Semana del Tokka en español, esa es la razón por la cual escribí este fic tan pronto XD. Espero que lo disfruten y porfis, dejen reviews, se los agradecere muchisimo.

Con Ella

Por Chris Mc.Raven


Tomaba su taza de te, tranquila, silenciosa, como siempre, parecía poder sentir toda la energía del planeta en su ser

Tomaba su taza de te, tranquila, silenciosa, como siempre, parecía poder sentir toda la energía del planeta en su ser. Tomaba su te tranquila, como siempre, junto a mi, como siempre.

Como siempre, cuando había tiempo, nos sentábamos a tomar la rutina de una vida juntos y silenciosa, con heridas, con sabor a desilusión.

Cada te con ella era diferente, a veces sabia a felicidad, a veces a estrés, a veces a incomodidad, o a paz, a veces sabía a tristeza, o a pena, o a desconsuelo… o a soledad. Nunca sabían igual.

Mientras veía al vacío, me preguntaba como sería su mundo, ¿Cómo veía las cosas?, ser ciego no debe ser fácil; y mientras pasaba el tiempo, con ella, a solas, con el te entre las manos y sin nada mas que decir, poco a poco caí en cuenta que, estábamos casados.

Ciertamente las cosas pasaron muy rápido, después de años del termino de la guerra y la unión de las tribus Norte y Sur, descubrieron que la línea de la realeza no seguiría mas, por eso, nombraron a mi padre rey; él era perfecto para el trabajo, además, era un héroe de guerra, con dos hijos que ayudaron a detener el conflicto, héroes de guerra igual que él. Así fue como el jefe Arnook se convirtió en el segundo al mando.

Pasaron unos años más, y todo iba relativamente bien, pero de nuevo me vi inmiscuido en cosas políticas. Todo fue tan repentino.

A la vez que mi hermana me ayudaba a acomodar mi traje de bodas, le pedí que me explicara exactamente ¿Por qué era yo el que estaba en esa situación?. Ella compresiva contó, que desde el término de la guerra, El Reino Tierra había tenido algunos conflictos, y aun dudaban que La Nación del Fuego fuese aliada, dijo, que como nuestra tribu tenía tan buenas relaciones con "Los vecinos de fuego", no estaban convencidos de estar a salvo, que ellos no podrían soportar otra guerra contra La Nación del Fuego, y menos con "Las Tribus Agua" como aliadas a este. Era todo cuestión de política, solo eso.

Claro que me negué hasta quedar afónico, no quería casarme, por lo menos no bajo esas condiciones, quería que fuese por amor… por lo menos. Aunque, si lo veía desde otro punto, me casaba por amor a mi gente,… y a la gente del Reino Tierra.

Ya no recuerdo cuantas noches pasé sin dormir antes de la boda, cuatro, cinco, talvez más; era todo tan confuso, pero ya nada se podía hacer.

Al verla a mi lado en la ceremonia, pensé que al menos no me casaba con una extraña, al menos. Algo bueno tenía que haber en todo esto… aunque no sabía que. Al llegar a la cúspide de la ceremonia, y mientras hacíamos cada ritual que nos exigían para la unión, no dejaba de pensar: ¿Estará feliz?, ¿Estará triste?, ¿Confundida acaso?, ¿Enfadada?. Preguntas que nunca responderé.

Ni collares, ni brazaletes, ni tiaras, nada; Solo le coloque una flor de loto en la cabeza, en señal de nuestra unión; fue algo… raro, una boda extraña. Katara no lloró, Aang tampoco lo hizo. Los padres de Toph y el mío nos felicitaron de manera comprometida. Zuko sabía que todo era una farsa, y Iroh, aunque lo sabía también, fue el único que nos deseó lo mejor de manera sincera; yo se lo agradecí claro, ella sin embargo, no emitió palabra durante la "Festividad".Lástima, se veía tan hermosa, era una verdadera pena que se desperdiciara una mujer tan bella, al casarse con migo.

La noche… fue un tanto rara, nunca nos llegamos a hablar, en lo más mínimo. Debíamos dormir en la misma habitación, no queríamos mas problemas entre naciones, reinos o tribus, y con la servidumbre, los chismes vuelan.

Dormí en el suelo, no podía ser de otra forma, todo era una farsa, y ella lo sabía también.

No sé, no supe lo que pensó o pensaba, solo se quito su vestido, se puso algo más cómodo y se fue directo a la cama. Duro algún tiempo conciliando el sueño; daba vueltas, cambiaba de posición, pero al final, se durmió. Pobre, su vida había cambiado tan de repente. Me quede observando el techo, pensando, o más bien, imaginando, como sería todo de ahora en adelante. Pero no todo era malo, el aroma de Toph inundaba el ambiente, era como un aroma suave, que yo nunca había notado, un aroma a bosque, fresco, relajante.

Era extraño, muy extraño la verdad, tomar el te con la misma chiquilla necia y arrogante, solo que ahora, no era tan chiquilla. Había cambiado para convertirse en una espectacular mujer, y al verla sentada, justo frente a mi, oliendo el vapor de su bebida, callada, descubrí que yo también había crecido.

La primera noche se había ido, la luz se reflejaba en todos los rincones de la verde habitación de Toph, nuestra verde habitación, por ley. Me dolía un poco la espalda, era normal. La casa de piedra, casi en su totalidad, era hermosa; estaba seguro que la había hecho ella misma, se notaba su espíritu en cada rincón.

El sueño nunca me ha dejado en paz, siempre se aferra a mi cada mañana; prefiero simular estar dormido algunos minutos mas para engañarlo un poco, aunque este totalmente conciente. Cierro los ojos y disfruto del momento; de vez en vez, los entre abro para saber como va todo, ¿Todo en su lugar?, ¿Todo bien?.

Entonces vi su cara arrastrarse por la orilla de la cama, no quería despertar. Seguro, ya había olvidado el día anterior, el día que nos casamos, o estaba a punto de recordarlo, no sé. Abrió sus translucidos ojos y los posó en los míos, me gustaba pensar que me veía… aunque no fuese verdad. Se quedo pensativa, deslizó la mano por la orilla de la cama y dio un profundo suspiro; si, ya tenía claro el día anterior.

Puso un pie y luego el otro en el suelo, y salió de ahí, se aseó, regresó para peinarse justo frente del espejo, en su mueble tocador, (¿Un espejo?, vaya broma de mal gusto) y sin perder el tiempo salió de ahí. Yo lo vi todo, fui testigo de esa rutina por mucho tiempo.

Parecía que no quería hablar del tema, así que no lo hice. No se podía mencionar siquiera el hecho de nuestra unión.

Los primeros días fue difícil hablar con ella, ¿De qué?, lo que fuese sería bueno, tarde o temprano lo tendíamos que hacer.

Pasaba días encerrada en su oficina, dirigiendo y organizando, no sé… ¿Cosas?. No la culpo, yo hacía lo mismo, y aunque los empleados de la casa me trataban bien, eso no equiparaba el hecho de sentirme solo… simplemente, me lo habían quitado todo, mi hogar, mis amigos, mi familia… mi nieve. Me encerraba por horas en mi oficina, y en medio de tanto silencio, pensaba, que talvez, yo fui el que mas sacrifico en todo esto.

Otra vez la veía levantarse, peinarse e irse, como siempre; ahora eran semanas sin hablarnos, no era justo, me aburría. Por eso, salía de vez en vez a pasear por los territorios del Reino Tierra, solo, viendo esto y aquello, pero todo era tan verde… que me recordaba a nosotros.

Cuando llegue la vi sentada en la mesa, esperando, quien sabe que cosa. Pase a su lado sin emitir palabra, pero ella no. "¿A dónde vas?" pregunto fría como el metal, "¿Me vas a dejar comiendo sola?"concluyó. "No hay comida servida" respondí sin sorpresa alguna, a lo que ella alego "Claro que no "Cabeza Hueca", te estaba esperando"… Esa noche hablamos, no mucho, solo lo necesario, pero… a pesar de todo… fue muy reconfortante, puesto que la soledad se había ido, por lo menos… en lo que duro la cena.

Al día siguiente nos "Hablamos", no mucho, solo frases entre cortadas y secas, pero palabras son palabras. Ya no respondía el eco o el viento al calor de un "Buenos días", no, ahora su voz resonaba como respuesta ceremonial a mi cotidiana pregunta.

Se encerró de nuevo en su oficina, debe tener mucho que hacer. La verdad, me comía la curiosidad por saber que pensaba de todo esto… del matrimonio. Ella era muy tolerante, sus padres la habían acostumbrado a eso, a aceptar cosas que ella no quería… como a mí.

La tarde estaba fresca, para ella, estaba fría. Diferencias climáticas, nada de que alarmarse. Salí de nuevo a pasear por el gigantesco Reino Tierra, ya no tenía nada que hacer y ella no estaba con migo. Recorrí las viejas y sabias calles del lugar, todo era suyo, era una buena gobernante. Me acerqué a un puesto, nada fuera de lo común; el señor tendero me ofrecía todo lo que había, "No gracias, solo observo" conteste mientras ojeaba lo que tenía que ofrecer. Vi curioso algunas pulseras, ni grandes, ni pequeñas. Las tomé entre mis manos y las palpe curioso. Algunas tenían grabados, otras incrustaciones, otras eran lisas, otras no. No me resistí, compre 3, de diferentes texturas, todas muy hermosas y distintas.

La tarde caía, justo como en el polo sur, suave y delicado. Entré a la casa de piedra, que no sentía mi hogar. Como siempre, todos me recibieron con amabilidad; como siempre, ella no estaba para recibirme, pero seguro sabía que estaba ahí, que acababa de llegar, "Seguro", me gustaba creer eso también.

Ingresé a la habitación verde de aquella casa de piedra, pude percibir, antes de poner el primer pie, ese aroma a bosque, ese aroma fresco, a ella. Estaba ahí acostada entre las sabanas de seda verde que contrataban con su piel. Se quedo quieta, con la mirada fija a la nada, como era común en ella.

Francamente, me daba miedo verla así, ya que parecía estar muerta, esa era la idea que me cruzaba instantáneamente por la cabeza; no soportaría nunca tal cosa, no otra vez, perderla me dolería mucho.

"¿Toph?, ¿Que haces aquí?", pregunte, aunque ya sabía que pasaba, estaba empezando a conocerla. "Es mi cuarto", respondió áspera como siempre, "Tengo Frío", era cierto, su piel estaba aun más pálida. Acercándome le dije que pensaba que estaba en su oficina, sellando papeles, ¡O que se yo!; pero no, ella no explico mucho, solo repitió que tenía frío incorporándose un poco, en una posición sentada. Le explique que a mi el clima me parecía agradable, que prefería eso al calor de La Nación del Fuego que era insoportable para todos. Bufando agregó que no le gustaba ni el frío, ni el calor, y que por eso, su reino era perfecto; fue su último alegato.

"Te traje algo", comente con normalidad, sabía que le gustaban los regalos, desde que era pequeña; sin embargo, desde que vivía ahí, nunca me pareció ver el brazalete "Espacial", aquel que hizo con la roca que le regalé,… que lástima.

Abrió infantil sus ojos opacos, me gustaba ver esa cara en ella, me traía recuerdos nostálgicos y lejanos. Sonrió levemente, mientras, yo buscaba su obsequio en mi bolsillo, y al entregárselo, supo inmediatamente que era. "!Me encantan!, ¡Son bellísimos!" pasaba sus dedos blancos por los bordes de las pulseras, tocando cada detalle, sintiéndolo, por mínimo que fuese. Se los colocó en su lugar, y feliz los inspeccionaba una y otra vez.

Quizá mi obsequio no era del todo espectacular a la vista, quizá no era lo más increíble, y quizá, existían cosas mas lindas para ella, pero no importaba; yo sabía que un regalo para Toph debía ser "diferente" de cierta forma, y debía ser especial desde el momento de su elección, puesto que ella no veía colores o trazos, sino más allá, formas, texturas,…vibraciones.

Me gustaba eso de ella, que pudiese ver el interior aunque no supiese como era la envoltura. Por eso, cuando elegí aquel regalo para ella, aquellas tres pulseras, lo hice con los ojos cerrados, deslizando mis dedos en su superficie, como ella lo hacia ahora, puesto que no importaba como se viese, sino lo que había mas allá.

"!Gracias Sokka!" dijo agradecida y sonriente, "… fue un placer" respondí con toda sinceridad.


Me encanta la STE, espero que me de tiempo de terminar este fic, pero si no, no importa XD, disfuten montones!!