exclamó Hinaichigo, asustada.

—Te equivocas. Hay muchas cosas que aún no han sido develadas, secretos que mis hermanas no conocen aún. Pero ahora que he despertado de mi profundo sueño y soy capaz de contactarlas a todas, no puedo dejar pasar esta oportunidad…

—¡Berrybel! –Dijo, y junto a ella apareció un pequeño lucero rosado.

—¡Debes creerme, hermana de la rosa rosada!

—¡No puedo! Una… Una como tú…—Comenzó a llorar— ¡Una como tú dijo ser la séptima Rozen Maiden… y sólo causó problemas! Y era una mentirosa. Ella… Ella no era buena… —Dijo, entre sollozos.

—Yo soy la séptima y última que Padre creó. Kirakishou, la de la rosa blanca. —Dijo la muñeca de vestimentas blancas, con serenidad.

—¡Yo no puedo, no puedo, no puedo y no te quiero creer! —Exclamó Hinaichigo, con los ojos inundados de lágrimas y mucho miedo.

Y luego despertó, con lágrimas secas en sus mejillas y tan aterrada como en su sueño. Se apresuró a salir del maletín en el que descansaba y buscó deprisa a su hermana mayor:

—¡Shinku! ¡Shinku!

—¿Hinaichigo? —Una muñeca con vestimentas color rojo carmesí y rubio cabello recogido en dos largas coletas que terminaban en rizos casi al llegar a sus tobillos entró a la habitación, extrañada.

—¡Shinku, fue horrible, Shinku! —Dijo Hinaichigo, hundiendo su cabeza en el cuello de su hermana.

—¿Qué fue horrible? ¿Acaso abriste la puerta del baño cuando Jun aún estaba dentro? ¡Te he dicho que debes tocar la puerta primero!

—No fue Jun, fue… fue…

—¿Suigintou?

—¡Fue un fantasma!

—Hinaichigo, los fantasmas…

—¡En mi sueño, y decía ser la séptima Rozen Maiden! —Dijo, cortando la frase de Shinku.

—Uh… —Se quedó pensando un rato mientras colocaba su mano en la espalda de Hinaichigo para finalmente calmarla— Está bien, pequeña. No te ha lastimado, y es lo importante.

—¿Qué está ocurriendo? —Exclamó una muñeca de largo y liso cabello castaño y vestido verde, adentrándose en la habitación.

—Suiseiseki, Hinaichigo tuvo una pesadilla. —Contestó Shinku.

—Tú siempre miedosa, enanita.

—¡Tú no la viste! No me juzgues, seguro que tú también estarías asustada si la hubieras visto. —Replicó Hinaichigo.

—Desde que Padre te reinició has estado muy grosera, enana. Deberías aprender a respetar a tus mayores.

—¿Dónde está Jun? —Preguntó Shinku.

—El humanito no está. Creo que ha ido a visitar a Tomoe. Y Nori tampoco está. —Respondió Suiseiseki.

—Muy bien, ¿Souseiseki?

—Creo que llegará más tarde. ¿Por qué?

—Hinaichigo, ¿Podrías traerme unas galletas por favor? Nori dejó algunas hechas para nosotras en la mesa. —Pidió Shinku a su hermana pequeña.

—¡Muy bien! —Contestó Hinaichigo con tono alegre, para luego correr escaleras abajo hacia la cocina.

—Es sobre eso que nos contó Souseiseki, ese sueño que tuvo… Necesito que describa a la muñeca. –Dijo Shinku.

—¿Qué? Pero… ¿Por qué?

—Hinaichigo ha soñado con una muñeca que también decía ser la séptima Rozen Maiden. Si es la misma, debemos investigar al respecto.

—Entiendo… Bueno, creo que está bien que le preguntemos entonces.

—¡Shinku! ¡Corre, Shinku! —Gritó Hinaichigo desde el piso de abajo.

—¡Hinaichigo! —Exclamaron Shinku y Suiseiseki al unísono y bajaron velozmente las escaleras.

Al llegar a la sala de estar notaron que no había nada fuera de lo normal excepto una ventana abierta. Luego vieron a Hinaichigo salir con los cachetes inflados y el ceño fruncido.

—¿Qué pasa? —Preguntó Suiseiseki.

—¡Adivina quién se comió toda las galletas! —Respondió la pequeña, cruzándose de brazos aún con la misma expresión en su rostro.

La muñeca de vestido verde y la de vestido carmesí se asomaron a la cocina y encontraron a su hermana de cabellos verdes y prendas amarillas con la panza hinchada.

—¡Kanaria! —Exclamaron al unísono.

—Kanaria, ¿Por qué te comiste las galletas? ¿Y cómo entraste?

—¡Yo soy la más brillante de las Rozen Maiden, y no revelo mis secretos! Y las galletas estaban muy buenas. –Respondió.

—Eran mías… —Dijo Shinku, Mirándola con los ojos entrecerrados.

Kanaria sonrió, mostrándole los dientes.

—¡Hollie! —Exclamó Shinku, y un lucero rojo apareció junto a ella.

—¡Pizzicato! —Exclamó Kanaria, y un lucero amarillo apareció a su lado.

—¡No peleen! —Exclama Suiseiseki, interponiéndose entre ambas muñecas antes de que pudieran invocar sus armas— ¡Ni se les ocurra comenzar un Juego de Alice!

—¡Ella empezó! —Dice Kanaria, cruzándose de brazos.

—¡Te comiste las galletas y no pediste disculpas! —Contradice Shinku, volteándose para darle la espalda a la muñeca amarilla.

—¿Qué ocurre? —Pregunta una muñeca de cabellos castaños cortos, que llevaba puesto un sombrero y una vestimenta azul, entrando en la cocina.

—¡Souseiseki! —Exclama Hinaichigo, corriendo hacia la recién llegada para luego abrazarla.

—¡Souseiseki! ¿Cómo entraste? —Pregunta su hermana gemela, Suiseiseki.

—Había una ventana abierta…

—¡La ventana! —Exclama Shinku— ¡Hollie, cierra la ventana!

—No te preocupes, ya me encargué de eso.

—Gracias… —Dice Shinku y luego suspira, aliviada.

—Souseiseki… —Suiseiseki la abraza fuerte como de costumbre.

—Hay algo que tenemos que preguntarte… —Susurra Shinku al oído de Souseiseki.

—¡El espejo está brillando! —Grita Kanaria, desde la sala— Creo que se abrió una entrada al Campo N.

Las Rozen Maiden se dirigen hacia el espejo que efectivamente desprende una luz cegadora. Se quedan brevemente en silencio hasta que Shinku decide romperlo:

—Creo que debemos entrar…

—Pero es… Peligroso… —Advirtió Suiseiseki.

—Tengo miedo… —Intervino Hinaichigo, abrazando a Souseiseki.

—No nos pasará nada, permaneceremos juntas en todo momento… —Contestó la rubia, y luego atravesó el espejo.

Posteriormente lo hicieron sus hermanas Souseiseki, Suiseiseki, Hinaichigo y Kanaria. El Campo N estaba lleno de cristales transparentes, el cielo estaba nublado, había clima frío y el suelo estaba cubierto por una capa de nieve. Un conejo con traje negro y un bastón les esperaba.

—¡LaPlace! —Exclamaron las Rozen Maiden al unísono.

—Sean bienvenidas. El tiempo transcurre en forma indefinida, de la misma manera en que el viento se desplaza: Nadie lo observa, solo pasa. Ha llegado el tiempo en que todo sea revelado, y éste será el lugar de las revelaciones, y tal vez, del nacimiento de Alice…

CONTINUARÁ…