Te amo
Draco estaba fuera del aula de Runas Antiguas esperando a que "ella" saliera. No podía fallar, llevaba una semana ensayando delante del espejo la declaración de amor que pensaba hacerle a Hermione Granger.
Cierto que habría sido dejarlo para San Valentín, pero Draco no podía esperar. Amaba a Hermione Granger con todo su corazón y necesitaba hacérselo saber cuanto antes. Había elegido esa hora porque era uno de los pocos momentos del día en que ella no estaba con sus amigos. Así no sería tan difícil. O eso esperaba, porque el realmente era muy tímido con las chicas.
En ese momento el objeto de su amor salió del aula. Iba tan hermosa como siempre, con su cabello encrespado pero que a Draco se le antojaba adorable y sus libros elegantemente bajo el brazo. Tragando saliva y sintiéndose ruborizar hasta las orejas, Draco tomó el enorme ramo de rosas que le había preparado y se acercó a ella con paso decidido. Ahora o nunca.
-G-Granger…- dijo tratando de no tartamudear demasiado.
-¿Qué pasa, Malfoy?-Preguntó extrañada. A Draco no se le escapó que esa vez no se había puesto a la defensiva como siempre ¿tal vez tendría una oportunidad?
-Veras…Granger. T-Tengo que decirte que… te amo- consiguió decir a duras penas, mientras le entregaba el ramo con la cara roja como una amapola y sin poder mirarla a los ojos.
-M-Malfoy… yo, yo…- respondió Hermione poniéndose colorada también y con sus bellos ojos castaños llenos de lagrimas-…¡yo también te amo!- gritó llorando de felicidad, mientras le abrazaba.
Draco se sentía feliz como nunca en su vida. No le importaba que ella fuera hija de muggles. La amaba y eso era lo importante. Acercó su rostro al de Hermione y se dispuso a besarla…
-¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!-
Draco se incorporó en la cama como impulsado por un resorte. Estaba empapado en sudor y jadeaba como si acabase de correr una maratón ¿Qué había sido aquello?¿Como había podido tener un sueño romántico con Granger, de todas las personas?¿Le había sentado mal la cena o era un sangresuciafílico reprimido?
Se dejó caer entre las sabanas, agotado. No se atrevía a volverse a dormir ¿Qué pasaba si soñaba alguna otra cosa rara, como un sueño húmedo con Potter y Weasley , o algo peor? La sola idea le hizo estremecer. Suspiró. Si quería dormir bien lo que le quedaba de noche, solo podía hacer una cosa.
-¡Doffe!- llamó y, al instante, el elfo domestico de la mansión Malfoy estaba delante suyo.
-¿Necesita algo, amo Draco?- preguntó el elfo, retorciéndose sus pequeñas manos.
-Si, traeme una poción para no soñar, de las de mi padre- ordenó Draco.
Así lo hizo el elfo y Draco se apresuró a tomar la botella entera. Casi inmediatamente se durmió y no volvió a soñar más cosas raras en toda la noche, gracias a Merlin.
