Este es mi primer fic...no se si gustará o no...de momento es una historia q me ronda la cabeza desde hace unas semanas xo no se si sabré plasmarlo en papel...No sean muy duros!

Advertencia: este fic tiene contenidos slash (relación chico-chico) si no te gusta por favor no sigas leyendo...aunque...¿cómo llegaste hasta aquí?

Disclaimer: Todos los personajes son de la inigualable K.J Rowling, excepto aquellos q no salgan en los libros que son de cosecha propia.

CAPITULO 1: La Misión.

El pasillo se abre largo ante sus ojos. Desde su posición puede observar a los hombres encapuchados y con máscaras que le rodean, no puede más q imaginarse sus rostros, aunque a algunos los conoce bien...demasiado bien.

Comienza a caminar sin apartar la vista de su objetivo: la pesada puerta de bronce que se halla al final del pasillo. Sus pasos resuenan, él lo sabe, y por ello camina mas lento...como saboreando el momento.

Su andar, elegante y fino, denota su educación de alta cuna.

Escucha algún murmullo y sabe que lo está consiguiendo...los está engañando. Sonríe para sus adentros sabiendo que en pocos instantes se reunirá con Él, pero ha ensayado muchas veces con su madre y nada tiene porqué salir mal.

Ya le queda menos, está a solo unos metros...

Entonces ve a su padre, ahí, al lado del portón. Lo observa detenidamente: mirada marina, cabellos rubios y esa sonrisa torcida q le caracteriza. Es un hombre mayor, aunque definitivamente su aspecto es el de alguien más joven. Lo cierto es q su padre siempre ha sabido como cuidar su imagen, cualidad que el mismo ha heredado.

Flashback

-Estás divino, cariño.- El chico se gira al escuchar suave voz de su madre. Ésta se halla apoyada en el marco de la puerta. La mira y sonríe. Ésta preciosa con su vestido oscuro. Sus rubios cabellos están recogidos en la parte baja de su cabeza, unos pocos mechones le enmarcan el rostro como si de finos hilos de oro se tratara. Parece una reina, pero aunque a simple vista no se aprecia unas pequeñas arrugas comienzan a aparecer en el rabillo de sus profundos ojos azules.

-Gracias , madre.- le contesta el joven abriendo sus brazos para que ella lo abrace. Le encanta sentir cerca de su madre, la única persona que le quiere de verdad; ella se lo hace saber con cada abrazo, gesto, sonrisa y palabra que le dedica.

Cuando se separan sus miradas se cruzan, y se estudian, como en un intento por descubrir que es lo que piensa el otro.

-Siempre he pensado que el negro te queda muy bien. Es un color elegante. Date la vuelta, que quiero verte mejor.- el chico obedece.

-Déjame mirarme en el espejo, madre.- se acerca al armario que hay al lado de la puerta y lo abre: un gran espejo le devuelve su reflejo, que sonríe con satisfacción. Es un chico alto y musculado, aunque sigue estando delgado. Su piel es pálida pero de aspecto suave, sus cabellos, rubios, caen libremente. Algunos mechones caen entorno a su punto fuerte: unos ojos grises como el cielo de tormenta.

Mientras él se deleita con su imagen, la mujer se acerca a la cama. La túnica que lucirá esa noche se extiende pulcra y negra ante sus ojos, que dejan escapar una lágrima.

El rubio ve a su madre a través del espejo y se aproxima sigiloso hasta colocarse a su altura, admirando también la prenda.

-Sabes q no hay otra opción. Debo ser valiente y aceptar mi destino. Sabes perfectamente que me gustaría estar en cualquier otro sitio, pero Él no perdona a los cobardes y eso sería peor.

-Lo sé, cariño.- dice ella secándose las lágrimas con un pañuelo de seda.- Vamos a practicar una vez más, no quiero que nada salga mal esta noche.

-Cuando quieras, madre, estoy listo.

-¡ Legeremens!

Fin del Flashback

Por fin llega hasta la altura de su padre. Éste le dirige una dura mirada, en la que el rubio distingue algo...orgullo...¿tal vez?.

Intenta olvidar ese sentimiento y menea la cabeza como para apartarlo de su mente. Sabe que tiene que mantener la mente en blanco, sino Él leerá sus sentimientos, y eso no le conviene...para nada.

-Hijo.

-Padre.- se saludan con una ligera inclinación de cabeza.

-Ahora debes enfrentarte a tu destino. Cuando salgas de la habitación lo harás como alguien importante, como uno de los nuestros...Y ten por seguro que te sentirás poderoso.

El silencio se apodera del pasillo. En ese momento solo se oyen las respiraciones de las personas que se agolpan entorno a los dos hermosos rubios.

-Quiero entrar ya, padre.- el hombre lo interpreta como una buena señal, su voz ha sonado fuerte y clara...sobre todo, ha sonado segura. Lo que el mayor no sabe es que el joven lo único que quiere es salir...salir corriendo de ese lugar.

De pronto, la enorme puerta de bronce se abre.

El de orbes tormenta mira al interior, pero solo distingue una cosa: oscuridad.

-Acércate.- una voz silbeante, que parece tener su origen en el mismo infierno, le llama.

El rubio entra en la habitación sin mirar atrás, con la mente en blanco como tantas veces le enseñaron su madre y su padrino.

Oye un fuerte clock ...la puerta se ha cerrado tras de si.

Los minutos pasan, y fuera, en el pasillo, los hombres enmascarados están nerviosos. Recuerdan el momento en el que cada uno de ellos se arrodillaró y besó la punta de la capa del Señor Oscuro por primera vez, y un escalofrío recorre sus columnas, pero es una sensación agradable y la reciben como recibirían a un amante.

Todos tienen los ojos fijos en el portón, pero es la mirada marina, y no otra, la más intensa; no parpadea, y da la impresión de que es capaz de ver a través del grueso bronce.

De repente, un grito resquebraja el silencio, como le ocurre al hielo cuando es golpeado.

La multitud sonríe, recordando el momento, SU momento: la sangre hirviendo en su brazo y fluyendo, reordenándose para formar el dibujo...La Marca. Fue doloroso, pero así debía ser para demostrar su fe y la lealtad que desde ese instante le prefesan al Lord.

Draco está tumbado en la cama. Al llegar, se ha despojado de la túnica, la camisa de seda negra y los zapatos, quedando únicamente con el pantalón de piel de serpiente.

Quiere dormir, pero al cerrar los ojos sólo puede ver otros que ahora le provocan terror: rojos como el fuego del mismo infierno.

Debido a esto permanece recostado entreteniéndose con el sonido de su respiración y el del palpitar de su corazón.

Unos nudillos golpeando la puerta de su habitación lo sacan del sopor en el que se ha sumido.

-Adelante.- dice con voz ronca el chico, aunque lo cierto es que lo último que le apetece ahora es ver a nadie.

-Te traigo algo de cenar, mi vida.- la voz femenina lo tranquiliza y le acaricia como una suave brisa.- anda vamos, come algo.

Narcisa deja la bandeja de plata sobre la mesita de noche. Draco gira un poco la cabeza sobre la almohada para ver la suculenta cena que le ha traído su madre. Una arcada se le sube ante el suave olor del pescado, pero le hace caso y se incorpora lentamente.

Al levantar la vista la ve a ella observando su brazo izquierdo. Instintivamente se lleva la otra mano hacia la Marca para cubrirla. No quiere que su madre la vea...ni siquiera él puede hacerlo sin asquearse ante la idea de llevarla consigo toda su vida.

De pronto sabe que tiene que decírselo, que no puede aguantárselo un segundo más o explotará.

No sabe como va a reaccionar ella o lo que le dirá, lo q si sabe es que no le va a mostrar su angustia y su dolor.

Es la primera vez que la va a mentir, pero tiene que hacerlo, no puede dejarle ver sus verdaderos sentimientos porque no sabe si ella los aceptaría, ya que a él mismo le llevó mucho tiempo hacerlo.

Su voz suena segura, tranquila y casi perversa cuando de su garganta salen las palabras que tanto terror le causaron cuando las escuchó de los labios del mismo Lord.

-He de llevarle a Harry Potter.

Weno aquí está el primer capítulo!

No se que tal quedó...

Me lo dicen en un Review...plis!

Ciao

LittleSweet