Boku no Hero Academia/My Hero Academia no me pertenece. Esto es mero entretenimiento.
Se suponía que fuera diferente... de verdad parece que mis historias se escriben solas... Tras los recientes capítulos del manga no he podido resistir experimentar con este muchacho~
Esto es culpa de su nombre de héroe y el cómo se refirió a Mirio y a Kirishima.
TamaKiri (Tamaki Amajiki/Kirishima Eijirou) unilateral.
Devorando soles
Sabía que estaba mal, lo sabía a la perfección pero no podía evitarlo.
Había admirado a ese chico desde hace mucho, siempre se encontraba mirando su espalda amplia, firme y lejana; siempre tentado a tocarla, a sentir su calor y percibir la candidez que emanaba del otro, sin embargo tan pronto alzaba la mano la retraía. No podía mirar más de lo debido o le dañaría, no debía tocar más de lo permitido o le quemaría.
Estuvo bajo el cobijo del más alto durante años, recibiendo su luz y añorando el halo que le cubría; había estado tanto tiempo a su lado que llegó a endiosarlo y erróneamente creyó que era lo que deseaba, erróneamente pensó que era a quien anhelaba... hasta que llegó ese chico de ojos rojos.
Tan brillante como Mirio, tan candoroso y genuino, con sus relucientes cabellos rojizos y sus ojos puros e inmaculados; era un Sol y él un simple mortal, uno con deseos por devorarlo.
Eran meros anhelos, quimeras que engañaban y embelesaban su joven y vergonzoso corazón porque era imposible para alguien como él tener a alguien como Kirishima. Él era negrura y Kirishima era luz, si se acercaba demasiado desaparecería, si lo tocaba demasiado le marchitaría.
No era alguien con ambiciones, tampoco era enérgico; era sombrío, introvertido, tímido, todo lo contrario a lo que el menor era. El pensamiento tan irracional de tener al muchacho le daba náuseas... Sin embargo al mirar su sonrisa de perlas quiso engullir todo lo que él era.
¿Qué tan incorrecto sería? En las penumbras de su corazón, ideas perniciosas empezaron a tomar forma, ideas que le intoxicaban desde adentro y se extendían como enredaderas que crecían con espinas venenosas que le acosaban por las noches; fantasmas le perseguían y le asustaban, le murmuraban y lo emponzoñaban con ilusiones absurdas que le sofocaban y le aterraban. No debía tenerlo.
¿Qué sabor tendría? Uno divino, sublime... Inefable. Tan único e indescriptible que los deseos por devorarlo se acrecentaban. Se le hacía agua la boca y la garganta se le secaba mientras lo veía a la distancia. Se sintió tan obsceno y el corazón le dolió.
Era tan incorrecto, lo sabía...
El chico le miró, ignorante e inocuo. Le sonrió, ingenuo y puro. Le llamó, inocente y crédulo.
Pero probar un poco no haría daño.
No, vaciló, esas palabras no era suyas. No podía corromperlo. Dejaría que esto le consumiera desde adentro si eso le permitía estar al lado del pelirrojo. Dejaría que su resplandor le bañara hasta el momento en que pudiera saborearlo.
