Disclaimer: Por mucho que me gustaría serlo, no soy dueña de Corazón de Melón, Eldarya ni de sus personajes. Soy tan pobre que ni para chicles me alcanza T-T.

Advertencias: Lemon (Sexo Gráfico, en el futuro), lenguaje vulgar, violencia. Uso excesivo de mitologías. Relación entre criaturas y humanos. AU- Si eres sensible a éstos temas abstente de leerlo.

Summary: No importa lo mucho o poco que te adviertan sobre algo o alguien, siempre va estar esa curiosidad por conocer más allá de los límites establecidos. Quizá, el recorrido no es tan malo. Y la bestia que habita en el interior de la cueva puede mostrarte más que fuerza destructiva y filosos dientes. Tal vez, pueda mostrarte que tienen más cosas en común de lo que imaginas. Quizá, te muestre que puede ser tan humana como tú.

«...Habla/Habla...» —pensamientos de los personajes durante la narración o dentro de los diálogos.


Capítulo Uno:

Verdadera Naturaleza- Parte 1


Castiel rebufó hastiado de todo. Este curso en Sweet Amoris no estaba yendo precisamente como lo había imaginado: Lysandro estaba completamente ensimismado y obsesionado con su teórico destino y con los irritantes –muy, muy irritantes- enigmas que esa vieja loca de Agatha le planteaba. Sucrette tenía algo parecido al complejo de Sancho Panza, escudera infalible de cualquier alma agonizante, pero incapaz de ver que los Monstruos a los que se enfrentaba en su cabeza eran en realidad simples hormigas, y soñaba despierta demasiado con cosas como el honor, la compasión y demás ñoñerías rosas… era un poco triste verla con semejante cara de idiota.

Aunque muy divertido, si le preguntan.

Tras el incidente de la clase de artes, el ambiente era cuando menos tenso. Y eso, en el menor de los casos, porque la definición aproximada al espíritu reinante en el instituto sería "mocosos altamente contagiados de regar chismes como si fuera el puñetero último día de sus vidas." Y Castiel ya estaba hasta las narices de ser uno de esos puntos llenos de atención, maldición, ya ni sus muy efectivas miradas asesinas surtían el mismo efecto de antes claro que intimidaban pero no lo suficiente para que dejaran de mirarle la espalda.

Sentía estar fuera de sintonía. Ya claro, como eres tan amigable ¿verdad? Siempre le había costado encajar entre los demás, con el tiempo esa cuestión paso a ser algo sin importancia. Mejor sólo que rodeado de buitres. Su mentalidad no cambió aun con Lysandro y Sucrette cerca, quizá se relaja más que antes pero su idea seguía clara. Sin embargo, últimamente se sentía fuera de lugar hasta estando con sus amigos.

No lo sabía realmente, bien si lo sé pero no voy a admitirlo, sería darle más poder. Joder, incluso podría ir con el delegado idiota a pedir un… ¿consejo? Por favor, como si fuera a hacerlo. Ni en un millón de años le daría la satisfacción a la rubia esa de verme desesperado… Castiel resopló en voz baja, intentando sofocar la vocecilla en su cabeza que cada vez hablaba más alto -¡Hey, amigo! Debo decirte que no puedes estar más desesperado. ¿Por qué no le damos una visita a Nathaniel? Seguro él tiene la respuesta que quieres saber-. Frunció el ceño con la vista fija en la nieve limpia que acunaba la baranda de la azotea del instituto. La última vez que había hablado con el rubio delegado había sido hacia demasiado poco tiempo… cuando descubrieron lo que reside en sus interiores. Apretó los puños, enderezándose sin levantar la vista de la branda.

Bestia. Sólo pensar en el nombre de aquello que dormitaba en su interior le producía un dolor insoportable. Aventurarse más allá –como darles vueltas a la idea de que él había devorado humanos hasta asesinarlos- era garantía de acabar vomitando doblado sobre sí mismo. Sabía que el pasado de todos no era su culpa, no directamente. El Castiel de décadas atrás había escogido su camino uniéndose al bando malo, incluso por medio de sellos de sangre. Y se había vendido al Consejo para poder acercarse al antiguo Nathaniel y matarlo para vengar a su pueblo, ya fuera por sus propias garras o entregarlo al ansioso Consejo de Ancianos ancestrales.

El tumulto de recuerdos perdidos no había dejado de atosigar a Castiel hasta dejarlo al borde de un ataque paranoico. No se quejaba, no mucho, él sabía que los demás estaban lidiando con su propio pasado. Con aquellos hechos atroces que cometieron, o aquellas acciones que nunca realizaron. De cualquier forma, era algo penoso estar en un estado bajo e inquietante. Todo el tiempo alerta, como si estuvieran listos para cazarte porque saben que hay dentro de ti.

De lo que formas parte. De lo que eres.

El pelirrojo retuvo el camino por que el que se estaban desviando sus pensamientos. Más que fastidiado, estaba exhausto. Demasiado aletargado para saber si Lysandro la estaba llevando bien con sus propias revelaciones, con sus propios demonios internos. Quizá sonara egoísta porque lo eres, tonto, pero no podía ni un segundo más con ese problema. Estaba llegando al límite de tolerancia y algo le decía que más pronto de lo que esperaba estaría entrando sin anunciaciones a la sala de delegados. Necesitaba respuestas, las necesarias para completar aquel puzle en el que se había convertido su vida.

Empero, pasados los días, semanas incluso, Castiel se encontró a unas pocas horas de la última jornada del instituto. Las vacaciones de Navidad estaban a horas y él seguía tan perdido como semanas atrás.

¿Qué le impedía a Kentin venir a preguntarle por aquella muchacha que había amado y él tuvo que matar para llegar a su objetivo? ¿Por qué sabía que Alexy y Armin no eran lo que se dice exactamente… cercanos? ¿Qué era lo que había visto entre el deleite cuando había tomado de la sangre de Nathaniel? ¿Qué demonios insinuaba aquella bruja sobre una jodida profecía y reencarnaciones? ¿Por qué era Sucrette capaz de imponer su voluntad sobre su ser místico cuando él mismo, su portador, no conseguía someterla? ¿Realmente creía que los humanos y… ellos podían coexistir? ¿Había respetado la libre voluntad de aquella Debrah melancólica y desamparado que una vez conoció en su pasado? ¿O se había aprovechado de sus sentimientos de gratitud y de la familia perdida para conseguir un amor que no era real?

Demasiadas preguntas…

Ya era hora de que empezara a obtener algunas respuestas, aunque para ello tuviera que aguantar sostener una conversación con aquel maldito creído a pesar de no estar en las mejores condiciones mentales para ello. Llevaba un mes durmiendo horas contadas, alimentándose mal y ocultándose en cualquier rincón. Cuando había salido del Instituto había estado vagando por las afueras de la ciudad hasta que había salido disparado al antiguo recinto donde había vivido con sus padres en los primeros seis años de su vida. Sólo había logrado arrancar algunas horas de descanso intranquilo bajo un gran árbol en los campos de las afueras y se notaba extenuado, con las defensas mentales bajas.

A pesar de todo, sus sentidos de… de… de aquello que era y a lo cual no deseaba poner nombre, dieron la alarma con sólo algún sonido de retraso al percibir la presencia poderosa de una bestia pura acercándose. Frunció el ceño y su genio se avivó al instante. Has traído a Sucrette, traidor. ¿No habíamos quedado en que cuando llegara el momento seriamos sólo hombres?

Permaneció sin girarse mientras oía abrirse las verjas del jardín con un crujido y los suaves pasos sobre la tierra congelada. Tampoco se giró cuando notó las dos enormes presencias justo detrás suyo; no hacía falta, sus sentidos le permitían situar cada movimiento. Al cabo, la voz suave de Nathaniel rompió el silencio.

— Buenas tardes, Castiel.

Tan educado, el bastardo.

— Has traído a Sucrette. Quedamos tú y yo. A solas. Has roto el trato.

Castiel percibió que ella hacia algún gesto, probablemente con el brazo, y luego su voz sonó como el viento suave.

— Nath no me ha traído, yo he insistido en venir. —aclaró— Ya veo que era cierto que los dos querían hablar a solas, pero no me moveré de aquí hasta que me prometan que no van a matarse el uno al otro. Al menos, respétense frente a mí.

Castiel estuvo a punto de echarse a reír si no fuera por la seria mirada que le estaba dando Sucrette. Era tan ocurrente al pedirle que prometiera algo que por obvias razones jamás iba a cumplir. Oh sí, muy ocurrente.

— Ya le he dicho a Su que no me he tomado la molestia de venir hasta aquí para matarte, a menos que tenga que defenderme.

Castiel quiso darle un puñetazo, un cabezazo siquiera, pero se contuvo. Vaya, pensó impresionado, realmente necesitaba saber aquello para no haber reaccionado tan agresivamente a los aires de sabelotodo que tenía el rubio.

— Aunque derramar sangre de… bien, lo que sea sobre las rosas de la directora sería un lindo escarmiento, no tengo intención de matar al delegado a menos que me amenace.

Sucrette suspiró y reprimió un escalofrío mientras asentía. Castiel observó de reojo como ella les daba una última mirada antes de que su menuda figura desapareciera entre la neblina habitual del clima invernal. Diablos, hacía un frió de lo más fantasmal y él sólo se encontraba en ligeros vaqueros y su acostumbrada chaqueta de cuero.

Castiel levantó la vista para hablar en tono desafiantes, escondiendo su incomodidad.

— Bien, delegado. Tú ofreciste una tregua. Tú dijiste que tienes respuestas. Empieza a hablar.

Nathaniel inclinó la cabeza y el cabello le rozó el hombro. Pasó deliberadamente de su tono grosero y optó por la serenidad.

— Para entender las cosas hay que hablarlas en cierto orden. ¿Por qué no empiezas tú por aceptar lo que en verdad eres? Quizás así hilvanemos un relato coherente.

Castiel frunció más el ceño, sopesando si debía de darle el golpe ya o se esperaba un poco más. Vamos admítelo, tiene razón ¿cómo quieres saber las respuestas si no aceptas lo que eres? ¿Acaso deseas saber sin saber sobre quien exactamente estás averiguando?

Mandó a callar al molesto huésped de su cabeza y miró a un serio Nathaniel.

— Ajam. Yo… trataré de aceptarlo mientras sueltas toda la sopa. Habla.

Nathaniel suspiró, queriendo quitarse el dolor de cabeza que empezaba a manifestarse. Maldito fuera Castiel, maldito el destino por darle a él la mayoría de los recuerdos y hacer frente a sus… ¿compañeros de vida?

Dios, incluso el título era terriblemente familiar.

— ¿Realmente estás seguro?

El pelirrojo achicó los ojos.

— Sí, ahora desembucha que no tengo todo el puñetero día.

— Pero son muchas preguntas las que quieres hacer. —replicó el rubio con una mirada triunfal.

— Entonces, demuéstrame que tu cerebro puede procesarlas todas, imbécil. —contraatacó Castiel con una sonrisa maliciosa.

Nathaniel descruzó los brazos para apoyar las manos contra el tronco más cercano. Santísimo Dios, que alguien le diera paciencia o terminaría por golpear al tipo pedante que tenía enfrente.

— Bien. Espero que no te arrepientas después por lo que estás pidiendo. —contestó con voz de seda— Castiel, una última pregunta.

El pelirrojo se mordió el labio, contenido las sandeces que estaba a punto de soltarle al rubio. Joder, este no tiene prisa ¿verdad?

— Hazla. —ladró con un vaho saliendo de su boca.

— ¿Aceptas tu lado noble, legendario y tu lado depredador?

¿Qué mierda? Esto parece un juramento de satanistas.

— Lo acepto.

Nathaniel suspiró, rendido a contarle la absoluta verdad.

— Bien, nosotros los purasangre nos originamos de…

Y mientras Nathaniel le contaba su origen de pertenecer a aquellos seres de la noche, Castiel supo que aceptar aquel lado aterrador de sí mismo le iba a costar un arduo trabajo. Joder que sino.


-:-


Clap, clap, clap, clap… El ligero choque de la lluvia sobre las ventanas, audible para sus recién despertados agudos sentidos, era lo único que se oía en el aula, además de los "boom-boom" de sus compañeros de clase. El sonido era tan fuerte al bombear sangre por aquellos delicados cuerpos que Kentin comenzaba a marearse. Miles de aromas se mezclaban en un pequeño espacio de cuadro paredes y una simple puerta de madera pintada.

Horrorizado, se dio cuenta que sus encías escocían, listas para abrirse y darle paso a los poderosos incisivos.

Kentin mordisqueó la punta del bolígrafo frunciendo el ceño e intentando recordar cual había sido el razonamiento del profesor cinco minutos atrás. ¿Por qué todo el mundo era tan ruidoso? ¿Qué les aquejaba tanto para que sus músculos cardiacos dieran volteretas, mandando torrentes sanguíneos por el sistema nervioso? Alexy, dos mesas adelante, se giró para mirarlo con pena. El chico de cabellos celestes parecía hacerse las mismas interrogantes que él, lanzando miradas ansiosas a su despreocupado gemelo. Suspiró, intentando encontrar algún sentido a la cascada de palabras que parecían pronunciadas en otro idioma. Nunca había sido un estudiante modélico, pero siempre había conseguido aprobar las asignaturas de ciencias con menor esfuerza que las de lengua. Desde que se había enterado de lo que era, incluso sus asignaturas preferidas eran un galimatías sin sentido.

— Realicen equipos de tres, el mapa esta en la página 143. Encontrarán las líneas divisorias entre los países bajos, hagan un recuento de su población, haciendo acotaciones sobre los hechos más importantes en dichas regiones. —Farrés se quitó las gafas, depositándolas con cuidado sobre la mesa, y sus ojos brillaron como cristales en el aula medio iluminada— Pueden empelar lo que queda de hora en familiarizarse con las notas del examen.

Kentin botó en su asiento de plástico mientras ambos gemelos se aproximaban a su lado. Una vez juntos, el trío se dispuso a abrir los ejemplares diligentemente. Una mirada de Alexy hacia atrás, le indicó tanto a Armin como a Kentin que debían de esperar antes de hablar.

El profesor tomó asiento ante la mesa, varias filas por enfrente de donde ellos se sentaban, y abrió su propio libro de lectura.

Entonces, por medio de su susurro de seda, Alexy se giró a ellos aprobatoriamente.

— Esto es un fastidio. —Armin habló primero, desviando con fastidio la mirada de su libro de texto— Me siento como prisionero. ¡Dios, deseo estar jugando la play en este momento!

Alexy lo miró mal.

— Algún día esas cosas terminaran por extinguirse. Estoy seguro. —comentó haciendo morisquetas a Armin, quién se mostró ofendido por tal insinuación.

— ¡Eso es herejía Alex!

Kentin y Alexy rodaron los ojos, bastante acostumbrados a los nervios exaltados de Armin si se contradecía la existencia de su adorada afición.

— Cállate Armin. Farrés esta viéndonos con clara sospecha. No debemos llamar la atención ¿recuerdas? Shermansky y Nathaniel parecen bastante preocupados por ese hecho.

El joven pelinegro abrió su manual de Historia pasando rápidamente las páginas con la mano derecha mientras hacia un gesto despreocupado con la izquierda. Estaba claro que para él, las preocupaciones de Nathaniel y Shermansky eran un asunto sin gran importancia.

— Exageran. —dijo— Nadie ha notado el cambio en nosotros. Nos vemos igual que antes.

Kentin suspiró de nuevo, olvidando su fatídico intento de ignorarlos. Desvió la mirada a las grandes ventanas por donde se filtraba la neblina del frió invierno y la tapa grisácea que cubría ese día el inmenso cielo. Dos días. Esta vez hacía dos días que Shermansky les había dado unas extrañas tabletas blancas, acompañadas de una cajita de nácar con tabletas rojas. No hizo falta preguntar sobre el componente especial de dichas pastillas rojas, el hierro de la sangre combinado con algún químico desconocido, les dejo muy en claro que no quería deslices de apetito en su instituto.

El castaño cerró sus oídos a las voces de los gemelos discutiendo, recordando con brusquedad las diferentes reacciones que cada uno había tomado ante el método moderno alimenticio en un vampiro. Sin duda, Nathaniel y Lysandro habían sido los más tranquilos, aunque una nota de desagrado se alcanzaba a distinguir entre sus miradas calmas. Armin había olisqueado el redondo producto hasta que de un rápido movimiento se lo lanzó a la boca, ingiriendo la pastilla a lo seco. Eventualmente, su expresión de asco fue seguida por la de los demás, dejando fuera la mirada desaprobatoria de la directora. Por lo contrario, Castiel no tuvo una reacción favorecedora. Pese a no hacer berrinche ni gritar como Ken había previsto, el claro sufrimiento por mantenerse a base de hierro seco y químicos no era lo más agradable para él.

Kentin, por su lado, se había limitado a guardar las pastillas en su bolso. Bastante confundido se encontraba ya para querer lidiar con su reglamentaria forma alimenticia.

Su cabeza estaba infestada de miles de recuerdos, hechos y fenómenos irreales que le dejaban un mal sabor de boca. Tantas cosas que entender, esforzándose en la labor y nunca logrando alcanzar la paz por míseros segundos. Sobre todo cuando pensaba en ella…

— ¿Has tomado tu ración de pastillas hoy Ken?

Kentin sintió la curiosa mirada sobre él y se enfocó la vista para ver a Armin contemplándolo con mal disimulada preocupación. El vampiro pelinegro alzó una ceja y desvió la vista, con intención, a la mano del joven. Kentin hizo lo mismo y respingó al darse cuenta de que, en su zozobra, había aferrado tan fuerte el bolígrafo que éste terminó por partirse en minúsculas partes, algunas pequeñas partes aún en la mano del castaño.

Otra cuestión que debía de aprender a controlar. Ken forzó una sonrisa y cruzó las manos sobre su pecho.

— Eh, ¡s-sí! Las he tomado antes de venir y otra a la hora del almuerzo. —sintió una gota de sudor resbalando por su sien cuando la mirada de Armin se volvió más intensa— Esto, lo que pasó… De verdad no es nada. —susurró.

Armin pareció convencido con sus palabras, y, en determinado caso que así no fuera, no dio muestras de haber leído su mentira dedicándose a seguir la conversación con Alexy.

Anne… Sólo de pensar en su nombre abría un agujero de una pena inmensa. El recuerdo nítido de una joven muchachita que apenas pasaba los quince años, acudía a él en las noches remotas. El fulgor de su sonrisa era lo suficientemente sedoso para hacerle cerrar los ojos, abandonándose a los recuerdos más sosegados que había encontrado entre su revoltosa mente.

Anne, Anne, Anne… Anne era hermosa, de una sonrisa fácil y frágiles muñecas magulladas. Moretones permanentes a causa de sus colmillos. ¡Dios! ¿Se había alimentado de aquella joven? En sus recuerdos, Anne parecía complacida en darle de su sangre, nunca se negaba pese a mostrarse más pálida conforme el tiempo a su lado pasaba.

"Mi vida es tuya, Ken. Te amo tanto que si tomando de mi sangre puedes llenarte de mi amor, no te la negaré. Bebé todo lo que quieras, amor. Estoy aquí para ti".

Sus palabras, tan sinceras, tan claras como él agua llegaban a su corazón, apaciguando el dolor, la confusión se mitigaba hasta quedar completamente despejado. Anne, el recuerdo de aquella muchacha tan conocida como ajena, se había vuelto recurrente cuando no podía ir más allá de sus actos pasados, vacilantes y poco seguros. Temiendo ejecutar una acción y verse atado a una mesa de madera, siendo el entretenimiento de sádicos Sangrepura.

Ambiente bajo, sombras de llamas en las paredes rocosas. Un aroma tan sombrío como los seres que le rodeaban.

Cuchillas. Aspas. Cera y sangre de animal. Risas y caricias lujuriosas. Mordidas profanas. Abusos. Sangre… ¿Recuerdas Kentin? ¿Recuerdas tu sangre recorrer tus brazos hasta que los surcos carmesí eran recogidos por ávidas lenguas? Ansiosas. Obsesionadas por probar tu sangre. La sangre más pura, la que jamás correría por las venas de sus herederos. ¿Recuerdas, Kentin? ¿Recuerdas a aquellas mujeres que se movían contra ti, perdidas en el placer, torturándote? Ellas profanaron tu cuerpo, lo violentaron… lo dejaban tan débil. Te volvías un vil perro sucio…

—…tin! ¡Kentin!

Parpadeó y enfocó la preocupada mirada rosa de Alexy. Armin lo miraba con seriedad, sujetando sus manos fuera del alcance de la mesa. El castaño largó la mirada por el mueble, se asombró por las claras muestras de profundos rasguños en la madera. Kentin dejó caer las manos sobre el férreo agarre de su amigo, inspirando con tanta fuerza que el sonido se oyó en la habitación ajetreada.

La ira, la frustración y la amargura que había venido sintiendo estallaron de golpe.

Iris, con su alma de buena samaritana, se acercó a los chicos, regalándoles una mirada preocupada junto a su sonrisa gentil.

— Dios, Ken no te ves del todo bien. ¿Deseas que te traiga un analgésico?

Antes de poder contestarle, Alexy sobrepuso su voz.

— No hace falta, Iris, ya lo llevaremos nosotros a la enfermería.

La pelirroja miró hacia atrás, compartiendo una mirada con Priya. No fue hasta que la reciente alumna le pidió dejar el tema por la paz, Iris se alejó de su mesa, con una preocupación destilando por cada uno de sus gestos.

Alexy parpadeó, dolido hasta el fondo de su corazón con la adolorida expresión en el rostro de Kentin. Parecía tan triste como si su perro se hubiese muerte, lo cual esperaba no sucediera pronto. Con voz susurrante dijo:

— Kentin… escucha. —tragó saliva. No había esperado que reaccionara de manera violenta ante su llamado— Sé que no estás en el mejor momento… por dios que ninguno lo está, pero estamos aquí para todos, para ti. Lo entiendes, ¿verdad? … vamos a superarlos juntos, tenemos el apoyo de Shermansky y Agatha, Sucrette nos apoya incondicionalmente y… y… —diablos, ¿por qué está estrechando cada vez más los ojos?— y sabremos sobreponernos a este desastre. Podemos hacerlo, podemos tener los recuerdos de ellos y vivir nuestra vida. Podemos con ambas cosas. Ahora sólo calma, tranquilízate.

Tranquilidad era lo último que estaba sintiendo Kentin. La negra furia, la indignación y la inseguridad que emanaban de él eran casi ondas tangibles. ¿Por qué? ¿Tan horrible le parecía la idea de vencer sobre los recuerdos de los ancestros? Alexy no dudaba de su capacidad, de la capacidad de todos sus amigos para salir de tal aberrante oscuridad.

El 'crack' de la madera sonó entre ellos, modificando el aire en algo denso y pesado.

— Quiero salir de aquí.

Su susurró, tan bajo, tan amorfo, provocó que los cabellos en las nucas de los gemelos se erizan.

— Pronto saldremos, sólo faltan unos cuantos minutos, casi segundos para la campaña. —dijo Armin sin aflojar ni un ápice el agarre sobre las muñecas de Kentin, le alarmaba demasiado el pensamiento de que el castaño hiciera algo problemático en su estado.

Se llevarían la regañina de sus vidas.

— Voy a salir ahora.

No tuvo que decir más cuando la chicharra dio su pase a los alumnos, la penúltima clase daba su fin y Kentin salió por el aula como una exhalación.

Armin maldijo por lo bajo mirando sus manos.

— ¿Cómo diablos logró liberarse de mi agarre? ¡Ni siquiera lo sentí!

Alexy no dijo nada y se dedicó a recoger sus cosas, saliendo tan apresurado como su amigo hacia unos momentos atrás.

El pelinegro refunfuñó, molesto.

— Genial, Nathaniel no nos dejará en paz luego de este desastre.


-:-


Lysandro se negó a girarse. Se negaba a ver a los profundos pozos de oro liquido. Se negaba a pensar en la posibilidad de que Rosalya fuera una embustera. Alguien ruin y miserable, tan alejado de la dulce chica que tenía atrás.

¿Qué era aquello? ¿Esa desolación que comía uno a uno de sus huesos, tendones, de sus sentimientos? Se estaba volviendo loco, de desesperación y mortificación. ¿Cuántos crímenes había cometido? ¿A cuantos fantasmas debía darles justicia? ¿Qué tan corrupto podía ser para vender el alma de gente inocente? Cuan mezquino había sido. Tan terrible que los de su propia especie le tenía pavor. ¿Cuan horrible era todavía?

Porque, ¿si aquellos eran los recuerdos del ancestro de los Ainsworth no significaba por consecuencia que él debía de ser igual? ¿Era perverso? ¿Tenía el alma, no… siquiera poseía un alma a la que apelar?

Estaba tan confundido, ni siquiera sabía como mirar ala gente. De algún modo, de alguna manera retorcida y bufona, los conocía a todos. Rostros conocidos, personalidades diferentes. Ahora, veía a Violeta haciendo que sus ojos transfigurarán a la tierna muchacha, en una mujer de larga mata violácea y frívolos ojos. La deportista Kim, antiguamente una prostituta golpeada.

Todos eran familiares y a la vez no les conocía para nada. Se estaba volviendo alguien con paranoia, asustado hasta de su propia sombra. Se estaba sumiendo en una oscuridad profunda, sin retorno.

Lysandro Ainsworth, el joven de la libre eternamente pérdida. El poeta cantante, el guapo chico con modales aristócratas. Aquel Lysandro se estaba alejando. No sabía si él era él, o era el ancestro.

Realmente no tenía la mínima idea de quien habita en ese cuerpo de aspecto modélico.

Lysandro miró hacia el cielo gris, repitiéndose la pregunta miles de veces sin encontrar una respuesta satisfactoria.

¿Quien eres tú?


-:-


La mujer deslizó la mirada entre los fenomenales individuos frente a ella. Una pareja bastante llamativa, debía admitir. Escudriñó una vez más los papeles, sopesando que tan desesperada estaba para aceptar aquella propuesta.

El muchacho de ojos verdes carraspeó, llamando su atención.

— ¿Sí joven… Leifthan?

— Oh, Directora Shermansky estoy completamente seguro de esta oferta. —aseveró el rubio de trenza colgante, sonriendo bajo la recelosa mirada de su amiga Miiko— Ahora que ellos han despertado, la comunidad vampírica no puede darse el lujo de sufrir inconvenientes hacia los humanos. Siglos nos ha costado mantener este equilibrio, no deseamos disolverlo por ningún motivo. Los ancestros deben estas con nosotros, no hay nada que deba impedirlo.

La mujer mayor los miró sobre sus gafas, midiéndolos con la experiencia de una cazadora nata. Ser la Directora de un colegio y, a su vez, de la Asociación Oficial Cazadora era un arduo trabajo para Shermansky, pero no por ello menos disfrutable. La mujer realmente amaba sus oficios.

Achicó los ojos con astucia, ¿realmente ese joven creía que sus estudiantes se adaptarían tan fácilmente a un régimen de nobleza obligatoria? ¿Realmente creía que los ancestros de las casas más puras eran, bajo todos los conceptos, aquellos muchachos que ella había cuidado, protegido y visto madurar en esos pocos años? Shermansky se negaba a creerlo. Simplemente no le daba crédito.

Irrevocable que cuerpos tan puros guardaran en sus interiores monstruosidades de tal tamaño. Era impensable.

Conteniendo una largo suspiro, cruzó las manos sobre los papeles que se le habían ofrecido uno minutos atrás.

— Debo suponer, joven, ¿qué su deseo de exponer a mis estudiantes es consensuado a petición del Consejo de Ancianos?

Leifhtan no decayó en su sonrisa no por un momento.

— Nunca he expresado que deseo exponerlos, Directora. Eso sería una falta de respeto por mi parte hacia mis superiores, como usted bien sabrá, los Purasangre son lo más cercano al primer vampiro, por lo tanto se les ve como el completo y absoluto gobierno del mundo vampírico. —pausó, moviendo sus esmeraldas por la habitación— Sería una terrible falta de mi parte si no desear que mis reyes volvieran a donde pertenecen. El Consejo comparte la idea de la Academia Ross, desde luego, si usted acepta; se volvería la directora oficial si juntamos su instituto con nuestra Academia.

— Debo decirle que todo me suena como una absoluta locura. ¿Vampiro y humanos juntos? ¡Desde luego que no! Nadie querrá que sus hijos convivan con su depredador natural. Es inverisímil. —razonó Shermansky con profunda paciencia. Estaba cansándose de repetirle lo mismo al joven Leifthan. Sería sumamente difícil darle una respuesta afirmativa.

Se oponía a dejar que aquel horrible Consejo manejase a sus estudiantes de tal forma.

— Le pido que lo considere con seriedad. La unión de ambas instituciones sería un gran beneficio para ambos mundos, aseguraríamos la protección de Niveles E. Y nuestros Purasangre empezarían a moverse entre nuestro mundo. No pido que se niegue totalmente a la comunidad que han conocido, de eso somos bastante conscientes.

Shermansky no creyó que pudiera soportar tal terquedad ¿Qué se traía entre manos el Consejo de Ancianos para pedir desesperadamente a Nathaniel y a su grupo de amigos? Según tenía entendido, otras tres familias de reales Purasangre estaban cerca del Consejo ¿Por qué tanto interés en sus alumnos?

Entonces, llegó a la conclusión que, no importaba cuanto lo negara, al final terminaría aceptando dicha propuesta. Negarse significaría una alta propuesta de guerra entre ambos mundo, y Shermansky no deseaba eso. Dios sabía que no. No importaba cuanto avanzara la tecnología, los vampiros fácilmente podían darles caza. Eran superiores por muchos inventos que tuviera la humanidad a su alcance.

Miiko sonrió a Leifthan una vez que vio la derrota en los ojos sabios de la mujer mayor.

— Yo… acepto la tregua del Consejo, así como de ser la directora de dicha institución.

La sonrisa del vampiro rubio no podía ser más grande.

— Le aseguró, directora, que ha hecho una excelente decisión.

Shermansky no estaba tan segura de ello, no obstante, se encargaría de no ver más sangre correr. Antes muerte que volver a su sufrir otra guerra.

Sólo pedía que todas las fuerzas divina le dieran el temple para proseguir con tal tarea de peso monumental.

.

.

.

.

Continuará


–Etimología–

Tipos de Vampiros:

Clase A o Purasangres: La clase más alta en cuanto a rango se refiere, los más poderosos en poder y fuerza. Mantienen un poder para defenderse o atacar, al igual una velocidad casi invisible a los ojos de cualquiera. Sus heridas curan rápidamente. Son escasos y su sangre es deseada por los demás vampiros.

Clase B o Vampiro Noble: Nacidos vampiro. Menos poderosos que los Pura Sangre y no todos requieren de la fuerza bruta (sobrehumana). Al igual que los Pura Sangre mantienen un poder el cual es diferente según la familia de la que proceden. Heridas rápidas de sanar. Al igual que la fuerza, no todos los vampiros de Sangre Noble tienen una velocidad y agilidad invisible al ver de cualquiera. Son los que más abundan en la sociedad de vampiros y prácticamente todos, como su nombre indica, proceden de familias nobles, adineradas y con buen sentido de la educación aunque igual los rebeldes existen.

Clase C: no tan comunes. Son aquellos que probienen de una familia no tan adinerada. (Diferenciados por los sangre noble) Aquí tambien entran los herederos. Nacidos vampiro. A diferencia de los Sangre Noble, nacidos de un padre vampiro y una madre humana. Pueden morir por su mitad humana, aunque es difícil matarlos a causa de sus rápidas curaciones de heridas, de su mitad vampiro. Suelen regenerarse en cuanto a heridas, colmillos, nervios… Aunque la regeneración de huesos rotos no la tienen tan evolucionada como los Sangre Noble.

Clase D: Convertidos. Humanos que fueron mordidos por un sangre pura. Su transformación o mutación es lenta y dolorosa, teniendo en cuenta que solo los que sobreviven al veneno de un sangre pura se convierten. Apariencia completamente humana como cualquier otro humano, su sed de sangre es mucho más recalcada en cualquier otro vampiro.

Clase E: Segundo nombre "Nivel E": Sin parte humana. Nacidos humanos por completo y mordidos por un Pura Sangre. Bestias que si no sacian su sed pierden su mitad humana, dejando sus ojos brillar en todo momento y sus colmillos desgarrantes visibles a cualquiera. Su boca en esos momentos de "transformación" o perdida de la razón, su boca se "desencaja" dejándose un tanto más grande de lo normal para poder beber mejor de la sangre.

Son los que más abundan después de los Sangre Noble.

Dhampir: Criatura mitológica perteneciente al folclore rumano. Mitad vampiro, mitad humano, se afirma que fueron engendrados por un padre vampiro y una madre humana, o viceversa. Suele ser un cazavampiros.

Strigoi: Es como mucho de los vampiros originales, pero les gusta atacar en bandadas. Se pueden matar por poner ajo en su boca o quitar su corazón.

Succubus: Este es un vampiro y la manera de alimentarse es teniendo relaciones sexuales agotadoras con la víctima, alimentándose de la energía sexual. Ellos pueden asumir la apariencia de otras personas. A menudo visitarán a la misma víctima más de una vez. La víctima de un Succubus experimentará las visitas como sueños.


¡Buenas!

Seeeh, lo he resubido con más participación de los chicos porque, sinceramente, mostrar sólo el punto de vista de Castiel se me hacía demasiado austero. Además he agregado el acontecimiento de donde partirá el próximo capítulo ¿Alguien se lo esperaba? ¿Qué le parece esta loca idea de juntar al Sweet Amoris y a la Academia Ross? Algo así como un internado (parecido a Vampire Knight pero sin las clases Diurnas ni Nocturnas) En lo particular, yo lo veo como la ocasión perfecta para que todos se conozcan y hagan ciertas travesuras sanas antes de toda la tragedia y el drama :)

Quiero dejar en claro que los recuerdos de los chicos, no pertencen a los "ellos actuales" pero sí a los ellos que fueron antiguamente, siendo mucho más oscuros ya que vivían en épocas oscuras, algo más allá de la edad media para que se den una idea.

Para llevar este proyecto acabo he tomado todas las definiciones de vampiros que conozco. Como las definiciones de Vampire Academy, Vampire Knight, Hellsing entre , esto no quiere decir que sea igual.

Y bueno, gracias por leer, agregar o comentar. Se aprecia que tomen algo de su tiempo para mi y mis proyectos :) ¡Les quiero!

¡Hasta la próxima!

Excelente inicio de semana!

Preguntas, dudas, comentarios. Toda crítica es bienvenida, sí y sólo si es constructiva.

Geraldine

Escuchado "Lost Stars" - Adam Levine.

(Resubido)29/04/17.