Disclaimer: Nada del siguiente fic me pertenece, salvo la traducción. Glee y sus personajes son propiedad de FOX o Ryan Murphy o alguien más. La historia original es de Bree Gagnon (THANKS, GIRL!). Los personajes y línea de historia de Alicia en el País de las Maravillas son de Lewis Carroll.
Capítulo 1
Kurt, regresa. Está en problemas. El Sombrerero está en problemas.
Kurt despertó jadeando de su sueño al mismo tiempo que su corazón palpitaba con fuerza en su pecho. Era esa persona de nuevo. Bueno, personas. Eran dos. Dos chicos vestidos con sacos azul marino con líneas rojas. Uno era rubio, el otro moreno, pero hablaban en turnos, como si fueran gemelos. Eran extraños, sonreían ampliamente. Era casi anormal.
Con un gemido, Kurt se dio la vuelta para ver su reloj digital de segunda mano. ¡Ya eran las seis! Saltó de la cama y se precipitó hacia la ducha. Tenía que estar en el restaurante a las seis cuarenta y cinco.
—Demonios, ahí va mi rutina de cuidado de piel. ¿Qué le pasa a ese estúpido reloj? —Kurt se quejó mientras salía de la ducha, de la cual ahora salía agua helada, y caminaba hacia su armario. Se puso pantalones negros, camisa blanca, chaleco rojo de poliéster y el corbatín de moño negro que le exigían llevar antes de salir de su apartamento.
Atravesó las puertas del restaurante con un minuto de sobra.
—¡Kurt! —El encargado del restaurante, el Sr. Figgins, estaba de pie cerca de su oficina—. ¡Llegas tarde!
—Lo siento, señor. Pero mi alarma no sonó.
—No me interesa, Sr. Hummel. La tardanza no es tolerada en el Restaurante McKinley. ¿Lo entiende?
—Sí, señor, lo siento. —Kurt agachó la cabeza con respeto y corrió hacia la cocina para colocarse su mandil y agarrar su bloc para tomar órdenes.
—Chico, esta es la tercera vez en la semana. ¿Qué demonios está pasando? —Mercedes, su fuerte mejor amiga, estaba de pie cerca de su casillero con los brazos cruzados—. No son esos sueños otra vez, ¿cierto?
—No lo entiendo, 'Cedes. Dejé de tener esos sueños hace cinco años, ¿y ahora de la nada regresaron? —Se desplomó sobre un balde cercano y enterró la cara entre sus manos.
—¿Qué pasó esta vez? —preguntó ella, acuclillándose detrás de él y descansando la mano sobre su hombro para confortarlo.
—Lo mismo que la última vez. Pero ahora con dos chicos. ¿Creo que se hacían llamar los gemelos de Cheshire la última vez que estuve ahí? No lo sé. Pero era el mismo mensaje. —Kurt levantó las manos e hizo comillas en el aire, agravando su voz para exagerar la seriedad—. 'Kurt, regresa. Está en problemas. El Sombrerero está en problemas.' Exactamente igual que la última vez.
—Este… Sombrerero… —Mercedes lo miró expectante—, ¿qué hay con él? ¿Porqué siguen regresando a ti?
—Yo… —Kurt se sonrojó—. Era cercano al Sombrerero. Él era bueno conmigo, y gracioso.
—¿Entonces era un pervertido?
—¡No! —le corrigió de inmediato. —En ese entonces teníamos la misma edad. Ambos en secundaria. Y la segunda vez, también. Ambos en preparatoria. Todos teníamos la misma edad. —Kurt lo pensó por un momento. —Excepto la chica rubia. La 'Oruga', como se llamaba ella misma. Ella era mayor.
—Creo que deberías hablar con alguien sobre esto, Kurt —dijo Mercedes mientras se levantaba—. Tener sueños con amigos imaginarios está bien cuando estás en secundaria, incluso en la preparatoria. Pero tienes veintidós años. No es normal, no es sano.
—No estoy loco, Mercedes.
—¡Te estás preocupando de más por un sueño! —le espetó antes de suspirar—. Estás perdiendo horas de sueño porque el personaje de un sueño está supuestamente en peligro. Según lo que viste en otro sueño. Dime que eso no sueña raro, chico blanco.
—No sé que sea. Sólo… siento que hay algo más. —Mercedes rodó los ojos, pero por suerte, sus primeros comensales impidieron que siguiera la conversación.
—Hola, bienvenidos a McKinley, ¿qué le puedo servir? —Kurt trató de sonar casual mientras recitaba su línea, mirando expectante al chico rubio ligeramente más joven que él. Iba vestido de la cabeza a los pies con blanco, lo que usualmente era una catástrofe de moda, pero se las arreglaba para no lucir mal.
—Solo quiero un té para comenzar, por favor —dijo con una sonrisa que hizo que el corazón de Kurt latiera rápidamente por razones que no lograba comprender.
—C-claro. Enseguida lo traigo. —Kurt regresó a la cocina para preparar una pequeña tetera.
—¿Es gay? —Kurt saltó con el sonido de la voz de Mercedes y dio la vuelta.
Kurt se llevo la mano sobre su alterado corazón. —Dios, Mercedes. No hagas eso.
—Bueno, ¿lo es? ¿El chico de blanco?
—No lo sé. Aunque creo que tiñe su cabello. —Kurt frunció el ceño por un segundo antes de que la tetera comenzara a silbar. El sonido del agua hirviendo dentro de la tetera lo mandó de regreso a su primer sueño.
—Lo siento, no hay lugar. —Kurt miró al chico de cabello rizado que parecía tener su misma edad. Iba vestido con el mismo saco azul que esos dos extraños chicos llevaban, pero el suyo era más largo de la parte de atrás. Llevaba un gran sombrero sobre la cabeza con una carta saliendo de un lado que decía 'Estilo 10/6'. Tenía sus botas negras reposando sobre el extremo de la larga mesa que solo tenía tres ocupantes.
—Hay bastante lugar —protestó Kurt—. Solo son tres personas, y en esta mesa cabrían al menos veinte.
El chico levantó una ceja.
—Vaya que eres grosero. Como sea, me iré a otro lado.
—No, no te vayas. —La voz de terciopelo del chico de repente estaba cerca, justo detrás de su oído. Kurt dio la vuelta y estuvo casi al mismo nivel con los ojos del chico—. Lo siento, siéntate por favor. Soy Blaine, pero todos me llaman Sombrerero Loco. O Sombrerero, supongo. En realidad tengo muchos nombres-
—Me quedaré con Sombrerero, ¿de acuerdo? —dijo Kurt al tiempo que se sentaba en una de las sillas.
—¿Te gustaría una taza de té? —le preguntó una chica rubia, sosteniendo una taza—. Soy el Lirón. Pero las personas a veces me dicen Brittany. No estoy segura del porqué.
Kurt le sonrió y estirándose para alcanzar la taza.
—No lo creo, Cara de Niña. Eso es mío. —Una chica latina había tomado la taza de las manos de Brittney y tomaba de ella.
—¿Y tú eres?
Ella levantó una ceja, pero Brittney habló. —¡Ella es la Liebre! —La chica sonaba tan alegre, que era algo mona.
—Tú me vas a llamas Santana, Hadita. Ese nombre es para uso de Britt, y sólo Britt.
—Santana, apreciaría que te abstuvieras de llamar a nuestro invitado con esos horribles nombres —dijo el Sombrerero educadamente, dirigiéndole una amplia sonrisa, pero agradable. Ella estaba a punto de abrir la boca para responderle cuando el Sombrerero se paró de repente.
—¡Taza nueva, taza nueva, muévanse, muévanse! ¡Taza nueva, taza nueva, muévanse! —cantó alegre mientras todos, aparte de Kurt, se movían de lugar.
—¿Kurt? —Alguien le sacudía el hombro y tronaba sus dedos—. ¡Kurt!
—¡Oh! Lo siento. Estaba soñando despierto. — Alcanzó rápidamente la tetera y la colocó sobre la bandeja que ya tenía una taza para el té.
—Será mejor que te apures. ¡Figgins ya te tiene en la mira! —le dijo Mercedes mientras él se dirigía la mesa del chico rubio.
—Aquí tiene. —Kurt puso su mejor sonrisa—. ¿Ya decidió qué le gustaría ordenar?
—Una cita. —El chico rubio era franco, por decir lo menos, y le sonreía a Kurt.
—¿Disculpe?
—Me gustaría tener una cita contigo, Kurt Hummel.
Kurt dio un respingo al escuchar su apellido. Eso no estaba en su tarjeta de identificación. —¿Cómo sabe mi nombre?
—¿No me recuerdas, Kurt? —le preguntó—. Pasaste tanto tiempo persiguiéndome.
Entonces se levantó, dejando un billete de veinte sobre la mesa, dirigiéndose hacia la puerta sin tocar siquiera su té. Alcanzó la puerta antes de voltear hacia Kurt. —Si quisieras, encuéntrame en Central Park cuando termine tu turno. Esperaré hasta las nueve de la noche.
Kurt lo miró en shock mientras se iba, no muy seguro de qué hacer.
Kurt salió del restaurante a las 5:45, aliviado de que su turno finalmente acabara para irse a casa. Mientras se dirigía en bicicleta hacia su apartamento, siguió pensando sobre la oferta de Sam, y la extraña manera en la que la hizo.
Espera… ¿Sam? Él nunca mencionó su nombre. ¿De dónde vino eso? Kurt sacudió la cabeza. Se estaba volviendo loco, justo como pensaba Mercedes. Genial.
¿Pero a qué se refería con perseguirlo? ¡Nunca antes lo había conocido! ¿Se suponía que era alguna clase de chiste o era algo más? Cuando llegó a su apartamento, Kurt acomodó su bicicleta en la entrada y se dirigió hacia los cuatro tramos de escaleras que le esperaban. Se debatió consigo mismo sobre si debería ir o no, decidiendo, cuando alcanzó su puerta, que no le haría mucho daño ir a ver al otro chico, ¿cierto?
Había dicho que esperaría hasta las nueve, ¿pero eso significaba que estaría ahí desde la tarde, o qué? Kurt asumió que eso era, y decidió que era ahora o nunca. Se vistió con un par de pantalones extremadamente ajustados—probablemente los más ajustados que tenía—botas cafés y un suéter azul que le llegaba a los hombros y que combinaba con sus ojos. Se acomodó el cabello con un poco de spray antes de dirigirse a Central Park.
No fue sino hasta que llegó cuando Kurt se dio cuenta de que no tenía ni idea de dónde iba a encontrarse con el chico. Él no lo había dicho, ¿cierto? Kurt repasó la conversación en su mente. No, sólo había dicho que en Central Park. ¿Acaso era su primera vez en Nueva York? ¡Central Park era enorme! No hay manera de que ellos… oh. Entonces Kurt se dio cuenta. No iba a encontrarse con el chico rubio aquí. Ese era el punto. Había sido una broma.
—Hola, Kurt Hummel. —Kurt dio un salto, dando la vuelta y a punto de golpear a su atacante. Aunque su puño fue detenido por el chico rubio—. Oye, no me mates ahora.
—Oh por dios, lo siento mucho. Me asustaste. —Kurt se sonrojó.
—Está bien —dijo el rubio con una sonrisa—. ¿Caminamos, Kurt?
Kurt asintió y lo tomó del brazo que le ofrecía. —Oh… tú sabes mi nombre, pero yo no sé el tuyo.
El rubio los estaba dirigiendo lejos de la senda, hacia el área que parecía más bien un jardín al que Kurt sabía que no se permitía el paso. El chico no dijo nada hasta que estuvieron lejos de cualquier persona. Detuvo a Kurt y se volvió para mirarlo con una brillante sonrisa en el rostro.
—Soy Sam. —Se inclinó hacia él mientras le susurraba—. Pero estoy seguro de que tú me recuerdas como el Conejo Blanco.
De repente, empujó a Kurt hacia atrás, haciendo que perdiera el equilibrio y tropezara. Él esperaba caer sobre su trasero frente al árbol, pero en lugar de eso, siguió cayendo. Vio que el rostro de Sam se alejaba cada vez más mientras caía por el que parecía ser un agujero sin fondo que no recordaba haber visto cuando estaban caminando.
Kurt se preparó para el alcanzar el fondo que estaba seguro que llegaría pronto, cerrando los ojos con fuerza. Sin embargo, no llegó. Miró alrededor para confirmar que seguía cayendo. No podía decir qué lado era arriba o abajo, ya que la luz que llegaba de Central Park ya no estaba y ahora estaba rodeado por completa oscuridad. Sintió como si debiera estar gritando, pero simplemente no podía. No tenía miedo, de eso estaba seguro.
No tenía miedo porque ya había estado ahí antes. Ya había caído por ahí antes. Las últimas dos veces todo había salido bien, ¿cierto? No tenía por qué preocuparse.
Pero esos eran sueños, se recordó a sí mismo. Esto era el mundo real.
Pero entonces… ¿por qué seguía cayendo? ¿No debería ya de haber llegado al fondo? Kurt miró hacia arriba, pero no vio nada. Cuando miró hacia abajo divisó el piso de cuadros blancos y azules. ¡El fin! Sintió como si debiera entrar en pánico, pero estaba tranquilo. Se preparó para sentir el dolor de caer, al azotar contra el suelo y cerró los ojos de nuevo.
De repente, sintió lo duro del suelo debajo de sí. No se impresionó al tocar el suelo; de hecho, fue como si ni siquiera hubiera caído. Simplemente estaba sentado ahí. Kurt abrió los ojos con lentitud para después encontrarse con una habitación llena de puertas.
Una habitación que parecía demasiado familiar.
Apenas comienza, así que pónganse cómodos y no se pierdan el siguiente capítulo.
Review?
