Marinette hace un tiempo deseaba ser tocada por Adrien de la misma manera que lo hacía con sus teclas de piano. Al cerrar los ojos, ella se lo imaginaba, como esos largos y finos dedos se deslizaban sobre ella, como lo haría con una tecla; al presionarla y dejar que el sonido fluya, sentiría un estremecimiento recorrer su piel, su corazón retumbar y su cuerpo temblar como si la estuviera tocando.
Siempre haciéndolo de manera delicada, lenta y pausada.
No obstante... Ahora creía que algo mal había en ella, al desear que Luka la toque como la cuerdas de su guitarra, pero... ¿cómo no hacerlo? si lo hacía de esa manera tan intensa.
Ahí en su habitación, sentada en su cama. Al observarlo y oír como la cuerda vibra, su cuerpo también lo hace, ardiendo como si esas cuerdas quemaban. Porque cada vez que un sonido se produce; una cuerda resuena, su corazón se acelera y al imaginarse ser tocada con esas grandes manos; esos dedos largos y delgados que en ese momento recorren la guitarra, deslizándose en la cuerdas con maestría. Ella siente como su piel se electrifica como si sus dedos tuvieran energía estática y se la traspasara a todo su cuerpo al recorrerla por todas partes.
Sin rastro de delicadeza, dejando por cada roce una sensación electrizante y ardiente.
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La última cuerda tocada resonó en la habitación.
—¿Y qué te pareció? —Luka preguntó.
—...Intenso —su respiración pesada, su cara roja. Marinette obtuvo un color más fuerte, al darse cuenta de lo que dijo.
Una sonrisa formó sus labios.
—Ese es el punto —volviendo a tocar su guitarra, sus dedos deslizándose por esas cuerdas. Marinette lo observó, deseando sentir su roce viajar por su piel.
Y en segundos se encontraba a punto de desfallecer porque de nuevo, sentía, que la tocaba a ella.
